viernes, 29 de marzo de 2013

LOS ESPAÑOLES EN EL TANDIL



LOS ESPAÑOLES EN EL TANDIL

                       
La importancia que las colectividades española e italiana tuvieron en el devenir de la historia argentina  en general y en la tandilense en particular, es bien conocida. Es por ello que en esta nota recordaremos los primeros e importantes pasos de los españoles por estas tierras.
Tandil recibió tempranamente  a los primeros españoles que se adentraron en sus tierras aún vírgenes y donde imperaba el aborigen como dueño del viento y la pampa. Desde Antonio De Roxas, que en 1707 fue el primero en mencionar el vocablo Tandil, al padre jesuita José Cardiel, quien en 1746 estuvo por la zona, a  Manuel de Pinazo y Juan Antonio Hernández, enviados por Vértiz en 1770, a Pedro Pablo Pabón, Ramón Eguía y Pedro Ruiz, en 1772; Pablo Zizur en 1783 y otros menos conocidos delegados por los virreyes, hasta Félix de Azara, fueron varios los españoles en distintas expediciones que recorrieron y relevaron la zona.
Después de 1810, debemos señalar al coronel español acriollado  Pedro Andrés García, un precursor indudable de la fundación, el que encargado por la Primera Junta de Gobierno Patrio de recorrer tierras en manos de los indios, elevó  numerosos informes que finalizaron con el del 3 de febrero de 1823, en el que puntualmente y en forma concreta, estimaba que en el Tandil debía asentarse una población estable con la previa fundación de lo que ello requiriese.
En la expedición fundadora de 1823 también hubo peninsulares, aunque no disponemos de sus nombres para esta nota.
En el padrón levantado el 12 de marzo de 1838, que dio un total de 582 pobladores, 324 correspondían al pueblo, de los cuales 228 eran tropa y 96 civiles.
Además de los españoles e ingleses registrados, en ese momento las dos nacionalidades extranjeras predominantes, se verificaba la presencia de portugueses, dos norteamericanos, un alemán, un austriaco, un dinamarqués y un escocés.
Posteriormente, en 1854, según el primer Registro Estadístico provincial, habitaban en Tandil, 179 extranjeros sobre un total de 2899 habitantes, es decir que ya un interesante 6,2 %, estaba por estos pagos. De ese total de extranjeros, casi la mitad eran españoles, con un 47,5 %, en tanto los franceses se ubicaban segundos con un 19,6 %, los ingleses aportaban el 13,4 % y los portugueses el 6,8 %.
Quince años después, para el primer Censo Nacional, en 1869, ya el número de extranjeros alcanzaba a 767, lo que significaba un 15,7 % de la población total, lo cual señala que prácticamente era más del doble del porcentaje de 1854. Por entonces los españoles mantenían la mayoría relativa con el 31,8 %, en tanto los franceses crecían al 27,3 % y los italianos irrumpían con un crecimiento importante, alcanzando el 13,1 %, notándose también un interesante aporte uruguayo con el 6,4 %.
Continuando con el crecimiento apuntado de la inmigración, el censo de 1881, reveló que los extranjeros alcanzaban el 27,1 %, con un total de 2973 personas.
Los españoles, italianos y franceses, en ese orden, constituían las colectividades más numerosas, apareciendo por vez primera un crecimiento significativo de suizos y dinamarqueses.
La tendencia continuaba marcando un ascenso del número de inmigrantes, así en el censo de 1895, Tandil tenía 14892 habitantes, siendo los extranjeros el 33,5 %,  entre italianos, españoles y franceses y luego otras nacionalidades en el orden indicado..
Finalmente en el período al que nos dedicamos en esta nota, el censo de 1914 dio para Tandil 34.061 habitantes, alcanzando el número de extranjeros la cifra más elevada hasta los días que corren (en porcentajes), dado que el 37,4 % de la población total había nacido en otros países.
Españoles e italianos acaparaban con más del 70 % las nacionalidades, lo que muestra el fuerte predominio sobre el resto, que había ido decreciendo paulatinamente. Sin embargo, es de destacar  que de los veinte propietarios más poderosos en el Tandil del siglo XIX, sólo Ramón Santamarina era español.
Santamarina, llegó a poseer una de las fortunas más importantes de la Argentina de fines de ese siglo, integrada por un patrimonio  de 33 estancias con un total de 281.727 hectáreas distribuidas en diferentes partidos del sudeste bonaerense; 6 casas de comercio en diferentes partidos de la provincia y otros establecimientos en las provincias de Santiago del Estero y Río Negro.
Pasando ahora al poblado, y con respecto a su traza, lo más antiguo encontrado hasta hoy es lo hecho por el agrimensor español Felipe Senillosa a fines de 1825, cuando visitó el Fuerte junto a Rosas, apenas una delineación poco informativa. En 1849 el español Manuel Romero integró una “comisión de solares La solicitud de designar aquella "proto Corporación Municipal", no había caído en saco roto y Massini- reemplazando a Darragueira-elevó la propuesta el 25 de abril de 1854, que integraban también los españoles Manuel María Romero y J.M.Otero. La segunda Comisión quedó conformada con los españoles Juan B. Arabehety y Manuel Romero, entre los cinco componentes.
En este contexto, el 11 de octubre de 1854, el Senado y la Cámara de Representantes de Buenos Aires, habían sancionado la Ley Nº 35, que era nada menos que la primera Ley de Municipalidades.
Consecuente con ese rasgo, casi genético de los políticos argentinos, de ignorar la realidad - vigente hasta los días que corren- el gobierno provincial convocó a elecciones en la campaña para el 31 de marzo de 1855. Naturalmente en Tandil, por los malones, los ánimos no estaban para experimentar el gozo primerizo de elegir a sus representantes, pese a lo cual se "armó" una lista, la que se dio por electa, integrada por hombres allegados al poder local y que repetía algunos apellidos de aquellas "proto comisiones".Así Narciso Domínguez, José M. Otero (español), Juan Zavala, y José Arnold como titulares y José Suessy y Francisco Rodríguez (español), como suplentes, fueron elevados como "electos" al superior gobierno.
De la primera elección, habrían participado sólo 29 electores, "eligiendo" la lista que integraba, entre otros, el español Manuel Romero. Obviamente, de aquella "primera Comisión Municipal" de mayo de 1855, nadie se acordó más y otra, integrada por Suessy, Miguens, Romero y  Fugl, informada el 6 de abril "acompañará" al nuevo Juez de Paz, Narciso Domínguez.
En algunos liderazgos emergentes de los propios poblados, cabe destacar el de  inmigrantes que en Tandil, tuvieron clara y notoria participación entre ellos los españoles  Santamarina y Arabehety.
Pero no todo era color de rosa para los vecinos originarios de otros países, el brote xenófobo de 1872, encabezado por Tata Dios, dejó el tendal de muertos entre ellos, contándose varios que eran españoles. El gallego Manuel Suárez Martínez, llegado en 1864, fue uno de los testigos del entierro de las víctimas de la masacre y lo relató dramáticamente en sus memorias.
Se hace muy difícil determinar con exactitud las primeras fami­lias que vinieron a nuestra ciudad, pero podemos señalar que entre otros integrantes de la inmigra­ción española de la primera época, estaban Joaquín Rivera, Faustino Lejárcegui, Ramón Santa­marina, José María Niel, Francisco Barberena, Remigio Sánchez, José y Juan Pardo, Domingo Méndez y Manuel Suárez Buyo. Pocos años después y antes de 1880, arriba­ron, entre otros: Juan J. Za­bala, Manuel Ruibal y Luciano Orbea, y más tarde otros entre los que podemos mencionar a: Juan Maritorena, José Benito Diz, Antonio y Agustín Usandizaga, Ángel Barbeito y Francisco Salaberry.
Ya para entonces los españoles que integraban aquella pequeña colonia, deseaban concretar una asociación que pudiese solucionar los inconvenientes surgidos de la asisten­cia médica y los sepelios, así como también reunir­se en un centro de a­sistencia mutua. Cuando en 1873 Tandil celebraba sus Bodas de Oro, en el Día de su Patrona, 8 de diciembre y después de haber asistido a los oficios religiosos, se reunió un grupo de 44 españoles, que creó  la Sociedad Española de Socorros Mutuos y Beneficencia. Los fundadores,  cuya primera presidencia fue desempeñada por  Joaquín Rivera,  lo decidieron en la  reunión de ese 8 de diciembre de 1873. Acompañaron a Rivera, entre otros: el Dr. Eustaquio Herrera y Salas,  Remigio. Sánchez, Manuel Suárez Buyo, Faustino de Lejárcegui, Aureliano Aguirre, José Fernández Currás, José Pardo, José M. Sampaul, Ramón Santamarina, José M. Niel, Manuel Martínez, Martín Maritorena, Antonio Usandizaga y José  A. y Justo  Lavayén.
Modelo en su momento, fue el fruto de los desvelos de una colectividad activa e inquieta, de la que mi abuelo materno, Manuel González Castro, llegado en 1900, participó intensamente. Aquella Sociedad Española pronto levantó en Gral. Rodríguez al 500 su sede propia a principios de la década del ’80 del siglo XIX y pocos años más tarde, en 1884- año en que llegó mi abuelo paterno Martín J. Pérez-aprobó edificar una sala teatral de la que Tandil carecía.
Sus esfuerzos permitieron inaugurarla el 8 de diciembre de 1887, con motivo del 14º aniversario. Fue el primer teatro (el Italiano se inauguró en 1910)  al que en 1916 lo bautizaron con el nombre de la pluma más grande de habla hispana “Cervantes”. No conforme con ello, y ante el crecimiento de la institución, lo modificaron-en realidad hicieron otro- que desde 1924 llegó hasta estos días. Allí, con su frente enhiesto y bello, cobijó desde mitines políticos a zarzuelas, operetas, conciertos, conferencias, fiestas de egresos,  teatro, cine y presentación de inolvidables figuras como la de Carlos Gardel.
Fueron además quienes introdujeron las célebres “romerías”,  que la comisión  fue madurando como idea  para concretar una programación que rindiera homenaje a la Inmaculada Concepción, patrona de Tandil, con  festejos populares no exclusivamente religiosos. En noviembre de 1881, se resolvió organizar la primera romería, la que se concretó el 8 de diciembre de ese año y se repitió con gran aceptación para la misma fecha del año siguiente, teniendo como eje la zona del templo y la plaza y luego el “monte de las romerías” (solar de la actual Plaza 25 de Mayo). Fue en  celebración de un aniversario más de las citadas romerías, que en 1913 organizaron los Primeros Juegos Florales de poesía que con numerosos participantes de todo el país y un jurado de lujo, ganó el autor español P. Teodoro Palacios
En el centenario de Tandil el aporte de la colectividad española a la celebración de 1923, quedó perpetuado con la construcción y donación del  bello castillo morisco que luce en la cumbre del Parque Independencia.
La Sociedad Española es hoy la institución más antigua de su tipo en Tandil y con el Club Hípico constituyen las de origen más temprano que sobrevive.

Daniel Eduardo Pérez