jueves, 28 de diciembre de 2017

LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO EN EL TANDIL DE ANTAÑO



LAS FIESTAS DE ANTAÑO

 El tema de la celebración de las tradicionales fiestas de fin de año, a través del tiempo, siempre ha sido de interés, especialmente para las nuevas generaciones. Es por ello que nos pareció oportuno incluir algunos testimonios que recogimos en su momento de vecinas lúcidas y memoriosas.
 Fue así que en entrevistamos a Da. .Ana María Actis de Librelli ( ya fallecida), cuando tenía 92 años quien nos recibió con la afabilidad de siempre en su casa de la calle Yrigoyen, " construida por mi padre hace más de un siglo", nos acotaba. Allí cómodamente sentados hilvanamos recuerdos de las celebraciones de fin de año en el seno de una " gran familia que integrábamos junto a nuestros padres y sus doce hijos, tres de los cuales fueron sacerdotes".
Doña Ana - con la mirada puesta en el pasado- revivía momentos felices de su niñez y juventud, en el seno cálido y severo que las costumbres de la época imponían.
"Mis hermanos sacerdotes decidieron su vocación por propia decisión muy jóvenes y ello, sumado a la gran religiosidad de los padres, hacía que  se diferenciara muy bien entre la celebración de la Navidad y la de l año nuevo.  Esperábamos la llegada de la Nochebuena con mucha ansiedad y mucha alegría. Era la llegada del Niño Dios y había que recibirlo  muy bien puestos, es decir con las mejores ropas que teníamos", agregaba doña Ana.
La espera hacía que desde días antes se preparara el pesebre y también la decoración con flores y plantas, incluido el arbolito de Navidad, al que se le colocaba una decoración muy distinta a la de ahora, con velitas que se prendían llegada la ocasión máxima.
La Navidad, "era el día de la familia y luego de asistir rigurosamente a la tradicional misa de gallo, se regresaba a la casa donde se reunía la familia para degustar la comida especial preparada por  mamá, que generalmente era pasta a la italiana, de la herencia cultural recibida" nos informaba.
“La bebida se ponía a enfriar en el aljibe- la heladera " a hielo" llegó después” y  recordaba la " bolita", como la bebida que tomaban los chicos, que era como una soda dulce y que constituyó una de las pre-gaseosas. "Los mayores brindaban con vino de la época, tinto, clarete o blanco semillón. En casa el vino lo hacía papá con la uva chinche, la sidra y el champagne no era para nada común", rememora, agregando que " la granadina y la manzanilla, también era común para los niños y las mujeres".
Después de  la comida, se daba paso al pan dulce casero, que tenía frutas secas y se acompañaba con nueces, castañas y algunas confituras hechas para la ocasión, que los más pequeños degustaban con fruición.
"Si el tiempo acompañaba y era caluroso comíamos afuera-acotaba- pero si estaba fresco o llovía lo hacíamos adentro. La Navidad era íntima y la recibíamos y la celebrábamos con honda fe y alegría propia del significado que tenía para nuestros mayores y también para nosotros. Creo que hoy ese sentido profundo se ha perdido un poco y se confunde una fiesta con otra en la manera de celebrarla".
Traía a la memoria que para las fiestas, especialmente para Navidad, los comercios grandes de los cuales se era cliente, regalaban al mismo, canastas llenas de productos, costumbre que hoy se ha perdido en general, conservándose el espíritu de regalo y traduciéndose más a nivel familiar y de amistad.
Los almacenes importantes de la época, como El Globo, El Águila y El Bilbaíno, tenían un surtido extraordinario para las mesas familiares de las fiestas."Las bombas de estruendo, las campanas al viento y la sirena de Nueva Era, marcaban la llegada del nuevo año, al igual que lo hacían las locomotoras del ferrocarril" nos decía doña Ana.
"Los vecinos se saludaban entonces y se vivía un ambiente de familiaridad y buena vecindad que todavía hoy recuerdo con emoción. También para estas fiestas y desde que tengo memoria se escribían cartas de salutación y se mandaban y recibían tarjetas, que se compraban en las librerías de la época, siendo la de Grothe  y La Minerva las más famosas".
Doña Ana nos despidió, no sin antes recordarnos que " diga que la Navidad era más importante que el año nuevo y su celebración tenía una significación especial, que se disfrutaba profundamente en familia". Seguramente así fue, especialmente para esta histórica familia tandilense, que dio tres sacerdotes a la Iglesia: Francisco, Florentino y el inolvidable  don Luis J.
Otro testimonio que recogimos sobre el tema, fue el de Delia Bustos –en ese momento con 91 años- siempre llena de energía y con una rica trayectoria en Tandil, pese a ser nativa de Mar del Plata " del campo", nos precisa, nos trae a la memoria aspectos que en su infancia vivió en el ámbito rural en las fiestas de fin de año.
"Allí se vivía la Navidad con un sentido profundamente religioso, que nos imponía ser naturalmente humildes, pero a la vez alegres y respetuosos. Al año nuevo se lo esperaba diferente, con los deseos de dejar atrás todo lo malo que se iba con el viejo año y  con el deseo de mostrar todo lo bueno que había quedado para intentar que el año nuevo lo reprodujera.
"En el campo se adornaba un árbol natural, con frutos de la tierra, morrones, pequeños zapallos, tomates y también algunas velas que se encendían en el momento oportuno. Luego en la ciudad, los adornos eran otros pero muy diferentes a los que en las últimas décadas conocemos".
"Por aquellos tiempos se celebraba en familia la Navidad, con el tradicional pesebre y un altar donde se lo colocaba. El asado era la comida tradicional, aunque el primer dia del año era más común y allí se reunía a la peonada, en torno a la mesa.  "Cosas dulces" y frutas secas, avellanas, confites y nueces completaban con el pan dulce casero los ingredientes más comunes para la celebración.
Al asado con cuero se lo acompañaba con una ensalada de papas y de berro, la lechuga se incorporó después al igual que el tomate.
 "Los hombres solían beber el Cinzano primero y el acompañante obligado del asado era el vino de damajuana  o el de bota. El 1º se comenzaba con empanadas hechas en el horno de barro y a veces un pavo asado preparado especialmente para la fecha.
Los chicos y los más jovencitos, se iban a acostar inmediatamente de haber acomido , a la noche del 31 y al mediodía del 1º se quedaban jugando, mientras en la sobremesa el anís "8 Hermanos", el oporto y la hesperidina para las mujeres, alargaban la jornada."
"Sidra y champagne, no eran comunes en estas mesas humildes"- nos acota doña Delia. Ya en la ciudad estas bebidas, especialmente la sidra, se popularizaron, gaseosas o jugos no se conocían hasta la llegada de la Bilz y después de la Bidú Cola, que eran bebidas para los niños. La cerveza hizo su llegada con la Quilmes, pero no era como hoy una bebida frecuente entre la muchachada.
"En la Navidad las luces de bengala o estrellitas, los cohetes fósforo  y las cañitas voladoras, junto a los luego ingresados “rompeportones”, eran la pirotecnia de entonces, por cierto muy diferente a todo el arsenal que hoy se usa.
"Los "chifles" de las locomotoras y las campanitas acompañaban los momentos cumbres de estas fechas, en las que también, ya en la ciudad, recibíamos tarjetas especiales o postales de saludos, que también nosotros enviábamos.
"Las bebidas que se tomaban eran refrescadas en el aljibe o directamente en los sótanos, si se tenían,  lo que era común. Más tarde el hielo traído especialmente entre afrecho para que no se derritiera se ponía en bordalesas y allí se colocaban las botellas y las damajuanas al igual que la primeras gaseosas. Luego la heladera con hielo y la de querosén fueron las anteriores a la eléctrica que hoy conocemos.
"Para estas fechas todos nos poníamos " paquetes", es decir con las mejores ropajes, especialmente en Navidad, donde cuando llegaban las doce, se cantaba el Aleluya., en tanto el primero de año se efectuaban visitas de cortesía para saludar amigos y vecinos y desearles un buen año,
"Cuando vine a Tandil, ya para el primero de año no se estilaba como en el campo carreras de sortijas, embolsados y otros juegos típicos del ambiente rural. Aquí la cosa era un poco diferente", nos agrega doña Delia.
"La Navidad de mi niñez y de mi juventud, se vivió siempre buscando rescatar la tradición familiar, sin ruidos, sin farándula, poniendo los mejores recuerdos sobre la mesa ,tal vez menos espontáneos y más recatados, pero más afectivos y solidarios"- nos dice finalmente Delia Bustos, con los ojos entrecerrados como quien revive aquellos inolvidables momentos de estas celebraciones.

LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO A LO LARGO DEL SIGLO XX

La llegada de las tradicionales fiestas de fin de año, siempre tuvieron una significación especial en casi todo el mundo, pero no cabe duda que en esta oportunidad la tienen con un plus, ya que es el final de un siglo y de un milenio y, aunque sin tantas expectativas como las del fin del año  que significaba la entrada al 2000, éstas quedarán marcadas en muchos hogares del mundo como un verdadero hito.
Estas celebraciones hoy tan cargadas de festejos variados, tienen antiguo origen, emparentado con celebraciones paganas que desde los romanos se sincretizaron en algunos casos con el cristianismo. El 25 de diciembre se celebra la Navidad- abreviación de Natividad-el nacimiento de Jesús en Belén, que si bien no figura con fecha en los Evangelios, fue instituida en forma movible ya en el siglo II, por San Telésforo, aunque recién en 354 el obispo romano Liberio la instituyó, siendo el pontificado de Julio I,
el que la oficializó como fecha que recogía las antiguas tradiciones de los padres de la Iglesia, como San Epifanio, San Jerónimo, San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno, que influyeron en la iglesias orientales para unificar el día, ya que ellas celebraban el 6 de enero el nacimiento y bautismo de Jesús, que quedó como la Epifanía o manifestación de Dios a los hombres, conocida hoy como el día de Reyes.
En aquellos primeros siglos de nuestra era, las celebraciones eran modestas pero poco a poco fueron cobrando importancia no solo religiosa sino también social y servia para reunir en torno a la mesa de Nochebuena a toda la familia que recibía cada año la llegada de Jesús.
Con diferencias culturales propias de cada región, en el Viejo Mundo desde Navidad hasta Reyes constituía un momento que se dedicaba al recogimiento y a la alegría, donde la nieve cobraba un rol importante, por las bajas temperaturas reinantes en el invierno europeo, donde las comidas "fuertes" y las bebidas nobles eran de rigor, así como la luz que- siguiendo las antiguas tradiciones paganas- auyentaban los "malos espíritus".
Correspondió a San Francisco de Asís ser quien incorporó, en1223, el primer "pesebre", con las clásicas figuras de la Sagrada Familia y los animales en la gruta, hecho que se expandió a toda Europa y llegó a nuestro continente con los españoles. El hoy simbólico "árbol de Navidad" recién se extendió como aporte de los pueblos germanos y escandinavos en el siglo XIX, lo que dio forma a la costumbre de "armar" el árbol y el pesebre el 8 de diciembre - Día de la Inmaculada- y recién desarmarlos el 7 de enero.
Más recientemente, la costumbre estadounidense de Santa Claus en el trineo y los renos, incorporó figuras que provenían de Europa como Papá Noel o San Nicolás, que según la tradición llevaba regalos a los niños para esta fecha.
A la mesa regional, al árbol y al pesebre  y a la figura de Papá Noel, se agregaron luego la recuperación de antiguos villancicos y la composición de nuevos y el envío de tarjetas en la segunda mitad del siglo XIX.
Todas estas costumbres- con sus adecuaciones regionales- se practicaron en nuestro país, como herencia de la inmigración especialmente española e italiana, a la que Tandil por supuesto no fue ajena y que puso en el siglo XX matices que el mismo desarrollo tecnológico por un lado y la fiebre consumista por otro, hacen empalidecer el origen religioso de estas fiestas, más precisamente  la de Navidad.
En el siglo XX  podemos-arbitrariamente- marcar tres diferentes momentos de estas celebraciones y su forma de concretarlas en Tandil-que naturalmente no es una isla. Hasta la década del '30 primaban - por los testimonios recogidos y la documentación existente- tendencias fuertemente marcadas por la tradición del fin del siglo XIX, que ponía especial acento en los aspectos religiosos y recoletos pero alegres  simultáneamente con una austeridad manifiesta.
La crisis del '30 y su posterior superación trajo consigo una renovada esperanza y ya con un Tandil que había heredado del '20 un diseño importante, además de comenzar el progreso intenso en servicios esenciales, el aporte de costumbres "importadas" más recientemente para la época, llevaron a celebraciones de tono más popular (recordemos en la década del '50, el reparto en dependencias oficiales de sidra y pan dulce).
Ya en la década del '60 las fiestas, especialmente la de fin de año, se prolongaba en la juventud en "boliches" como Circulares donde se daba rienda suelta al baile, que hoy es común ya no sólo para esa fecha sino también para después del brindis de Nochebuena.
Los testimonios que recogimos , nos eximen de incorporar demasiados datos, pero sí podemos distinguir claramente que las nuevas generaciones consideran desde el 24 hasta el 1 como una semana festiva, donde la oferta ya no se reduce a la venida a menos tarjeta de salutación-fax, mail e Internet todo lo puede-y a los cada vez menos frecuentes almanaques de regalo-recordemos aquellos inigualables de Molina Campos , de Alpargatas- sino que una verdadera parafernalia de adornos lumínicos, florales, forestales,"moñisticos","noelísticos", etc, etc. donde el plástico reina, atrapan la atención de un potencial consumidor de "cosas", quedando reducidas las familiares y nostalgiosas recordaciones y celebraciones religiosas, tapadas masivamente por suculentas mesas- los que pueden y tienen un trabajo digno o más que digno-y  expresiones de alegría matizadas cada vez más frecuentemente por excesos de bebidas, donde la cerveza reina junto al - de alguna manera- popularizado champagne, al que antes sólo tenían acceso las clases altas.
La velita fue reemplazada por sonoras y resplandecientes luces multicolores en los arbolitos, ventanas, puertas etc. El fresco aljibe se transformó primero en hielo y luego en congelador y ahora freezer. El oporto y la hesperidina pasaron a mejor vida y la sidra ( El Gaitero, La Farruca, La Victoria, Real... tantas otras) sigue burbujeando ahora más acompañadas que antes por las del otrora aristocrático y ya citado champagne. Las abundancias de calorías de aquellas avellanas, nueces, almendras, confituras anacrónicas que heredamos, van cediendo, aunque el pan dulce y los budines (aquellos Canale, estos Terrabusi y Bagley) son como una obligación tenerlos para las mesas de estas fiestas, aunque a más de uno las frutas y otros ingredientes no les guste y sea más una comida para acompañar con mate o te que con cerveza o sidra. Las casas "naturistas" ofrecen todo diet y light, pelado, nacional o importado. Cada vez menos se usan aquellas maravillosas y artesanales herramientas para romper las cáscaras resistentes de aquellos frutos. No es necesario. Eso sí regalos, no importa si de "todo por dos pesos" o hecho con cariñoso esmero casero. Del cohete-fósforo que se raspaba se tiraba al suelo y hacía... pif o la cañita voladora que se colocaba en una botella que oficiaba de lanzador, pasamos a una batería de pirotecnia sofisticada y tan cara como estruendosa, que deja a más de un desprevenido con daños y tortura a nuestras mascotas. Las bombas de estruendo que la Municipalidad tiraba en la Plaza Independencia, el potente sonido de la sirena de Nueva Era y los "pitos" de las locomotoras son casi un recuerdo reemplazado de vez en cuando por fuegos artificiales, fugaces y vanidosos como inútiles. Burbujas y/o baile es el modo "liberador" predominante. El origen de todas estas celebraciones, aplastado por el inexorable y aburrido efecto globalizador, quedó barrido como por una topadora.
El siglo XXI, el tercer milenio, no será, por gracia de Dios, un poco más espiritual, más solidario y fraterno, menos materialista, individualista y caníbal?... Que así sea.

 Daniel Eduardo Pérez

                                                                                       

viernes, 8 de diciembre de 2017

LA PATRONA DE TANDIL Y SU PARROQUIA

LA PATRONA DE TANDIL Y LA PRIMERA PARROQUIA

El 8 de diciembre se celebra el día de la Inmaculada Concepción, Patrona de Tandil.
Esta  celebración reconoce muy antiguas raíces, ya que en Oriente se concretaba  en el siglo VI, desde donde se trasladó a Occidente, aprobada primero en el Concilio de Londres de 1129 y luego generalizada en el siglo XV por el Concilio de Basilea y especialmente por el Papa Sixto IV en 1476.
La concepción inmaculada de la Virgen-objeto de una de las más fervorosas devociones marianas-fue proclamada como dogma de fe por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854. Su imagen la presenta teniendo a sus pies el mundo, envuelto en nubes y circundado por los anillos de una serpiente.
En el origen de nuestra ciudad, cuando se levantó el Fuerte de la Independencia, dentro del mismo se construyó una pequeña capilla u oratorio castrense, que, según afirma el padre Suárez García, fue puesto bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, recogiendo una "venerable e ininterrumpida tradición..." ya que no se ha encontrado documentación alguna.
El mismo autor atribuye la elección a la devoción que tenía el Brig. Gral. Martín Rodríguez por la patrona del Regimiento de Patricios, del que fue fundador y jefe.
Según la documentación existente la primera mención de la existencia de una imagen de la Virgen, aparece en un inventario del segundo Cura Párroco de Tandil, el Pbro. Domingo Scavini, realizado para la primera iglesia en 1854, a la que denomina estatua de "la Pura y Limpia". En 1863 el Párroco José M. Rodríguez reemplazó esa imagen por otra nueva de "más de cinco cuartas", adquirida en Buenos Aires.
Fue en el Curato de José M. Cruces, cuando doña Rosaura Machado de Gómez-vecina de larga prosapia tandilense-donó la imagen de la Inmaculada Concepción tallada en madera de dos metros de altura y hermosa figura.
Una imagen de la Virgen está en el Museo del Fuerte Independencia, donada oportunamente por la familia Valor y que, según se cree, data del siglo XIX. Una comisión de vecinos inauguró  un monumento con una imagen de la Inmaculada en la intersección de Av. Espora y ruta 226, que ahora con la remodelación de ésta, fue reubicada.
Más recientemente, en el atrio de la Parroquia del Santísimo Sacramento, se entronizó otra bella imagen que preside el lugar donde descansan los restos de los Párrocos Julio.M. Chienno y Mons. Luis J. Actis.
                                                          
LA PARROQUIA Y SU PROTAGONISMO SOCIAL
Desde su fundación, Tandil -siguiendo la tradición española-tuvo atención religiosa. Primero de los pocos que comenzaron a asentarse en estas tierras y luego, con el lento pero constante arribo de nuevos pobladores, de todos los que en las proximidades del Fuerte iban instalándose.
Rápidamente la pequeña capilla castrense ubicada dentro del mismo Fuerte y atendida inicialmente por los sacerdotes que trajo en su expedición fundadora el Brig. Gral. Martín Rodríguez, fue reemplazada por precarias construcciones ubicadas en la esquina de 9 de Julio y Gral. San Martín, (hoy Tiendas La Capital) primero y luego en la de Gral. Pinto y 9 de Julio (hoy Banco de la Provincia), adonde concurrían los sacerdotes que de tanto en tanto se trasladaban habitualmente de Dolores, para dar la misa y acercar los sacramentos, básicamente bautismos y matrimonios.
Con el correr de los años el vecindario reclamó una prestación permanente y fruto del empeño de los Jueces de Paz e integrantes de la Corporación Municipal, entre ellos algunos que no eran católicos como el pionero danés Juan Fugl, colaboraron intensamente para que, además de obtener la radicación de un sacerdote, se erigiera un templo " digno de este pueblo". Así, con gran esfuerzo, se levantó en el predio de Yrigoyen y Gral. Pinto (hoy Banco Bisel), la primera capilla construida "ad hoc".
Fue en 1854- año clave en las instituciones básicas de Tandil- que finalmente los reclamos del vecindario y las gestiones de sus autoridades dieron sus frutos, al erigirse canónicamente la Parroquia del Santísimo Sacramento y designarse poco después al primer Cura Párroco, el padre franciscano Luis María Mancini.
Fueron aquellos años muy duros, por cuanto la indiada estaba alzada-recordemos que Rosas había sido vencido en Caseros- y tribus amigas del Restaurador estaban levantiscas, asolando con malones distintos puntos de la provincia.
Tandil no fue la excepción y así en 1855 y parte de 1856, el bravío Yanquetruz al frente de sus hombres asoló el poblado,-como vimos en el capítulo anterior- produciendo el denominado "éxodo tandilense", que incluyó prácticamente desde autoridades municipales, salvo el  valiente Juez Carlos Darragueira y alguno más, vecinos y hasta el mismo Cura Párroco.
Aquietada la frontera interior, poco a poco fue retornando la población, hasta recomenzar la tarea, interrumpida, de seguir adelante con los emprendimientos que fueron esenciales para la comunidad: la educación y la práctica religiosa.
La ayuda del vecindario y la Municipalidad al finalizar la década del ‘60 del siglo XIX, permitieron pensar en levantar un templo, siempre bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, patrona de Tandil, que resultase "imponente", tal como creía la sociedad de los tandilenses de entonces, se merecía  el pueblo.
Era tal el empeño del conjunto de pueblo y autoridades que, llevados por su fe, lograron que finalmente se levantara en su actual lugar el nuevo templo.
Relatan documentos de la época, que el anuncio de su próxima inauguración había creado un clima de verdadera fiesta popular. Es que para el sentido logro material, habían colaborado casi todos los pobladores de una u otra manera y los gobiernos en sus distintas jurisdicciones, especialmente la Municipalidad de Tandil con don Carlos Díaz al frente, verdadero paladín civil de este fervor religioso.
Aquel 28 de febrero de 1878, el pueblo "todo"-recalca el padre Suárez García en su "Historia de la Parroquia"- participó de la solemne inauguración del templo de la Inmaculada Concepción, de la Parroquia del Santísimo Sacramento, que, presidida por el Arzobispo de Buenos Aires Mons. Federico Aneiros, máxima autoridad eclesial para la gigantesca jurisdicción bonaerense y el Párroco Pbro. Dr. José Terradas, alcanzó a expresar tanta alegría y tanta satisfacción, al ver concretada una obra- que si bien material- era esencialmente producto del espíritu.
Desde entonces la Parroquia tuvo como eje este templo y fue no sólo un lugar de prácticas religiosas, sino centro del accionar de los distintos Párrocos que dejaron su sello y su huella trazada, para que los que les siguiesen profundizaran el surco y junto a los feligreses y también a quienes no lo eran, beneficiaran la evolución social de Tandil.
Extenso sería enumerar la obra de los distintos curatos, todos ellos con positivos saldos en favor de la sociedad de los tandilenses, por eso hemos de referirnos más explícitamente a algunos tramos relevantes de los del siglo XX  hasta la actualidad, donde el entramado parroquia-sociedad, han vivido y viven distintos momentos señalados por acontecimientos tanto religiosos como socio-políticos-económicos.
Este período-el siglo XX- encierra uno de los más importantes en la historia contemporánea, tanto en el mundo como en nuestro país, dado que a las sangrientas dos Guerras Mundiales, le siguieron procesos que afectaron a toda la humanidad y que, lamentablemente, hasta hoy han escrito con sangre largas páginas de la historia.
Hubo además hechos pioneros que desde la ciencia médica a la conquista del espacio, la revolución cibernética y la verdadera explosión de los medios de comunicación, hasta la caída del muro de Berlín, en lo religioso registra nada menos que el Concilio Vaticano II (1962-1965) que marcó una nueva etapa en la relación Iglesia-Estado-Sociedad, "aggiornando", entre otras cosas, la Doctrina Social de la Iglesia Católica y promoviendo un acercamiento ecuménico muy positivo entre las grandes religiones, merced, además, a la acción de Papas que, como Juan XXIII, Pablo VI y el recordado Juan Pablo II, han marcado una profunda huella de cambios en la sociedad mundial.
La Iglesia en Tandil, no fue ajena a todo lo que mencionamos y así es que los  extensos curatos del Pbro. Julio María Chienno y de Mons. Dr. Luis J. Actis, que abarcaron entre ambos desde 1916 hasta 1978, sentaron las bases del accionar, especialmente pastoral, de buena parte del siglo.
Chienno fundó así- entre otras instituciones-la Cofradía de Luján, en 1930; la Acción Católica en  1936 y la Conferencia Vicentina en 1938, abriendo la luego célebre librería de la Juventud de la Acción Católica a cuyo frente estuvo hasta su cierre, nuestro querido amigo y maestro Antonino Pellitero, que merecerá un párrafo aparte en estas líneas.
También fue Chienno quien fundó el periódico "La Revista", en 1922, desde cuyas columnas sostuvo recordadas polémicas, cuando la masonería y el comunismo aparecían como verdaderas amenazas a la fe católica y la convivencia entre las ideologías no era palabra conocida.
Querido y atacado por sus firmes posiciones, Chienno fue un hombre de peso en el quehacer tandilense, hombre de consulta y referente insoslayable a la hora de tomar decisiones, aún desde el ámbito del poder político, le correspondió estar al frente de la inauguración del Calvario, el 10 de enero de 1943, acontecimiento que con los años es cada vez más valorado, no sólo como monumento que une arte y religión, y por lo tanto centro de peregrinaciones y diversas expresiones de fe, sino además como un poderoso atractivo turístico-evangelizador. Fue además quien levantó las capillas del Sagrado Corazón y la de Nuestra Señora de Begoña.
A la muerte del padre Chienno, en 1944, le sucedió el primer Párroco tandilense, el ya citado sacerdote Luis J. Actis, joven ardoroso, activo y de una gran formación teológica, que volcó en innumerables publicaciones con su firma, su pensamiento, siendo la más importante  "Caminos de elevación", que fue traducido a numerosos idiomas y llegó a un número de ediciones sin precedentes,
La labor del luego Monseñor Actis, fue prolífica. En 1946 fundó la filial local de la Federación Católica de Educadores; seis años después la Liga de Madres de Familia y en 1961 la Legión Hijas de María. Las dos primeras de inserción clara en dos temas que lo apasionaron: la educación y la familia, fundamento del accionar de una sociedad.
También como Chienno, Actis bregó desde "La Revista", con su afilada pluma, por los ideales y principios defendidos con profunda fe.
Creyó firmemente en la relación de la parroquia con los distintos estamentos de la sociedad, sin transigir sin embargo en aquello que entendía podía lesionar sus principios básicos, usando herramientas evangelizadoras que acercaran el pueblo a la fe, por ello fue firme impulsor de la celebración de la Semana Santa, su Procesión solemne del Viernes  y de la creación de las Estampas de la Redención, siendo el autor del magnífico libreto que puso en escena junto con sus amigos Jorge Lester y Enrique Ferrrarese y que estuvo vigente hasta 2004, en que por cuestiones ajenas a lo que fue desde el inicio una expresión cultural-religiosa, fue dejada de lado, aunque retomada por la Fundación de Actores y puesta en escena en la zona del barrio La Movediza y luego en otras ciudades.
En 1947, comenzó a dar forma a una idea que lo tenía obsesionado: un lugar adecuado para que Tandil tuviera acceso a expresiones culturales: el Salón Parroquial y sede de la Acción Católica, que finalmente inauguró en 1951, dando lugar a lo que sería el Teatro Estrada, que hoy luce, con nombre cambiado inexplicablemente, y que, desde hace unos años, es patrimonio municipal.
Quien escribe estas líneas no podrá olvidar las "matinee" de cine - obviamente en blanco y negro-cuyas películas seguían domingo a domingo y donde la sala se llenaba de niños, para regocijo de su constructor, que veía cumplida parte de su misión. Años más tarde y con su consentimiento, integramos la Comisión de Actividades Culturales del Teatro, junto a otros amigos, que marcó un  camino en la cultura tandilense.
No había finalizado la obra del Salón Parroquial, cuando encaró entusiastamente la remodelación del frente del templo.  Él entendía que había que dotarlo de un frente imponente y, más allá de consideraciones arquitectónicas, puso manos a la obra con el respaldo popular hasta lograr que en 1969, tras poco más de una década de trabajo, se inaugurara con sus torres, conteniendo al carrillon que en 1931 el padre Chienno hiciera colocar traído desde Bochum (Alemania).
Fue en su Curato y Vicaría, que viendo la urgente necesidad de implementar como nuevas parroquias a las que eran capillas dependientes de la más conocida como "Iglesia Matriz", se crearon las nuevas cinco parroquias, para extender a todo Tandil la acción pastoral y socio cultural.
De aquellos tiempos surgen en el recuerdo del autor de estas líneas, los encuentros de los domingos al mediodía, en la librería "de Antonino", donde además de retarnos por el "maldito cigarrillo" y dejar el clásico "Esquiú", expresaba sus pareceres acerca de las formas de implementación de lo normado por el Concilio Vaticano II, a lo que por su formación y edad, le costaba adaptarse, sin dejar de obedecer.
Además de la política religiosa, también la política nacional y local lo apasionaban, no callando cuantas veces fuera necesario defender la libertad, ignorando muchos hasta el día de hoy, algunos episodios que en otra oportunidad relataremos.
También fue actor principal, como Párroco, en la creación de la Universidad, en 1964, cuando el Dr. Osvaldo Zarini y sus colaboradores emprendieron tarea de tamaña magnitud. Allí la Parroquia, en su persona, estuvo presente activamente, decididamente convencido de la importancia que tendría en el futuro, pese a la sempiterna indiferencia y pesimismo de muchos.
Cumpliendo con lo dispuesto por la Iglesia, al cumplir 75 años, se retiró como Cura Párroco, siendo coincidente con el centenario de la inauguración del Templo, en 1978, realizándose una fiesta de homenaje popular, multitudinaria con la presencia de todas las autoridades, varios Obispos y vecinos de toda la ciudad.
No se retiró a "cuarteles de invierno" y pese a su edad, sotana al viento, manos enguantadas y su clásico sombrero, recorría aún en los crudos días de frío, trasladado por su viejo y recordado Renault 4, sanatorios, para visitar enfermos, dar misa en el Colegio San José o en San José Obrero y animar con su oratoria las reuniones patrias del Museo del Fuerte. La obra final de su empeño fue precisamente San José Obrero, ya que falleció en 1995, yaciendo sepultado, junto a su antecesor, en el Templo.
Una tarea diferente, igualmente valiosa, pero con impronta propia le correspondió a su sucesor como Párroco, el Pbro. José Tommasi, luego Obispo Auxiliar de Bahía Blanca y posteriormente Obispo de 9 de Julio. Dando cumplimiento a algunas de las normativas que encerraban la interpretación del Concilio Vaticano II, modificó  aspectos del Templo, entre ellos el retiro del histórico púlpito y los mármoles del comulgatorio, poniendo énfasis en una labor pastoral con una visión más inclinada a lo social y a la atracción de la juventud, a la que dedicó buena parte de su tarea.
Sucedió a Mons. Tommasi, Mons. Lionel Mosse, poseedor de una vasta cultura, que no dudó en dotar al Templo y especialmente a la Casa Parroquial de comodidades que los nuevos tiempos exigían, poniendo su empeño y mucho más, en una obra que brindó espacios confortables para la reunión de los ya abundantes grupos que se encontraban trabajando en la sede parroquial.
A él se debe la idea primigenia de crear en Tandil un canal de cable, dando los pasos para que finalmente se creara Cerrovisión, bajo la impronta de transmitir desde allí palabras e imágenes que enriquecieran la cultura y el espíritu de los tandilenses, con un signo cristiano que lo caracterizara.
De modales suaves y voz pausada, de pensamiento hondo y un amor al prójimo, dio- parafraseando a la Madre Teresa de Calcuta "hasta que duela"-, siendo también testimonio de hombre de servicio en la Parroquia del Sagrado Corazón, hasta su retiro, en el que  continúa, en los días que corren, su colaboración donde se le requiera.
Finalmente, y hasta la actualidad, conduce la Parroquia., desde 1989, el Pbro. Raúl Troncoso,.En su curato se creó el Museo de la Parroquia y se restauró el templo en su totalidad, entre otras obras que abarcan especialmente las de contenido social. Hoy el Cura Párroco es el Pbro. Marcos Picaroni.                                                                   


                            Daniel Eduardo Pérez