martes, 4 de diciembre de 2018

EL MUSEO MUNICIPAL DE BELLAS ARTES DE TANDIL



EL MUSEO MUNICIPAL DE BELLAS ARTES
LOS PIONEROS DE LA PLÁSTICA TANDILENSE


Tempranamente Tandil contó con los pioneros que fueron dándole al pueblo primero y a la ciudad después, el perfil de una urbe donde los artistas plásticos encontrarían en su paisaje y en su clima humano, el lugar para multiplicarse en su inspiración.

Corría el año 1859, cuando llegaba a Tandil el danés Christian Mackeprang, traído por su connacional  Juan Fugl.
Sin saberlo iba a constituirse en el primer artista plástico relevante que tuvo la ciudad, además de conformar con su familia, un grupo musical que animaba fiestas y ceremonias en el creciente pueblo.
Hubo que esperar dos décadas más para que comienzos de la década del '80, arribaran a la ciudad dos españoles que trabajaron mucho y bien en la plástica, dejando uno de ellos un apellido ilustre en la pintura; eran Gabriel Valor y Gabriel Roqueta. Ambos realizaron una labor que dejó sus huellas incluso en el Templo Parroquial, incursionando además Valor, en la escenografía de obras de teatro, recorriendo así diversos lugares del país.
A Valor y Roqueta se agregaron, poco tiempo después, los hermanos Carlos y Juan Santiago Resta, que se dedicaron especialmente a la decoración de casonas importantes.
Hacia finales de la década del '80 llegó otro español: Francisco Gómez Cuellar, quien se dedicó a la plástica y además a la fotografía. Por la misma época Tandil recibió al valenciano Mariano Montesinos, posiblemente la figura más destacada de la pintura local del siglo XIX, dado que tenía una formación excelente en su España natal y dejó paisajes y retratos, trascendiendo de tal suerte que, en 1900, fue llamado por el Gobernador de la Provincia para fundar la Academia Provincial de Bellas Artes.
Finalmente en esta apretada síntesis de los pioneros y fundadores del movimiento plástico en Tandil, no podemos dejar de citar al primer tandilense destacado, León Felipe Ibos y a Nicolás Gazzaneo, fotógrafo y pintor, quien con posterioridad se radicó en Buenos Aires donde se graduó en la Academia Nacional de Bellas Artes.

EL SIGLO XX. LA SOCIEDAD ESTIMULO DE BELLAS ARTES Y EL MUSEO
Iniciado el siglo XX, el ambiente cultural había adquirido vitalidad, al que no habían sido ajenos los aportes de los ya citados y también el de hombres provenientes de otros campos de la cultura como el periodismo, el teatro y la música.
Corría 1912, año de nefastos recuerdos para Tandil, por la caída de su célebre Piedra Movediza, cuando arribó quien a la postre se iba a constituir en la bisagra de la historia del arte en Tandil hasta casi las décadas finales del siglo. Nos referimos a Vicente Seritti, nacido en Avezzano (Italia), que con una formación sólida en la península, llegaba cargado de inquietudes y esperanzas a estas tierras.
Aquí, con la ayuda de José Manochi y el joven pintor Ernesto Valor, hijo del pionero Gabriel, consiguió instalarse y comenzar la formación de alumnos en pintura y dibujo, que le permitieron sustentarse.
En Buenos Aires el movimiento plástico iba adquiriendo relevancia y la labor de Malharro, del grupo Nexus y de la Academia Nacional comenzaban a fructificar. Seritti en Tandil intentaba la homérica tarea de acortar distancias con lo que ocurría en la capital.
En 1916- con motivo de la conmemoración del Centenario de la declaración de la Independencia-se organizó el I Salón de Aficionados, al que concurrieron masivamente los alumnos de Seritti. Este Salón se repitió anualmente hasta 1920, año en el que un grupo de vecinos entusiasmados por el éxito de estos salones y con visión de futuro, encabezado por el ya citado José Manochi y por el escribano Manuel Cordeu, tomando como modelo la existente en Buenos Aires desde 1876, fundó la Sociedad Estimulo de Bellas Artes, con el propósito de dotar a Tandil de una Academia gratuita de dibujo y pintura, que finalmente pusieron bajo la dirección del maestro Seritti.
El 1 de diciembre de 1920, en el local que había cedido gentilmente la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos, en Chacabuco 340 (actual sede de la Nueva Clínica Chacabuco), casi un centenar de jóvenes, en tres turnos, daban comienzo a las clases de la Academia, que a la postre sería la base del futuro emprendimiento docente y museístico, bajo la atenta guía del director y de los profesores Rita Gómez y Fernando Berreta.
La actividad de la Academia y de la Sociedad Estímulo fue intensa, incorporándose a su quehacer vecinos relevantes entre los que cabe mencionar a lo largo de su trayectoria a hombres como Antonino Pellitero, Ambrosio Renis, Zacarías Cabrera y José E. Lunghi.
La Academia se trasladó años más tarde a un salón cedido por la Municipalidad y posteriormente a una casa de Gral. Belgrano 634, propiedad de Leovigildo Carmona, cuyo hermano, Saturnino, sería después ordenanza del Museo que todavía no estaba creado.
Las necesidades económicas por un lado y por otro el deseo de concretar en Tandil algo más que la docencia y aportar la instalación de un Museo de Arte fue tomando cuerpo entre los emprendedores directivos de la Sociedad Estímulo, que encontraron el apoyo político de un dirigente de raza de la época y caudillo local indiscutido :don Juan D. Buzón, quien merced a las gestiones personales de Manochi y en convergencia con los ideales de Seritti, propuso un proyecto de Ordenanza en 1934, para crear el Museo Municipal de Bellas Artes, proyecto que finalmente fue aprobado.

EL MUSEO
Con las gestiones de Manochi y de Buzón, las ideas de Seritti y el apoyo recibido en Buenos Aires por la Dirección Nacional de Bellas Artes y del propio Museo Nacional, se fue creando el ambiente necesario para poder concretar en los hechos lo que la letra de la Ordenanza decía.
La colaboración inestimable de artistas como César Carugo, que logró la donación de varias obras, la predisposición del Director Nacional de Bellas Artes, Nicolás Besio Moreno; el apoyo municipal y el empeño de la Sociedad Estímulo, permitieron concretar la inauguración del Museo el 6 de enero de 1937, con la colaboración de Ernesto Riccio, que asesoró el ordenamiento en la casona de Belgrano, donde funcionaba la Academia.
Una ordenanza posterior unió y municipalizó la Academia con el Museo, que pasó a denominarse Museo y Academia Municipal de Bellas Artes.
Ya por entonces a la labor docente de Seritti y Rita Gómez, se habían incorporado Guillermo Teruelo y Josefina Seritti (hija de don Vicente y querida amiga).
Faltaba ahora el edificio adecuado para contener este logro extraordinario y para ello se contó, una vez más, con la colaboración de Manochi y de la Sociedad Estímulo que, en Chacabuco 357, donaron el terreno para que la Municipalidad edificara el inmueble donde pudieran funcionar dignamente el Museo y la Academia. Con el apoyo del ya citado dirigente político Buzón y también del recordado Antonio Santamarina, el local fue realidad y el 8 de diciembre de 1938, con motivo de las fiestas patronales de Tandil, se inauguró con la realización simultánea del I Salón de Arte de Tandil , que tuvo repercusión nacional y que durante catorce ediciones fue motivo para tener en la ciudad lo mejor del arte nacional y que luego de su interrupción lamentable, tuvo un intento de recuperación en el XV Salón realizado en  1976.
A partir de allí, se fueron incorporando ampliaciones: en 1957, las salas contiguas al Colegio San José; en 1972, el Auditorium; en 1973, la fantástica Sala Mercedes Santamarina; en la década del '80, las salas Carlos Allende y Grabadores Argentinos (antes denominada Chierico ) y luego merced a la gestión de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes, con el aporte del Fondo Nacional de las Artes, la Sala que lleva el nombre de la Asociación.
Don Vicente Seritti había enfermado y, ya anciano, falleció el 25 de setiembre de 1962, asumiendo en forma efectiva la Dirección del Museo y Academia, quien lo venía haciendo interinamente mientras duró la enfermedad del maestro italiano: el querido maestro don Ernesto Valor, quien hasta su muerte estuvo al frente del Museo-separado más tarde de la Academia, que pasó a ser la Escuela de Artes Visuales No.1-desarrollando una labor de alcances extraordinarios, junto a la legión de amigos pintores que sería largo enumerar, pero de los que debemos rescatar a seres de la talla de los ya citados y de Guillermo Teruelo, Antonio Fortunato, Julio Suárez Marzal, Ana M. Gárate, Jorge Enríquez, Isidro Alperte, Ernesto Valor Darbón , hijo de don Ernesto y quien le sucedió en la Dirección del Museo (todos ya fallecidos) y de Antonio Rizzo y Ángeles Unzué.
El Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil es hoy uno de los más importantes del interior del país y figura no sólo en catálogos de nivel internacional y guías especializadas, sino también en Internet.
Bajo la conducción de  Liliana Perelló, luego de Cristian Segura, Ana M. Miletti y actualmente de Indiana Gnochini y con la colaboración de la Asociación Amigos del Museo, tiene un legado que, hecho mandato, deberá cumplir: propender a su divulgación nacional, preservar el patrimonio, enriquecerlo y proyectarlo a la sociedad de los tandilenses, para que las nuevas generaciones sepan que merced a la conjunción de esfuerzos creativos de artistas como Vicente Seritti y Ernesto Valor, la sensibilidad  y emprendimiento de vecinos como José Manochi y Manuel Cordeu y la respuesta de políticos como Juan Buzón y Antonio Santamarina , la ciudad tiene un verdadero tesoro cultural y que como tal hay que cuidarlo, más allá de avatares políticos y aventureros que en su momento lo utilizaron y perjudicaron.

                                                            
Daniel Eduardo Pérez