EL MUSEO MUNICIPAL DE BELLAS ARTES
LOS PIONEROS DE LA PLÁSTICA TANDILENSE
Tempranamente Tandil contó con los
pioneros que fueron dándole al pueblo primero y a la ciudad después, el perfil
de una urbe donde los artistas plásticos encontrarían en su paisaje y en su
clima humano, el lugar para multiplicarse en su inspiración.
Corría el año 1859, cuando llegaba a
Tandil el danés Christian Mackeprang, traído por su connacional Juan Fugl.
Sin saberlo iba a constituirse en el
primer artista plástico relevante que tuvo la ciudad, además de conformar con
su familia, un grupo musical que animaba fiestas y ceremonias en el creciente
pueblo.
Hubo que esperar dos décadas más para
que comienzos de la década del '80, arribaran a la ciudad dos españoles que
trabajaron mucho y bien en la plástica, dejando uno de ellos un apellido
ilustre en la pintura; eran Gabriel Valor y Gabriel Roqueta. Ambos
realizaron una labor que dejó sus huellas incluso en el Templo Parroquial,
incursionando además Valor, en la escenografía de obras de teatro, recorriendo así
diversos lugares del país.
A Valor y Roqueta se agregaron, poco
tiempo después, los hermanos Carlos y Juan Santiago Resta, que se
dedicaron especialmente a la decoración de casonas importantes.
Hacia finales de la década del '80
llegó otro español: Francisco Gómez Cuellar, quien se dedicó a la
plástica y además a la fotografía. Por la misma época Tandil recibió al
valenciano Mariano Montesinos, posiblemente la figura más destacada de
la pintura local del siglo XIX, dado que tenía una formación excelente en su
España natal y dejó paisajes y retratos, trascendiendo de tal suerte que, en
1900, fue llamado por el Gobernador de la Provincia para fundar la Academia
Provincial de Bellas Artes.
Finalmente en esta apretada síntesis de
los pioneros y fundadores del movimiento plástico en Tandil, no podemos dejar
de citar al primer tandilense destacado, León Felipe Ibos y a Nicolás
Gazzaneo, fotógrafo y pintor, quien con posterioridad se radicó en Buenos
Aires donde se graduó en la Academia Nacional de Bellas Artes.
EL SIGLO XX. LA SOCIEDAD ESTIMULO DE
BELLAS ARTES Y EL MUSEO
Iniciado el siglo XX, el ambiente
cultural había adquirido vitalidad, al que no habían sido ajenos los aportes de
los ya citados y también el de hombres provenientes de otros campos de la
cultura como el periodismo, el teatro y la música.
Corría 1912, año de nefastos recuerdos
para Tandil, por la caída de su célebre Piedra Movediza, cuando arribó quien a
la postre se iba a constituir en la bisagra de la historia del arte en Tandil
hasta casi las décadas finales del siglo. Nos referimos a Vicente Seritti,
nacido en Avezzano (Italia), que con una formación sólida en la península,
llegaba cargado de inquietudes y esperanzas a estas tierras.
Aquí, con la ayuda de José Manochi
y el joven pintor Ernesto Valor, hijo del pionero Gabriel, consiguió
instalarse y comenzar la formación de alumnos en pintura y dibujo, que le
permitieron sustentarse.
En Buenos Aires el movimiento plástico
iba adquiriendo relevancia y la labor de Malharro, del grupo Nexus y de la
Academia Nacional comenzaban a fructificar. Seritti en Tandil intentaba la
homérica tarea de acortar distancias con lo que ocurría en la capital.
En 1916- con motivo de la conmemoración
del Centenario de la declaración de la Independencia-se organizó el I Salón
de Aficionados, al que concurrieron masivamente los alumnos de Seritti.
Este Salón se repitió anualmente hasta 1920, año en el que un grupo de vecinos
entusiasmados por el éxito de estos salones y con visión de futuro, encabezado
por el ya citado José Manochi y
por el escribano Manuel Cordeu, tomando como modelo la existente
en Buenos Aires desde 1876, fundó la Sociedad Estimulo de Bellas Artes,
con el propósito de dotar a Tandil de una Academia gratuita de dibujo y
pintura, que finalmente pusieron bajo la dirección del maestro Seritti.
El 1 de diciembre de 1920,
en el local que había cedido gentilmente la
Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos, en Chacabuco 340 (actual sede de
la Nueva Clínica Chacabuco), casi un
centenar de jóvenes, en tres turnos, daban comienzo a las clases de la
Academia, que a la postre sería la base del futuro emprendimiento docente y
museístico, bajo la atenta guía del director y de los profesores Rita Gómez
y Fernando Berreta.
La actividad de la Academia y de la
Sociedad Estímulo fue intensa, incorporándose a su quehacer vecinos relevantes
entre los que cabe mencionar a lo largo de su trayectoria a hombres como Antonino
Pellitero, Ambrosio Renis, Zacarías Cabrera y José E. Lunghi.
La Academia se trasladó años más tarde
a un salón cedido por la Municipalidad y posteriormente a una casa de Gral.
Belgrano 634, propiedad de Leovigildo Carmona, cuyo hermano, Saturnino, sería
después ordenanza del Museo que todavía no estaba creado.
Las necesidades económicas por un lado
y por otro el deseo de concretar en Tandil algo más que la docencia y aportar
la instalación de un Museo de Arte fue tomando cuerpo entre los emprendedores directivos
de la Sociedad Estímulo, que encontraron el apoyo político de un dirigente de
raza de la época y caudillo local indiscutido :don Juan D. Buzón, quien
merced a las gestiones personales de Manochi y en convergencia con los ideales
de Seritti, propuso un proyecto de Ordenanza en 1934, para crear el Museo Municipal de Bellas Artes,
proyecto que finalmente fue aprobado.
EL MUSEO
Con las gestiones de Manochi y de
Buzón, las ideas de Seritti y el apoyo recibido en Buenos Aires por la
Dirección Nacional de Bellas Artes y del propio Museo Nacional, se fue creando
el ambiente necesario para poder concretar en los hechos lo que la letra de la
Ordenanza decía.
La colaboración inestimable de artistas
como César Carugo, que logró la donación de varias obras, la predisposición del
Director Nacional de Bellas Artes, Nicolás Besio Moreno; el apoyo municipal y
el empeño de la Sociedad Estímulo, permitieron concretar la inauguración del
Museo el 6 de enero de 1937, con la colaboración de Ernesto Riccio, que
asesoró el ordenamiento en la casona de Belgrano, donde funcionaba la Academia.
Una ordenanza posterior unió y
municipalizó la Academia con el Museo, que pasó a denominarse Museo y
Academia Municipal de Bellas Artes.
Ya por entonces a la labor docente de
Seritti y Rita Gómez, se habían incorporado Guillermo Teruelo y Josefina
Seritti (hija de don Vicente y querida amiga).
Faltaba ahora el edificio adecuado para
contener este logro extraordinario y para ello se contó, una vez más, con la
colaboración de Manochi y de la Sociedad Estímulo que, en Chacabuco 357,
donaron el terreno para que la Municipalidad edificara el inmueble donde
pudieran funcionar dignamente el Museo y la Academia. Con el apoyo del ya
citado dirigente político Buzón y también del recordado Antonio Santamarina,
el local fue realidad y el 8 de diciembre de 1938, con motivo de las
fiestas patronales de Tandil, se inauguró con la realización simultánea del I
Salón de Arte de Tandil , que tuvo repercusión nacional y que durante
catorce ediciones fue motivo para tener en la ciudad lo mejor del arte nacional
y que luego de su interrupción lamentable, tuvo un intento de recuperación en
el XV Salón realizado en 1976.
A partir de allí, se fueron
incorporando ampliaciones: en 1957, las salas contiguas al Colegio San José; en
1972, el Auditorium; en 1973, la
fantástica Sala Mercedes Santamarina;
en la década del '80, las salas Carlos
Allende y Grabadores Argentinos (antes
denominada Chierico ) y luego merced
a la gestión de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes, con el
aporte del Fondo Nacional de las Artes, la Sala que lleva el nombre de la
Asociación.
Don Vicente Seritti había enfermado y,
ya anciano, falleció el 25 de setiembre de 1962, asumiendo en forma efectiva la
Dirección del Museo y Academia, quien lo venía haciendo interinamente mientras
duró la enfermedad del maestro italiano: el querido maestro don Ernesto
Valor, quien hasta su muerte estuvo al frente del Museo-separado más tarde
de la Academia, que pasó a ser la Escuela de Artes Visuales No.1-desarrollando
una labor de alcances extraordinarios, junto a la legión de amigos pintores que
sería largo enumerar, pero de los que debemos rescatar a seres de la talla de
los ya citados y de Guillermo Teruelo, Antonio Fortunato, Julio Suárez
Marzal, Ana M. Gárate, Jorge Enríquez, Isidro Alperte, Ernesto Valor Darbón , hijo de don Ernesto y quien le sucedió en la
Dirección del Museo (todos ya fallecidos) y de Antonio Rizzo y Ángeles Unzué.
El Museo Municipal de Bellas Artes de
Tandil es hoy uno de los más importantes del interior del país y figura no sólo
en catálogos de nivel internacional y guías especializadas, sino también en
Internet.
Bajo la conducción de Liliana Perelló, luego de Cristian Segura, Ana M. Miletti y
actualmente de Indiana Gnochini y con
la colaboración de la Asociación Amigos del Museo, tiene un legado que, hecho
mandato, deberá cumplir: propender a su divulgación nacional, preservar el
patrimonio, enriquecerlo y proyectarlo a la sociedad de los tandilenses, para
que las nuevas generaciones sepan que merced a la conjunción de esfuerzos
creativos de artistas como Vicente Seritti y Ernesto Valor, la
sensibilidad y emprendimiento de vecinos
como José Manochi y Manuel Cordeu y la respuesta de políticos como Juan
Buzón y Antonio Santamarina , la ciudad tiene un verdadero tesoro cultural y
que como tal hay que cuidarlo, más allá de avatares políticos y aventureros que
en su momento lo utilizaron y perjudicaron.