martes, 13 de agosto de 2013

ORÍGENES DE LA AGRICULTURA EN TANDIL





ORÍGENES Y DESARROLLO DE LA AGRICULTURA EN TANDIL

En el camino de intentar algunos aportes para el mejor conocimiento de la historia del Tandil a través de estos capítulos referidos a ella,  especialmente en temas de divulgación de alguna manera novedosos, se han brindado a lo largo de estas páginas diferentes aspectos del quehacer de nuestra sociedad, sus hombres y mujeres protagonistas, procesos y hechos que han abarcado desde el arte a la ciencia pasando por las actividades más importantes para el desarrollo de nuestra sociedad.  Una de esas actividades es la del campo, más específicamente de la agricultura.
Hoy trataremos de dar un panorama sucinto- la vastedad de su tratamiento y el espacio disponible así lo aconsejan- de cómo se originó y desarrolló esta importantísima actividad económica, en el marco de la actividad nacional. Ello nos llevará a los años fundadores de la economía local-relacionada naturalmente con la nacional-que luego cobró especial importancia a raíz de la gran expansión a partir de 1880.

En  América, mucho antes de la llegada de los conquistadores y colonizadores, ciertas culturas conocían y practicaban con ventaja la agricultura de especies vernáculas.
Las investigadoras estadounidenses Piperno y Stohert descubrieron recientemente, en el suroeste de Ecuador, restos de calabazas cultivadas por los primitivos habitantes de esa zona, con una antigüedad de 10 a 12 mil años, lo que equipara esa antigüedad, a la de la zona mesoamericana la que se tenía como precursora de la agricultura.
Por su parte, si bien para Colón, en su incursión por la isla de Cuba en 1492, fue novedoso encontrar allí sembrados de maíz y asombrarse por sus condiciones alimenticias, luego los mismos blancos se encontrarían con que desde Chile a Canadá, los cultivos de este extraordinario alimento originario de nuestra América, era habitual, destacándose en ese sentido la zona de influencia incaica, especialmente en  nuestro noroeste, aunque en otras zonas también se practicaba, como lo atestigua Álvar Núñez Cabeza de Vaca quien refiriéndose a los guaraníes, escribió:  “Esta gente y generación que se llaman guaraní, son labradores que siembran dos veces  en el año maíz y asi mismo siembran cazabi( mandioca), crían gallinas a la manera de nuestra España y patos….”.
Así en nuestra América del Sud, se cultivaba el maíz además de la mandioca y la papa, procedente, en una rica variedad, de la zona andina peruana, donde los incas y las culturas de la región la obtenían con esmero y rendimiento.
El aporte de estos cultivos a la vida cotidiana de estos pueblos fue extraordinario tanto como lo fue luego su llegada a Europa, llevada por los españoles, al igual que otros cultivos originarios como el cacao o el tabaco (en este caso de poco afortunado uso para la salud…)
Entre los primeros resultados  de la conquista estuvieron la economía de susbsistencia con mano de obra indígena y la introducción de vegetales y animales que aquí no existían: trigo, avena, cebada, lino, algodón,  la vid y otros frutales, así como ajos, cebollas, legumbres, etc. y el ganado vacuno, lanar, porcino, caprino , el caballo y las mulas que se transformaron pronto en un animal fundamental para el transporte, sobre todo en el noroeste y en las zonas de extracción de metales ( caso de Bolivia, por ejemplo).
De allí en adelante el cambio de forma de vida de los indígenas fue asombroso, el caballo-especialmente en nuestras pampas-se reprodujo en  proporciones geométricas y le dio al primitivo habitante de nuestras tierras una herramienta tanto para la guerra como para la alimentación y el vestido, constituyendo el denominado “horse complex”,  una cultura nueva en sus usos y costumbres basada especialmente en el variado uso del caballo.
La casi inexistente producción de metales en la zona del Río de la Plata llevó casi naturalmente a una economía agropecuaria. En este último caso con cultivos que  eran pequeños y en franjas alrededor de poblados que sólo alcanzaban apenas a abastecer el mismo.
En ese sentido fue Córdoba pionera, tanto que exportaba harina a Buenos Aires, que prácticamente, en esos primeros momentos, carecía de sembradíos. En un  radio de alrededor de 2 a 7 leguas de la plaza principal estaban  las llamadas tierras de pan llevar, que era donde se sembraba, más cercanas al poblado estaban las quintas y luego las chacras.
La campaña de Buenos Aires, siguió un desarrollo más lento que las provincias restantes del norte y centro, porque el arraigo de otras actividades económicas anteriores a la expansión ganadera así lo impusieron.
La agricultura se desarrolló  en medio de penurias diversas que las pequeñas explotaciones sobrellevaron a través de arrendatarios, que además de los pagos correspondientes, tenían una mano de obra escasa y además cara, pesando  sobre la misma, disposiciones de la “ciudad” (los porteños) que se sumaron a la competencia dura con los ganaderos-incidentes por medio, bastante frecuentes- y que veremos reflejados más adelante en las Memorias de Fugl.
En nuestra zona-en un sentido amplio- fueron los jesuitas de las Reducciones de Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas (en la desembocadura del Salado) y del Pilar (Sierra de los Padres actual), los que introdujeron los primeros sembrados de trigo a mediados del siglo XVIII. El padre Lozano nos relata, en las Cartas Anuas, que en 1740  “Pronto  después  fueron ellos (los indígenas) dirigidos a labrar la tierra con el arado y dedicarse a la agricultura, para procurarse su alimento”.
Otro jesuita, el padre F. X. Charlevoix nos dice que “…los Padres habían recibido además de diversos particulares hasta setecientos (reales) con un poco de ganado mayor y menor, y semillas para sembrar. Pero todo esto se había consumido en la primera cosecha. Una sequía extrema, y una helada fuerte que ocurrió en una estación en que no hiela casi nunca, hicieron que se perdiese  la segunda; y como también se perdió en los alrededores de, Buenos Aires y lo poco de granos que había de reserva  en la ciudad se quemó por la negligencia de algunos soldados, que dejaron caer allí el fuego, se halló la reducción casi sin ningún medio para la subsistencia de sus habitantes….”
En tanto, en la denominada campaña bonaerense- lejos todavía de estas zonas de frontera- la producción en chacras y estancias se la puede apreciar ya en el siglo XVII; aquellas primeras chacras fueron casi exclusivamente dedicadas a la explotación agrícola en tanto en las denominadas estancias, se combinaba con la ganadería.
Respecto a esas épocas y refiriéndose al “equipamiento”, señala Carlos Mayo en el tomo III de la Historia de la Academia, que “El utillaje agrícola que podía hallarse tanto en chacras como en los establecimientos ganaderos incluía arados, azadas, azadones y hoces. Dos estancias tienen, además, elementos para la fabricación de vinos”
Este mismo autor, en el capítulo que desarrolla el tema, nos habla de un dato  curioso y poco divulgado como lo es el de la dieta rural en esos tiempos de la colonia, nos dice: “Es raro  el inventario de estancia que no mencione la presencia de un asador. El consumo de aves de corral-especialmente de gallinas-era también frecuente y las ensaladas de verduras, hortalizas, de cebollas impregnadas en aceite no faltaban acompañando el plato principal. El consumo de choclos era habitual. La sopa no escaseaba y tampoco los huevos, a veces servidos fritos. Los guisos eran frecuentes en la campaña y han quedado antiguas recetas de locro y del api (mazamorra) que en algunas regiones se hacía de maíz cocido con lejía y sin sal…. “” Contra lo que se creía se comía pan en la pampa colonial, menos que en la ciudad  sin duda, pero  lejos de ser desconocido”.  “Entre los postres se destacaban las frutas de estación, los pasteles, tortas y exquisiteces que llevan una larga preparación como los duraznos escabechados”.
Ya en el siglo XVIII tanto la agricultura como la ganadería comenzaron un proceso de expansión  en la zona de la pampa húmeda, proceso lento pero que fue avanzando sobre la entonces dilatada frontera interior, solo explorada por algunas expediciones militares y los que efectuaban vaquerías  en la zona, pese a la amenaza constante de maloqueo
La vida cotidiana en  las estancias del siglo XVIII era rústica aunque no exenta de atractivos y algunas formas de  diversión que incluían ciertos juegos.
Dejando por un momento a los “blancos” y en relación a las prácticas agrícolas por parte de los indígenas de la zona pampeana, anterior a la gran expansión, Raúl Mandrini sostiene (A. IEHS Nº 1) que la misma fue introducida a partir de la llegada del araucano, cuestión que Vicente Palermo (A. IEHS Nº 1), de alguna manera consolida cuando  sostiene que pese a la expansión  del ganado entre los araucanos, estos no dejaron sus cultivos, sino que además incorporaron lo que llama  cultivos de “plantas extramericanas”
EN EL TANDIL
Así las cosas,.en el Tandil con la llegada del pionero danés Juan Fugl se produjo la llegada de la agricultura, encarada por éste en primer término y por connacionales que él trajo con la experiencia de haber sido agricultores en su Dinamarca natal.
El mismo Fugl en sus Memorias, nos relata esta extraordinaria acción para la incipiente economía local, hacia 1850: “Un par de estancieros que habían sembrado un poco de trigo para locro, me dieron cuatro fanegas (medida antigua de capacidad que equivale a 55,5 l.). Como era tarde para preparar tierra para sembrar, se lo di a  dos portugueses chacareros, para sembrar a medias, y con un  resultado de 30 fanegas. Ahora tendría semilla para el próximo año y me sentía muy feliz con esta idea”.
Fugl se declara “muy feliz”, lo que testimonia claramente el deseo del danés de ser agricultor, pionero, aunque tardío en relación a otras zonas a las que ya hemos hecho mención.
“Con la perspectiva de una buena cosecha de trigo de mi sembrado a medias, no necesitaría comprar semilla para el próximo año.”-prosigue.
La vida cotidiana por esos años no era fácil y el mismo Fugl nos habla de su modesta y austera vida:” Yo vivía económicamente, acostumbrado desde mis primeros años de lechero y carrero cerca de Buenos Aires. Comía prácticamente sólo carne. Continué así hasta que yo mismo coseché trigo y fabriqué harina. Una copa de vino era sólo para el sábado a la noche cuando después del trabajo iba al pueblo para comprar un poco de café y azúcar para la semana. Era un lujo que siempre conservé”
Notable confesión de aquellas duras jornadas pioneras…
Más adelante nos da noticias reveladoras: “Mis primeros años en Tandil, como se ve, fue una vida muy económica y podía invertir lo que ganase en adelantar mi plan de trabajo y mi molino. En la primera siembra a medias me correspondieron 30 fanegas de trigo, y no podía emplearla aún para harina sino que tuve que guardarla para sembrar en mi propia tierra. Ese año y el siguiente fueron de gran sequía, de manera que casi no se pudo arar la tierra. Así y todo, labré unas 7 a 8 hectáreas, con ayuda de un alemán que conociera. A veces era necesario cubrirse la cara con un pañuelo pues la tierra volaba con un poco de viento y era imposible soportarlo. No podría esperar una buena cosecha, aunque la época fuese más lluviosa, pues la tierra no estaba bien trabajada. Pero me parecía que algo iba debía hacer. Y así fue: ni bien nació el trigo pobre, que no cubrió ni los gastos de recogerlo; pero tenía que hacerlo y trataba de ni comentar mi mala suerte. Sabía que los comerciantes, en lugar de alentarme casi se alegrarían de mi fracaso, porque estaban deseando que me convenciera que ésta no era zona para sembrar trigo. Cuando me lo decían contestaba que aunque fuera arrastrándome iba a continuar con mi intento”.
Notable perseverancia y confianza  las que puso el pionero, el que además nos cuenta con franqueza total sus sinsabores en sus intentos de agricultor. Así nos dice por ejemplo que “ …no me angustiaba la tierra, que sabía era buena, ni el clima, que ese año era fuera de lo normal, sino el cuidado de mis sembrados, que además de ser tan poco alentador, me dio tantos sinsabores. No podía trabajar fuera de casa para ganar algo, pues necesitaba quedarme para vigilar el trigo y unas papas que había sembrado, además de una pequeña quinta. Continuamente montaba a caballo para ir a espantar otros animales que lo invadían, y mi pobre caballo no estuvo desensillado durante tres meses, y yo mismo nunca desvestido, ya que durante día y noche recorría mi sembrados”.
¡Qué épocas heroicas! .Creemos que lo que Fugl relata nos exime de más comentarios, por eso hemos dado especial importancia en este capítulo a esta fuente verdaderamente valiosa y reveladora  en la fundación de la agricultura en Tandil y sus diferentes problemas, como el incipiente enfrentamiento con criadores-en verdad simples poseedores- de ganado. Cuestión ésta que se verá a lo largo de la realidad pampeana como otro serio problema para el incipiente agricultor: el ganado de los vecinos estropeaban los sembrados y se los comían… Esto no sería sino la repetición de una historia observada a lo largo de toda la historia de la agricultura en nuestro país en sus comienzos, tal como ya lo hemos afirmado.
En ese sentido y siguiendo a don Juan, leemos: “Muchos consideraban muy natural largar sus caballos a pastar donde se hallase más abundante, y por tanto, en mi trigo. Inventé muchas formas para espantarlos entre ellos una vejiga inflada muy seca, con arvejas y porotos adentro, que hacía un ruido que asustaba al animal sobre  todo de noche. También tuve mis dos pistolas y una escopeta, y alguna vez le tiré a las patas de algún caballo o buey, o sencillamente un disparo al aire para que supiera que estaba alerta. Me quejaba al Teniente Alcalde, que era un gaucho prepotente, pero no daba resultado.”
Fugl continúa en las páginas siguientes describiendo con espontaneidad y crudeza su lucha contra los estragos que le provocaban los animales de los vecinos, no sin cierto dejo de rabia y de decepción por lo poco que sus quejas eran escuchadas. Sin embargo más adelante nos dice, refiriéndose a sus gestiones en pos de lograr algún tipo de protección para los sembrados, lo que obtuvo del Juez de Paz (que creemos que debió ser Felipe Vela): “Este fue el primer decreto de protección a la propiedad privada en el Tandil. Desde ese momento los dueños de animales fueron más comprensivos y yo cuidé de no llegar nunca a extremos en el tema de los daños” “ Aunque no podía tener la completa seguridad de que el vecindario cuidara sus animales  durante la noche, esta situación mejoró mucho después de la orden del Juez…”

EL ALAMBRADO
Sin duda que esta lucha permanente de agricultores con ganaderos, se alivió con la llegada del alambrado, el que por esta zona se comenzó a usar no antes de 1880. Noel Sbarra en su libro  ya clásico,”Historia del alambrado en la Argentina”, afirma que la primera noticia escrita sobre la existencia del alambrado en el campo argentino la dio Mac Cann en su Viaje a caballo y relata que fue el británico Richard Newton, quien en su estancia Santa María, en las proximidades de Chascomús, alambró en 1845, aunque fue una iniciativa en principio aislada a la que siguieron otros estancieros, de tal suerte que la pampa se fue alambrando. Sarmiento fue un gran impulsor del “cercado”, como se le llamaba y pronto otras provincias fueron adoptando “el alambre”, que junto a los vernáculos postes de ñandubay, fueron factor de progreso para el desarrollo del campo.
De esta manera el antiguo y precario “zanjeado” que rodeaba los sembrados para protegerlos con una eficacia relativa o en otro casos  al “palo a pique”, del que nos da testimonio en la zona Manuel Suárez Martínez,  cuando nos dice que todavía en 1885 subsisten algunos corrales de ese tipo, porque “el alambre”- los primeros fueron  “del acero invencible del Creusot (Francia)”- no había llegado.
Volviendo a nuestro Tandil, digamos que pese a todos los inconvenientes relatados, Fugl continuaba su empeñoso esfuerzo para construir su molino para lograr moler su propio trigo y tener la dicha de comer pan con la harina lograda.
“Mi hermoso trigo no me costó demasiado para cosecharlo. Un alemán y yo lo segamos. Un par de ingleses a quienes había hecho muchos favores, me ayudaron a recogerlo, y trillarlo (con un par de caballos).”
El lograr la propia harina era un sueño de Fugl, ya que como él señala “En Buenos Aires la harina era  muy barata, pues se importaba de Norteamérica y además el consumo era muy reducido, ya que el criollo no comía pan”
Pese a las  dificultades descriptas- que no lo amedrentaron ni mucho menos- Fugl en poco más de dos años dio un salto. Veamos: “En 1852 compré y amansé varias mulas y doce bueyes para tiro de modo que podría tener peón para arar. Volví a sembrar unas 17 a 18 ha. Y coseché 220 fanegas, que era la cantidad que podíamos moler, ya que la limpieza era difícil para la cantidad de tierra y piedritas mezcladas con el grano, ya que siempre se trillaba pisoteando las espigas con caballos”l
De ese año relata también algunos detalles de la caída de Rosas, que constituyen un interesante testimonio de alguien que vivía en el interior, lejos de la lucha por el poder…
Las cosas fueron mejorando y ya en 1853 Fugl sembró por su exclusiva cuenta, destacando que lo hizo porque  “podía tener gente para los trabajos”.
Ya  por su parte-nos dice- otros habían seguido su ejemplo y sembraban, entre ellos “dueños de negocios y comerciantes”, con lo que su molino no daba abasto y comenzó a pensar en una panadería y construir en el pueblo….
“Ese año sembré 100 tonder (3750 kg.) usando más trigo porque pensé que muchas semillas no germinarían. Luego me fui a Buenos Aires a comprar una máquina trilladora, que entonces se importaban. Eran muy escasas y creo que debió ser la única la que yo compré .Se la tiraba con seis caballos. Un inglés había hecho propaganda sobre su uso, que sin embargo sólo era observada como una curiosidad que nadie pensaba usar”
(La negrita es nuestra. La tradición indica que habría  sido Ramón Santamarina el encargado de transportarla a Tandil)
Como la producción iba en aumento “… entendí  pronto que un molino hidráulico  sería necesario antes que otro me ganara de mano, ya que el sueño de usar vapor era aún utópico”
En 1855  puso manos a la obra para concretar la tarea de construir el soñado molino, cuestión que culminó exitosamente, mientras en su chacra había construido un horno en el que el francés  Francisco Lebrun hacía el pan que se vendía en el campo, yendo a caballo.
Al año siguiente Fugl nos informa que debido al malón de Yanquetruz,  decidió finalmente  trasladarse al pueblo. Era 1856….
“…había alquilado la panadería  y su vivienda a dos emigrantes franceses, que en realidad fueron los  primeros panaderos del Tandil. Se llamaban Dominique y Jeantin, y con ellos había pactado arrendarles la panadería con la condición que compraran toda mi producción de harina de un año.”
Luego relata un entredicho con el vecino y amigo Narciso Domínguez por la panadería, el que finalmente tuvo buen final.
“Ese año obtuve una buena ganancia en mi tahona. Marchaba día y noche. Sin embargo no podíamos hacer  más que unas 400 fanegas durante el año, quiere decir: desde el desde el fin de la cosecha hasta el comienzo de la próxima”.
“También había trabajado en ese año  1857, y ganado suficiente dinero con mi tahona como para pensar  en un viaje con cierta holgura. Tenía molino, panadería, poseía tierras y con la idea de continuar con mi aceña (molino harinero construido sobre el arroyo) para lo cual había comprado la quinta sobre el arroyo en un lugar que creí más acertado que donde se instalara anteriormente y que a la sazón estaba demolida”…. Palabras premonitorias de la actual situación de las pocas ruinas históricas que quedaron de la época que relata Fugl.
”…hasta 1861, un año después de mi regreso, no pude dedicarme  a mi gran proyecto: la aceña. En verdad en ese tiempo, lugar y circunstancia eran casi una idea temeraria”.
Ese año se dispuso a construir un pequeño dique, lo que hizo realidad, sobre el arroyo que contiene…el actual. Claro está, insignificante si comparamos, pero gigantesco en la óptica de aquella época…
Ya las cosas hacia 1870 le permitieron arrendar su molino hidráulico  por tres años a un joven danés, Pedro Nielsen, en cinco mil pesos mensuales, una buena cifra, que sin embargo-según Fugl- le permitió al joven hacer una pequeña fortuna.
Está claro que si bien Fugl-y los anónimos portugueses a los que alude en sus Memorias- fueron los pioneros, con la llegada de inmigrantes italianos y españoles, la práctica de la agricultura en pequeña escala aumentó considerablemente.
Ya desde alrededor del año en que Fugl arrendó su molino-1870-en la zona de Arroyo Seco, por ejemplo, ( camino al actual Campus Universitario) algunos Italianos poseían quintas que trabajaban familiarmente, extendiéndose a otras zonas rurales, como lo señalamos en nuestro libro  “Los italianos en Tandil”
También los españoles que fueron llegando con las corrientes inmigratorias, practicaron intensamente la horticultura, por la época y conformaron desde temprano la legión de quinteros que hasta mediado del siglo XX surtieron con sus frescas verduras al Tandil. (Hoy cuesta encontrar una quinta de aquéllas o simplemente de las pequeñas huertas familiares que se hacían en los “fondos” de las viviendas en el mismo ejido urbano… cambiaron los tiempos…)
La evolución de la agricultura en Tandil
Andrea Reguera en su libro “Patrón de estancias” señala documentadamente, que ya hacia 1891, “En las chacras de Santamarina, la base de la explotación agrícola estuvo dada por la combinación y rotación de avena, cebada, maíz, lino, trigo y centeno”. Asimismo nos informa que ese año el mayor porcentaje lo tuvo el trigo. “La elección de los cultivos estuvo regida, ante todo,  por los costos de producción y la demanda del mercado, mientras que  el mantenimiento de las calidades y  capacidades de producción del suelo pasaba a segundo plano, lo que confirma el carácter especulativo de estas formas de la explotación de la tierra “.

LAS COLONIAS AGRÍCOLAS
Tal vez por ello o por el interés de sumar hectáreas dedicadas a la agricultura con los beneficios que reportaba, el Estado provincial intentó promover la agricultura,  sancionando a tal fin, la Ley de Colonias Agrícolas en 1887 y creando la Oficina de Agricultura con el objeto de dirigir las colonias que se crearon por la Ley citada.
En nuestro partido se crearon por la ley  cuatro. De todas ellas perduró como semilla de un futuro pueblo rural, María Ignacia, el más importante en el partido.
El censo agropecuario  de 1890  informa que en Tandil están las cuatro ya citadas  colonias, con algo más de veinte mil hectáreas ocupadas….lo que realmente es una cifra interesante si hubieran sido verdaderamente dedicadas a la agricultura…
Tres años más tarde ya ni la Martínez de Hoz ni la María Ignacia (que eran de Casares)  figuraban oficialmente. Habían sido canceladas…
La experiencia de la colonización oficial prácticamente fue un fracaso, muy distinto al caso santafesino, tanto por las formas como por los resultados…
EL TRANSPORTE
En 1883 la llegada del ferrocarril transformó sustancialmente el transporte  de los granos para su llegada especialmente a Buenos Aires. Ya las viejas chatas y carretones fueron siendo dejados de lado para el transporte de “larga distancia” y quedaron para el uso interno y la llegada a la estación ferroviaria. Todavía puede admirarse alguna-como la que dejó sus gigantescas ruedas en el Museo del Fuerte-que exigía el uso de bueyes y/o caballos “percherones” para poder movilizarlas…
Con respecto a la mano de obra por esos tiempos en el campo, Reguera sostiene que ”La movilidad de la mano de obra en las estancias pampeanas era muy elevada: los trabajadores cambiaban de lugar sin cesar”.
La cosecha exigía para su transporte a lugares de despacho (FFCC, puerto etc) de envases : las famosas bolsas de arpillera que constituyen todo un capítulo en la fabricación y comercialización, así como a momentos de monopolios…
Por su parte los “bolseros”, es decir quienes cargaban al hombro las bolsas con el cereal constituyeron toda una etapa de la dura vida del asalariado…que recién con la llegada del Estatuto del Peón, durante el gobierno de Perón, mejoró su situación.

LA SOCIEDAD RURAL Y LA FEDERACION AGRARIA
Por su parte los productores, los patrones de estancias, grandes y chicos, buscaron integrarse en la defensa de sus intereses.
Ya a  instancias de Bernardino Rivadavia en 1826,  se había creado una primera versión de la Sociedad Rural, la que luego se desarticuló por las pérdidas de ganado a raíz de los malones; en  tiempo de Rosas éste fue devolviendo parte de lo perdido, hasta que en 1866 nació con continuidad hasta los días que corren la Sociedad Rural Argentina, cuyo primer presidente fue José Martínez de Hoz.
La clásica creencia acerca del individualismo de los productores agropecuarios-nacida en los albores de su gestación- tuvo sin embargo su mentís-no sin esfuerzos- cuando en Tandil, siguiendo el ejemplo de Buenos Aires, se fundó la Sociedad Rural, para aunar esfuerzos tendientes a lograr mejoras para el sector.
De esa manera el 14 de junio de 1931, quedó creada esta institución, con la presencia de varios destacados productores-especialmente ganaderos- los Elissondo, los Piñero, Vidaguren, Copes, Zubeldía, los Diez, el Ing Otero,entre varios otros, asumiendo la primera presidencia don Luis Errecarret y la secretaría, el ingeniero agrónomo Manuel Otero.
A partir de esa fecha la organización de prestigiosas muestras y exposiciones así como la concreción de la sede y el lugar de las ferias tanto como la participación en la creación de la CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa) en 1932, de la que Errecarret fue su primer vicepresidente, fueron marcando el rumbo de la entidad.
Hoy el campo está nuevamente en pie de lucha en pos de reivindicaciones sectoriales que no se pueden ignorar.
Así como decíamos que la Sociedad Rural congregó especialmente ganaderos fuertes, los agricultores buscaron su espacio gremial y luego de distintos intentos se creó en nuestra ciudad la Seccional de la Federación Agraria Argentina, siendo protagonistas los agricultores, lo que queda claramente expresado en su acta fundacional en 1942.
La presidencia quedó en manos de Emilio Pellizzari y la secretaría en José R. Fernández, con la gerencia  de Ramón Fuentes, sucedido años después por Héctor Masmela, ya como secretario rentado y luego-en 1947-como gerente.
Los integrantes y asociados eran en general pequeños y medianos productores, como en el resto del país, con ideales cooperativistas…
Hoy la FAA constituye una fuerza respetable y también está en pie de lucha por los mismos objetivos que unen a los distintos sectores del campo.
EL COOPERATIVISMO
La comercialización de los productos agropecuarios fue siempre una inquietud que motivó a pequeños y medianos productores a agruparse en la forma de cooperativa. De esa manera nació el 26 de julio de 1942, la Cooperativa Agropecuaria de Tandil Ltda.
Fueron los primeros integrantes de su Consejo Directivo: Juan Biset, Pedro Rivera, Avelino Martínez Estévez, Félix Eresuma, Enrique Bichi, Antonio Etchegoyen, Venancio Elcarte, Francisco Ferragine y Juan Olaizola, siendo su primer síndico titular  Luis Errecarret.
En esta institución tuvieron larga y prolífica actuación dirigentes como don Juan Jacobo y Gregorio Bruno y Luis Leitao como gerentes.
Casi cuatro años después, el 31 de marzo de 1946, otros productores fundaron la Cooperativa Agrícola Ganadera de Tandil, que luego se fusionó con la similar de Vela, por lo que ahora se denomina “de Tandil y Vela”.
Además de intervenir eficazmente en la comercialización de los productores, su  proveeduría tuvo una variedad de productos indispensables para la vida del hombre de campo y el vecindario en general, en esa esquina de 4 de Abril y Av Marconi, que había sido propiedad del abuelo de quien esto escribe, donde estuvo el almacén “El Destino”.
El primer presidente de la Cooperativa fue José R Fernández,(que fuera secretario de la FAA).
Recordado por su gestión como gerente fue Rogelio Gallarreta quien  luego fue Ministro de Agricultura de la Provincia.
LA COMERCIALIZACION
Cuando hablamos de las cooperativas nos referimos a la comercialización de los granos. Ahora bien, antes de las mismas, las “casas de cereales” eran las únicas que intermediaban para colocar los granos en el mercado, de esa manera surgieron importantes firmas-algunas verdaderas pioneras, y que hacían de “banco”, que con el correr del tiempo crecieron y desde tener sus propias plantas de silos a ser financieramente poderosas llegaron-varias de ellas- hasta hoy con el prestigio de su trayectoria.
El acopio, la venta, el transporte y en algunos casos financiación de siembra y cosecha fueron aportes nada desdeñables de esta actividad.
Ya en 1889 el puerto de Quequén fue un aporte para la salida de la producción de cereales y oleaginosos de esta zona.
LA TECNOLOGIA-EL INTA
Durante el gobierno de Perón, en 1946, se crearon las llamadas Estaciones Experimentales Agropecuarias, la más cercana a nosotros fue la de Balcarce, que cumplió precisamente 60 años. Su misión era trabajar en el mejoramiento de granos y acompañar a los productores en la optimización  de la explotación, con carácter experimental, como lo indicaba su denominación.
Diez años más tarde, durante la presidencia de Aramburu, en 1956, se creó el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), que tomó especial impulso y fue creando filiales como agencias  de extensión.
En Tandil, la Agencia de Extensión del INTA fue creada en 1961, siendo su primer jefe el Ing. Agr. Ulises Barletta, a quien  siguieron luego conocidos y experimentados vecinos como Osvaldo Etcheverría y Mauricio Zund, entre otros.
El INTA  fue y es una herramienta muy importante en el mejoramiento de las producciones agropecuarias, sobre todo en la rama de la agricultura.
Hoy, con el nombre de Oficina de Información Técnica, prosigue su labor, tal vez algo más menguada que en las décadas anteriores, pero siendo siempre el lugar amigo y con los conocimientos a los que recurrir por parte del hombre de campo.
LOS INGENIEROS AGRÓNOMOS 
Las exigencias técnicas de la producción del campo tuvo respuesta en la Universidad cuando en 1890 se creó la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Provincia de Buenos Aires, incorporada en 1905 a la Universidad de La Plata y la integración del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria de la Nación-1904-  incorporado a la Universidad de Buenos Aires en 1909.
De esa manera el conocimiento científico se extendía para aportar una base imprescindible en el rendimiento y la racional explotación de nuestras tierras.
En Tandil puede considerarse a Teófilo Henault como el primer ingeniero agrónomo que llegó egresado de la Universidad de Buenos Aires.
Luego le siguieron el citado  Manuel Otero, egresado de la Universidad de La Plata y  posteriormente Alfredo Alchourron, egresado de la UBA.
Quien sin duda ejerció por mucho tiempo su profesión y alcanzó cargos relevantes, entre ellos el de director de la Escuela Granja fue el recordado don Juan B Larco, quien egresó de la UBA en 1935. A Larco le siguieron otros jóvenes que aportaron sus conocimientos en la materia, destacados y recordados profesionales del área como fueron, entre otros, Duggan Martignoni, Carlos Leonardo, Alfredo Martínez Goya, Ulises Barletta, E Novelli , Lorenzo Dotzel ,etc.
En 1968 profesionales de la agronomía se agruparon dando forma al Círculo Regional de Ingenieros Agrónomos que luego en 1996, se transformó en el Círculo de Ingenieros Agrónomos de Tandil, cuando era presidente el Ing. Remigio Iglesias.
Fue el primer presidente de aquel Círculo Regional, el Ing. Larco y secretario el Ing. U Barletta. Hoy preside la entidad el Ing. Agr. Guillermo Cavalleri
Debemos destacar aquí la el valioso aporte, a través de la educación agraria, que tuvieron y tienen la Escuela Agraria Nº 1 ( la vieja y querida Escuela Granja) y el Instituto Arana , de los salesianos.
Cifras recientes de la producción
La producción agrícola argentina ha ido creciendo en forma acelerada, sobre todo en el caso de la soja, que por sus precios internacionales-dado su requerimiento-se ha transformado en la “vedette”, en desmedro de otros cultivos y aún de la misma preservación de la calidad de los suelos.
En cuadros anexos  ofrecemos algunas cifras en el orden nacional y las de Tandil de los cuatro cultivos más relevantes, donde también se observa la curva ascendente de la soja…
Hoy la agricultura, impulsada por la rentabilidad mundial de su comercialización, se ha convertido en buena parte de la pampa rica, en casi un monocultivo de la soja….Así en Tandil se observa la casi nula existencia del lino –antes abundante-, del centeno, del alpiste, del sorgo y la disminución de otros granos como la avena, la cebada y hasta de forrajeras como la alfalfa
La lucha contra el proteccionismo de la Unión Europea y los EEUU a sus producciones agrícolas, es permanente dado que complican el mercado internacional para nuestros granos, pero pese a los insistentes reclamos ante los foros internacionales para la eliminación de esas barreras proteccionistas de las grandes potencias, las mismas continúan.
Pese a ello la participación de la agricultura en el PBI de nuestro país ha tenido un leve repunte, en relación a actividades como las industriales.

CONCLUSIONES
Tandil tiene hoy en la producción agropecuaria en general y en la de la agricultura en especial uno de los motores de su economía, economía que equilibradamente se ha desarrollado con el aporte además de las Facultades de Veterinaria  (1969) y de Agronomía, en Azul (1974)
Desde Juan Fugl a hoy-es decir de un siglo y medio a la actualidad-, pasaron muchas cosas que hicieron evolucionar este sector económico.
Desde aquel vetusto arado a mancera a los actuales; de aquella primera trilladora tirada por caballos a las actuales cosechadoras computarizadas, con aire acondicionado y música estéreo, capacitada para hacer todo, y que hicieron de Argentina un puntal en el mundo, especialmente a Santa Fe…;desde las antigua troja o troje o troj (quienes tengan menos de cuarenta años seguramente ni sabrán de qué hablamos: fue la forma primitiva de acopiar cereales-especialmente maíz -anterior a la existencia de las modernas…) a los silos de última generación…; de la parva al fardo y al “rollo”; de la luz mortecinas de las velas a los faroles de kerosen y luego al aporte que significó la electrificación del campo, con la presencia gravitante de CRETAL , los saltos han sido grandes y para algún criollo anciano seguramente ni siquiera vislumbrado en sus años mozos…
La escasa presencia de la bolsa, el paso del voleo a la “siembra directa”, del pastizal a la fumigación, del campo virgen a la fertilización…en fin…cambios tecnológicos realmente importantes que cambiaron la cara al campo.
La variedad de las producciones conjuntamente con el desarrollo de la industria, la presencia fundamental de la Universidad y el auge del turismo, auguran a nuestro “valle encantado”, un porvenir espléndido…
Hemos querido darle un panorama apretado de este tema además de importante, tan poco conocido para el “pueblero”. Seguramente hemos incurrido en omisiones no queridas, por lo que pedimos disculpas, en especial a los conocedores profundos de esta actividad, que en nuestro país se desarrolla bajo la protección de María Auxiliadora.

A Don Juan Fugl y a tantos anónimos peones que forjaron la grandeza de nuestra tierra.

Daniel Eduardo Pérez