ANTONINO EL SANTO DE LOS LIBROS
Hay personajes de la historia tandilense que además de poco conocidos popularmente, no han sido reconocidos como es debido.
Tal es el caso de don Antonino Pellitero.: Nacido en Benito Juárez el 7 de junio de 1912. De niño llegó con su familia a Tandil, donde su padre abrió una fiambrería primero en la calle Gral. Rodríguez y luego en Alem, donde vivió Antonino hasta su muerte.
Luego de estudiar en el Colegio San José, pronto comenzó su tarea como agente judicial junto a los procuradores hermanos Manocchi, tarea que luego continuó solo.
Era Párroco por entonces el Pbro. José M. Chienno que fundó- entre otras instituciones-la Cofradía de Luján, en 1930; la Acción Católica en 1936 y la Conferencia Vicentina en 1938, abriendo la luego célebre librería de la Juventud de la Acción Católica a cuyo frente estuvo hasta su cierre, nuestro querido amigo y maestro Antonino.
Pero hagamos un poco de historia. Chienno, fue uno de los que llevó adelante una iniciativa de carácter social: dotar a Tandil de un lugar adecuado para que los huérfanos tuviesen el cuidado necesario.
Corría 1922 y la propuesta incluía que la futura institución fuera dirigida y administrada por la Congregación Hijas de María, fundada por el Pbro. Alberto Guerrero el 10 de mayo de 1901 (disuelta el 10 de febrero de 1982). Esta necesidad ya era visualizada por el municipio, el vecindario y la misma prensa.
Aceptada la iniciativa, las integrantes de la Congregación se pusieron a trabajar rápidamente para instalar el futuro Asilo, en forma provisoria, en la casa que poseían como sede en la actual calle Fuerte Independencia 364, desde 1906 y que luego vendió a la Municipalidad quedando adosada al nuevo Palacio Municipal, adquiriendo otra finca cercana donde creó un taller de confección de ropa para los pobres y una biblioteca para uso de sus asociados,.que sucedió a la primigenia de la misma calle, adecuando lo mejor posible sus instalaciones como para poder inaugurar en tiempo y forma, colaborando para ello la Comisión del Centenario con $ 10.000
Por su parte la Congregación de los Hermanos de la Sagrada Familia habían iniciado la construcción de lo que sería el Colegio San José. Terminadas las tareas constructivas, el 9 de marzo de 1908 se inauguró con la dirección del Hermano Miguel Dangnac conocido como Hermano Vicente. Nacía sí el primer establecimiento educativo de esta Congregación en nuestro país.
Junto al citado Hermano, fueron los Hermanos fundadores: Víctor Rolland, Serafín Tupin, Alfonso Garroni y Antonio Giraud, todos ellos franceses. Treinta y cuatro alumnos distribuidos en tres secciones de los primeros grados, fueron los pioneros.
Al año siguiente el número de alumnos creció notablemente hasta llegar a ciento veinte, dejando su lugar en la dirección, en 1911 para dar paso al Hermano Dionisio Pionchon, quien estuvo al frente del Colegio hasta 1920.
Durante su gestión se registraron importantes progresos edilicios, entre ellos el de dotar de luz eléctrica al edificio y adquirir los terrenos sobre la calle Fuerte
Independencia, donde se construyó el Aspirantado, el que luego de un año se trasladó a Córdoba.
También fue Chienno quien fundó el periódico "La Revista", en 1922, desde cuyas columnas sostuvo recordadas polémicas, cuando la masonería y el comunismo aparecían como verdaderas amenazas a la fe católica y la convivencia entre las ideologías no era palabra conocida.
Fallecido Chienno, asumió como Párroco el padre Luis J. Actis, que desarrolló una intensa y prolífica tarea hasta 1978.
Fue en 1947 en que comenzó a dar forma a una idea que lo tenía obsesionado: un lugar adecuado para que Tandil tuviera acceso a expresiones culturales: el Salón Parroquial y sede de la Acción Católica, que finalmente inauguró en 1951, dando lugar a lo que sería el Teatro Estrada, que hoy luce, con nombre cambiado inexplicablemente, y que, desde hace unos años, es patrimonio municipal.
En 1956 el Colegio San José comenzó la ampliación sobre F. Independencia y a su vez la Junta Parroquial de Acción Católica, creada en 1934, se trasladó al edificio levantado en F. Independencia 360, para que allí funcionaran todas sus sedes, que incluía el local de la Librería de Jóvenes de la Acción Católica, que fue puesta en manos de don Antonino, desde el 1 de agosto de 1935, quien era dirigente desde muy joven de esta entidad. El Salón Parroquial y la Librería fueron desde entonces un clásico de la manzana de las luces.
Desde ese año y hasta hoy, ambos inmuebles permanecen con su típico frente de piedra y los fantasmas, siempre bondadosos, de don Antonino y sus libros, rondan la cuadra…
Después de desalojar el lugar, Antonino siguió en su casa su ímproba tarea de educador desinteresado, hasta poco antes de morir en la pobreza en 1993.
Me unía con don Antonino una relación con respeto especial, veía en él a la imagen de santidad austera, pobre y llena de bondad. Me parece verlo con su andar cansino recorriendo diariamente, sábados y domingos inclusive, desde su casa a la distribuidora de Berkunsky, donde obtenía los diarios nacionales y locales y con su bolsita de red cargada, llegaba hasta su reducto de la librería, siempre por la tarde salvo los domingos.
Acumuló durante su vida innumerables recortes que colocaba en carpetas clasificadas por temas, especialmente relacionadas a la ciudad y mantenía correspondencia con personajes ilustres desde el P. Furlong a los hermanos Lacueva dueños de esa fabulosa e inolvidable Librería Platero en Bs.As. .Lo visitaban frecuentemente historiadores como Carlos Moncaut y otros. Así entre temas religiosos , históricos y políticos pasó su vida acopiando, además, diarios y revistas “para recortar alguna vez”, vez que nunca llegó por la cantidad que lo superaba y se acumulaban apilados por centenares…
Tuvo pocos amigos pero de los buenos tal el caso de don Amador Isasa bibliotecario de la Rivadavia, Mereb, Dufau, Laxalt, Mons. Actis, especialmente…
“Se entusiasmaba con los pedidos de los lectores. Cuando más raros, mejor. Entrando por Independencia a esa sala con historia, olor a humedad, un piso que crujía y un frío que mataba, uno divisaba a Antonino en un rincón, al fondo. Sobre su sien caía una lámpara de no más 40w, amarilla, tenue, que lo cobijaba”-decía el periodista y amigo Julio Varela en una nota sobre Antonino aparecida en Nueva Era con el título de “Entre libros y recuerdos”.
Brindaba con generosidad todo lo que tenía a su alcance y que pudiera ser útil al requirente…
“Y me ponía colorado de estar comprando, por ejemplo, un librazo documentado como operaba la CIA en Estados Unidos o esos ensayos de cine y de teatro (esa historia de Sadoul, el primer “Hamlet” que cruzó por mis manos, aquella vida de Chaplin) por solo monedas. Uno de más y Antonino se ofendía. Sigamos el recorrido. Del otro lado del anaquel, los latinoamericanos de un lado y los ensayos más a la izquierda. Gálvez, Sarmiento, Vida y obras. Crónicas apasionantes. Enfrente, mesa por medio donde estaban las Esquiú y Todo es Historia, entre otras, estaban los estantes de filosofía: de Descartes a Kant. De Aristóteles a Buber. Bajando la mirada aparecía el ensayo y la ficción argentina. José Ingenieros. Marechal. Borges, por supuesto. Pero lo que seducía era lo raro. Lo inconseguible. Por ahí había que ensuciarse un poco las manos, pero lo extraño aparecía.- agregaba Varela
De aquellos tiempos surgen en el recuerdo del autor de estas líneas, los encuentros de los domingos al mediodía con Mons. Actis, en la librería "de Antonino", donde además de retarnos por el "maldito cigarrillo" y dejar el clásico "Esquiú", expresaba sus pareceres acerca de las formas de implementación de lo normado por el Concilio Vaticano II, a lo que por su formación y edad, le costaba adaptarse, sin dejar de obedecer.
Además de la política religiosa, también la política nacional y local lo apasionaba, no callando cuantas veces fuera necesario defender la libertad, ignorando muchos hasta el día de hoy, algunos episodios que en otra oportunidad relataremos
El traspaso a la Municipalidad de estos edificios se llevó consigo el lugar y los recuerdos, estando varios años con destinos diversos hasta la restauración reciente mencionada.
Por más de cinco décadas la “librería de don Antonino” fue faro de cultura y lugar de encuentro para jóvenes y no tan jóvenes que encontraban allí un verdadero manantial de sabiduría y, claro está, libros inhallables que solamente Antonino conseguía.
En su casa de Alem, frente, al cuartel de Bomberos, continuó su silenciosa tarea, menguada por la edad, el lugar y la economía, casi hasta poco tiempo que muriera, entre el olvido y la pobreza.
Allí siguió recibiendo las visitas de siempre, Mons. .Actis, Isasa, Rosita la vecina., yo y prácticamente nadie más. “Era tan hermético, tan para adentro…”. Sin embargo, pese a ese comentario real, se lo notaba comunicativo. La vidriera, apenas abierta, mostraba solo los Esquiú. Ya no había casi libros para la venta. Ya no estaban los saludos de los tordos en otoño. La última vez que lo vi, siempre con su flaca bolsita de red para los mandados fue justo enfrente del Supercop”-recuerda Varela
Recopiló una extensa y valiosa bibliografía que después de varios intentos para vencer su modestia logré que aceptara que lo publicáramos como libro que prologué y quedó para la posteridad como un aporte concreto: “Contribución a la bibliografía sobre el Tandil”, editado por la Universidad en 1980.
Su militancia católica lo llevó a actuar en la Acción Católica, colaborar con La Revista y establecer la que hiciera famosa Librería de la Juventud de Acción Católica que atendió hasta su cierre. Fue el librero por antonomasia y generoso
colaborador de quienes escribían sobre la historia lugareña, habiendo poseído una biblioteca personal y archivo extraordinarios, como quedó dicho. Cual un monje célibe y austero, falleció en la santidad de su pobreza en Tandil el 26 de agosto de 1993, a los 81 años y sus restos fueron sepultados en el Cementerio Municipal, en una mañana lluviosa, acompañado por apenas seis amigos
Daniel Eduardo Pérez
jueves, 22 de agosto de 2019
miércoles, 22 de mayo de 2019
LA INDUSTRIA METALÚRGICA EN EL TANDIL
LA
INDUSTRIA METALÚRGICA EN EL TANDIL
SUS ORÍGENES Y
DESARROLLO
A medida que Tandil se fue poblando, fueron apareciendo
distintas necesidades entre quienes se aventuraron a radicarse por estos pagos,
por entonces alejados de los centros “civilizados”.
Entre los primeras actividades que se conocen estuvieron,
como es natural, la de los comerciantes, “vivanderos”, pulperos y los carreros
que transportaban lo necesario para aprovisionar primero a la guarnición del
Fuerte y luego al incipiente poblado.
También allí estuvieron los primeros herreros y así ya por 1880 encontramos citados a tres Miguens,-uno en Alem, otro en 9 de
Julio y el tercero en Sarmiento-que poseían herrerías. Otras eran las de F. Rivas, P. Serrat y Pellegrini, que por lo visto tenían buena
cantidad de trabajo con los carruajes, elementos rurales y naturalmente el
herrado de los caballos.
La labor agropecuaria que inició la llegada de Juan Fugl había incorporado la siembra y cosecha
del trigo y su molienda, lo que requirió
de hombres capaces de arreglar o hacer determinadas piezas de las primitivas
maquinarias (recordemos que fue el danés también quien trajo la primera
“cosechadora”).
Un hecho solitario y aún en cierta nebulosa, fue la fundición de la gran campana del Templo de la Inmaculada Concepción, la que según
los datos documentados, fue fundida en Tandil, con metales preciosos y de los
otros, donados por los vecinos, por un tal Juan
Della Cella, de indudable origen italiano, que vino de Buenos Aires. Cómo
lo hizo y con qué medios no quedó registrado claramente, lo cierto que la
campana, conocida como La Tandilera,
luce hoy en el Museo Tradicionalista Fuerte Independencia, con su leyenda:” Los tandileros me obsequiaron con oro, plata
y demás metales. Y he sido fundida en esta localidad en diciembre de 1883. Peso más de 3000 libras”.
Ese fue precisamente el año en que se concretó la Primera
Feria Exposición Rural e Industrial en el Tandil, en la manzana donde hoy
está, entre otros edificios, el Banco Nación, frente a la plaza.
Aquellos primitivos herreros dieron pie, junto al aumento
de los requerimientos, especialmente del sector rural, a emprendimientos de
mayor envergadura. Así fue que en 1912,
Gregorio Fernández instaló los Talleres El Brazo, en la calle 4 de
Abril al 1000.
El Brazo significó
para Tandil un importante avance en la atención de la reparación general de
maquinaria de la época, lo que incluía la permanente creatividad de Fernández y
luego de sus hermanos e hijos, forjadores de una fama que aún hoy perdura.
Cuchillos, herraduras, repuestos y muchos elementos más, fueron saliendo de
las distintas herrerías, pero aún no había llegado la hora de la industria que
daría a Tandil justa fama en el ámbito nacional: la fundición de hierro y luego
de otros metales y aleaciones.
Corría el año 1916
cuando llegaron a Tandil los hermanos Donato,
Francisco y José Bariffi, provenientes de Buenos Aires, adonde habían
arribado desde su natal Italia para radicarse y trabajar en el almacén de sus
parientes en Las Chilcas.
Eran años en los que Tandil comenzaba a dar forma a la Cámara Comercial e Industrial, que
finalmente se fundó en 1922 , eligiendo como primer presidente a Félix
Vilches, figurando entre los fundadores firmantes Francisco Bariffi, quien luego integró en
varios períodos la comisión directiva.
Fueron estos hermanos cuyas biografías son dignas de
conocerse, y de quienes dimos una
síntesis en 1986 en la sección “Calles del Tandil”, en Nueva Era, quienes se
instalaron en 1918 en Av. Colón
939/41, en un local cedido por José Arana, de oficio carpintero, con un taller
que con el nombre de “Talleres
Metalúrgicos Bariffi Hermanos y Cia.”, originalmente estaba dedicado a la
reparación de maquinaria agrícola y afines, hasta que con la llegada del otro
hermano José, que había estudiado en
Buenos Aires nada menos que en la escuela técnica fundada por Otto
Krausse, decidieron iniciar la tarea de fundición, primero sin obreros y con la
colaboración de amigos que aquí
hicieron: el vasco Arana, el citado dueño del lugar, hasta Pilatti, Blanco,
Espelet, Gianfarra, Perfetto, Cela, Piva, Muñoz y Modarelli. La noche del
Tandil se iluminaba con los chorros fulgurantes de las primeras fundiciones,
precursoras de una industria que sería sinónimo de la ciudad.
De allí salieron cocinas de las llamadas económicas (a leña), estufas, repuestos
a pedido y de esa manera fueron creciendo de tal suerte que el precario lugar
original quedó chico y hacia 1927,
con el apoyo económico de doña Giacomina Bellami de Esquerdo, de familia de
fortuna proveniente de la construcción (era hija del constructor Antonio
Bellami),y emparentada con productores agropecuarios, se trasladaron al predio
adonde había funcionado un viejo molino
harinero , el del francés Claude Brunand, en Gral. Rodríguez 1536, cuya viuda doña Cesarína se los vendió con facilidades,
terminando su instalación en 1929.
Allí crecieron no sin dificultades, tales como la que en 1930-el primer día del
año- provocó el devastador incendio que afectó la fábrica la que con el apoyo de los obreros, proveedores y hasta
clientes, además del Banco Comercial del Tandil, a través de la gestión de los
gerentes Ängel Speroni y Antonio Usandizaga, pudo superar.
En 1939, vecinos interesados en expandir esta tarea, en
una asamblea presidida por don José A. Cabral, concretó la iniciativa, naciendo
BIMA, de la original sociedad
anónima que el 4 de abril de 1940
quedó oficialmente constituida, con su primer Directorio integrado por Emilio
Giménez López, como presidente; Pedro Fossati como vice. 1º; Pío Proverbio como
vice. 2º; Francisco Fortunato como secretario; Donato Bariffi, Julio van Sante,
Ángel Grandinetti, Marcos Rabal y Dorilio Riva como vocales; José A. Cabral
como síndico titular y Alfredo Rozzi como suplente. Todos ellos vecinos
notables de la ciudad.
Así BIMA (Bariffi Industria Metalúrgica
Argentina), llegó a ocupar, en su
momento de esplendor, a casi 300
obreros, formándose en esos talleres hombres que luego se fueron independizando
con sus fábricas propias, sobre la base de lo aprendido en aquella verdadera escuela
de fundidores, en sus distintas especialidades (modelistas, noyeros,
mecanizadores, etc.…)
En esa etapa fue un gran paso el haber obtenido la
confianza nada menos que de Ford, para fundir las tapas de cilindros de sus
vehículos casi en exclusividad, superando incluso a empresas de otros lugares
del país, cuando desde 1943 comenzaron a proveer sus tapas, que por la guerra
eran demandadas febrilmente.
Esta actividad y la fabricación de tornos de
precisión-algunos de los cuales aún están en funcionamiento-los proyectó a
nivel nacional y con ellos a Tandil como centro especializado en la fundición
de hierro gris.
Con los años, miles de automóviles y de fábricas en todo
el país llevaban el sello de BIMA, que era decir calidad y Tandil
simultáneamente.
En ese arduo camino sufrieron otros duros golpes, entre
ellos la muerte de Donato, en 1947, y luego en poco más de una década, la
crisis económica que los sumió casi en la bancarrota llegando a la convocatoria
de acreedores hacia 1963, la que finalmente terminó con la quiebra que llevó al
remate de la fábrica pionera, en 1965.
Aún hoy pueden observarse testimonios de fundiciones
salidas de aquellos pioneros hornos, tales como las columnas del alumbrado de
la Plaza Independencia y el gran mástil del veredón municipal…
Simultáneamente con el desarrollo de los Bariffi, otras
empresas comenzaron a producir materiales de fundición haciendo, por ejemplo,
cocinas económicas, como la fábrica
de Nicolás Solimanto, en la calle
Garibaldi al 900, así como Fosabril y
González hicieron lo propio en la esquina de Sarmiento y Av. Santamarina.
Con motivo de celebrarse el Día de la Industria, la
Cámara Comercial e Industrial, publicó en 1944
un número especial de su revista en la que destaca en el aspecto metalúrgico,
la actividad de BIMA ya convertida en sociedad anónima y de El Brazo, señalando además a Blanco
Hermanos, en carpintería metálica. En los avisos de la revista puede leerse en
el caso de BIMA: “Herrería. Mecánica. Fundición”. Resulta interesante destacar
algunos de los rubros que anunciaba: repuestos agrícolas y de molinos; cocinas
a carbón y a leña; calderitas tubulares y concéntricas para calefacción;
repuestos para automóviles; máquinas industriales; electrobombas; máquinas para
fábricas de pólvora; fabricación de tapas de cilindros para blocks de
automóviles adaptables a cualquier marca, toda una variedad realmente
importante.
Precisamente en ese año, empleados de BIMA se reunieron
por vez primera el 7 de octubre, para dar concreción a la idea de conformar el Sindicato de Obreros Metalúrgicos, realizándose
luego la asamblea que eligió a Nicolás Pechia como presidente y a Ángel
Jaramillo como secretario de aquella comisión pionera que luego daría paso, con
el tiempo, a la poderosa Unión Obrera Metalúrgica, seccional
Tandil.
Resulta interesante comprobar, en la publicación de la
Cámara Comercial e Industrial de diciembre de 1945, Nº 60, en el apéndice donde resume la nómina de
establecimientos de distintos tipos, la existencia de 37 clasificados como
talleres metalúrgicos, figurando como el primero BIMA, luego José Fernández y
hermanos (El Brazo), Dalceggio, Paravich,
Paskvan y Adamoli, Nicolás Solimanto
y Blanco Hnos., entre otros.
Contemporáneo con el decaimiento de BIMA, jóvenes
emprendedores como Aurelio Santiago Selvetti, que se
desempeñaba como vendedor de los Bariffi, los españoles Germán García, que era fundidor en la misma fábrica y el modelista Fernando Monsalve, junto a Segundo Berroeta, que era un experto en
el mecanizado de piezas de hierro fundido, unidos a Francisco Erausquin, a la sazón dedicado a la industria textil y
que aportó parte de sus ahorros, fueron dando forma a sus inquietudes
relacionadas con la industria metalúrgica y en un pequeño taller de la hoy
calle Figueroa, crearon Metalúrgica
Tandil, cuya primera fundición se concretó el 15 de diciembre de 1948.
Oportunamente nuestra amiga Marta Selvetti (hija del fundador) nos relató
que su padre le comentó en una oportunidad,
que viendo frustrado a Germán García, que era fundidor en BIMA, le dijo:
“no te preocupes ya vamos a abrir una
fábrica nuestra algún día vos y yo”, todo esto en presencia de Segundo
Berroeta, en cuyo taller estaba uno desahogándose y el otro vendiendo. Poco
tiempo después, de regreso de un viaje, don Segundo le pidió que lo acompañara
al llamado Puente del Azul y
mostrándole unos terrenos, le dijo: “A
ver si usted es capaz de cumplir con lo que prometió a Germán””Y así-nos relataba Marta- mi padre empezó a darle forma y base al
proyecto de Metalúrgica Tandil, cuando ya había fallecido Donato Bariffi, junto
a quien había aprendido mucho y había estado relacionado vendiendo las cocinas económicas.
Eran terrenos que se remataban y que Berroeta compró y no
se los quiso vender sino que primero se los alquiló. Según relata el propio
Selvetti en El Eco de Tandil del 29
de noviembre de 1992 “…para el comienzo,
vendí mi auto y dediqué todos los ahorros a eso. Con Germán García,
absolutamente solos, construimos el primer galpón de 20 metros por 40. Otro
capo en esto era Fernando Monsalve,
español habilísimo, todo un artesano, que estuvo en esa etapa. Era el otro
socio”
Entre las primeras tareas emprendidas estuvo la de
fabricar los molinos de viento, para extraer agua, que Selvetti bautizó con los
nombres de Brisas y de Uncas (con los años fundaría el club de
rugby del mismo nombre. Selvetti era un admirador de la famosa obra El último de los mohicanos, de F.
Cooper, donde Uncas era protagonista
como el último dirigente de aquella tribu). Los molinos se vendieron en todo el
territorio nacional.
La producción ascendió geométricamente y de 20 equipos
mensuales fabricados a principios de 1950, se pasó a 400 en 1955 y nada menos
que a 4.000 en 1960…
Con la crisis de 1951, comenzó a fabricarse en el país
una copia del tractor Lanz (alemán) con el nombre de Pampa, hechos en IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del
Estado) que el gobierno de Perón había instalado para propiciar la industria
argentina. Allí Metalúrgica empezó a
fabricar las tapas de los motores de esos tractores y de los autos Institec. Selvetti, años más tarde, declaraba a Clarín del 29 de noviembre de 1983: “… entonces podía palparse una firme disposición general hacia la
industrialización del país, posiblemente fruto de las necesidades sufridas
durante la Segunda Guerra Mundial, momento en la que muy incipiente industria
no pudo suplir el total de los insumos importados necesarios. La decisión de
fabricar tractores y automóviles conformó una página de trascendencia para la
industria nacional. En ese momento se rompe con el tabú del cual no han salido
muchos países. Participamos en la fabricación del tractor Pampa y luego del
auto Institec suministrando las piezas más complicadas como blocks de cilindros
y tapas de cilindros, lo que nos convirtió en el país, en los primeros
fabricantes de este tipo de piezas. Fueron épocas de verdaderos pioneros donde la gente del IAME
nos introduce en tecnologías para nosotros desconocidas”.
Luego del fracaso de esa iniciativa, se instaló la Fiat y
aquí comenzó la fabricación de sus tractores, al igual que después los hizo con
unidades utilitarias y automóviles de la Kaiser, que aquí funcionó como IKA (Industria Kaiser Argentina) a las
que Metalúrgica proveyó.
La creación de las Escuelas
Técnicas emprendida por el gobierno peronista, fue un paso importante en la
formación de nuevos operarios calificados que se extendieron a lo largo del
país.
En los años posteriores y con el advenimiento del
gobierno del Dr. Frondizi, se pusieron en vigencia políticas desarrollistas a
partir de 1959, lo que facilitó las
inversiones extranjeras y así además de la Ford, llegó la General Motors, la
Peugeot y la DKW., que se sumaron a la Fiat y en el rubro de maquinarias
agrícolas, Otto Deutz.
Metalúrgica trabajaba febrilmente y el surgimiento de
otras fábricas se sumó al quehacer de esta industria que tanto representó para
la economía de Tandil.
La empresa que fue líder en el rubro, aquí y en el país,
y que significó con los años una fuente de trabajo evaluada como la más
importante en la economía local, cobraba una importancia excluyente.
La fábrica fue adquirida por la Renault y luego de llegar
a una delicada situación económica y de producción la firma francesa decidió su
cierre en 2019 lo que significó la pérdida de una emblemática industria
tandilense y la pérdida de una importante fuente de trabajo.
Cabe destacar-en otro orden- que en forma casi artesanal
ya hacía tiempo que hombres como don Carlos Allende y otros, en sus talleres La Movediza, producían afamadas hojas de
cuchillos, floretes y demás elementos para la práctica de la esgrima, que
alcanzaron fama nacional especialmente por la calidad de su temple. Esa fama se
extendió hasta los días que corren y otras fábricas de hojas de cuchillos, de
alguna manera herederas de las primeras, trabajan intensamente, pudiéndose
citar-a solo título de ejemplo-Atahualpa
y Ju-Ca.
Paralelamente otros jóvenes emprendedores como Alberto Porreca, Omar Farah y Aurelio Maturana encaraban el montaje de empresas
que luego serían modelo en su especialidad, tal el caso de Talleres Tandil, que desde 1963
ha cumplido una brillante trayectoria en el rubro.
Simultáneamente en el seno de Tandil se gestaba otra
grande y revolucionaria epopeya: la creación de la Universidad con Osvaldo
Zarini a la cabeza, que desde 1964
plantó en el valle la semilla que hoy ha dado los frutos que todos conocemos.
Resulta interesante comprobar, en el estudio realizado
por la Comisión Pro Defensa y Progreso de Tandil y publicado en 1968, que en el rubro metalúrgico,
figuraban, además de Metalúrgica Tandil,
con 2166 obreros y 17.447 toneladas fundidas anualmente, Ronicevi, Metan, Guillermo Blanco e hijos, Tandilmat, Santander,
Tandilfer, La Cuca, y otros.
En la década del ’70 Tandil era considerada como la
capital nacional de la especialidad, dado que tenía-según un estudio de la
Universidad-una fundición cada 3000
habitantes.
Tal era la magnitud del crecimiento de la industria
metalúrgica en nuestra ciudad que el 13
de noviembre de 1970, los pequeños y medianos industriales del sector se reunieron para dar nacimiento a A.P.M.I.M.T. (Asociación de la Pequeña
y Mediana Industria Metalúrgica de Tandil), en cuya acta constitutiva se
fijaron los objetivos destacándose entre ellos:”*Fomentar el desarrollo y
perfeccionamiento de la pequeña y mediana industria metalúrgica, orientando su
acción a una mayor productividad y bienestar social; *promover la capacidad profesional de los técnicos,
supervisores, empleados, y obreros de la pequeña y mediana industria
metalúrgica; *prestar su más amplio asesoramiento y asistencia a los poderes
públicos en todos los problemas relacionados con la pequeña y mediana industria
metalúrgica y representar y sostener los derechos e intereses de sus asociados
ante dichos poderes.”
Firmaron aquella acta constitutiva los empresarios: Luis O. Bernardo, Fernando Brasesco, Rodolfo
Marcovecchio, Benjamín Iglesias,
Alberto Porreca, Héctor Concetti, Héctor Uranga,
Carlos Maggiori y Carlos Ríos.
Por entonces ya eran numerosos los establecimientos metalúrgicos sumados a los ya mencionados, tales
como Talleres
Tandil, Emsa, Concetti e hijos, Uranga Hnos., Fecno Tandil, Maggiori Hnos.,
Técnica Tann, etc.
No fue casual que el crecimiento en estas áreas impulsara
al gobierno local a pensar en la instalación de un Parque Industrial. La idea fue motorizada en el gobierno municipal
del Intendente Miguel Ángel Usandizaga y
se concretó cuando se adquirieron las parcelas
a la familia Rancese en las inmediaciones de las rutas 226 y 30, para su
creación en 1970 y su concreción
jurídica con el título de propiedad municipal que tiene fecha 10 de mayo de 1971, a partir de lo cual
los distintos gobiernos municipales que se sucedieron , fueron dando forma a
las diversas obras de infraestructura que requería el PIT, de tal manera que ya en 1978, había 12 empresas radicadas en
un total de 8 ha.
Hombres que habían emprendido el camino de la metalurgia,
siguiendo los pasos pioneros de los Bariffi
y de Metalúrgica Tandil, multiplicaron prestigiosas fábricas y se
diversificaron las especialidades, en algunos casos innovadoras.
En ese sentido
cabe señalar a Fundalum S.A. creada en 1970, que se dedicó en sus comienzos a la fundición de aluminio semiautomática y a
partir de 1974 a los procesos de fundición de precisión, especialmente para
automotores y armamentos, introduciendo nuevas tecnologías y que con la
participación de investigadores de la Universidad, lograron productos de alta
complejidad, como álabes de turbinas, formando parte del grupo de Talleres Tandil, que fueron pioneros en
la microfusión.
Entre 1971 y 1979, según las guías industriales
publicadas, pueden observarse los pasos de crecimiento dados por esta
industria. Encontramos por esa época, blocks de tractores y automóviles,
bancadas, campanas para frenos, carcazas para cajas de velocidad, carpintería
metálica, carrocerías, cigüeñales, construcciones metálicas, cuchillerías,
destornilladores, fundiciones de bronce,
hierro gris y nodular, máquinas herramientas, molinos a viento, pistones de
aluminio, rastras para arados, rectificación de motores, y, más adelante,
recuperación de aluminio en lingotes y
fundición de hierro perlítico,
todo lo cual señalaba para 1979 en la industria metálica básica, una
ocupación de alrededor de casi 3000 obreros con un consumo trimestral de
energía de más de seis millones de Kw.
Ya en agosto de 1972,
la APMIMT adquirió su sede propia que
denominó Casa del Industrial Metalúrgico,
constituyéndose en ese mismo año O.S.I.M.
(Obra Social del Personal de Dirección de la Industria Metalúrgica).
En 1974 se creó CIMETAN,
la primera cooperativa de industriales metalúrgicos, con programas de
capacitación y asistencia técnica,
abasteciendo al sector de numerosos materiales y materias primas.”…nació como consecuencia de la necesidad de
dar respuesta a un mercado de desabastecimiento que día a día se acrecentaba y
que encontraba al pequeño y mediano industrial sin los medios mínimos
indispensables para hacerle frente”, nos dice la revista PYME, Nº 52 de
1976.
La mentalidad industrialista vigente había llevado a
crear el Parque de la Industria y el
Comercio, al pie del Dique, inaugurado ya en 1971, en el predio donde había funcionado el viejo molino de Fugl y
luego la curtiembre Onena.
En la publicación realizada en 1981 con el título “Azul, Olavarría, Tandil. Un sistema urbano”,
de S. Sassone, se destaca la primacía de Tandil en el rubro industrial
metalúrgico con palmaria claridad.
Este desarrollo impulsó por otra parte a la creación en
el municipio de la Dirección de
Industrias, que incluía el manejo del PIT y que hoy integra el área de la
Secretaría de Desarrollo Local.
Pasaron los años y
el final de los noventa trajo consigo una situación económica compleja
en la que la industria local se vio duramente afectada, como en el resto del
país, por el ingreso indiscriminado de
productos importados que resintió la producción nacional y Tandil no escapó a
la consecuente recesión industrial.
A renglón seguido vino la crisis política, social y
económica más dura y el país afrontó, después de los tristes episodios del 20
de diciembre de 2001, la famosa semana de los cinco Presidentes, ( De la Rúa,
Puerta, Caamaño, Rodríguez Saa –que entre los aplausos del Congreso declaró el default-y Duhalde) hasta lograr
estabilizarse parcialmente con el llamado a elecciones en las que triunfó Menem
pero sin los votos necesarios para consagrarse en primera vuelta lo que llevó-
al no presentarse a esa segunda vuelta- a la asunción de Kirchner que había
obtenido el segundo lugar en la votación, y que recientemente y con los
aplausos de los mismos que aplaudieron antes el default, saldó de un saque la deuda con el FMI…
En vías de superación la crisis económica, no así la
social, merced a la labor del ministro de Economía de Duhalde que continuó con
Kirchner, Roberto Lavagna, los parámetros económicos mostraron una recuperación
que también en Tandil se notó.
En 1994 se
había llevado a cabo un Censo Industrial por parte de la entonces denominada
Junta de Promoción Industrial, con la idea de actualizar y perfeccionar los
datos, y ocho años después se concretó el relevamiento Industrial que
realizó la Universidad y el Foro Social Tandil Siglo XXI en el 2002,
en el que puede observarse, como lo apunta la publicación, que entre
1994 y 2002, se produjo una caída del 30% de establecimientos industriales
con una pérdida de puestos de trabajo del orden del 50%.
Industrias metalúrgicas quedaron en el camino, algunas
desde hacía varios años, y otras apenas superaban las situaciones de las que
dimos cuenta en párrafos anteriores. Desde Carletti
y Adamoli a Buxton y Tandilfer, fueron muchas las que desaparecieron. Otras
se repusieron o se impusieron una reingeniería que las mantiene. Así podemos
apreciar, junto a las ya citadas empresas, algunas de punta en su especialidad
que siguieron su labor, otras industrias tales como: F. Monsalve y Cía. SRL, El Crisol SA, Raúl Palomino, Hulba,
Establecimiento Metalúrgico Egea SA, Taller El Centinela, Metalúrgica Melfi,
Metalúrgica Chamet SA, Fundición G. Martin, Allende, Tahersa Industrial y
Comercial SA, Hecam SRL, Servimet, Fundición Lucas, MAET, Apaz Hnos., Trefilados Tandil, sin contar
con las numerosas empresas de construcciones metálicas, cuchillerías, etc…
El futuro se muestra cautelosamente promisorio y
optimista, teniendo en cuenta la posibilidad de mantener los niveles del cambio
para favorecer a la exportación. Es de esperar que no se repitan los ciclos
vividos porque Tandil le debe mucho al camino emprendido por los Bariffi y
quienes dieron vida a Metalúrgica Tandil.
Es por ello que nos parece muy justo rendir homenaje al
obrero fundidor, tal como por la idea de Omar Farah (padre) y tomada por APYMET
–ahora presidida por Jorge Porro-se ha concebido, con un monumento que recordará a nuestras generaciones y a la venideras y
a quienes nos visiten, la importancia que tuvo y tiene en el desenvolvimiento
local, esta tarea digna de reconocimiento. Ya en 2003 Ibrahim Apaz había
realizado un boceto que ahora sirvió de base para la realización, que estuvo a cargo de Hugo Jarque y de Mariana
Debaz, y el moldeo y fundición en las instalaciones de Tandilmat. El monumento está ubicado en las proximidades del Dique
y se inauguró el 3 de diciembre de 2006.
Daniel Eduardo
Pérez
martes, 16 de abril de 2019
INMIGRANTES DE LA EX YUGOSLAVIA EN TANDIL
INMIGRANTES DE LA EX YUGOSLAVIA
Una aproximación a su
llegada a Tandil
Estimados
lectores de en
su momento publicamos referencias acerca de la inmigración española, italiana y
danesa. Hoy intentaremos brindarle una aproximación a la llegada de los
pobladores originarios del territorio que fue la disuelta Yugoslavia,
especialmente de croatas, montenegrinos y serbios, aclarando que la dificultad
mayor para establecer quiénes eran unos y otros ha sido el hecho que en las
fuentes se cita a todos como yugoslavos, por lo cual hemos recabado de fuentes
diversas entre ellas las orales, el mayor número posible de información, pero
necesariamente incompleta…
Yugoslavia describe genéricamente a varias
entidades políticas que existieron sucesivamente en la parte occidental de
la península balcánica en Europa, durante la mayor parte del
siglo XX. “Los propios yugoslavos definen a su país como si contaran las piezas de
un mosaico: seis repúblicas, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas, dos
alfabetos, un estado. Eventualmente podría alargarse la cuenta y citar además
siete religiones, ocho raíces culturales, nueve catástrofes nacionales, diez
influencias exteriores”
El primer país en ser conocido por este nombre fue
el Reino de Yugoslavia, que antes del 3 de octubre de 1929 era conocido como el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos,
que se había establecido el 1 de diciembre de 1918 a través de la unión del Estado de los Eslovenos, Croatas y
Serbios y el Reino de Serbia (al que el Reino de Montenegro se había unido el
26 de noviembre de 1918). En conjunto la diversidad cultural de los Eslavos del
Sur formó un estado multicultural y federativo. En 1941 fue invadido por las
potencias del Eje y debido a los
acontecimientos que siguieron, fue oficialmente abolido entre 1943 y 1945,
cuando fue invadida por Alemania.
Tras el triunfo de las fuerzas aliadas y partisanas
en la Segunda Guerra Mundial, el territorio recibió las denominaciones de
República Democrática Federal de Yugoslavia en 1945 y República Federal Popular
de Yugoslavia en 1946. En 1963, pasó a llamarse República Federal Socialista de
Yugoslavia (RFSY), que fue el estado yugoslavo de mayor duración.
Josip Broz, conocido por su
título militar mariscal Tito, fue un político y
militar comunista yugoslavo, jefe de
Estado de Yugoslavia
desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su
muerte a los 87 años.
El Estado de Yugoslavia estaba compuesto por seis
repúblicas socialistas: RS de Bosnia y Herzegovina, RS de Croacia, RS de
Eslovenia, RS de Macedonia, RS de Montenegro y RS de Serbia (que incluía las
provincias autónomas de Vojvodina y Kosovo y Metohija).
A partir de 1991,
la República Socialista Federativa se
desintegró a causa de las Guerras Yugoslavas que siguieron a la secesión de
la mayoría de las cominidades constitutivas del país. El siguiente estado
nombrado, la República Federal de Yugoslavia, ya con distinta composición
geográfica, existió hasta 2003, año
en el que pasó a denominarse Serbia y Montenegro debido a las presiones
internacionales. Este último país continuó existiendo hasta 2006, cuando Montenegro abandonó la
unión. En ese mismo momento Serbia también declaró su independencia.
LA LLEGADA A AMÉRICA
Y ARGENTINA
Entre los primeros en llegar fueron los montenegrinos de las zonas costeras que
comenzaron a arribar a Argentina y a los países de América del Sur ya en los
comienzos del siglo XIX. También hay algunos casos de inmigraciones anteriores.
Estos primeros inmigrantes fueron en general marineros y comerciantes. A este
período lo suelen denominar período de las llamadas emigraciones individuales,
ya que principalmente se trata de individuos solos o pequeños grupos que
constituiría la primera corriente migratoria.
A Argentina llegaron en mayor número en los años ‘80
del siglo XIX y en ese tiempo se establecieron exclusivamente en Buenos Aires y
sus zonas portuarias. Por aquel entonces se fundaron también las primeras
asociaciones, generalmente junto con inmigrantes de Dalmacia (Croacia) y de
Eslovenia.
La asociación más antigua fue fundada en Buenos Aires en el año 1882 y llevaba el nombre de “Družtvo Slavjansko Uzajemne Pomoći” (Sociedad Eslava de Socorros Mutuos), la misma fue fundada principalmente por croatas y montenegrinos. (La inmigración sudeslava en toda América del Sur está compuesta principalmente por un 70% de croatas, 15% de eslovenos, 10% de montenegrinos, y 5% de los restantes)
La asociación más antigua fue fundada en Buenos Aires en el año 1882 y llevaba el nombre de “Družtvo Slavjansko Uzajemne Pomoći” (Sociedad Eslava de Socorros Mutuos), la misma fue fundada principalmente por croatas y montenegrinos. (La inmigración sudeslava en toda América del Sur está compuesta principalmente por un 70% de croatas, 15% de eslovenos, 10% de montenegrinos, y 5% de los restantes)
La inmigración de montenegrinos en masa comienza en los primeros años
del siglo XX principalmente desde Génova. Por ejemplo, en 1904
entraron legalmente 800, e ilegalmente hasta dos veces esa cifra. Casi todos
los que iban a Estados Unidos y no tenían pasaporte o no pasaban los controles
médicos en Elis Island (isla frente a Nueva York que servía como base para el
registro y recepción de los nuevos inmigrantes en Estados Unidos), como no
registrados de diversas maneras iban a Argentina, que tenía importantes leyes
de inmigración más liberales y un control de entrada al país significativamente
peor. Esta corriente migratoria, quizás la más grande, en la que se establecen
en Argentina alrededor de 10.000 montenegrinos,
termina a finales de la primera guerra
mundial. En el curso de esta fase de inmigración, se conciben las colonias más grandes en Argentina: Dock
Sud, Tandil, General Madariaga , Venado
Tuerto y La Montenegrina (en la provincia del Chaco). Con la creación del nuevo
país y la extinción del Reino de Montenegro termina la segunda fase de
emigración.
Luego de 1918 comenzaron a llegar a Argentina
grupos de inmigrantes políticos de Montenegro, en mayor parte opositores a la
unión, y el mismo líder Krsto Popović reside algunos años en Dock Sud y lucha
por las colonias con el objetivo de reforzar su movimiento.
La tercera corriente migratoria continuó hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque en el curso de la guerra hay raros casos de inmigraciones individuales a América del Sur, principalmente desde terceros países.
La tercera corriente migratoria continuó hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, aunque en el curso de la guerra hay raros casos de inmigraciones individuales a América del Sur, principalmente desde terceros países.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, llegó a
Argentina un grupo perteneciente al movimiento derrotado en la guerra y otros
opositores ideológicos del sistema de la entonces Yugoslavia. Se calcula que
se establecieron alrededor de 400 en
Argentina, y alrededor de 200 en los demás países, especialmente en Perú,
Venezuela, y un pequeño número en México y Brasil.
De todas las corrientes migratorias mencionadas,
los pertenecientes a la cuarta son los únicos de los cuales hoy en día hay
vivos en un pequeño número. De la
tercera corriente existen todavía algunas personas de mucha edad que viven en
las colonias. Este dato es importante para comprender la estructura de los
argentinos de origen montenegrino de hoy en día, ya que actualmente se habla
casi solamente de descendientes de inmigrantes, de 2da, 3ra, 4ta e incluso 5ta
generación, cuya conciencia nacional y conciencia sobre el origen depende más
que nada de la educación familiar y de eventuales vínculos con la familia en
Montenegro, los que en gran parte fueron interrumpidos en el tiempo de la
Segunda Guerra Mundial.
La mayoría, alrededor del 60% de los descendientes de montenegrinos, son
hoy en día de diferentes formas fieles de la Iglesia Católica, un muy pequeño número de ellos son practicantes.
En cuanto al idioma, es hablado todavía por un muy
pequeño número de personas, principalmente en las colonias. En toda Argentina
el número de personas que todavía hablan y escriben el idioma de los ancestros
no sobrepasa los 500.
La conclusión, hecha muy seriamente sobre la base de encuestas realizadas en las colonias durante los últimos 10 años, a partir de guías telefónicas y padrones electorales, comparados con datos del centro para migraciones de Buenos Aires y otras instituciones que se ocupan de la preservación de la migración en Argentina, es que en toda la Argentina viven algo más de 30000 descendientes de inmigrantes de todas las generaciones.
La conclusión, hecha muy seriamente sobre la base de encuestas realizadas en las colonias durante los últimos 10 años, a partir de guías telefónicas y padrones electorales, comparados con datos del centro para migraciones de Buenos Aires y otras instituciones que se ocupan de la preservación de la migración en Argentina, es que en toda la Argentina viven algo más de 30000 descendientes de inmigrantes de todas las generaciones.
LA LLEGADA A TANDIL
Tal como manifiesta el autor de Estudio sobre
Montenegrinos en América del Sur, Gordan Stojović, y los antecedentes
obrantes en Tandil, llegan a nuestras tierras especialmente para dedicarse a la
industria de la piedra a fines del siglo XIX.
La distinción entre montenegrinos, croatas y
serbios se ha hecho difícil por no estar registrados por esas nacionalidades,
en general, sino como yugoeslavos, por lo cual el trabajo presente es
incompleto y apenas una aproximación que hasta puede contener algunos errores
en las nacionalidades, pero igual creímos oportuno como para dar pie a un
futuro mejoramiento.
El nacimiento y desarrollo de la explotación del
granito en las canteras del Tandil, cuyos pioneros fueron los italianos, fue
sin duda un atractivo para arraigarse en
el duro trabajo de picapedrero de los inmigrantes eslavos, especialmente
montenegrinos y también, en menor escala croatas y serbios.
La
inmigración forzada por los problemas económicos de la tierra natal, por la
obligatoriedad de la conscripción, cuya duración se extendía hasta cuatro años,
y el clima de pre guerra, trajo entonces a nuestra ciudad una colonia con
formas de vida diferentes, y características propias de una raza en que se
mezclan las culturas griega, romana y eslavas (búlgara y húngara) austríaca y
turca.
Así
las canteras de Cerro Leones, La
Movediza, San Luis y Albión fueron las principales receptoras de esta mano
de obra inmigrante, que se transformó en
experta como picapedreros, herreros etc…
Los
primeros en llegar a las canteras de los italianos tuvieron que adaptarse a las
duras condiciones de vida, además de superar el manejo del idioma (o italiano o
español), pero poco a poco lo lograron.
Como
era lógico, se nuclearon primeramente para satisfacer el aspecto social de la
colectividad, sin comisiones directivas, "ya que ninguno desea ser más que el otro" y en 1906 se reunieron en asamblea para
constituir la Unión Obrera de las
Canteras, que se ocuparía de los problemas gremiales y de la resolución de
los conflictos laborales. Integraban
entonces la asociación obrera, canteristas
de las diversas explotaciones locales entre ellos los croatas Cosme Stiglich,
Andrea Maronich,
OTRAS ACTIVIDADES
Pocos
eran los yugoeslavos que no se dedicaban a la actividad de las canteras; entre
ellos estaban: “Antonio Paravich que
llegó a Tandil en 1926 para establecer una herrería de obra; el croata José
Pisculich y su esposa María Vuconich, arribados
aproximadamente en el 27 o 28 y que tuvieran marmolería de importancia;
Vladimir Car, dedicado a la mecánica de automotores; Pedro Vuconich, zapatero
al igual que el croata Rodolfo Paskvan, que también poseía un alojamiento en la
cantera. Por su parte el montenegrino Peuscovich poseía una fotografía frente a
la Plaza Independencia”-afirman vecinos en Nueva Era Aniversario 1960.
José
Pisculich trabajó como ayudante de Carlos Allende en la elaboración de los
basamentos del monumento a Juan Fugl y a Miguel Basílico y en otros trabajos
luciendo su habilidad de excelente picapedrero.
En
la construcción muchos trabajaron como albañiles o integraban las cuadrillas
que empedraron prolija y artesanalmente las calles de la ciudad.
Alejandro
Zuzulich, de ascendencia croata, fundó la empresa de transportes "Avenida",
instalando luego el Hotel Residencial, creó un motel en Córdoba y fue uno de
los puntales del barrio Golf, hoy zona residencial. En la década del treinta Zuzulich
había comenzado con un taller de arreglo de automotores en la Av. España
esquina Rodríguez, más tarde convertido en la Estación de Servicio Avenida, se
apunta en la citada publicación de Nueva Era.
VIDA FAMILIAR
“Las familias eran casi todas numerosas.
Vivían en las casas de piedra de la cantera San Luis o en las de madera (sujetas
con cables y píedras a la tierra), de la cantera Albión, siempre cerca de los
padres que afanosamente trabajaban en la piedra. Por lo común dentro de ellas
se hablaban tres idiomas: el propio de su nacionalidad (montenegrino, croata o
serbio), el italiano y el castellano, dado que la comunicación era necesaria
entre miembros de la comunidad que se expresaban, exclusivamente, en cualquiera
de ellos.
Los niños iban a la
escuela de Cerro Leones, donde enseñaba el maestro Juan Calvo, o a la de Albión,
donde Enrique Maroni y Gilberto Vichy les inculcaban las primeras letras junto con
las canciones patrias acompañadas con guitarra y violín.
También concurrían,
luego del año 1910 a la escuela de Arroyo Seco, donde la maestra Rosa Dázquez y
luego la Sra. de Rubellas trabajaban impartiendo conocimientos a los hijos de canteristas”-anoticiaban en 1960 a
Nueva Era, donde además se informaba que:”Se
reunían anualmente para Navidad, luego de la misa tradicional. Los grandes y
los pequeños todos unidos en alegre festejo en la fonda de Victoriano Olivera
en San Martín al 500. A fines del siglo pasado había otro lugar tradicional
para charlar y reír, la primera fonda croata de Nicolás Ghezan, donde estuvo la tienda La Exposición, en Rodriguez
y Sarmiento y la de España y Rodriguez, de Vidak Peyovich y Felipe Raduvonich
haciendo cruz con la de Stiglich. Todos paisanos.
Las fiestas patrias y
los cumpleaños eran celebrados con gran algarabía general.
Reunión de la Unión
Yugoeslava, a principios de siglo. Cosrne Polich, Pedro Lacovich. Pasee y Jorge
Radudovich, Miguel Marcovich, Vicente Zrinovich. Arron Bugacich, Juan
Kriscovich , Antonio Stiglich, Francisco Fraimayer, M. Rasich, Juan Marcovich,
Abraham Remik, Míls n Rasich, Antonio y Vicente Antích, Emilio Radich, Nicolás
Radelich, Mateo Maronich, Natalio Polích, B. Vucumanovich, José Vidas, Emilio y
Savo Lumovich, Juan Radetich, Nicolás Lacovich, Carlos Tonkovich, José y Juan
Maricich, Juan Cuculich, Víctor Blazina, Francisco Antonich, Mateo Vidas,
Nicolás Bencic, Pedro Polich. Pablo Ruzich, Maile,
Nicolás Rístovich y muchos más, teniendo en cuenta que sólo en La Movediza
vivían cerca de cien montenegrinos. Muchos de ellos
poseían conocimientos musicales traídos de la lejana costa adriática, y en la
dura vida del canterista y del herrero, hacía falta un ingrediente musical que
aportara alegría a la jornada de descanso y de fiesta. Así se agruparon en una
orquesta con guitarras, bandoneón, acordeón a piano, y cítaras, con intérpretes
como Cuculich, Blazina, Paravich y otros. El conjunto logró cierta popularidad
y era reclamado para animar las veladas
del Americano los domingos por la tarde, conjuntamente con el violoncellista
Colombo.”
Era
la década del veinte y los yugoeslavos bajaban de las canteras también en
alguna fiesta patria o a acompañar a los muertos de la colectividad.
Es
oportuno rescatar algunos testimonios contemporáneos, como el de Marta Lacovich en El Eco del 25 de setiembre de 2012, respecto a los croatas. Cuenta: “Mi padre vino de Croacia por dos años. Mis padres
vinieron como todo inmigrante, con la idea de llegar a América para juntar
dinero y llevarlo allá. No es que hayan estado mal allá, pero para tener una
vida mejor. Vino por dos años, y justo cuando estaba por volver a su país natal
estalla la guerra del ‘14. No pudo ni ir él ni venir nadie. “
Relata que su papá fue también croto, porque no
conseguía trabajo, no sabía el idioma viajando finalmente a Tandil, donde
empezó a trabajar en las canteras, de herrero.
“Después tuvo
una cantera por cuenta propia hasta el año ‘30, que vino la crisis de la
Argentina. Y nos vinimos para acá, para la ciudad, y puso un taller de
herrería, primero de herrar caballos y hacer y arreglar herramientas. Después
mis hermanos aprendieron el oficio de herreros de obra, de hacer puertas, esas
cosas. Todavía está el taller. Aprendió eso mi hermano y después siguieron los
demás hermanos con eso, porque ya los caballos, ya no. Empezó a venir el
automóvil y ya el trabajo ese no fue más importante. “
“Mi mamá no sabía casi hablar castellano, así que le hablábamos todo en
croata. Y nos reuníamos siempre con la familia. Como si fuéramos hermanos
porque todas y todos dejamos familia allá”.
“Y bueno,
ellos siguieron con las mismas tradiciones de allá. Si el domingo pasado yo
hice algunas de las comidas que hacíamos allá como el “Chucrut”.
No obstante, lo cierto es que Argentina tiene la tercera comunidad más grande de croatas de
todo el planeta, sólo por debajo de la de croatas en Estados Unidos y Alemania:
de acuerdo a cifras de la diáspora croata proporcionadas por el gobierno de
Croacia, se estima que hoy viven en Argentina unos 250.000 mil descendientes de
croatas, sólo en el Gran Buenos Aires, viven unos 40 mil descendientes. Los
inmigrantes croatas se repartieron geográficamente de forma equilibrada: hubo
importantes colonias croatas en provincias tan distintas como Chaco, Chubut,
Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Tierra del Fuego.
Además, la colectividad croata es una de las más
antiguas y duraderas. Su historia se remonta a la época en que Argentina
todavía era una colonia española, como lo atestigua la llegada, en 1749, del
jesuita Nicolás Plantich para ser profesor en la Universidad de Córdoba. Hacia
finales del siglo XIX se aceleró la llegada de croatas coincidiendo con el gran
aluvión de otras corrientes inmigratorias, y durante el período entreguerras
alcanzó su mayor pico. Aunque lejos de los números de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, la inmigración croata continúa hasta el día de hoy:
luego de la caída de la Unión Soviética y del fin de Yugoslavia se reactivó la
llegada de inmigrantes croatas. Al ser Croacia es un país
católico le da mayor afinidad religiosa con Argentina y como Croacia forma
parte de la Unión Europea, la vuelve una opción para hacer negocios.
Otros
testimonios son los de Susana
Suffredini, Sonia Toncovich, Carolina Sorich y Guillermo Cravea, quienes
tienen ascendencia croata y recordaban, con motivo del Mundial de Fútbol de
Francia,a sus antepasados y la llegada a este continente.
Toncovich
resaltó que “las mujeres apostamos fuerte con la presidenta y la manager, pero
especialmente con mucha alegría y apostando al día domingo con toda la
ilusión”. Agregó que “es un honor
representar a la colectividad ya que soy la presidenta de la Unión de
Colectividades. Desde chica estamos trabajando, primero comenzó nuestro tío
representando a la colectividad y posteriormente nos fuimos sumando. Hoy en día
estoy como presidenta y es algo muy lindo”.
Consultada
Sorich sobre sus antepasados, contó que “en
1926 llegaron mis bisabuelos a Los Pinos, un pueblo que está en Balcarce.
Posteriormente, en 1933, viajaron hacia Tandil y ahí se instaló mi apellido”.
Toncovich
y Suffredini son primas, y señalaron que “su
papá y mi mamá -contó Toncovich- eran hermanos, para la Primera Guerra Mundial
vino el abuelo y unos años después llegó la abuela. Se instalaron en Tandil en
el mundo de las canteras y más tarde se vinieron para la zona céntrica. Siempre
tratamos de conservar las tradiciones y lo que los abuelos nos legaron. Además
están presentes en la ciudad a través de las obras, porque los croatas
recuerdan al mundo de las canteras, por ejemplo, los pilotes en la subida al
Parque Independencia o los empedrados, todo eso nos hace acordar a nuestros
ancestros”.
Suffredini
dijo que “somos familia hace muchos años
al igual que el resto de la colectividad como Paskvan, Radetich, Supán,
Ghezzan, Blazina, Malinarich, entre otros”.
Cravea
señaló que “en mi caso, mi abuelo Esteban
Skeich vino de Croacia con mi abuela que se llamaba Paulina Supán. Trabajaron
en la cantera y luego se vinieron a la ciudad. Tuvieron ocho hijos, de los
cuales cuatro mujeres viven y una es mi mamá”. Recordó que “tuve la suerte de
ir el año pasado, nuestra familia es de Split, una ciudad muy linda ubicada sobre
el mar Adriático”.
Aseguraron
que “la colectividad tuvo su época
inicial en el salón del Centro Yugoslavo y en la actualidad se armó un grupo
donde se ha sumado mucha gente joven, que es lo más importante y lo que
necesitamos para que siga la tradición que nosotros llevamos muy adentro.
Realmente están trabajando mucho y es la primera vez que se pudo llevar a cabo
que una persona enseñe el idioma, que es algo muy difícil”.
Remarcaron que “el croata es
muy tranquilo, introspectivo y ha realizado trabajos muy duros, como para que
las nuevas generaciones se vayan templando. Hay muchos valores de la
colectividad que son buenos de transmitir”.
A
su vez, Karina Orahovac, en una entrevista en El Eco del 21 de enero de 2018, comenta que “los
inmigrantes montenegrinos comenzaron a llegar a la Argentina a partir del siglo
XIX en 4 corrientes migratorias. Se asentaron principalmente en la provincia
del Chaco, en Buenos Aires, Madariaga y Tandil. En nuestra ciudad trabajaron en
su mayoría en las canteras de piedra.
Mi abuelo paterno Yuro Orajovac
(Djuro Orahovac Milić) fue un inmigrante montenegrino, que vino a nuestro país
en el año 1918 a los 21 años. Se casó y tuvo 14 hijos, uno de ellos,
Juan, es mí padre. Soy tercera generación de montenegrinos en Argentina”.
En general la mayoría de los europeos eligieron
Argentina como destino venían a “hacer la América”. Los
montenegrinos vinieron a Tandil tal vez por la similitud del paisaje con su
país de origen, además podían trabajar como picapedreros, oficio que algunos
traían desde allá.
Argentina era descripta por los montenegrinos como
“Tierra hermosa y de buena gente” Un
destino de esperanza y de una nueva vida. Se adaptaron bien culturalmente a
Argentina, sin perder ni olvidar sus raíces, mediante organizaciones
montenegrinas, preservando mayormente el idioma.
Platos realizados con pescado (escabeches -dimljeni
šaran), pata de cordero asada (njeguska pršuta), sarma (rollos de col
rellenos), kachamac (polenta con papa), ćevapi (rollo de carne asada) verduras
y hortalizas en abundancia. Y dulces como tulumba, krofne, baklava, orahnjaca,
etc; realizados en su mayoría con nueces, ciruelas y almíbar. Muchas de
estas y otras comidas típicas pueden degustarse en la Fiesta de las
Colectividades que realizamos cada año en la UNI.
Las
fiestas principales era n las religiosas, porque en
su mayoría practican la fe ortodoxa. Día del gran viernes (veliki petak) se
celebra en víspera de Pascua. La Slava, que es el santo de cada familia
(celebra en familia en sus casas o en la iglesia). Navidad 7 de enero. Año
nuevo 14 enero. 13 de julio día del Estado. 21 mayo día de la Independencia.
“Tandil es la colonia
montenegrina más antigua de Argentina, establecida a principios del siglo XX.
Los inmigrantes se agruparon como Sociedad de Ayuda Mutua, alrededor del
año 1918. Después de casi 100 años: el 6 de noviembre de 2013, se creó la
colectividad montenegrina Djedovi (Abuelos) de la cual soy presidente.
A través de esta organización queremos preservar y transmitir las
costumbres y tradiciones de nuestros antepasados, cultivando el amor por las
raíces y el país de origen. Participamos en la fiesta de colectividades y
diferentes actos locales y de la embajada en Buenos Aires. En 2015 en conjunto con el Municipio
inauguramos un monumento a los picapedreros montenegrinos, en Cerro Leones;
homenaje a aquellos inmigrantes que trabajaron en las canteras.”
Apellidos que se recuerdan son Amilcar Batelli; José Américo Ghezzi; Rosilda Bugna de Pavlovich;
Lucas Pavicevich, Bogdam Vucamanovich, Milovan Yuquich, Salvejich, Lussich,
entre otros…
En nuestro país se destacaron distintas personalidades de origen croata
y también montenegrino que adquirieron fama en distintas especialidades.
La
inmigración serbia, por su parte, se inició en la primera mitad del siglo XIX, con habitantes de la costa del Adriático y de Dalmacia,
especialmente marineros, que desembarcaban en Buenos Aires.
El capitán serbio Milos Vukasovich (1842-1908)
fundó la sociedad La Platense en dicha ciudad en los años
1870. Vukasovich era un marinero experimentado y buen empresario naval, que
también diseñó nuevos barcos para su compañía y para otras.
El censo argentino de 1908 había identificado a solo 21 personas con
nacionalidad serbia. El censo de
1914 identificó a 316 serbios, 1575 montenegrinos y 38.123 inmigrantes
provenientes de Austria-Hungría, entre los cuales había serbios (en poco
número). Hacia 1939, se estimaba que 50.000 personas de ascendencia yugoslava
vivían sólo en Buenos Aires. También se proyectaba unos 80.000 inmigrantes
procedentes de Yugoslavia.
En el período comprendido entre el 1947 y 1957
habían ingresado a la Argentina unos 14.200 inmigrantes procedentes de
Yugoslavia. De esta cifra, 9.600 había migrado entre 1947 y 1948. En ese mismo
año se había censado a 29.164 inmigrantes yugoslavos, y según el censo de 1960,
esa cifra había alcanzado la suma de 36.661 habitantes. Otras estimaciones
decían que los descendientes no superaban los 100.00 habitantes. De los inmigrantes yugoslavos, la mayoría
eran croatas, incluyendo un número significativo de serbios, luego seguían
los montenegrinos. Hacia la década de 1970, tras una nueva oleada, había
130.000 inmigrantes y descendientes.
Como verán amigos lectores, la tarea está
incompleta y sólo hemos hecho una aproximación con datos insuficientes, pero
que creímos podían ser de utilidad para introducirnos en este apasionante viaje
por esta respetable colectividad.
Daniel Eduardo Pérez
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