martes, 16 de abril de 2019

INMIGRANTES DE LA EX YUGOSLAVIA EN TANDIL


INMIGRANTES DE LA EX YUGOSLAVIA
Una aproximación a su llegada a Tandil

Estimados lectores de  en su momento publicamos referencias acerca de la inmigración española, italiana y danesa. Hoy intentaremos brindarle una aproximación a la llegada de los pobladores originarios del territorio que fue la disuelta Yugoslavia, especialmente de croatas, montenegrinos y serbios, aclarando que la dificultad mayor para establecer quiénes eran unos y otros ha sido el hecho que en las fuentes se cita a todos como yugoslavos, por lo cual hemos recabado de fuentes diversas entre ellas las orales, el mayor número posible de información, pero necesariamente incompleta…
Yugoslavia describe genéricamente a varias entidades políticas que existieron sucesivamente en la parte occidental de la península balcánica en Europa, durante la mayor parte del siglo XX. “Los propios yugoslavos definen a su país como si contaran las piezas de un mosaico: seis repúblicas, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas, dos alfabetos, un estado. Eventualmente podría alargarse la cuenta y citar además siete religiones, ocho raíces culturales, nueve catástrofes nacionales, diez influencias exteriores”
El primer país en ser conocido por este nombre fue el Reino de Yugoslavia, que antes del 3 de octubre de 1929 era conocido como el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que se había establecido el 1 de diciembre de 1918 a través de la unión del Estado de los Eslovenos, Croatas y Serbios y el Reino de Serbia (al que el Reino de Montenegro se había unido el 26 de noviembre de 1918). En conjunto la diversidad cultural de los Eslavos del Sur formó un estado multicultural y federativo. En 1941 fue invadido por las potencias del Eje  y debido a los acontecimientos que siguieron, fue oficialmente abolido entre 1943 y 1945, cuando fue invadida por Alemania.
Tras el triunfo de las fuerzas aliadas y partisanas en la Segunda Guerra Mundial, el territorio recibió las denominaciones de República Democrática Federal de Yugoslavia en 1945 y República Federal Popular de Yugoslavia en 1946. En 1963, pasó a llamarse República Federal Socialista de Yugoslavia (RFSY), que fue el estado yugoslavo de mayor duración.
Josip Broz, conocido por su título militar mariscal Tito, fue un político y militar comunista yugoslavo, jefe de Estado de Yugoslavia desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte a los 87 años.
El Estado de Yugoslavia estaba compuesto por seis repúblicas socialistas: RS de Bosnia y Herzegovina, RS de Croacia, RS de Eslovenia, RS de Macedonia, RS de Montenegro y RS de Serbia (que incluía las provincias autónomas de Vojvodina y Kosovo y Metohija).
A partir de 1991, la República Socialista Federativa se desintegró a causa de las Guerras Yugoslavas que siguieron a la secesión de la mayoría de las cominidades constitutivas del país. El siguiente estado nombrado, la República Federal de Yugoslavia, ya con distinta composición geográfica, existió hasta 2003, año en el que pasó a denominarse Serbia y Montenegro debido a las presiones internacionales. Este último país continuó existiendo hasta 2006, cuando Montenegro abandonó la unión. En ese mismo momento Serbia también declaró su independencia.
LA LLEGADA A AMÉRICA Y ARGENTINA
Entre los primeros en llegar fueron los montenegrinos de las zonas costeras que comenzaron a arribar a Argentina y a los países de América del Sur ya en los comienzos del siglo XIX. También hay algunos casos de inmigraciones anteriores. Estos primeros inmigrantes fueron en general marineros y comerciantes. A este período lo suelen denominar período de las llamadas emigraciones individuales, ya que principalmente se trata de individuos solos o pequeños grupos que constituiría la primera corriente migratoria.
A Argentina llegaron en mayor número en los años ‘80 del siglo XIX y en ese tiempo se establecieron exclusivamente en Buenos Aires y sus zonas portuarias. Por aquel entonces se fundaron también las primeras asociaciones, generalmente junto con inmigrantes de Dalmacia (Croacia) y de Eslovenia.
La asociación más antigua fue fundada en Buenos Aires en el año 1882 y llevaba el nombre de “Družtvo Slavjansko Uzajemne Pomoći” (Sociedad Eslava de Socorros Mutuos), la misma fue fundada principalmente por croatas y montenegrinos. (La inmigración sudeslava en toda América del Sur está compuesta principalmente por un 70% de croatas, 15% de eslovenos, 10% de montenegrinos, y 5% de los restantes)
La inmigración de montenegrinos en masa comienza en los primeros años del siglo XX principalmente desde Génova. Por ejemplo, en 1904 entraron legalmente 800, e ilegalmente hasta dos veces esa cifra. Casi todos los que iban a Estados Unidos y no tenían pasaporte o no pasaban los controles médicos en Elis Island (isla frente a Nueva York que servía como base para el registro y recepción de los nuevos inmigrantes en Estados Unidos), como no registrados de diversas maneras iban a Argentina, que tenía importantes leyes de inmigración más liberales y un control de entrada al país significativamente peor. Esta corriente migratoria, quizás la más grande, en la que se establecen en Argentina alrededor de 10.000 montenegrinos, termina a finales de la primera guerra mundial. En el curso de esta fase de inmigración, se conciben las colonias más grandes en Argentina: Dock Sud, Tandil, General Madariaga , Venado Tuerto y La Montenegrina (en la provincia del Chaco). Con la creación del nuevo país y la extinción del Reino de Montenegro termina la segunda fase de emigración.
Luego de 1918 comenzaron a llegar a Argentina grupos de inmigrantes políticos de Montenegro, en mayor parte opositores a la unión, y el mismo líder Krsto Popović reside algunos años en Dock Sud y lucha por las colonias con el objetivo de reforzar su movimiento.
La tercera corriente migratoria continuó hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque en el curso de la guerra hay raros casos de inmigraciones individuales a América del Sur, principalmente desde terceros países.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, llegó a Argentina un grupo perteneciente al movimiento derrotado en la guerra y otros opositores ideológicos del sistema de la entonces Yugoslavia. Se calcula que se  establecieron alrededor de 400 en Argentina, y alrededor de 200 en los demás países, especialmente en Perú, Venezuela, y un pequeño número en México y Brasil.
De todas las corrientes migratorias mencionadas, los pertenecientes a la cuarta son los únicos de los cuales hoy en día hay vivos en un pequeño número.  De la tercera corriente existen todavía algunas personas de mucha edad que viven en las colonias. Este dato es importante para comprender la estructura de los argentinos de origen montenegrino de hoy en día, ya que actualmente se habla casi solamente de descendientes de inmigrantes, de 2da, 3ra, 4ta e incluso 5ta generación, cuya conciencia nacional y conciencia sobre el origen depende más que nada de la educación familiar y de eventuales vínculos con la familia en Montenegro, los que en gran parte fueron interrumpidos en el tiempo de la Segunda Guerra Mundial.
La mayoría, alrededor del 60% de los descendientes de montenegrinos, son hoy en día de diferentes formas fieles de la Iglesia Católica, un muy pequeño número de ellos son practicantes.
En cuanto al idioma, es hablado todavía por un muy pequeño número de personas, principalmente en las colonias. En toda Argentina el número de personas que todavía hablan y escriben el idioma de los ancestros no sobrepasa los 500.
La conclusión, hecha muy seriamente sobre la base de encuestas realizadas en las colonias durante los últimos 10 años, a partir de guías telefónicas y padrones electorales, comparados con datos del centro para migraciones de Buenos Aires y otras instituciones que se ocupan de la preservación de la migración en Argentina, es que en toda la Argentina viven algo más de 30000 descendientes de inmigrantes de todas las generaciones.
LA LLEGADA A TANDIL
Tal como manifiesta el autor de Estudio sobre Montenegrinos en América del Sur,  Gordan Stojović, y los antecedentes obrantes en Tandil, llegan a nuestras tierras especialmente para dedicarse a la industria de la piedra a fines del siglo XIX.
La distinción entre montenegrinos, croatas y serbios se ha hecho difícil por no estar registrados por esas nacionalidades, en general, sino como yugoeslavos, por lo cual el trabajo presente es incompleto y apenas una aproximación que hasta puede contener algunos errores en las nacionalidades, pero igual creímos oportuno como para dar pie a un futuro mejoramiento.
El nacimiento y desarrollo de la explotación del granito en las canteras del Tandil, cuyos pioneros fueron los italianos, fue sin duda un atractivo para  arraigarse en el duro trabajo de picapedrero de los inmigrantes eslavos, especialmente montenegrinos y también, en menor escala croatas y serbios.
La inmigración forzada por los problemas económicos de la tierra natal, por la obligatoriedad de la conscripción, cuya duración se extendía hasta cuatro años, y el clima de pre guerra, trajo entonces a nuestra ciudad una colonia con formas de vida diferentes, y características propias de una raza en que se mezclan las culturas griega, romana y eslavas (búlgara y húngara) austríaca y turca.
Así las canteras de Cerro Leones, La Movediza, San Luis y Albión fueron las principales receptoras de esta mano de obra inmigrante, que  se transformó en experta como picapedreros, herreros etc…
Los primeros en llegar a las canteras de los italianos tuvieron que adaptarse a las duras condiciones de vida, además de superar el manejo del idioma (o italiano o español), pero poco a poco lo lograron.
Como era lógico, se nuclearon primeramente para satisfacer el aspecto social de la colectividad, sin comisiones directivas, "ya que ninguno desea ser más que el otro" y en 1906 se reunieron en asamblea para constituir la Unión Obrera de las Canteras, que se ocuparía de los problemas gremiales y de la resolución de los conflictos laborales.  Integraban entonces la asociación obrera,  canteristas de las diversas explotaciones locales entre ellos los croatas Cosme Stiglich, Andrea Maronich,
OTRAS ACTIVIDADES
Pocos eran los yugoeslavos que no se dedicaban a la actividad de las canteras; entre ellos estaban: “Antonio Paravich que llegó a Tandil en 1926 para establecer una herrería de obra; el croata José Pisculich y su esposa  María Vuconich, arribados aproximadamente en el 27 o 28 y que tuvieran marmolería de importancia; Vladimir Car, dedicado a la mecánica de automotores; Pedro Vuconich, zapatero al igual que el croata Rodolfo Paskvan, que también poseía un alojamiento en la cantera. Por su parte el montenegrino Peuscovich poseía una fotografía frente a la Plaza Independencia”-afirman vecinos en Nueva Era Aniversario 1960.
José Pisculich trabajó como ayudante de Carlos Allende en la elaboración de los basamentos del monumento a Juan Fugl y a Miguel Basílico y en otros trabajos luciendo su habilidad de excelente picapedrero.
En la construcción muchos trabajaron como albañiles o integraban las cuadrillas que empedraron prolija y artesanalmente las calles de la ciudad.
Alejandro Zuzulich, de ascendencia croata, fundó la empresa de transportes "Avenida", instalando luego el Hotel Residencial, creó un motel en Córdoba y fue uno de los puntales del barrio Golf, hoy zona residencial. En la década del treinta Zuzulich había comenzado con un taller de arreglo de automotores en la Av. España esquina Rodríguez, más tarde convertido en la Estación de Servicio Avenida, se apunta en la citada publicación de Nueva Era.
 VIDA FAMILIAR
Las familias eran casi todas numerosas. Vivían en las casas de piedra de la cantera San Luis o en las de madera (sujetas con cables y píedras a la tierra), de la cantera Albión, siempre cerca de los padres que afanosamente trabajaban en la piedra. Por lo común dentro de ellas se hablaban tres idiomas: el propio de su nacionalidad (montenegrino, croata o serbio), el italiano y el castellano, dado que la comunicación era necesaria entre miembros de la comunidad que se expresaban, exclusivamente, en cualquiera de ellos.
Los niños iban a la escuela de Cerro Leones, donde enseñaba el maestro Juan Calvo, o a la de Albión, donde Enrique Maroni y Gilberto Vichy les inculcaban las primeras letras junto con las canciones patrias acompañadas con guitarra y violín.
También concurrían, luego del año 1910 a la escuela de Arroyo Seco, donde la maestra Rosa Dázquez y luego la Sra. de Rubellas trabajaban impartiendo conocimientos a los hijos de canteristas”-anoticiaban en 1960 a Nueva Era, donde además se informaba que:”Se reunían anualmente para Navidad, luego de la misa tradicional. Los grandes y los pequeños todos unidos en alegre festejo en la fonda de Victoriano Olivera en San Martín al 500. A fines del siglo pasado había otro lugar tradicional para charlar y reír, la primera fonda croata de Nicolás Ghezan, donde  estuvo la tienda La Exposición, en Rodriguez y Sarmiento y la de España y Rodriguez, de Vidak Peyovich y Felipe Raduvonich haciendo cruz con la de Stiglich. Todos paisanos.
Las fiestas patrias y los cumpleaños eran celebrados con gran algarabía general.
Reunión de la Unión Yugoeslava, a principios de siglo. Cosrne Polich, Pedro Lacovich. Pasee y Jorge Radudovich, Miguel Marcovich, Vicente Zrinovich. Arron Bugacich, Juan Kriscovich , Antonio Stiglich, Francisco Fraimayer, M. Rasich, Juan Marcovich, Abraham Remik, Míls n Rasich, Antonio y Vicente Antích, Emilio Radich, Nicolás Radelich, Mateo Maronich, Natalio Polích, B. Vucumanovich, José Vidas, Emilio y Savo Lumovich, Juan Radetich, Nicolás Lacovich, Carlos Tonkovich, José y Juan Maricich, Juan Cuculich, Víctor Blazina, Francisco Antonich, Mateo Vidas, Nicolás Bencic, Pedro Polich. Pablo Ruzich, Maile, Nicolás Rístovich y muchos más, teniendo en cuenta que sólo en La Movediza vivían cerca de cien montenegrinos.   Muchos de ellos poseían conocimientos musicales traídos de la lejana costa adriática, y en la dura vida del canterista y del herrero, hacía falta un ingrediente musical que aportara alegría a la jornada de descanso y de fiesta. Así se agruparon en una orquesta con guitarras, bandoneón, acordeón a piano, y cítaras, con intérpretes como Cuculich, Blazina, Paravich y otros. El conjunto logró cierta popularidad y era reclamado para  animar las veladas del Americano los domingos por la tarde, conjuntamente con el violoncellista Colombo.”
Era la década del veinte y los yugoeslavos bajaban de las canteras también en alguna fiesta patria o a acompañar a los muertos de la colectividad.
Es oportuno rescatar algunos testimonios contemporáneos, como el de Marta Lacovich en El Eco del 25 de setiembre de 2012, respecto a los croatas. Cuenta: “Mi padre vino de Croacia por dos años. Mis padres vinieron como todo inmigrante, con la idea de llegar a América para juntar dinero y llevarlo allá. No es que hayan estado mal allá, pero para tener una vida mejor. Vino por dos años, y justo cuando estaba por volver a su país natal estalla la guerra del ‘14. No pudo ni ir él ni venir nadie.
Relata que su papá fue también croto, porque no conseguía trabajo, no sabía el idioma viajando finalmente a Tandil, donde empezó a trabajar en las canteras, de herrero.
Después tuvo una cantera por cuenta propia hasta el año ‘30, que vino la crisis de la Argentina. Y nos vinimos para acá, para la ciudad, y puso un taller de  herrería, primero de herrar caballos y hacer y arreglar herramientas. Después mis hermanos aprendieron el oficio de herreros de obra, de hacer puertas, esas cosas. Todavía está el taller. Aprendió eso mi hermano y después siguieron los demás hermanos con eso, porque ya los caballos, ya no. Empezó a venir el automóvil y ya el trabajo ese no fue más importante. “
“Mi mamá no sabía casi hablar castellano, así que le hablábamos todo en croata. Y nos reuníamos siempre con la familia. Como si fuéramos hermanos porque todas y todos dejamos familia allá”.
 “Y bueno, ellos siguieron con las mismas tradiciones de allá. Si el domingo pasado yo hice algunas de las comidas que hacíamos allá como el “Chucrut”.
No obstante, lo cierto es que Argentina tiene la tercera comunidad más grande de croatas de todo el planeta, sólo por debajo de la de croatas en Estados Unidos y Alemania: de acuerdo a cifras de la diáspora croata proporcionadas por el gobierno de Croacia, se estima que hoy viven en Argentina unos 250.000 mil descendientes de croatas, sólo en el Gran Buenos Aires, viven unos 40 mil descendientes.​ Los inmigrantes croatas se repartieron geográficamente de forma equilibrada: hubo importantes colonias croatas en provincias tan distintas como Chaco, Chubut, Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Tierra del Fuego.
Además, la colectividad croata es una de las más antiguas y duraderas. Su historia se remonta a la época en que Argentina todavía era una colonia española, como lo atestigua la llegada, en 1749, del jesuita Nicolás Plantich para ser profesor en la Universidad de Córdoba. Hacia finales del siglo XIX se aceleró la llegada de croatas coincidiendo con el gran aluvión de otras corrientes inmigratorias, y durante el período entreguerras alcanzó su mayor pico. Aunque lejos de los números de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la inmigración croata continúa hasta el día de hoy: luego de la caída de la Unión Soviética y del fin de Yugoslavia se reactivó la llegada de inmigrantes croatas. Al ser Croacia es un país católico le da mayor afinidad religiosa con Argentina y como Croacia forma parte de la Unión Europea, la vuelve una opción para hacer negocios.
Otros testimonios son los de Susana Suffredini, Sonia Toncovich, Carolina Sorich y Guillermo Cravea, quienes tienen ascendencia croata y recordaban, con motivo del Mundial de Fútbol de Francia,a sus antepasados y la llegada a este continente.
Toncovich resaltó que “las mujeres apostamos fuerte con la presidenta y la manager, pero especialmente con mucha alegría y apostando al día domingo con toda la ilusión”. Agregó que “es un honor representar a la colectividad ya que soy la presidenta de la Unión de Colectividades. Desde chica estamos trabajando, primero comenzó nuestro tío representando a la colectividad y posteriormente nos fuimos sumando. Hoy en día estoy como presidenta y es algo muy lindo”.
Consultada Sorich sobre sus antepasados, contó que “en 1926 llegaron mis bisabuelos a Los Pinos, un pueblo que está en Balcarce. Posteriormente, en 1933, viajaron hacia Tandil y ahí se instaló mi apellido”.
Toncovich y Suffredini son primas, y señalaron que “su papá y mi mamá -contó Toncovich- eran hermanos, para la Primera Guerra Mundial vino el abuelo y unos años después llegó la abuela. Se instalaron en Tandil en el mundo de las canteras y más tarde se vinieron para la zona céntrica. Siempre tratamos de conservar las tradiciones y lo que los abuelos nos legaron. Además están presentes en la ciudad a través de las obras, porque los croatas recuerdan al mundo de las canteras, por ejemplo, los pilotes en la subida al Parque Independencia o los empedrados, todo eso nos hace acordar a nuestros ancestros”.
Suffredini dijo que “somos familia hace muchos años al igual que el resto de la colectividad como Paskvan, Radetich, Supán, Ghezzan, Blazina, Malinarich, entre otros”.
Cravea señaló que “en mi caso, mi abuelo Esteban Skeich vino de Croacia con mi abuela que se llamaba Paulina Supán. Trabajaron en la cantera y luego se vinieron a la ciudad. Tuvieron ocho hijos, de los cuales cuatro mujeres viven y una es mi mamá”. Recordó que “tuve la suerte de ir el año pasado, nuestra familia es de Split, una ciudad muy linda ubicada sobre el mar Adriático”.
Aseguraron que “la colectividad tuvo su época inicial en el salón del Centro Yugoslavo y en la actualidad se armó un grupo donde se ha sumado mucha gente joven, que es lo más importante y lo que necesitamos para que siga la tradición que nosotros llevamos muy adentro. Realmente están trabajando mucho y es la primera vez que se pudo llevar a cabo que una persona enseñe el idioma, que es algo muy difícil”.
Remarcaron que “el croata es muy tranquilo, introspectivo y ha realizado trabajos muy duros, como para que las nuevas generaciones se vayan templando. Hay muchos valores de la colectividad que son buenos de transmitir”.
A su vez, Karina  Orahovac,  en una entrevista en El Eco del 21 de enero de 2018, comenta que   los inmigrantes montenegrinos comenzaron a llegar a la Argentina a partir del siglo XIX en 4 corrientes migratorias. Se asentaron principalmente en la provincia del Chaco, en Buenos Aires, Madariaga y Tandil. En nuestra ciudad trabajaron en su mayoría en las canteras de piedra.
Mi abuelo paterno Yuro Orajovac (Djuro Orahovac Milić) fue un inmigrante montenegrino, que vino a nuestro país en el año 1918 a los 21 años. Se casó y tuvo 14 hijos, uno de ellos,  Juan, es mí padre. Soy tercera generación de montenegrinos en Argentina”.
En general la mayoría de los europeos eligieron Argentina como destino  venían a “hacer la América”.  Los montenegrinos vinieron a Tandil tal vez por la similitud del paisaje con su país de origen, además podían trabajar como picapedreros, oficio que algunos traían desde allá.
Argentina era descripta por los montenegrinos como “Tierra hermosa y de buena gente” Un destino de esperanza y de una nueva vida. Se adaptaron bien culturalmente a Argentina, sin perder ni olvidar sus raíces, mediante organizaciones montenegrinas, preservando mayormente el idioma.
Platos realizados con pescado (escabeches -dimljeni šaran), pata de cordero asada (njeguska pršuta), sarma (rollos de col rellenos), kachamac (polenta con papa), ćevapi (rollo de carne asada) verduras y hortalizas en abundancia. Y dulces como tulumba, krofne, baklava, orahnjaca, etc; realizados en  su mayoría con nueces, ciruelas y almíbar. Muchas de estas y otras comidas típicas pueden degustarse en la Fiesta de las Colectividades que realizamos cada año en la UNI.
Las  fiestas  principales era n  las religiosas, porque en su mayoría practican la fe ortodoxa. Día del gran viernes (veliki petak) se celebra en víspera de Pascua. La Slava, que es el santo de cada familia (celebra en familia en sus casas o en la iglesia). Navidad 7 de enero. Año nuevo 14 enero. 13 de julio día del Estado. 21 mayo día de la Independencia.
“Tandil es la colonia montenegrina más antigua de Argentina, establecida a principios del siglo XX.  Los inmigrantes se agruparon como Sociedad de Ayuda Mutua, alrededor del año 1918. Después de casi 100 años: el 6 de noviembre de 2013, se creó la colectividad montenegrina Djedovi (Abuelos) de la cual soy presidente.
A través de esta organización queremos preservar y transmitir las costumbres y tradiciones de nuestros antepasados, cultivando el amor por las raíces y el país de origen.  Participamos en la fiesta de colectividades y diferentes actos locales y de la embajada en Buenos Aires. En 2015 en conjunto con el Municipio inauguramos un monumento a los picapedreros montenegrinos, en Cerro Leones; homenaje a aquellos inmigrantes que trabajaron en las canteras.”
Apellidos que se recuerdan son Amilcar Batelli; José Américo Ghezzi; Rosilda Bugna de Pavlovich; Lucas Pavicevich, Bogdam Vucamanovich, Milovan Yuquich, Salvejich, Lussich, entre otros…
En nuestro país se destacaron distintas personalidades de origen croata y también montenegrino que adquirieron fama en distintas especialidades.
La inmigración serbia, por su parte, se inició en la primera mitad del siglo XIX, con habitantes de la costa del Adriático y de Dalmacia, especialmente marineros, que desembarcaban en Buenos Aires. El capitán serbio Milos Vukasovich (1842-1908) fundó la sociedad La Platense en dicha ciudad en los años 1870. Vukasovich era un marinero experimentado y buen empresario naval, que también diseñó nuevos barcos para su compañía y para otras.
El censo argentino de 1908 había identificado a solo 21 personas con nacionalidad serbia. El censo de 1914 identificó a 316 serbios, 1575 montenegrinos y 38.123 inmigrantes provenientes de Austria-Hungría, entre los cuales había serbios (en poco número). Hacia 1939, se estimaba que 50.000 personas de ascendencia yugoslava vivían sólo en Buenos Aires. También se proyectaba unos 80.000 inmigrantes procedentes de Yugoslavia.
En el período comprendido entre el 1947 y 1957 habían ingresado a la Argentina unos 14.200 inmigrantes procedentes de Yugoslavia. De esta cifra, 9.600 había migrado entre 1947 y 1948. En ese mismo año se había censado a 29.164 inmigrantes yugoslavos, y según el censo de 1960, esa cifra había alcanzado la suma de 36.661 habitantes. Otras estimaciones decían que los descendientes no superaban los 100.00 habitantes. De los inmigrantes yugoslavos, la mayoría eran croatas, incluyendo un número significativo de serbios, luego seguían los montenegrinos. Hacia la década de 1970, tras una nueva oleada, había 130.000 inmigrantes y descendientes. ​
Como verán amigos lectores, la tarea está incompleta y sólo hemos hecho una aproximación con datos insuficientes, pero que creímos podían ser de utilidad para introducirnos en este apasionante viaje por esta respetable colectividad.

Daniel Eduardo Pérez