ORÍGENES Y DESARROLLO
DE LA AGRICULTURA EN TANDIL
En el camino de
intentar algunos aportes para el mejor conocimiento de la historia del Tandil a
través de estos capítulos referidos a ella,
especialmente en temas de divulgación de alguna manera novedosos, se han
brindado a lo largo de estas páginas diferentes aspectos del quehacer de
nuestra sociedad, sus hombres y mujeres protagonistas, procesos y hechos que
han abarcado desde el arte a la ciencia pasando por las actividades más
importantes para el desarrollo de nuestra sociedad. Una de esas actividades es la del campo, más
específicamente de la agricultura.
Hoy trataremos de dar
un panorama sucinto- la vastedad de su tratamiento y el espacio disponible así
lo aconsejan- de cómo se originó y desarrolló esta importantísima actividad
económica, en el marco de la actividad nacional. Ello nos llevará a los años
fundadores de la economía local-relacionada naturalmente con la nacional-que
luego cobró especial importancia a raíz de la gran expansión a partir de 1880.
En América, mucho antes de la llegada de los
conquistadores y colonizadores, ciertas culturas conocían y practicaban con
ventaja la agricultura de especies vernáculas.
Las investigadoras
estadounidenses Piperno y Stohert descubrieron recientemente, en el suroeste de
Ecuador, restos de calabazas cultivadas por los primitivos habitantes de esa
zona, con una antigüedad de 10 a 12 mil años, lo que equipara esa antigüedad, a
la de la zona mesoamericana la que se tenía como precursora de la agricultura.
Por su parte, si bien
para Colón, en su incursión por la isla de Cuba en 1492, fue novedoso encontrar
allí sembrados de maíz y asombrarse por sus condiciones alimenticias, luego los
mismos blancos se encontrarían con que desde Chile a Canadá, los cultivos de
este extraordinario alimento originario de nuestra América, era habitual,
destacándose en ese sentido la zona de influencia incaica, especialmente en nuestro noroeste, aunque en otras zonas
también se practicaba, como lo atestigua Álvar Núñez Cabeza de Vaca quien
refiriéndose a los guaraníes, escribió:
“Esta gente y generación que se llaman guaraní, son labradores que
siembran dos veces en el año maíz y asi
mismo siembran cazabi( mandioca), crían gallinas a la manera de nuestra España
y patos….”.
Así en nuestra
América del Sud, se cultivaba el maíz además de la mandioca y la papa,
procedente, en una rica variedad, de la zona andina peruana, donde los incas y
las culturas de la región la obtenían con esmero y rendimiento.
El aporte de estos
cultivos a la vida cotidiana de estos pueblos fue extraordinario tanto como lo
fue luego su llegada a Europa, llevada por los españoles, al igual que otros
cultivos originarios como el cacao o el tabaco (en este caso de poco afortunado
uso para la salud…)
Entre los primeros
resultados de la conquista estuvieron la
economía de susbsistencia con mano de obra indígena y la introducción de
vegetales y animales que aquí no existían: trigo, avena, cebada, lino,
algodón, la vid y otros frutales, así
como ajos, cebollas, legumbres, etc. y el ganado vacuno, lanar, porcino,
caprino , el caballo y las mulas que se transformaron pronto en un animal fundamental
para el transporte, sobre todo en el noroeste y en las zonas de extracción de
metales ( caso de Bolivia, por ejemplo).
De allí en adelante
el cambio de forma de vida de los indígenas fue asombroso, el
caballo-especialmente en nuestras pampas-se reprodujo en proporciones geométricas y le dio al
primitivo habitante de nuestras tierras una herramienta tanto para la guerra
como para la alimentación y el vestido, constituyendo el denominado “horse
complex”, una cultura nueva en sus usos
y costumbres basada especialmente en el variado uso del caballo.
La casi inexistente
producción de metales en la zona del Río de la Plata llevó casi naturalmente a
una economía agropecuaria. En este último caso con cultivos que eran pequeños y en franjas alrededor de
poblados que sólo alcanzaban apenas a abastecer el mismo.
En ese sentido fue
Córdoba pionera, tanto que exportaba harina a Buenos Aires, que prácticamente,
en esos primeros momentos, carecía de sembradíos. En un radio de alrededor de 2 a 7 leguas de la
plaza principal estaban las llamadas
tierras de pan llevar, que era donde se sembraba, más cercanas al poblado
estaban las quintas y luego las chacras.
La campaña de Buenos
Aires, siguió un desarrollo más lento que las provincias restantes del norte y
centro, porque el arraigo de otras actividades económicas anteriores a la
expansión ganadera así lo impusieron.
La agricultura se
desarrolló en medio de penurias diversas
que las pequeñas explotaciones sobrellevaron a través de arrendatarios, que
además de los pagos correspondientes, tenían una mano de obra escasa y además
cara, pesando sobre la misma,
disposiciones de la “ciudad” (los porteños) que se sumaron a la competencia
dura con los ganaderos-incidentes por medio, bastante frecuentes- y que veremos
reflejados más adelante en las Memorias de Fugl.
En nuestra zona-en un
sentido amplio- fueron los jesuitas de las Reducciones de Nuestra Señora de la
Concepción de los Pampas (en la desembocadura del Salado) y del Pilar (Sierra
de los Padres actual), los que introdujeron los primeros sembrados de trigo a
mediados del siglo XVIII. El padre Lozano nos relata, en las Cartas Anuas, que
en 1740 “Pronto después
fueron ellos (los indígenas) dirigidos a labrar la tierra con el arado y
dedicarse a la agricultura, para procurarse su alimento”.
Otro jesuita, el
padre F. X. Charlevoix nos dice que “…los Padres habían recibido además de
diversos particulares hasta setecientos (reales) con un poco de ganado mayor y
menor, y semillas para sembrar. Pero todo esto se había consumido en la primera
cosecha. Una sequía extrema, y una helada fuerte que ocurrió en una estación en
que no hiela casi nunca, hicieron que se perdiese la segunda; y como también se perdió en los
alrededores de, Buenos Aires y lo poco de granos que había de reserva en la ciudad se quemó por la negligencia de
algunos soldados, que dejaron caer allí el fuego, se halló la reducción casi
sin ningún medio para la subsistencia de sus habitantes….”
En tanto, en la
denominada campaña bonaerense- lejos todavía de estas zonas de frontera- la
producción en chacras y estancias se la puede apreciar ya en el siglo XVII;
aquellas primeras chacras fueron casi exclusivamente dedicadas a la explotación
agrícola en tanto en las denominadas estancias, se combinaba con la ganadería.
Respecto a esas
épocas y refiriéndose al “equipamiento”, señala Carlos Mayo en el tomo III de
la Historia de la Academia, que “El utillaje agrícola que podía hallarse tanto
en chacras como en los establecimientos ganaderos incluía arados, azadas,
azadones y hoces. Dos estancias tienen, además, elementos para la fabricación
de vinos”
Este mismo autor, en
el capítulo que desarrolla el tema, nos habla de un dato curioso y poco divulgado como lo es el de la
dieta rural en esos tiempos de la colonia, nos dice: “Es raro el inventario de estancia que no mencione la
presencia de un asador. El consumo de aves de corral-especialmente de
gallinas-era también frecuente y las ensaladas de verduras, hortalizas, de
cebollas impregnadas en aceite no faltaban acompañando el plato principal. El
consumo de choclos era habitual. La sopa no escaseaba y tampoco los huevos, a
veces servidos fritos. Los guisos eran frecuentes en la campaña y han quedado
antiguas recetas de locro y del api (mazamorra) que en algunas regiones se
hacía de maíz cocido con lejía y sin sal…. “” Contra lo que se creía se comía
pan en la pampa colonial, menos que en la ciudad sin duda, pero lejos de ser desconocido”. “Entre los postres se destacaban las frutas
de estación, los pasteles, tortas y exquisiteces que llevan una larga preparación
como los duraznos escabechados”.
Ya en el siglo XVIII
tanto la agricultura como la ganadería comenzaron un proceso de expansión en la zona de la pampa húmeda, proceso lento
pero que fue avanzando sobre la entonces dilatada frontera interior, solo explorada
por algunas expediciones militares y los que efectuaban vaquerías en la zona, pese a la amenaza constante de
maloqueo
La vida cotidiana
en las estancias del siglo XVIII era
rústica aunque no exenta de atractivos y algunas formas de diversión que incluían ciertos juegos.
Dejando por un
momento a los “blancos” y en relación a las prácticas agrícolas por parte de
los indígenas de la zona pampeana, anterior a la gran expansión, Raúl Mandrini
sostiene (A. IEHS Nº 1) que la misma fue introducida a partir de la llegada del
araucano, cuestión que Vicente Palermo (A. IEHS Nº 1), de alguna manera
consolida cuando sostiene que pese a la
expansión del ganado entre los
araucanos, estos no dejaron sus cultivos, sino que además incorporaron lo que
llama cultivos de “plantas
extramericanas”
EN EL TANDIL
Así las cosas,.en el
Tandil con la llegada del pionero danés Juan
Fugl se produjo la llegada de la agricultura, encarada por éste en primer
término y por connacionales que él trajo con la experiencia de haber sido
agricultores en su Dinamarca natal.
El mismo Fugl en sus
Memorias, nos relata esta extraordinaria acción para la incipiente economía
local, hacia 1850: “Un par de estancieros que habían sembrado un poco de trigo
para locro, me dieron cuatro fanegas (medida antigua de capacidad que equivale
a 55,5 l.). Como era tarde para preparar tierra para sembrar, se lo di a dos portugueses chacareros, para sembrar a
medias, y con un resultado de 30
fanegas. Ahora tendría semilla para el próximo año y me sentía muy feliz con
esta idea”.
Fugl se declara “muy
feliz”, lo que testimonia claramente el deseo del danés de ser agricultor,
pionero, aunque tardío en relación a otras zonas a las que ya hemos hecho
mención.
“Con la perspectiva
de una buena cosecha de trigo de mi sembrado a medias, no necesitaría comprar
semilla para el próximo año.”-prosigue.
La vida cotidiana por
esos años no era fácil y el mismo Fugl nos habla de su modesta y austera vida:”
Yo vivía económicamente, acostumbrado desde mis primeros años de lechero y
carrero cerca de Buenos Aires. Comía prácticamente sólo carne. Continué así
hasta que yo mismo coseché trigo y fabriqué harina. Una copa de vino era sólo
para el sábado a la noche cuando después del trabajo iba al pueblo para comprar
un poco de café y azúcar para la semana. Era un lujo que siempre conservé”
Notable confesión de
aquellas duras jornadas pioneras…
Más adelante nos da
noticias reveladoras: “Mis primeros años en Tandil, como se ve, fue una vida
muy económica y podía invertir lo que ganase en adelantar mi plan de trabajo y
mi molino. En la primera siembra a medias me correspondieron 30 fanegas de
trigo, y no podía emplearla aún para harina sino que tuve que guardarla para
sembrar en mi propia tierra. Ese año y el siguiente fueron de gran sequía, de
manera que casi no se pudo arar la tierra. Así y todo, labré unas 7 a 8
hectáreas, con ayuda de un alemán que conociera. A veces era necesario cubrirse
la cara con un pañuelo pues la tierra volaba con un poco de viento y era
imposible soportarlo. No podría esperar una buena cosecha, aunque la época
fuese más lluviosa, pues la tierra no estaba bien trabajada. Pero me parecía
que algo iba debía hacer. Y así fue: ni bien nació el trigo pobre, que no
cubrió ni los gastos de recogerlo; pero tenía que hacerlo y trataba de ni
comentar mi mala suerte. Sabía que los comerciantes, en lugar de alentarme casi
se alegrarían de mi fracaso, porque estaban deseando que me convenciera que
ésta no era zona para sembrar trigo. Cuando me lo decían contestaba que aunque
fuera arrastrándome iba a continuar con mi intento”.
Notable perseverancia
y confianza las que puso el pionero, el
que además nos cuenta con franqueza total sus sinsabores en sus intentos de
agricultor. Así nos dice por ejemplo que “ …no me angustiaba la tierra, que
sabía era buena, ni el clima, que ese año era fuera de lo normal, sino el
cuidado de mis sembrados, que además de ser tan poco alentador, me dio tantos
sinsabores. No podía trabajar fuera de casa para ganar algo, pues necesitaba
quedarme para vigilar el trigo y unas papas que había sembrado, además de una
pequeña quinta. Continuamente montaba a caballo para ir a espantar otros
animales que lo invadían, y mi pobre caballo no estuvo desensillado durante
tres meses, y yo mismo nunca desvestido, ya que durante día y noche recorría mi
sembrados”.
¡Qué épocas heroicas!
.Creemos que lo que Fugl relata nos exime de más comentarios, por eso hemos
dado especial importancia en este capítulo a esta fuente verdaderamente valiosa
y reveladora en la fundación de la
agricultura en Tandil y sus diferentes problemas, como el incipiente
enfrentamiento con criadores-en verdad simples poseedores- de ganado. Cuestión
ésta que se verá a lo largo de la realidad pampeana como otro serio problema
para el incipiente agricultor: el ganado de los vecinos estropeaban los
sembrados y se los comían… Esto no sería sino la repetición de una historia
observada a lo largo de toda la historia de la agricultura en nuestro país en
sus comienzos, tal como ya lo hemos afirmado.
En ese sentido y
siguiendo a don Juan, leemos: “Muchos consideraban muy natural largar sus
caballos a pastar donde se hallase más abundante, y por tanto, en mi trigo.
Inventé muchas formas para espantarlos entre ellos una vejiga inflada muy seca,
con arvejas y porotos adentro, que hacía un ruido que asustaba al animal
sobre todo de noche. También tuve mis
dos pistolas y una escopeta, y alguna vez le tiré a las patas de algún caballo
o buey, o sencillamente un disparo al aire para que supiera que estaba alerta.
Me quejaba al Teniente Alcalde, que era un gaucho prepotente, pero no daba
resultado.”
Fugl continúa en las
páginas siguientes describiendo con espontaneidad y crudeza su lucha contra los
estragos que le provocaban los animales de los vecinos, no sin cierto dejo de
rabia y de decepción por lo poco que sus quejas eran escuchadas. Sin embargo
más adelante nos dice, refiriéndose a sus gestiones en pos de lograr algún tipo
de protección para los sembrados, lo que obtuvo del Juez de Paz (que creemos
que debió ser Felipe Vela): “Este fue el primer decreto de protección a la
propiedad privada en el Tandil. Desde ese momento los dueños de animales fueron
más comprensivos y yo cuidé de no llegar nunca a extremos en el tema de los daños”
“ Aunque no podía tener la completa seguridad de que el vecindario cuidara sus
animales durante la noche, esta
situación mejoró mucho después de la orden del Juez…”
EL ALAMBRADO
Sin duda que esta
lucha permanente de agricultores con ganaderos, se alivió con la llegada del
alambrado, el que por esta zona se comenzó a usar no antes de 1880. Noel Sbarra
en su libro ya clásico,”Historia del
alambrado en la Argentina”, afirma que la primera noticia escrita sobre la existencia
del alambrado en el campo argentino la dio Mac Cann en su Viaje a caballo y
relata que fue el británico Richard Newton, quien en su estancia Santa María,
en las proximidades de Chascomús, alambró en 1845, aunque fue una iniciativa en
principio aislada a la que siguieron otros estancieros, de tal suerte que la
pampa se fue alambrando. Sarmiento fue un gran impulsor del “cercado”, como se
le llamaba y pronto otras provincias fueron adoptando “el alambre”, que junto a
los vernáculos postes de ñandubay, fueron factor de progreso para el desarrollo
del campo.
De esta manera el
antiguo y precario “zanjeado” que rodeaba los sembrados para protegerlos con
una eficacia relativa o en otro casos al
“palo a pique”, del que nos da testimonio en la zona Manuel Suárez Martínez,
cuando nos dice que todavía en 1885 subsisten algunos corrales de ese
tipo, porque “el alambre”- los primeros fueron
“del acero invencible del Creusot (Francia)”- no había llegado.
Volviendo a nuestro
Tandil, digamos que pese a todos los inconvenientes relatados, Fugl continuaba
su empeñoso esfuerzo para construir su molino para lograr moler su propio trigo
y tener la dicha de comer pan con la harina lograda.
“Mi hermoso trigo no
me costó demasiado para cosecharlo. Un alemán y yo lo segamos. Un par de
ingleses a quienes había hecho muchos favores, me ayudaron a recogerlo, y
trillarlo (con un par de caballos).”
El lograr la propia
harina era un sueño de Fugl, ya que como él señala “En Buenos Aires la harina
era muy barata, pues se importaba de
Norteamérica y además el consumo era muy reducido, ya que el criollo no comía
pan”
Pese a las dificultades descriptas- que no lo
amedrentaron ni mucho menos- Fugl en poco más de dos años dio un salto. Veamos:
“En 1852 compré y amansé varias mulas y doce bueyes para tiro de modo que
podría tener peón para arar. Volví a sembrar unas 17 a 18 ha. Y coseché 220
fanegas, que era la cantidad que podíamos moler, ya que la limpieza era difícil
para la cantidad de tierra y piedritas mezcladas con el grano, ya que siempre
se trillaba pisoteando las espigas con caballos”l
De ese año relata
también algunos detalles de la caída de Rosas, que constituyen un interesante
testimonio de alguien que vivía en el interior, lejos de la lucha por el poder…
Las cosas fueron
mejorando y ya en 1853 Fugl sembró por su exclusiva cuenta, destacando que lo
hizo porque “podía tener gente para los
trabajos”.
Ya por su parte-nos dice- otros habían seguido
su ejemplo y sembraban, entre ellos “dueños de negocios y comerciantes”, con lo
que su molino no daba abasto y comenzó a pensar en una panadería y construir en
el pueblo….
“Ese año sembré 100
tonder (3750 kg.) usando más trigo porque pensé que muchas semillas no
germinarían. Luego me fui a Buenos Aires a comprar una máquina trilladora, que
entonces se importaban. Eran muy escasas y creo que debió ser la única la que
yo compré .Se la tiraba con seis caballos. Un inglés había hecho propaganda
sobre su uso, que sin embargo sólo era observada como una curiosidad que nadie
pensaba usar”
(La negrita es
nuestra. La tradición indica que habría
sido Ramón Santamarina el encargado de transportarla a Tandil)
Como la producción
iba en aumento “… entendí pronto que un
molino hidráulico sería necesario antes
que otro me ganara de mano, ya que el sueño de usar vapor era aún utópico”
En 1855 puso manos a la obra para concretar la tarea
de construir el soñado molino, cuestión que culminó exitosamente, mientras en
su chacra había construido un horno en el que el francés Francisco Lebrun hacía el pan que se vendía
en el campo, yendo a caballo.
Al año siguiente Fugl
nos informa que debido al malón de Yanquetruz,
decidió finalmente trasladarse al
pueblo. Era 1856….
“…había alquilado la
panadería y su vivienda a dos emigrantes
franceses, que en realidad fueron los
primeros panaderos del Tandil. Se llamaban Dominique y Jeantin, y con
ellos había pactado arrendarles la panadería con la condición que compraran
toda mi producción de harina de un año.”
Luego relata un
entredicho con el vecino y amigo Narciso Domínguez por la panadería, el que
finalmente tuvo buen final.
“Ese año obtuve una
buena ganancia en mi tahona. Marchaba día y noche. Sin embargo no podíamos
hacer más que unas 400 fanegas durante
el año, quiere decir: desde el desde el fin de la cosecha hasta el comienzo de
la próxima”.
“También había
trabajado en ese año 1857, y ganado
suficiente dinero con mi tahona como para pensar en un viaje con cierta holgura. Tenía molino,
panadería, poseía tierras y con la idea de continuar con mi aceña (molino
harinero construido sobre el arroyo) para lo cual había comprado la quinta
sobre el arroyo en un lugar que creí más acertado que donde se instalara
anteriormente y que a la sazón estaba demolida”…. Palabras premonitorias de la
actual situación de las pocas ruinas históricas que quedaron de la época que
relata Fugl.
”…hasta 1861, un año
después de mi regreso, no pude dedicarme
a mi gran proyecto: la aceña. En verdad en ese tiempo, lugar y
circunstancia eran casi una idea temeraria”.
Ese año se dispuso a
construir un pequeño dique, lo que hizo realidad, sobre el arroyo que
contiene…el actual. Claro está, insignificante si comparamos, pero gigantesco
en la óptica de aquella época…
Ya las cosas hacia
1870 le permitieron arrendar su molino hidráulico por tres años a un joven danés, Pedro
Nielsen, en cinco mil pesos mensuales, una buena cifra, que sin embargo-según
Fugl- le permitió al joven hacer una pequeña fortuna.
Está claro que si
bien Fugl-y los anónimos portugueses a los que alude en sus Memorias- fueron
los pioneros, con la llegada de inmigrantes italianos y españoles, la práctica
de la agricultura en pequeña escala aumentó considerablemente.
Ya desde alrededor
del año en que Fugl arrendó su molino-1870-en la zona de Arroyo Seco, por
ejemplo, ( camino al actual Campus Universitario) algunos Italianos poseían
quintas que trabajaban familiarmente, extendiéndose a otras zonas rurales, como
lo señalamos en nuestro libro “Los
italianos en Tandil”
También los españoles
que fueron llegando con las corrientes inmigratorias, practicaron intensamente
la horticultura, por la época y conformaron desde temprano la legión de
quinteros que hasta mediado del siglo XX surtieron con sus frescas verduras al
Tandil. (Hoy cuesta encontrar una quinta de aquéllas o simplemente de las
pequeñas huertas familiares que se hacían en los “fondos” de las viviendas en
el mismo ejido urbano… cambiaron los tiempos…)
La evolución de la
agricultura en Tandil
Andrea Reguera en su
libro “Patrón de estancias” señala documentadamente, que ya hacia 1891, “En las
chacras de Santamarina, la base de la explotación agrícola estuvo dada por la
combinación y rotación de avena, cebada, maíz, lino, trigo y centeno”. Asimismo
nos informa que ese año el mayor porcentaje lo tuvo el trigo. “La elección de
los cultivos estuvo regida, ante todo,
por los costos de producción y la demanda del mercado, mientras que el mantenimiento de las calidades y capacidades de producción del suelo pasaba a
segundo plano, lo que confirma el carácter especulativo de estas formas de la
explotación de la tierra “.
LAS COLONIAS
AGRÍCOLAS
Tal vez por ello o
por el interés de sumar hectáreas dedicadas a la agricultura con los beneficios
que reportaba, el Estado provincial intentó promover la agricultura, sancionando a tal fin, la Ley de Colonias
Agrícolas en 1887 y creando la Oficina de Agricultura con el objeto de dirigir
las colonias que se crearon por la Ley citada.
En nuestro partido se
crearon por la ley cuatro. De todas
ellas perduró como semilla de un futuro pueblo rural, María Ignacia, el más importante en el partido.
El censo
agropecuario de 1890 informa que en Tandil están las cuatro ya
citadas colonias, con algo más de veinte
mil hectáreas ocupadas….lo que realmente es una cifra interesante si hubieran
sido verdaderamente dedicadas a la agricultura…
Tres años más tarde
ya ni la Martínez de Hoz ni la María Ignacia (que eran de Casares) figuraban oficialmente. Habían sido
canceladas…
La experiencia de la
colonización oficial prácticamente fue un fracaso, muy distinto al caso
santafesino, tanto por las formas como por los resultados…
EL TRANSPORTE
En 1883 la llegada
del ferrocarril transformó sustancialmente el transporte de los granos para su llegada especialmente a
Buenos Aires. Ya las viejas chatas y carretones fueron siendo dejados de lado
para el transporte de “larga distancia” y quedaron para el uso interno y la
llegada a la estación ferroviaria. Todavía puede admirarse alguna-como la que
dejó sus gigantescas ruedas en el Museo del Fuerte-que exigía el uso de bueyes
y/o caballos “percherones” para poder movilizarlas…
Con respecto a la
mano de obra por esos tiempos en el campo, Reguera sostiene que ”La movilidad
de la mano de obra en las estancias pampeanas era muy elevada: los trabajadores
cambiaban de lugar sin cesar”.
La cosecha exigía para
su transporte a lugares de despacho (FFCC, puerto etc) de envases : las famosas
bolsas de arpillera que constituyen todo un capítulo en la fabricación y
comercialización, así como a momentos de monopolios…
Por su parte los
“bolseros”, es decir quienes cargaban al hombro las bolsas con el cereal
constituyeron toda una etapa de la dura vida del asalariado…que recién con la
llegada del Estatuto del Peón, durante el gobierno de Perón, mejoró su
situación.
LA SOCIEDAD RURAL Y
LA FEDERACION AGRARIA
Por su parte los
productores, los patrones de estancias, grandes y chicos, buscaron integrarse
en la defensa de sus intereses.
Ya a instancias de Bernardino Rivadavia en
1826, se había creado una primera
versión de la Sociedad Rural, la que luego se desarticuló por las pérdidas de
ganado a raíz de los malones; en tiempo
de Rosas éste fue devolviendo parte de lo perdido, hasta que en 1866 nació con
continuidad hasta los días que corren la Sociedad Rural Argentina, cuyo primer
presidente fue José Martínez de Hoz.
La clásica creencia
acerca del individualismo de los productores agropecuarios-nacida en los
albores de su gestación- tuvo sin embargo su mentís-no sin esfuerzos- cuando en
Tandil, siguiendo el ejemplo de Buenos Aires, se fundó la Sociedad Rural, para aunar esfuerzos tendientes a lograr mejoras
para el sector.
De esa manera el 14 de junio de 1931, quedó creada esta
institución, con la presencia de varios destacados productores-especialmente
ganaderos- los Elissondo, los Piñero, Vidaguren, Copes, Zubeldía, los Diez, el
Ing Otero,entre varios otros, asumiendo la primera presidencia don Luis
Errecarret y la secretaría, el ingeniero agrónomo Manuel Otero.
A partir de esa fecha
la organización de prestigiosas muestras y exposiciones así como la concreción
de la sede y el lugar de las ferias tanto como la participación en la creación
de la CARBAP (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa)
en 1932, de la que Errecarret fue su primer vicepresidente, fueron marcando el
rumbo de la entidad.
Hoy el campo está
nuevamente en pie de lucha en pos de reivindicaciones sectoriales que no se
pueden ignorar.
Así como decíamos que
la Sociedad Rural congregó especialmente ganaderos fuertes, los agricultores
buscaron su espacio gremial y luego de distintos intentos se creó en nuestra
ciudad la Seccional de la Federación
Agraria Argentina, siendo protagonistas los agricultores, lo que queda
claramente expresado en su acta fundacional en 1942.
La presidencia quedó
en manos de Emilio Pellizzari y la secretaría en José R. Fernández, con la
gerencia de Ramón Fuentes, sucedido años
después por Héctor Masmela, ya como secretario rentado y luego-en 1947-como
gerente.
Los integrantes y
asociados eran en general pequeños y medianos productores, como en el resto del
país, con ideales cooperativistas…
Hoy la FAA constituye
una fuerza respetable y también está en pie de lucha por los mismos objetivos
que unen a los distintos sectores del campo.
EL COOPERATIVISMO
La comercialización
de los productos agropecuarios fue siempre una inquietud que motivó a pequeños
y medianos productores a agruparse en la forma de cooperativa. De esa manera
nació el 26 de julio de 1942, la Cooperativa Agropecuaria de Tandil Ltda.
Fueron los primeros
integrantes de su Consejo Directivo: Juan Biset, Pedro Rivera, Avelino Martínez
Estévez, Félix Eresuma, Enrique Bichi, Antonio Etchegoyen, Venancio Elcarte,
Francisco Ferragine y Juan Olaizola, siendo su primer síndico titular Luis Errecarret.
En esta institución
tuvieron larga y prolífica actuación dirigentes como don Juan Jacobo y Gregorio
Bruno y Luis Leitao como gerentes.
Casi cuatro años
después, el 31 de marzo de 1946,
otros productores fundaron la Cooperativa
Agrícola Ganadera de Tandil, que luego se fusionó con la similar de Vela,
por lo que ahora se denomina “de Tandil y Vela”.
Además de intervenir
eficazmente en la comercialización de los productores, su proveeduría tuvo una variedad de productos
indispensables para la vida del hombre de campo y el vecindario en general, en
esa esquina de 4 de Abril y Av Marconi, que había sido propiedad del abuelo de
quien esto escribe, donde estuvo el almacén “El Destino”.
El primer presidente
de la Cooperativa fue José R Fernández,(que fuera secretario de la FAA).
Recordado por su
gestión como gerente fue Rogelio Gallarreta quien luego fue Ministro de Agricultura de la
Provincia.
LA COMERCIALIZACION
Cuando hablamos de
las cooperativas nos referimos a la comercialización de los granos. Ahora bien,
antes de las mismas, las “casas de cereales” eran las únicas que intermediaban
para colocar los granos en el mercado, de esa manera surgieron importantes
firmas-algunas verdaderas pioneras, y que hacían de “banco”, que con el correr
del tiempo crecieron y desde tener sus propias plantas de silos a ser financieramente
poderosas llegaron-varias de ellas- hasta hoy con el prestigio de su
trayectoria.
El acopio, la venta,
el transporte y en algunos casos financiación de siembra y cosecha fueron
aportes nada desdeñables de esta actividad.
Ya en 1889 el puerto
de Quequén fue un aporte para la salida de la producción de cereales y
oleaginosos de esta zona.
LA TECNOLOGIA-EL INTA
Durante el gobierno
de Perón, en 1946, se crearon las llamadas Estaciones Experimentales
Agropecuarias, la más cercana a nosotros fue la de Balcarce, que cumplió
precisamente 60 años. Su misión era trabajar en el mejoramiento de granos y
acompañar a los productores en la optimización
de la explotación, con carácter experimental, como lo indicaba su
denominación.
Diez años más tarde,
durante la presidencia de Aramburu, en 1956, se creó el INTA (Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria), que tomó especial impulso y fue creando
filiales como agencias de extensión.
En Tandil, la Agencia de Extensión del INTA fue
creada en 1961, siendo su primer jefe
el Ing. Agr. Ulises Barletta, a quien
siguieron luego conocidos y experimentados vecinos como Osvaldo
Etcheverría y Mauricio Zund, entre otros.
El INTA fue y es una herramienta muy importante en el
mejoramiento de las producciones agropecuarias, sobre todo en la rama de la
agricultura.
Hoy, con el nombre de
Oficina de Información Técnica, prosigue su labor, tal vez algo más menguada
que en las décadas anteriores, pero siendo siempre el lugar amigo y con los
conocimientos a los que recurrir por parte del hombre de campo.
LOS INGENIEROS
AGRÓNOMOS
Las exigencias
técnicas de la producción del campo tuvo respuesta en la Universidad cuando en
1890 se creó la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Provincia de Buenos
Aires, incorporada en 1905 a la Universidad de La Plata y la integración del
Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria de la Nación-1904- incorporado a la Universidad de Buenos Aires
en 1909.
De esa manera el
conocimiento científico se extendía para aportar una base imprescindible en el rendimiento
y la racional explotación de nuestras tierras.
En Tandil puede
considerarse a Teófilo Henault como el primer ingeniero agrónomo que llegó
egresado de la Universidad de Buenos Aires.
Luego le siguieron el
citado Manuel Otero, egresado de la
Universidad de La Plata y posteriormente
Alfredo Alchourron, egresado de la UBA.
Quien sin duda
ejerció por mucho tiempo su profesión y alcanzó cargos relevantes, entre ellos
el de director de la Escuela Granja fue el recordado don Juan B Larco, quien
egresó de la UBA en 1935. A Larco le siguieron otros jóvenes que aportaron sus
conocimientos en la materia, destacados y recordados profesionales del área
como fueron, entre otros, Duggan Martignoni, Carlos Leonardo, Alfredo Martínez
Goya, Ulises Barletta, E Novelli , Lorenzo Dotzel ,etc.
En 1968 profesionales
de la agronomía se agruparon dando forma al Círculo Regional de Ingenieros
Agrónomos que luego en 1996, se
transformó en el Círculo de Ingenieros
Agrónomos de Tandil, cuando era presidente el Ing. Remigio Iglesias.
Fue el primer
presidente de aquel Círculo Regional, el Ing. Larco y secretario el Ing. U
Barletta. Hoy preside la entidad el Ing. Agr. Guillermo Cavalleri
Debemos destacar aquí
la el valioso aporte, a través de la educación agraria, que tuvieron y tienen
la Escuela Agraria Nº 1 ( la vieja y querida Escuela Granja) y el Instituto
Arana , de los salesianos.
Cifras recientes de
la producción
La producción
agrícola argentina ha ido creciendo en forma acelerada, sobre todo en el caso
de la soja, que por sus precios internacionales-dado su requerimiento-se ha
transformado en la “vedette”, en desmedro de otros cultivos y aún de la misma
preservación de la calidad de los suelos.
En cuadros
anexos ofrecemos algunas cifras en el
orden nacional y las de Tandil de los cuatro cultivos más relevantes, donde
también se observa la curva ascendente de la soja…
Hoy la agricultura,
impulsada por la rentabilidad mundial de su comercialización, se ha convertido
en buena parte de la pampa rica, en casi un monocultivo de la soja….Así en
Tandil se observa la casi nula existencia del lino –antes abundante-, del
centeno, del alpiste, del sorgo y la disminución de otros granos como la avena,
la cebada y hasta de forrajeras como la alfalfa
La lucha contra el
proteccionismo de la Unión Europea y los EEUU a sus producciones agrícolas, es
permanente dado que complican el mercado internacional para nuestros granos,
pero pese a los insistentes reclamos ante los foros internacionales para la
eliminación de esas barreras proteccionistas de las grandes potencias, las
mismas continúan.
Pese a ello la
participación de la agricultura en el PBI de nuestro país ha tenido un leve
repunte, en relación a actividades como las industriales.
CONCLUSIONES
Tandil tiene hoy en
la producción agropecuaria en general y en la de la agricultura en especial uno
de los motores de su economía, economía que equilibradamente se ha desarrollado
con el aporte además de las Facultades
de Veterinaria (1969) y de Agronomía, en
Azul (1974)
Desde Juan Fugl a
hoy-es decir de un siglo y medio a la actualidad-, pasaron muchas cosas que
hicieron evolucionar este sector económico.
Desde aquel vetusto
arado a mancera a los actuales; de aquella primera trilladora tirada por
caballos a las actuales cosechadoras computarizadas, con aire acondicionado y
música estéreo, capacitada para hacer todo, y que hicieron de Argentina un
puntal en el mundo, especialmente a Santa Fe…;desde las antigua troja o troje o
troj (quienes tengan menos de cuarenta años seguramente ni sabrán de qué
hablamos: fue la forma primitiva de acopiar cereales-especialmente maíz
-anterior a la existencia de las modernas…) a los silos de última generación…;
de la parva al fardo y al “rollo”; de la luz mortecinas de las velas a los
faroles de kerosen y luego al aporte que significó la electrificación del
campo, con la presencia gravitante de CRETAL , los saltos han sido grandes y
para algún criollo anciano seguramente ni siquiera vislumbrado en sus años
mozos…
La escasa presencia
de la bolsa, el paso del voleo a la “siembra directa”, del pastizal a la
fumigación, del campo virgen a la fertilización…en fin…cambios tecnológicos
realmente importantes que cambiaron la cara al campo.
La variedad de las
producciones conjuntamente con el desarrollo de la industria, la presencia
fundamental de la Universidad y el auge del turismo, auguran a nuestro “valle
encantado”, un porvenir espléndido…
Hemos querido darle
un panorama apretado de este tema además de importante, tan poco conocido para
el “pueblero”. Seguramente hemos incurrido en omisiones no queridas, por lo que
pedimos disculpas, en especial a los conocedores profundos de esta actividad,
que en nuestro país se desarrolla bajo la protección de María Auxiliadora.
A Don Juan Fugl y a
tantos anónimos peones que forjaron la grandeza de nuestra tierra.
Daniel Eduardo Pérez
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