BM & BM
MITRE Y MACHADO
UNA AMISTAD
PERDURABLE
Hace ya unos años,
en Tiempos dedicamos una nota
al Cnel. Machado, donde decíamos que “Existen
destinos personales que no pudiendo eludir cierta especie de predestinación, se mueven entre la
historia y la leyenda como un péndulo que marca no las horas sino determinados
tiempos o etapas en las sociedades y su transcurrir a través de los años,
dejando huellas a veces entrecruzadas, a veces paralelas.
Allí ubicamos a nuestro personaje: el Cnel.
José Benito Machado, también conocido en su época por el "Toro" Machado, que llenó con su
personalidad, su actividad política y especialmente la militar, toda una etapa
de la historia de Tandil y del sur bonaerense, en la segunda mitad del siglo
XIX.”
Nacido el 3 de
abril de 1823 en Chascomús-un día antes de la fundación de Tandil-del
matrimonio de Jacinto Machado y Juliana Lamadrid, de adolescente ya tuvo que
afrontar las consecuencias de la intensa participación política de su familia,
en el levantamiento contra Rosas conocido como la " Revolución de los Libres del Sud" o " Grito de Dolores", que costó la
vida de su padre y de su hermano Mariano, quienes fueron fusilados y derivó en
su temprano exilio a Montevideo, cuando apenas contaba con 17 años.
Allí fue donde el destino hizo que comenzara su contacto con las dos actividades que lo
atraparían para el resto de sus días: las armas y la política, tan íntimamente
unidas en largos períodos de la historia de los países latinoamericanos,
adquiriendo sus primeras experiencias como soldado en la Legión Argentina al mando de Lezica y luego junto a Fructuoso
Rivera, participando en las batallas de Cagancha,
Cerro Largo e India Muerta, derrota que infligió Urquiza al oriental y obligó a
Machado a partir hacia Brasil, para
luego trasladarse a Corrientes y alistarse allí junto al Gral. Paz, a cuyas
órdenes estuvo en la campaña de aquella provincia, luego de la cual pasó
nuevamente al Brasil donde permaneció hasta 1852, vísperas de Caseros.
Derrocado Rosas, luego de la batalla citada, regresó y se
puso a las órdenes de quienes participaron de la revolución del 11 de setiembre de 1852 (el nombre de
la calle de Tandil ,es por este acontecimiento y no por la fecha sarmientina) .En aquellos momentos de fusiles y espadas, Machado
eligió como escenario central de su accionar el sur bonaerense, frontera con el
indio que luego de la caída de Rosas comenzaba a estremecerse ante el maloqueo
de los antiguos aliados del Restaurador, siendo nombrado comandante del Regimiento de Guardias Nacionales Nº 17,
que lo inmortalizaría años después, en la lucha contra los malones.
°[…] las Guardias Nacionales estaban integradas por ciudadanos que cumplían
con la obligación de servir a la patria y defender la Constitución y sus leyes,
el Ejército de Línea veía completada sus filas con soldados enganchados,
veteranos y "vagos y mal entretenidos" que cumplían su servicio
forzosamente. No obstante, cuando nos acercamos a la cotidianeidad del servicio
en la frontera, observamos que la diferenciación entre guardias y soldados de
línea se encontraba presente sólo en la retórica de los vecinos y las elites
gobernantes y no tanto en la realidad de los fuertes y fortines. Esos
milicianos podían ser llamados con el objetivo de combatir a los indígenas,
luego de un malón o en alguna invasión, para defender la frontera instalándose en los destacamentos, o para
combatir en los diversos conflictos políticos y militares por los que atravesó
la región durante la segunda mitad del siglo XIX”-afirma Leonardo Canciani.
En la defensa de las tierras y haciendas del sur
bonaerense, Machado y sus Guardias Nacionales se enfrentaron innumerables veces
con indiadas y caciques bravíos, como en el caso de Yanquetruz, siendo herido en combate de un lanzazo en el brazo
izquierdo en " Concepción de Baudrix",
herida que no sería ni la primera ni la última y que endurecieron más su piel y
su temperamento.
Cuando ocurrieron los más importantes malones que sufrió
Tandil en 1855, Machado estaba como Comandante del Regimiento 14 de Guardias Nacionales, destacándose por el accionar que permitió
poner en fuga a la indiada que comandaba el ya citado Yanquetruz, que había provocado el éxodo prácticamente
total de los pobladores del Tandil.
Luego del malón al Azul y al Tandil, Machado propuso al
gobierno hacer "una barrida" hacia sur de Bahía Blanca para cortar el tránsito de las malocas,
proyecto que sin embargo no fue tenido en cuenta. Dos años después del ataque
al Tandil, se dispuso llevar adelante la campaña a Salinas Grandes, el gran
reducto del "emperador de las pampas",
Calfucurá, que no tuvo los efectos deseados.
Al lado de
Paunero, Conesa, Granada y Hornos, Machado combatió o vigiló- según las
circunstancias- los puestos fronterizos, hasta que en el paraje "Sol de Mayo" (actual partido de
Tres Arroyos) libró el combate que dio celebridad a su Regimiento, triunfando y
poniendo en fuga a los araucanos, comandados por el cacique Cañumil, lo que valió los elogiosos
comentarios documentados de hombres como Conesa y Paunero.
Al día siguiente, 2 de noviembre de 1857, sostuvo otro
combate que entró a la historia con el nombre de Cristiano Muerto, por la proximidad de los campos con el arroyo de
ese nombre. Estos dos combates, junto con el de San Lorenzo (Tandil), se consideran
claves para acabar con las
"entradas" de indios a la zona del sureste bonaerense. Por este
accionar decisivo y su sostenimiento en el tiempo por parte de nuestro
personaje, comenzó a cobrar fama en los corrillos de esta parte de la pampa
húmeda el dicho Dios en el cielo y Machado en el Sur, que se repitió entre el
gauchaje hasta después de su muerte.
La amistad que había nacido con el Gral. Bartolomé Mitre,
se fue estrechando con los años, de tal suerte que perduró hasta el final de
sus vidas. Mitre había depositado en Machado toda su confianza y en los
momentos difíciles de la guerra con el Paraguay lo había designado para el
cuidado de la denominada” frontera de la
Costa Sud" donde con su
Regimiento 17 de Guardias Nacionales, bautizado "Sol de Mayo", por el
combate que le dio celebridad, mantuvo cierta tranquilidad mediante paces
concertadas, escaramuzas y presencias "disuasivas".
Machado encontró un fuerte sustento político en Mitre que
lo convertía en una figura influyente en el sur de la campaña de Buenos Aires.
Ignacio Rivas y él fueron las dos figuras político-militares más importantes
del mitrismo en esa región durante el
proceso de organización nacional. Al respecto señala Canciani: “En conclusión, la estrecha relación de
amistad política que Benito Machado y Bartolomé Mitre construyeron a lo largo
de sus vidas se sustentó en el apoyo político y militar que ambos se prestaban
mutuamente. Mientras que Mitre contaba con el servicio de Machado -y de Rivas-
en la frontera sur -ya sea conteniendo los posibles ataques de los indígenas en
ese territorio; reuniendo y armando guardias nacionales para apoyar cada
pronunciamiento político y militar de Mitre, o de sus aliados de turno; o
"produciendo" las elecciones en los partidos de la zona-, el Coronel
hacía gala en la región del apoyo político que Mitre, y su camarada Rivas, le
otorgaban. El vínculo incondicional, que se desarrollaba entre una figura de
preeminencia nacional en el ámbito político y militar, y otra que contaba con
suficientes apoyos en la frontera sur como para convertirse en un actor clave
en ese territorio, se ponía a prueba y, a la vez, se reafirmaba en cada
conflicto político y militar, a tal punto, que las lealtades personales
-sustentadas, entre otras cuestiones, por una concepción similar del papel que
las Guardias Nacionales debían ocupar en la República y la frontera”.
Después de los combates ya citados de Sol de Mayo y
Cristiano Muerto, Paunero escribía al Ministro que " Machado representa una de nuestras mejores divisiones de caballería,
pues no dudo que traerá 1.000 hombres sin mayor esfuerzo y 1.000 hombres cuya
decisión no puede ser más pronunciada, así que mucho ganamos con tener a
Machado".
Es que convocaba con facilidad a gauchos y baqueanos que
seguían el carisma de este hombre que los mismos indios habían apodado con el
nombre de "el Toro", haciendo referencia a su fuerza espiritual y a
su resistencia física, como verdadero sinónimo de lo que hoy definiría el
lunfardo como un "gran macho".
Su accionar permitió, en gran medida, la extensión de las fronteras hasta la zona
del Claromecó, lo que no era poca cosa, teniendo bajo su mando, hacia 1860, no
sólo su famoso regimiento Sol de Mayo,
sino los Regimientos de Guardias Nacionales Nº. 11, 14 y 15.
Existía una distinción entre Ejercito y Guardias Nacionales: mientras el
Ejército de Línea respondía a las órdenes del presidente de la Nación, las
Guardias Nacionales lo hacían, en realidad, al gobernador de la provincia,
quien podía movilizar los regimientos sin permiso previo del presidente, lo que
daba un amplio margen de autonomía a los poderes provinciales en materia del
uso de la fuerza pública, tal cual se observó en las revoluciones de 1874 y
1880. No obstante, para poder contar con el uso efectivo de los regimientos de
Guardias Nacionales de la provincia, los gobernadores debían construir sólidas
relaciones con los jefes departamentales y, en menor medida, con los
comandantes de los regimientos, ya que, ante la inexistencia de una oficialidad
burocratizada y alejada de las disputas políticas coyunturales de la época, no
contar con el apoyo político y, fundamentalmente, militar de algún jefe en
momentos de choques armados o revoluciones podía significar que los Guardias
Nacionales, no respondieran a un llamado de auxilio o, peor aún, lucharan en su
contra-afirma Canciani.
Para comprender la ascendencia de Machado en la región,
no podemos olvidarnos, además, de las atribuciones que tenía para disponer de
la policía de campaña a su favor. Ante la débil presencia del Estado en la
frontera sur -que se proyectó en la incapacidad del mismo para regular las
relaciones sociales-, el clientelismo y la camaradería fueron los mecanismos
fundamentales sobre los cuales se construyeron vínculos más que durables entre
Machado y sus oficiales y milicianos. En tanto comandante de milicias, con la
capacidad suficiente para elevarse por sobre la jurisprudencia de los jueces de
paz y de primera instancia, alcaldes, tenientes alcaldes y comisarios de
policía.
Los vínculos estrechos que supo construir con algunos
caciques indígenas de la frontera, así como también los que cultivó con sus
milicianos y oficiales, fueron decisivos para que se erigiera en una figura
respetable y prestigiosa en la zona.. A ello debemos sumar las relaciones de
parentesco que edificó con algunas de las principales familias tandilenses, que
aumentaron su presencia en la política y sociedad de la región.
Su incondicional apoyo a Mitre se reflejó una vez más en
Cepeda primero y Pavón después, donde al mando de 1600 hombres tuvo a su cargo
la persecución a las fuerzas ya derrotadas de la Confederación, en 1861. Con el
grado de coronel efectivo - recibido el 18 de mayo de 1864-estableció su
comando de la “Frontera Costa Sud" en Tres Arroyos, cargo en el que
permaneció con alguna intermitencia por varios años.
El avance hacia La
Horqueta del Claromecó representó casi 40 leguas de fortines de contención
y prevención y, en las numerosas acciones que relatamos, Machado y su tropa
recuperaron miles de cabezas de ganado apropiadas por los maloqueos que
hacían los seguidores de Calfucurá.
En 1865 fue
designado como segundo jefe de la frontera, bajo el mando, del Cnel. Álvaro
Barros, con quien tuvo serios problemas y enfrentamientos que determinaron su
alejamiento del cargo. Barros- fundador de Olavarría-no comprendía el
temperamento y conducta del "Toro"
al que criticaba duramente y éste prefirió evitar males mayores alejándose
temporalmente.
Sus contactos con Mitre fueron asiduos y cuando se
produjo la revolución de 1874 con
derrota del mitrismo en la batalla de La
Verde, había reunido 1.000 paisanos y con ellos y otras fuerzas, acompañó a
su viejo amigo, lo que le significó caer prisionero tras la derrota. Fue en
esta prisión donde Machado dio pie a una de sus más famosas anécdotas, porque
de un regimiento de Junín, logró evadirse disfrazado de oficial, siendo
saludado mientras lo hacía, por los centinelas que no advirtieron que el
prisionero se escapaba... astucias del viejo soldado.
Su intensa vida militar no le dio respiro, pero su
familia tenía para con él una paciencia y un apego infinitos, su esposa, Ángela Pérez y sus hijos- entre ellos
Rosaura Machado Pérez, luego esposa de José Ciriaco Gómez, hijo de uno de los
primeros pobladores del Tandil-, siguieron estoicamente al hombre de armas y
sus peripecias.
Por entonces ya el mitrismo predominante en Tandil, que contaba con la adhesión de los hombres
más destacados en el accionar político, veía en Machado una de las figuras
preferidas, ya que sus lazos con el pueblo eran firmes. El inquieto Mitre
continuó su carrera militar luego de ser reincorporado, tras el perdón
respectivo, después de La Verde y
hacia 1880 tuvo actuación junto a sus leales gauchos, en intentonas
revolucionarias fallidas, hasta que en
la Revolución del Parque de 1890, se alistó firmemente junto al
gobierno, teniendo participación activa en los enfrentamientos en la ciudad de
Buenos Aires..
El Cnel. Machado, obtuvo el retiro del servicio activo,
el 30 de noviembre de 1895, con 54 años y un mes de servicios reconocidos y
efectivos y 31 años y dos meses del grado de coronel. Tenía 72 años de edad.
En Tandil tenía campo, hacienda y su casa, donde vivió
hasta sus últimos días, siendo luego del retiro de la actividad militar, un
hombre de consejo y e influencia en las decisiones políticas del pueblo, dado
la red de amistades y lealtades que había construido.
Su domicilio estaba ubicado en Gral. Rodríguez al 500, donde después estuvo parcialmente el
almacén "La Buena Medida" y
años más tarde la Farmacia Fernández-hoy
Farmacia de la Mutual Municipal- y la librería "Don Quijote", donde puede observarse la placa que indica que allí vivió
Machado.
Recibió en vida el homenaje de la ciudad, cuando en 1908 el entonces Intendente, Eduardo
Arana, firmó el decreto por el que se impuso su nombre a la avenida que actualmente
continúa denominándose así.
Ya anciano contrajo nuevas nupcias con Alicia Knudsen, de
ascendencia dinamarquesa y 56 años de edad, el 5 de marzo de 1909 (Machado
había enviudado de su primera esposa en
1893).
Su larga existencia, plena de exigencias físicas y
espirituales, encontró su final, casualmente, en otro día especial de
conmemoraciones patrias: el 9 de Julio
de 1909. Un gran pesar cundió por la ciudad dado el respeto que inspiraba
este hombre, que ya gozaba de su fama de patriarca
lugareño. Con los honores pertinentes fue despedido y posteriormente sus
restos fueron trasladados a Buenos Aires, de donde retornaron solemnemente a
Tandil, el 23 de mayo de 1960, con
motivo del sesquicentenario de la Revolución de Mayo, a través de las gestiones
de una comisión especial en la que actuó activamente, entre otros vecinos
destacados, don Leonel Acevedo Díaz.
En la oportunidad se organizó una ceremonia especial en
la Plaza Independencia que algunos lectores recordarán, en la que el Cnel.
Benito Machado fue homenajeado a la usanza fortinera, con los fogones y
retretas correspondientes, para luego
trasladar sus restos a la bóveda de la familia Figueroa, unida por lazos de
parentesco, donde reposan.
La importante carrera política y militar que Machado construyó
desde su llegada a la región se correspondió con la creación de duraderos lazos
de parentesco con familias tandilenses muy influyentes en la política local. En
el diario El Eco de Tandil, días
después de su muerte, su familia daba a conocer una solicitada en la cual
agradecía "á todas las personas que
demostraron su condolencia por su fallecimiento, lo mismo [que] á todos los que
acompañaron sus restos hasta la estación de ferrocarril". Los
firmantes eran Alina Knudsen de Machado -su segunda esposa-, sus hijas Carmen
Machado de Montenegro y Rosaura Machado de Gómez, Sara Gómez de Figueroa, Elena
Gómez de Vivot, María Esther Gómez, José Ciriaco Gómez, Antonio Montenegro
(hijo), Miguel Figueroa, Bartolomé Vivot, Antonio Montenegro, Carmen Montenegro
"y demás deudos del que ' en vida
fue el coronel Benito Machado” Sus descendientes han sido y son respetables
familias que lucharon por el progreso de
Tandil.
Falta aún el trabajo enjundioso que estudie a fondo la
vida de nuestro personaje, dado que los existentes
son escasos y fundamentalmente coloridos por la subjetividad de los autores, admiradores o detractores.
Tandil le debe a Machado ese trabajo porque, fue por antonomasia el
"defensor" de la frontera en la que el Tandil, por aquellos audaces
tiempos, estaba involucrado.
Principal bibliografía consultada: Canciani,
Leonardo: “El
coronel Don Benito Machado. Un comandante de Guardias Nacionales en la frontera
sur bonaerense (1852-1880)”, en Mundo Agrario, vol. 12, nº 24,
primer semestre de 2012. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educación. Centro de Historia Argentina y Americana.
Pérez, Daniel Eduardo: “El “Toro” Machado entre
la Historia y la leyenda”, en “Historias del Tandil” tomo III, 2010.
Daniel Eduardo Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario