INMIGRANTES DE LA EX YUGOSLAVIA
Una aproximación a su
llegada a Tandil
Estimados
lectores de en
su momento publicamos referencias acerca de la inmigración española, italiana y
danesa. Hoy intentaremos brindarle una aproximación a la llegada de los
pobladores originarios del territorio que fue la disuelta Yugoslavia,
especialmente de croatas, montenegrinos y serbios, aclarando que la dificultad
mayor para establecer quiénes eran unos y otros ha sido el hecho que en las
fuentes se cita a todos como yugoslavos, por lo cual hemos recabado de fuentes
diversas entre ellas las orales, el mayor número posible de información, pero
necesariamente incompleta…
Yugoslavia describe genéricamente a varias
entidades políticas que existieron sucesivamente en la parte occidental de
la península balcánica en Europa, durante la mayor parte del
siglo XX. “Los propios yugoslavos definen a su país como si contaran las piezas de
un mosaico: seis repúblicas, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas, dos
alfabetos, un estado. Eventualmente podría alargarse la cuenta y citar además
siete religiones, ocho raíces culturales, nueve catástrofes nacionales, diez
influencias exteriores”
El primer país en ser conocido por este nombre fue
el Reino de Yugoslavia, que antes del 3 de octubre de 1929 era conocido como el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos,
que se había establecido el 1 de diciembre de 1918 a través de la unión del Estado de los Eslovenos, Croatas y
Serbios y el Reino de Serbia (al que el Reino de Montenegro se había unido el
26 de noviembre de 1918). En conjunto la diversidad cultural de los Eslavos del
Sur formó un estado multicultural y federativo. En 1941 fue invadido por las
potencias del Eje y debido a los
acontecimientos que siguieron, fue oficialmente abolido entre 1943 y 1945,
cuando fue invadida por Alemania.
Tras el triunfo de las fuerzas aliadas y partisanas
en la Segunda Guerra Mundial, el territorio recibió las denominaciones de
República Democrática Federal de Yugoslavia en 1945 y República Federal Popular
de Yugoslavia en 1946. En 1963, pasó a llamarse República Federal Socialista de
Yugoslavia (RFSY), que fue el estado yugoslavo de mayor duración.
Josip Broz, conocido por su
título militar mariscal Tito, fue un político y
militar comunista yugoslavo, jefe de
Estado de Yugoslavia
desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su
muerte a los 87 años.
El Estado de Yugoslavia estaba compuesto por seis
repúblicas socialistas: RS de Bosnia y Herzegovina, RS de Croacia, RS de
Eslovenia, RS de Macedonia, RS de Montenegro y RS de Serbia (que incluía las
provincias autónomas de Vojvodina y Kosovo y Metohija).
A partir de 1991,
la República Socialista Federativa se
desintegró a causa de las Guerras Yugoslavas que siguieron a la secesión de
la mayoría de las cominidades constitutivas del país. El siguiente estado
nombrado, la República Federal de Yugoslavia, ya con distinta composición
geográfica, existió hasta 2003, año
en el que pasó a denominarse Serbia y Montenegro debido a las presiones
internacionales. Este último país continuó existiendo hasta 2006, cuando Montenegro abandonó la
unión. En ese mismo momento Serbia también declaró su independencia.
LA LLEGADA A AMÉRICA
Y ARGENTINA
Entre los primeros en llegar fueron los montenegrinos de las zonas costeras que
comenzaron a arribar a Argentina y a los países de América del Sur ya en los
comienzos del siglo XIX. También hay algunos casos de inmigraciones anteriores.
Estos primeros inmigrantes fueron en general marineros y comerciantes. A este
período lo suelen denominar período de las llamadas emigraciones individuales,
ya que principalmente se trata de individuos solos o pequeños grupos que
constituiría la primera corriente migratoria.
A Argentina llegaron en mayor número en los años ‘80
del siglo XIX y en ese tiempo se establecieron exclusivamente en Buenos Aires y
sus zonas portuarias. Por aquel entonces se fundaron también las primeras
asociaciones, generalmente junto con inmigrantes de Dalmacia (Croacia) y de
Eslovenia.
La asociación más antigua fue fundada en Buenos Aires en el año 1882 y llevaba el nombre de “Družtvo Slavjansko Uzajemne Pomoći” (Sociedad Eslava de Socorros Mutuos), la misma fue fundada principalmente por croatas y montenegrinos. (La inmigración sudeslava en toda América del Sur está compuesta principalmente por un 70% de croatas, 15% de eslovenos, 10% de montenegrinos, y 5% de los restantes)
La asociación más antigua fue fundada en Buenos Aires en el año 1882 y llevaba el nombre de “Družtvo Slavjansko Uzajemne Pomoći” (Sociedad Eslava de Socorros Mutuos), la misma fue fundada principalmente por croatas y montenegrinos. (La inmigración sudeslava en toda América del Sur está compuesta principalmente por un 70% de croatas, 15% de eslovenos, 10% de montenegrinos, y 5% de los restantes)
La inmigración de montenegrinos en masa comienza en los primeros años
del siglo XX principalmente desde Génova. Por ejemplo, en 1904
entraron legalmente 800, e ilegalmente hasta dos veces esa cifra. Casi todos
los que iban a Estados Unidos y no tenían pasaporte o no pasaban los controles
médicos en Elis Island (isla frente a Nueva York que servía como base para el
registro y recepción de los nuevos inmigrantes en Estados Unidos), como no
registrados de diversas maneras iban a Argentina, que tenía importantes leyes
de inmigración más liberales y un control de entrada al país significativamente
peor. Esta corriente migratoria, quizás la más grande, en la que se establecen
en Argentina alrededor de 10.000 montenegrinos,
termina a finales de la primera guerra
mundial. En el curso de esta fase de inmigración, se conciben las colonias más grandes en Argentina: Dock
Sud, Tandil, General Madariaga , Venado
Tuerto y La Montenegrina (en la provincia del Chaco). Con la creación del nuevo
país y la extinción del Reino de Montenegro termina la segunda fase de
emigración.
Luego de 1918 comenzaron a llegar a Argentina
grupos de inmigrantes políticos de Montenegro, en mayor parte opositores a la
unión, y el mismo líder Krsto Popović reside algunos años en Dock Sud y lucha
por las colonias con el objetivo de reforzar su movimiento.
La tercera corriente migratoria continuó hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque en el curso de la guerra hay raros casos de inmigraciones individuales a América del Sur, principalmente desde terceros países.
La tercera corriente migratoria continuó hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque en el curso de la guerra hay raros casos de inmigraciones individuales a América del Sur, principalmente desde terceros países.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, llegó a
Argentina un grupo perteneciente al movimiento derrotado en la guerra y otros
opositores ideológicos del sistema de la entonces Yugoslavia. Se calcula que
se establecieron alrededor de 400 en
Argentina, y alrededor de 200 en los demás países, especialmente en Perú,
Venezuela, y un pequeño número en México y Brasil.
De todas las corrientes migratorias mencionadas,
los pertenecientes a la cuarta son los únicos de los cuales hoy en día hay
vivos en un pequeño número. De la
tercera corriente existen todavía algunas personas de mucha edad que viven en
las colonias. Este dato es importante para comprender la estructura de los
argentinos de origen montenegrino de hoy en día, ya que actualmente se habla
casi solamente de descendientes de inmigrantes, de 2da, 3ra, 4ta e incluso 5ta
generación, cuya conciencia nacional y conciencia sobre el origen depende más
que nada de la educación familiar y de eventuales vínculos con la familia en
Montenegro, los que en gran parte fueron interrumpidos en el tiempo de la
Segunda Guerra Mundial.
La mayoría, alrededor del 60% de los descendientes de montenegrinos, son
hoy en día de diferentes formas fieles de la Iglesia Católica, un muy pequeño número de ellos son practicantes.
En cuanto al idioma, es hablado todavía por un muy
pequeño número de personas, principalmente en las colonias. En toda Argentina
el número de personas que todavía hablan y escriben el idioma de los ancestros
no sobrepasa los 500.
La conclusión, hecha muy seriamente sobre la base de encuestas realizadas en las colonias durante los últimos 10 años, a partir de guías telefónicas y padrones electorales, comparados con datos del centro para migraciones de Buenos Aires y otras instituciones que se ocupan de la preservación de la migración en Argentina, es que en toda la Argentina viven algo más de 30000 descendientes de inmigrantes de todas las generaciones.
La conclusión, hecha muy seriamente sobre la base de encuestas realizadas en las colonias durante los últimos 10 años, a partir de guías telefónicas y padrones electorales, comparados con datos del centro para migraciones de Buenos Aires y otras instituciones que se ocupan de la preservación de la migración en Argentina, es que en toda la Argentina viven algo más de 30000 descendientes de inmigrantes de todas las generaciones.
LA LLEGADA A TANDIL
Tal como manifiesta el autor de Estudio sobre
Montenegrinos en América del Sur, Gordan Stojović, y los antecedentes
obrantes en Tandil, llegan a nuestras tierras especialmente para dedicarse a la
industria de la piedra a fines del siglo XIX.
La distinción entre montenegrinos, croatas y
serbios se ha hecho difícil por no estar registrados por esas nacionalidades,
en general, sino como yugoeslavos, por lo cual el trabajo presente es
incompleto y apenas una aproximación que hasta puede contener algunos errores
en las nacionalidades, pero igual creímos oportuno como para dar pie a un
futuro mejoramiento.
El nacimiento y desarrollo de la explotación del
granito en las canteras del Tandil, cuyos pioneros fueron los italianos, fue
sin duda un atractivo para arraigarse en
el duro trabajo de picapedrero de los inmigrantes eslavos, especialmente
montenegrinos y también, en menor escala croatas y serbios.
La
inmigración forzada por los problemas económicos de la tierra natal, por la
obligatoriedad de la conscripción, cuya duración se extendía hasta cuatro años,
y el clima de pre guerra, trajo entonces a nuestra ciudad una colonia con
formas de vida diferentes, y características propias de una raza en que se
mezclan las culturas griega, romana y eslavas (búlgara y húngara) austríaca y
turca.
Así
las canteras de Cerro Leones, La
Movediza, San Luis y Albión fueron las principales receptoras de esta mano
de obra inmigrante, que se transformó en
experta como picapedreros, herreros etc…
Los
primeros en llegar a las canteras de los italianos tuvieron que adaptarse a las
duras condiciones de vida, además de superar el manejo del idioma (o italiano o
español), pero poco a poco lo lograron.
Como
era lógico, se nuclearon primeramente para satisfacer el aspecto social de la
colectividad, sin comisiones directivas, "ya que ninguno desea ser más que el otro" y en 1906 se reunieron en asamblea para
constituir la Unión Obrera de las
Canteras, que se ocuparía de los problemas gremiales y de la resolución de
los conflictos laborales. Integraban
entonces la asociación obrera, canteristas
de las diversas explotaciones locales entre ellos los croatas Cosme Stiglich,
Andrea Maronich,
OTRAS ACTIVIDADES
Pocos
eran los yugoeslavos que no se dedicaban a la actividad de las canteras; entre
ellos estaban: “Antonio Paravich que
llegó a Tandil en 1926 para establecer una herrería de obra; el croata José
Pisculich y su esposa María Vuconich, arribados
aproximadamente en el 27 o 28 y que tuvieran marmolería de importancia;
Vladimir Car, dedicado a la mecánica de automotores; Pedro Vuconich, zapatero
al igual que el croata Rodolfo Paskvan, que también poseía un alojamiento en la
cantera. Por su parte el montenegrino Peuscovich poseía una fotografía frente a
la Plaza Independencia”-afirman vecinos en Nueva Era Aniversario 1960.
José
Pisculich trabajó como ayudante de Carlos Allende en la elaboración de los
basamentos del monumento a Juan Fugl y a Miguel Basílico y en otros trabajos
luciendo su habilidad de excelente picapedrero.
En
la construcción muchos trabajaron como albañiles o integraban las cuadrillas
que empedraron prolija y artesanalmente las calles de la ciudad.
Alejandro
Zuzulich, de ascendencia croata, fundó la empresa de transportes "Avenida",
instalando luego el Hotel Residencial, creó un motel en Córdoba y fue uno de
los puntales del barrio Golf, hoy zona residencial. En la década del treinta Zuzulich
había comenzado con un taller de arreglo de automotores en la Av. España
esquina Rodríguez, más tarde convertido en la Estación de Servicio Avenida, se
apunta en la citada publicación de Nueva Era.
VIDA FAMILIAR
“Las familias eran casi todas numerosas.
Vivían en las casas de piedra de la cantera San Luis o en las de madera (sujetas
con cables y píedras a la tierra), de la cantera Albión, siempre cerca de los
padres que afanosamente trabajaban en la piedra. Por lo común dentro de ellas
se hablaban tres idiomas: el propio de su nacionalidad (montenegrino, croata o
serbio), el italiano y el castellano, dado que la comunicación era necesaria
entre miembros de la comunidad que se expresaban, exclusivamente, en cualquiera
de ellos.
Los niños iban a la
escuela de Cerro Leones, donde enseñaba el maestro Juan Calvo, o a la de Albión,
donde Enrique Maroni y Gilberto Vichy les inculcaban las primeras letras junto con
las canciones patrias acompañadas con guitarra y violín.
También concurrían,
luego del año 1910 a la escuela de Arroyo Seco, donde la maestra Rosa Dázquez y
luego la Sra. de Rubellas trabajaban impartiendo conocimientos a los hijos de canteristas”-anoticiaban en 1960 a
Nueva Era, donde además se informaba que:”Se
reunían anualmente para Navidad, luego de la misa tradicional. Los grandes y
los pequeños todos unidos en alegre festejo en la fonda de Victoriano Olivera
en San Martín al 500. A fines del siglo pasado había otro lugar tradicional
para charlar y reír, la primera fonda croata de Nicolás Ghezan, donde estuvo la tienda La Exposición, en Rodriguez
y Sarmiento y la de España y Rodriguez, de Vidak Peyovich y Felipe Raduvonich
haciendo cruz con la de Stiglich. Todos paisanos.
Las fiestas patrias y
los cumpleaños eran celebrados con gran algarabía general.
Reunión de la Unión
Yugoeslava, a principios de siglo. Cosrne Polich, Pedro Lacovich. Pasee y Jorge
Radudovich, Miguel Marcovich, Vicente Zrinovich. Arron Bugacich, Juan
Kriscovich , Antonio Stiglich, Francisco Fraimayer, M. Rasich, Juan Marcovich,
Abraham Remik, Míls n Rasich, Antonio y Vicente Antích, Emilio Radich, Nicolás
Radelich, Mateo Maronich, Natalio Polích, B. Vucumanovich, José Vidas, Emilio y
Savo Lumovich, Juan Radetich, Nicolás Lacovich, Carlos Tonkovich, José y Juan
Maricich, Juan Cuculich, Víctor Blazina, Francisco Antonich, Mateo Vidas,
Nicolás Bencic, Pedro Polich. Pablo Ruzich, Maile,
Nicolás Rístovich y muchos más, teniendo en cuenta que sólo en La Movediza
vivían cerca de cien montenegrinos. Muchos de ellos
poseían conocimientos musicales traídos de la lejana costa adriática, y en la
dura vida del canterista y del herrero, hacía falta un ingrediente musical que
aportara alegría a la jornada de descanso y de fiesta. Así se agruparon en una
orquesta con guitarras, bandoneón, acordeón a piano, y cítaras, con intérpretes
como Cuculich, Blazina, Paravich y otros. El conjunto logró cierta popularidad
y era reclamado para animar las veladas
del Americano los domingos por la tarde, conjuntamente con el violoncellista
Colombo.”
Era
la década del veinte y los yugoeslavos bajaban de las canteras también en
alguna fiesta patria o a acompañar a los muertos de la colectividad.
Es
oportuno rescatar algunos testimonios contemporáneos, como el de Marta Lacovich en El Eco del 25 de setiembre de 2012, respecto a los croatas. Cuenta: “Mi padre vino de Croacia por dos años. Mis padres
vinieron como todo inmigrante, con la idea de llegar a América para juntar
dinero y llevarlo allá. No es que hayan estado mal allá, pero para tener una
vida mejor. Vino por dos años, y justo cuando estaba por volver a su país natal
estalla la guerra del ‘14. No pudo ni ir él ni venir nadie. “
Relata que su papá fue también croto, porque no
conseguía trabajo, no sabía el idioma viajando finalmente a Tandil, donde
empezó a trabajar en las canteras, de herrero.
“Después tuvo
una cantera por cuenta propia hasta el año ‘30, que vino la crisis de la
Argentina. Y nos vinimos para acá, para la ciudad, y puso un taller de
herrería, primero de herrar caballos y hacer y arreglar herramientas. Después
mis hermanos aprendieron el oficio de herreros de obra, de hacer puertas, esas
cosas. Todavía está el taller. Aprendió eso mi hermano y después siguieron los
demás hermanos con eso, porque ya los caballos, ya no. Empezó a venir el
automóvil y ya el trabajo ese no fue más importante. “
“Mi mamá no sabía casi hablar castellano, así que le hablábamos todo en
croata. Y nos reuníamos siempre con la familia. Como si fuéramos hermanos
porque todas y todos dejamos familia allá”.
“Y bueno,
ellos siguieron con las mismas tradiciones de allá. Si el domingo pasado yo
hice algunas de las comidas que hacíamos allá como el “Chucrut”.
No obstante, lo cierto es que Argentina tiene la tercera comunidad más grande de croatas de
todo el planeta, sólo por debajo de la de croatas en Estados Unidos y Alemania:
de acuerdo a cifras de la diáspora croata proporcionadas por el gobierno de
Croacia, se estima que hoy viven en Argentina unos 250.000 mil descendientes de
croatas, sólo en el Gran Buenos Aires, viven unos 40 mil descendientes. Los
inmigrantes croatas se repartieron geográficamente de forma equilibrada: hubo
importantes colonias croatas en provincias tan distintas como Chaco, Chubut,
Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Tierra del Fuego.
Además, la colectividad croata es una de las más
antiguas y duraderas. Su historia se remonta a la época en que Argentina
todavía era una colonia española, como lo atestigua la llegada, en 1749, del
jesuita Nicolás Plantich para ser profesor en la Universidad de Córdoba. Hacia
finales del siglo XIX se aceleró la llegada de croatas coincidiendo con el gran
aluvión de otras corrientes inmigratorias, y durante el período entreguerras
alcanzó su mayor pico. Aunque lejos de los números de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, la inmigración croata continúa hasta el día de hoy:
luego de la caída de la Unión Soviética y del fin de Yugoslavia se reactivó la
llegada de inmigrantes croatas. Al ser Croacia es un país
católico le da mayor afinidad religiosa con Argentina y como Croacia forma
parte de la Unión Europea, la vuelve una opción para hacer negocios.
Otros
testimonios son los de Susana
Suffredini, Sonia Toncovich, Carolina Sorich y Guillermo Cravea, quienes
tienen ascendencia croata y recordaban, con motivo del Mundial de Fútbol de
Francia,a sus antepasados y la llegada a este continente.
Toncovich
resaltó que “las mujeres apostamos fuerte con la presidenta y la manager, pero
especialmente con mucha alegría y apostando al día domingo con toda la
ilusión”. Agregó que “es un honor
representar a la colectividad ya que soy la presidenta de la Unión de
Colectividades. Desde chica estamos trabajando, primero comenzó nuestro tío
representando a la colectividad y posteriormente nos fuimos sumando. Hoy en día
estoy como presidenta y es algo muy lindo”.
Consultada
Sorich sobre sus antepasados, contó que “en
1926 llegaron mis bisabuelos a Los Pinos, un pueblo que está en Balcarce.
Posteriormente, en 1933, viajaron hacia Tandil y ahí se instaló mi apellido”.
Toncovich
y Suffredini son primas, y señalaron que “su
papá y mi mamá -contó Toncovich- eran hermanos, para la Primera Guerra Mundial
vino el abuelo y unos años después llegó la abuela. Se instalaron en Tandil en
el mundo de las canteras y más tarde se vinieron para la zona céntrica. Siempre
tratamos de conservar las tradiciones y lo que los abuelos nos legaron. Además
están presentes en la ciudad a través de las obras, porque los croatas
recuerdan al mundo de las canteras, por ejemplo, los pilotes en la subida al
Parque Independencia o los empedrados, todo eso nos hace acordar a nuestros
ancestros”.
Suffredini
dijo que “somos familia hace muchos años
al igual que el resto de la colectividad como Paskvan, Radetich, Supán,
Ghezzan, Blazina, Malinarich, entre otros”.
Cravea
señaló que “en mi caso, mi abuelo Esteban
Skeich vino de Croacia con mi abuela que se llamaba Paulina Supán. Trabajaron
en la cantera y luego se vinieron a la ciudad. Tuvieron ocho hijos, de los
cuales cuatro mujeres viven y una es mi mamá”. Recordó que “tuve la suerte de
ir el año pasado, nuestra familia es de Split, una ciudad muy linda ubicada sobre
el mar Adriático”.
Aseguraron
que “la colectividad tuvo su época
inicial en el salón del Centro Yugoslavo y en la actualidad se armó un grupo
donde se ha sumado mucha gente joven, que es lo más importante y lo que
necesitamos para que siga la tradición que nosotros llevamos muy adentro.
Realmente están trabajando mucho y es la primera vez que se pudo llevar a cabo
que una persona enseñe el idioma, que es algo muy difícil”.
Remarcaron que “el croata es
muy tranquilo, introspectivo y ha realizado trabajos muy duros, como para que
las nuevas generaciones se vayan templando. Hay muchos valores de la
colectividad que son buenos de transmitir”.
A
su vez, Karina Orahovac, en una entrevista en El Eco del 21 de enero de 2018, comenta que “los
inmigrantes montenegrinos comenzaron a llegar a la Argentina a partir del siglo
XIX en 4 corrientes migratorias. Se asentaron principalmente en la provincia
del Chaco, en Buenos Aires, Madariaga y Tandil. En nuestra ciudad trabajaron en
su mayoría en las canteras de piedra.
Mi abuelo paterno Yuro Orajovac
(Djuro Orahovac Milić) fue un inmigrante montenegrino, que vino a nuestro país
en el año 1918 a los 21 años. Se casó y tuvo 14 hijos, uno de ellos,
Juan, es mí padre. Soy tercera generación de montenegrinos en Argentina”.
En general la mayoría de los europeos eligieron
Argentina como destino venían a “hacer la América”. Los
montenegrinos vinieron a Tandil tal vez por la similitud del paisaje con su
país de origen, además podían trabajar como picapedreros, oficio que algunos
traían desde allá.
Argentina era descripta por los montenegrinos como
“Tierra hermosa y de buena gente” Un
destino de esperanza y de una nueva vida. Se adaptaron bien culturalmente a
Argentina, sin perder ni olvidar sus raíces, mediante organizaciones
montenegrinas, preservando mayormente el idioma.
Platos realizados con pescado (escabeches -dimljeni
šaran), pata de cordero asada (njeguska pršuta), sarma (rollos de col
rellenos), kachamac (polenta con papa), ćevapi (rollo de carne asada) verduras
y hortalizas en abundancia. Y dulces como tulumba, krofne, baklava, orahnjaca,
etc; realizados en su mayoría con nueces, ciruelas y almíbar. Muchas de
estas y otras comidas típicas pueden degustarse en la Fiesta de las
Colectividades que realizamos cada año en la UNI.
Las
fiestas principales era n las religiosas, porque en
su mayoría practican la fe ortodoxa. Día del gran viernes (veliki petak) se
celebra en víspera de Pascua. La Slava, que es el santo de cada familia
(celebra en familia en sus casas o en la iglesia). Navidad 7 de enero. Año
nuevo 14 enero. 13 de julio día del Estado. 21 mayo día de la Independencia.
“Tandil es la colonia
montenegrina más antigua de Argentina, establecida a principios del siglo XX.
Los inmigrantes se agruparon como Sociedad de Ayuda Mutua, alrededor del
año 1918. Después de casi 100 años: el 6 de noviembre de 2013, se creó la
colectividad montenegrina Djedovi (Abuelos) de la cual soy presidente.
A través de esta organización queremos preservar y transmitir las
costumbres y tradiciones de nuestros antepasados, cultivando el amor por las
raíces y el país de origen. Participamos en la fiesta de colectividades y
diferentes actos locales y de la embajada en Buenos Aires. En 2015 en conjunto con el Municipio
inauguramos un monumento a los picapedreros montenegrinos, en Cerro Leones;
homenaje a aquellos inmigrantes que trabajaron en las canteras.”
Apellidos que se recuerdan son Amilcar Batelli; José Américo Ghezzi; Rosilda Bugna de Pavlovich;
Lucas Pavicevich, Bogdam Vucamanovich, Milovan Yuquich, Salvejich, Lussich,
entre otros…
En nuestro país se destacaron distintas personalidades de origen croata
y también montenegrino que adquirieron fama en distintas especialidades.
La
inmigración serbia, por su parte, se inició en la primera mitad del siglo XIX, con habitantes de la costa del Adriático y de Dalmacia,
especialmente marineros, que desembarcaban en Buenos Aires.
El capitán serbio Milos Vukasovich (1842-1908)
fundó la sociedad La Platense en dicha ciudad en los años
1870. Vukasovich era un marinero experimentado y buen empresario naval, que
también diseñó nuevos barcos para su compañía y para otras.
El censo argentino de 1908 había identificado a solo 21 personas con
nacionalidad serbia. El censo de
1914 identificó a 316 serbios, 1575 montenegrinos y 38.123 inmigrantes
provenientes de Austria-Hungría, entre los cuales había serbios (en poco
número). Hacia 1939, se estimaba que 50.000 personas de ascendencia yugoslava
vivían sólo en Buenos Aires. También se proyectaba unos 80.000 inmigrantes
procedentes de Yugoslavia.
En el período comprendido entre el 1947 y 1957
habían ingresado a la Argentina unos 14.200 inmigrantes procedentes de
Yugoslavia. De esta cifra, 9.600 había migrado entre 1947 y 1948. En ese mismo
año se había censado a 29.164 inmigrantes yugoslavos, y según el censo de 1960,
esa cifra había alcanzado la suma de 36.661 habitantes. Otras estimaciones
decían que los descendientes no superaban los 100.00 habitantes. De los inmigrantes yugoslavos, la mayoría
eran croatas, incluyendo un número significativo de serbios, luego seguían
los montenegrinos. Hacia la década de 1970, tras una nueva oleada, había
130.000 inmigrantes y descendientes.
Como verán amigos lectores, la tarea está
incompleta y sólo hemos hecho una aproximación con datos insuficientes, pero
que creímos podían ser de utilidad para introducirnos en este apasionante viaje
por esta respetable colectividad.
Daniel Eduardo Pérez