domingo, 27 de junio de 2010

LOS CONSERVADORES EN EL TANDIL

LOS CONSERVADORES

En las primeras elecciones tandilenses, se cultivaron simpatías locales por figuras nacionales, en hombres como Juan Fugl y Ramón Santamarina, así como también oportunamente, se hizo sentir el peso de la figura del Cnel. Benito Machado-leal en todo momento al Gral. Mitre- hasta la etapa de su ocaso, posterior a la derrota de" La Verde". Recordamos que también en nuestra ciudad la existencia de "clubes" y " asociaciones" era la que concentraba, especialmente, la actividad política limitada a un determinado núcleo de vecinos, en los que no faltaban los inmigrantes que fueron cobrando relevancia con el paso de los años.

Los aires de cierto autonomismo municipal logrado en la gobernación de Casares, pronto fueron borrados por Tejedor y su Legislatura ,1878-1880, retornándose a las prácticas centralistas que distaban de un acabado conocimiento de lo que ocurría en el interior provincial.

Sería en la presidencia de Roca- cuando Dardo Rocha fue electo Gobernador y fundó La Plata como capital de la provincia- que en Tandil se agrupan las opiniones en torno a estas figuras, repercutiendo también en los medios periodísticos de entonces, como "El Eco de Tandil" ( 1882) o" La Provincia" del danés Grothe (1885).

Los dos últimos Jueces de Paz y Presidentes de la Corporación Municipal, Eduardo Fidanza y Tristán Gómez, militaban en el "rochismo" que postulaba la candidatura de Dardo Rocha para suceder en la Presidencia al Gral. Roca, cuyo bastión era el "Club Gral. Martín Rodríguez", contra el "juarismo" que propulsaba la sucesión para el cordobés Juárez Celman, hombre del "roquismo", y a quien respaldaba "El Eco".

Promulgada la Ley Orgánica Municipal, surgió la figura del Intendente como máxima autoridad política comunal, la que según lo reglamentado sería electa por el Concejo Deliberante de entre sus miembros, con un año de mandato.

El pueblo se aprestaba a participar de lo que sería la primera elección de un Intendente y las posiciones políticas de los principales referentes participaban en realidad de preferencias similares, enrolados en el "rochismo" local del Club "Brig. Gral. M. Rodríguez" que había apoyado a los Partidos Unidos en la elección de legisladores nacionales, donde Sáenz Peña, Mitre y Casares, entre otros, eran postulados.

El "Club Popular" del juarismo, derrotado, se disolvió y llegaron a la instancia electoral para dirimir el cargo de Intendente, como "cabezas visibles" Pedro Duffau y el veterano médico y luchador Eduardo Fidanza, ramas del tronco común del ideario liberal y nacionalista del mitrismo, que en este caso en lo que podríamos denominar una "interna" fueron a las primeras elecciones para Intendente, de las que salió electo Pedro Duffau.

Por su parte los vecinos Tristán Gómez y Eduardo Arana, habían sido candidatos a diputados provinciales.

El peso de las fuerzas liberales-conservadoras resultaron triunfantes en los albores de la estructura municipal similar a la que conocemos actualmente, modificada y democratizada con el advenimiento de la Ley Sáenz Peña en 1912, con el voto secreto y obligatorio y cuasi universal (recordemos que las mujeres comenzaron a votar con el advenimiento del peronismo), que permitieron el acceso al poder en su primera aplicación, de Hipólito Yrigoyen electo Presidente de la Nación en 1916.

Pedro Duffau triunfó luego en las elecciones de 1887 y 1888 (recordemos que el mandato duraba sólo un año), realizando una gestión de gobierno destacada y dotando a Tandil de sus primeras calles empedradas y de un mejoramiento notorio en sus aspectos de obras básicas, recibiendo por ello el apoyo del vecindario al ser reelecto en los períodos mencionados.

En su gobierno debió afrontar difíciles momentos en la salud pública, al declararse una epidemia de cólera primero y de viruela y difteria después, combatiendo con tenacidad las mismas con la estrecha colaboración de los médicos del Tandil de ese entonces. Conformó una Junta de Salud y en su gobierno adquirió el Asilo San Juan, fundado por la masonería local, convirtiéndolo en Hospital Municipal en 1888.

Se preocupó por la extensión del alumbrado público a kerosene, por el trazado de calles y su rectificación, así como también por el embellecimiento de la entonces Plaza Principal (hoy Plaza Independencia).

Asimismo puso especial énfasis en mejorar también la Plaza de Carretas (hoy Plaza "Brig. Gral. M. Rodríguez"), que era el lugar obligado como "terminal" de dichos vehículos; de la construcción de nuevos puentes, cuya existencia era deficitaria y de dotar de mejoras al Cementerio, la Casa Municipal y la cárcel.

En el aspecto cultural, Duffau fue el fundador de la Biblioteca Municipal " Bartolomé Mitre", la que puede considerarse como la pionera de la ciudad; otorgó un subsidio a la Banda de Música, que si bien figuraba como municipal era sostenida por la población en forma particular y dispuso el ordenamiento del Archivo, designando como Jefe del mismo al recordado maestro Francisco Juldain.

La obra pionera de Duffau atendió también aspectos de nuestro paisaje serrano- que tanto necesitamos y debemos defender- al lograr en su mandato la donación del predio de La Movediza, que había adquirido Ramón Santamarina para luego donarla al patrimonio municipal y luego sufrir la fatal caída, en 1912, hasta que recientemente fue replicada con una puesta en valor integral del paseo.

L e cupo reordenar el funcionamiento administrativo municipal, imponer el cumplimiento del Sistema Métrico Decimal en el partido y reglamentar el Mercado de Abasto.

Además en su gestión se implementó la red telefónica-1886-, la Ley de Centros Agrícolas, que dio especial importancia al de María Ignacia, en 1887 y apoyó la instalación de una de las primeras fábricas de quesos, que fue la del italiano Console Mottalini, en 1888.

Ya por entonces Tandil tenía 9927 habitantes, de los cuales más de la mitad residían en la parte urbana, según el censo de 1887.

Pero si su labor quedó en la memoria, fue por la lucha que le llevó persuadir a los vecinos de la conveniencia y el progreso que significaba el empedrado de las calles del pueblo que proponía y que tanta resistencia tenía en el vecindario, el que finalmente cedió ante la perseverancia de Duffau, que logró que se comenzaran las obras de las primeras cuarenta cuadras.

La política de Duffau tuvo cierta continuidad en su sucesor, electo en 1889, Jacinto Saldívar, quien se había desempeñado como Presidente del H. C. Deliberante, y tenía su misma filiación política.

Este sanjuanino, que en su juventud había integrado la escolta de Sarmiento, se había radicado en Tandil donde adquirió parcelas dedicándose a la producción agropecuaria en su estancia "Los Laureles".

Con el veterano y eficiente Bernardo Sabatte Laplace, continuó la obra pública del empedrado, levantando asimismo un catastro urbano y procediendo a la venta de terrenos considerados sin valor para el municipio, rescatando los del Cementerio Viejo ( hoy Plaza Moreno) y el cerro Larsen ( hoy Parque Independencia).

Fue durante su gestión, que se inauguró en nuestra ciudad el Registro Civil, el 15 de setiembre de 1889, que marcó un signo más de la etapa "laicista" del gobierno de inspiración liberal que imperaba en el país.

La crisis económica de 1890-para algunos comparable a la de 1930 y a la reciente de 2001- que afectó al país, dejó a la Comuna en difícil situación, la que pudo sortearse a duras penas, merced a la voluntad, empeño y "muñeca" de Saldívar y su equipo, que para colmo de males debió afrontar las consecuencias de una de las más graves inundaciones en el partido, hasta ese entonces, que provocaron la destrucción de importantes tramos de la red caminera- obviamente de tierra-obligando a arduas tareas de lenta reparación.

A todo ello se sumaba la inestablilidad del gobierno de Juárez Celman y el gobernador Costa y a los enfrentamientos que culminaron con vidas perdidas, una vez más, en aras de ideales políticos, hechos de los que Tandil participó. El país quedó en manos del vicepresidente Carlos Pellegrini, ante la renuncia inevitable de Juárez Celman, con el apoyo de los dos grandes electores: Mitre y Roca, como vimos en el capítulo anterior.

Al finalizar 1890, Saldívar entregó el cargo al joven Intendente electo, Donato Dufau -primer Intendente nativo de este pago-ahijado del Cnel. Machado y de clara tendencia liberal.

El flamante Intendente tuvo que afrontar la dura situación económica que repercutía en las arcas municipales, haciendo- entre otras cosas- que el mantenimiento del Hospital, se transformara financieramente insostenible, apelando a ajustes para lograr salvarlo.

La situación nacional, con la división de la Unión Cívica, veía aparecer en el horizonte político, el nacimiento de la Unión Cívica Radical, en 1891, con la figura de Alem como caudillo.

A fines de 1891 las elecciones municipales proclamaron el triunfo de la lista única, encabezada por Dufau, obteniendo 220 votos y asumiendo el 2 de enero de 1892 para un segundo mandato, secundado por José Gabriel Almada como presidente del H. C. Deliberante. Tal era de difícil la situación, que Dufau tuvo que recurrir a los presos para el mantenimiento de la limpieza de la plaza y otros lugares...

En nuestra ciudad, algunos militantes del mitrismo y del viejo autonomismo, al igual que en Buenos Aires, se fueron pasando a las filas del reciente radicalismo, comenzando a perfilarse aquí las figuras de Piñero, los hermanos Dhers y los de la Canal, entre otros, según comentamos en el capítulo precedente.

Vientos de tormenta azotaban el panorama nacional, la conducción del Presidente del Acuerdo, el sobrio Luis Sáenz Peña producto de la alianza del PAN de Roca, con la Unión Cívica de Mitre, tambaleaba.

Al finalizar aquel duro 1892, la nueva elección fue con la presentación otra vez de lista única, esta vez encabezada por José Gabriel Almada, quien asumió como Intendente en enero de 1893 y Donato Dufau como presidente del H. C. Deliberante.

La alternancia de ambos fue convalidada por los vecinos, siguiendo una línea que parecía tener continuidad, en esta etapa que podríamos definir, arbitrariamente, como la de los proto-conservadores.

Almada, nacido en Tandil y descendiente de un guerrero del Paraguay, había sido presidente del ya citado Club" Brig. Gral. M. Rodríguez", de orientación "rochista". Entre sus obras destacadas se puede señalar el empedrado de la Av. Colón hasta la Estación del FF. CC y el intento de saneamiento de las finanzas municipales, allegando recursos con la venta de terrenos municipales, entre otras cosas.

Fue en esas circunstancias que Almada solicitó licencia y asumió Dufau, justo en el momento en que en aquel frío julio de 1893, lo sorprendió la revolución radical que culminó con la asunción interina como Intendente del Dr. José Santamarina. En el país y en Tandil fue el comienzo de la etapa de predominio del radicalismo, que se inició aquí con la elección, en 1895, del primer Intendente de esa filiación, Juan Bautista de la Canal.

Pronto aparecieron periódicos opositores, tal el caso en 1899, de "El Municipio", uno de los primeros conservadores, dirigido por Dolores Gómez,-varón pese al nombre- donde comenzó su tarea el después combativo Manuel Romero.

Ya vimos en el capítulo anterior como casi una década gobernaría en este período el radicalismo la ciudad, luego de la cual asumió como Comisionado Emilio Vivot, el 27 de abril de 1904. Vivot pertenecía a una familia de origen francés, que poseía en Tandil una importante estancia y era de extracción conservadora.

En ese mismo año, Antonio G. del Valle fundó el periódico "Buenos Aires", defendiendo el autonomismo conservador-recordemos que en un enfrentamiento mató a Setzes, que dirigía una publicación radical- y dos años después Manuel Romero hizo lo propio con "La Comuna", que durante casi cuarenta años defendería tenazmente los principios conservadores, sosteniendo duras polémicas con periódicos radicales como " Nueva Era".

Se inició así un período de gobiernos conservadores, en un año en el que en la política del país se produjeron hechos destacados como la elección del primer diputado socialista en América, el recordado Alfredo Palacios, al implantarse la elección por circuitos uninominales en Buenos Aires; el comienzo de la formación del Partido Conservador de la Provincia, que a instancias de Máximo Paz, que había sido gobernador y se había retirado, quedó constituido en 1908, proclamando sus objetivos y de cuya Junta Ejecutiva, presidida por Santiago Luro, formó parte el tandilense Antonio Santamarina.

Finalizada la segunda presidencia de Roca y divididas las fuerzas conservadoras, Roca impuso en el Colegio Electoral para sucederlo, a Manuel Quintana junto al cordobés José Figueroa Alcorta, para el período 1904-1910, sin la participación radical, que nuevamente se levantó en revolución en 1905, siendo derrotados; en Tandil, como consecuencia, los dirigentes radicales Demarchi, Casetti y José A. Cabral, fueron detenidos.

En 1905, Vivot fue electo Intendente por el H. C. Deliberante, siendo reelecto en 1906.

Con Vivot se reanudó el gobierno municipal conservador, sería la segunda etapa, que durará en esta ocasión hasta la intervención de la provincia en 1916, cuando fue electo Presidente Hipólito Yrigoyen, perdiendo las elecciones en Buenos Aires a manos de los conservadores y designando a Cantilo como interventor.

Vivot decía en su "Memoria" de 1904-1905: "Las consideraciones sociales, el respeto por el hogar, por las prensa, por la familia y por la sociedad eran vilipendiadas sin escrúpulos de ningún género cuando por ese medio se creía contener la libertad de pensar y de juzgar los actos del poder omnímodo que tenían en sus manos los destinos de esta Comuna". Felizmente, sin violencias de ningún género y dando ejemplos de procedimientos completamente contrarios, he podido hacer que se produzca la evolución, en el sentido que no se rinda culto a los más bravos y a los más audaces, sino a los más capaces de respetar y hacer respetar la dignidad y el honor del individuo, de la familia y de la sociedad".

Finalizado su período, fue electo Intendente una de las más destacadas figuras del conservadorismo local, Eduardo Arana, quien asumió el 3 de enero de 1907, gobernando Tandil por dos años.

A Arana le cupo una tarea administrativa y de gestión interesante. Podemos destacar obras que si bien fueron privadas, contaron con el decidido apoyo comunal y con su impulso otorgado por la afinidad política. Tal el caso de la iniciación de la construcción del edificio del Hospital Municipal y de la Capilla Santa Ana, donadas por doña Ana Irasusta viuda de Santamarina, obras inauguradas en 1909, cuando ya Arana había dejado la gestión y había retornado Vivot; la parquización de sus adyacencias, hoy Plazas" Dr. J. Santamarina" e" H. Yrigoyen", la inauguración, en 1908, del Colegio San José, en terrenos donados por la familia Santamarina, y en el mismo año, aunque de inspiración opuesta a la gobernante, la Biblioteca "B. Rivadavia", verdadero faro cultural que hoy es orgullo de la ciudad, donde Cabral dejó su impronta.

Por su parte la industria lechera, que tenía en Tandil importantes "cremerías", vería nacer en 1907, la instalación de la fábrica de quesos de Núñez y Cía., en Iraola, que comenzaría con la fabricación del luego famoso quesito "Chubut".

A continuación del nuevo período de Vivot, retornó Arana al frente de la Municipalidad, esta vez en carácter de Comisionado, al asumir Inocencio Arias la gobernación. En ese año de 1910, Arana con el apoyo decisivo de Antonio Santamarina, diputado nacional de extraordinario peso en el partido conservador, tuvo el honor de inaugurar la Escuela Normal, creada por el Presidente Figueroa Alcorta, en un paso fundamental en el proceso educativo de Tandil.

Eduardo Arana fue quien comenzó con el embellecimiento de la Plaza Independencia, obra que retomaría y completaría en su gestión Antonio Santamarina, enriqueciéndola con los jardines y estatuaria que hoy lucen gallardos.

En octubre de 1912, siendo diputado nacional, Antonio Santamarina, asumió como Intendente, iniciando uno de los períodos más extensos y fructíferos de gobierno comunal. Eduardo Arana, por su parte, había asumido como Gobernador. Tandil contaba así con dos hombres de predicamento provincial y nacional indiscutibles para la época, lo que se vio reflejado en obras importantes.

El extenso período de Santamarina- sólo interrumpido muy brevemente por la comisionatura de Diego Lezica Alvear en 1913-llegó hasta la citada intervención de la provincia en 1916.

La obra de Santamarina, fue trascendente, contabilizándose entre otras realizaciones : la terminación de los nuevos Mataderos Municipales; pavimentación de setenta y cinco cuadras de adoquinado; construcción de cuatro puentes sobre el arroyo Tandil y uno sobre el Blanco; el comienzo de las obras del Palacio Municipal, tal vez la obra de su gestión más trascendente; terminación de las obras de embellecimiento de la Plaza Independencia, que incluyeron la colocación de las estatuas especialmente traídas por Santamarina desde Francia; arreglo general de la antigua Plaza de Carretas, "Brig. Gral. M. Rodríguez" y trazado y construcción de la Plaza "Moreno", originalmente destinada a " ejercicios físicos" y mejoramiento general del Cementerio.

En su "Memoria" al H. C. Deliberante, Santamarina destacó la prescindencia que lo impulsó a llevar adelante su labor, en cuanto a cuestiones partidarias, lamentando que radicales y socialistas "... se hayan visto privados de tener en la Municipalidad la representación a que con legítimo derecho aspiran..." al no alcanzar con sus votos el mínimo exigido por la ley.

En su gestión creó el Dispensario " Gota de leche", para la provisión gratuita de ese alimento a niños que lo necesitaran. En materia cultural se destacó el apoyo económico otorgado a la Biblioteca "Rivadavia" y las tareas de escuelas del distrito.

Con el triunfo radical en la Nación y de los conservadores en la provincia de Buenos Aires, ésta fue intervenida por el gobierno nacional, designándose interventor al Dr. J. Cantilo, como vimos en el capitulo anterior.

El 7 de julio de 1917, otra vez otro Comisario, Víctor Roberts, como había ocurrido en 1904 pero esta vez de signo radical, desplazó a Santamarina y se hizo cargo de la Municipalidad.

Se inició así un nuevo período de gobiernos comunales radicales, hasta la revolución de 1930 en que el Tte. Gral. José F. Uriburu desplazó de la presidencia al anciano H. Yrigoyen retornando así gobiernos de fuerzas conservadoras, hasta la revolución de 1943 y el advenimiento del peronismo.

Primero Agustín P..Justo- Julio A. Roca, desde 1931 hasta 1937, apoyados por conservadores, radicales antipersonalistas y socialistas y luego Roberto M. Ortiz-Ramón S. Castillo, fórmula apoyada por la que se llamó "concordancia", desde 1937 hasta 1942 en que renunció por enfermedad el Dr. Ortiz y luego el Dr. Castillo hasta la citada revolución de 1943, fueron los gobiernos elegidos en elecciones que no tuvieron la transparencia deseada y que por lo tanto fueron calificados de "fraudulentos", incluyendo a los de la Provincia, donde Manuel Fresco, instauró lo que se dio en llamar el "fraude patriótico" e impuso el recordado lema " "Dios , Patria, Hogar".

Volviendo hacia atrás, diremos que las fuerzas conservadoras se habían dividido hacia 1915, siendo inútiles esfuerzos por mantener una férrea unidad, lo que se repitió en 1922, cuando el caudillo de Avellaneda, el famoso Alberto Barceló, se enfrentó a los dirigentes R. Moreno, A. Santamarina y otros y fundó el Partido Provincial, escindiéndose del tronco conservador, escisión que duró hasta 1931, en que en la Convención del Partido Conservador de Buenos Aires, los disidentes se reincorporaron, produciéndose luego la Convención que en agosto de ese año fundaría el Partido Demócrata Nacional, con la presidencia de Robustiano Patrón Costas.

Sería en 1922, cuando en pleno gobierno radical, el caudillo Juan D. Buzón fundó " El Régimen", que duraría hasta 1925, para luego hacerse cargo de "Tribuna", en 1931, que había sido fundado en 1929 con la dirección de Juan Calvo.

Otro periódico conservador que merece destacarse es " La Verdad", de María Ignacia que había fundado en 1934 el caudillo de esa localidad, Felipe Burón, que transitaba caminos de permanentes rispideces con el ya citado Buzón.

Curiosamente, después del Intendente Nicasio Sánchez, desde agosto de 1927 en adelante, se designaron Comisionados al frente de la Comuna, casi todos de filiación conservadora, tales los casos de: Juan Zerillo, Ramón Santamarina (nieto) y Beltrán Benedit.

Producida la revolución del 6 de setiembre de 1930, el interventor de la provincia Dr. Meyer Pellegrini, designó Comisionado a Ramón Santamarina (nieto), quien poco después fue reemplazado por el "idóneo" en farmacia y periodista, verdadero caudillo conservador local Juan D. Buzón, que se desempeñó hasta la elección del nuevo Intendente Dr. Armando Alzueta, en 1932, y que estará apenas casi seis meses como tal, al renunciar por disidencias con la conducción partidaria.

La labor que realizó Buzón al frente de la Municipalidad fue realmente trascendente, en especial en lo referido a obras públicas. El mejoramiento integral del Parque Independencia; el Mercado Municipal; la reconversión del pavimento de numerosas calles; el Estadio Municipal y la autoría del proyecto que culminaría con la creación del Museo y Academia Municipal de Bellas Artes, la construcción del pabellón de niños del Hospital, marcaron algunas de las realizaciones de este hombre respetado e influyente.

Le sucedió en el cargo el médico Dr. William Leeson, quien asumió en agosto de 1932 y gobernará ininterrumpidamente hasta 1940.

El Dr. Leeson continuó la obra de sus predecesores, correspondiéndole impulsar la construcción del nuevo edificio para la Escuela Normal y apoyar decididamente la erección del Calvario así como también la construcción del edificio del Museo de Bellas Artes, cuya inauguración presidió el 8 de diciembre de 1938, obras imperecederas, en las que el pueblo de Tandil colaboró sin reticencias.

Después del Dr. Leeson, en 1941, el Presidente Ortiz intervino la Provincia por no compartir la metodología electoral acusada de fraudulenta y entonces a Leeson le sucedieron como Comisionados, el Dr. Juan C. Tuculet, Teodosio Azcoiti y Carlos Saraví, hasta que en 1942 retornó para permanecer hasta la revolución de 1943.

Las fuerzas conservadoras se vieron fragmentadas y muchos de sus partidarios se integraron en los orígenes del peronismo , no logrando conformar un partido de características nacionales, salvo esporádicos intentos encabezados por políticos liberales y algunos neo conservadores, que duraron poco tiempo, y que constituye un tema digno de ser estudiado en profundidad, en el panorama político del país.

En Tandil, los conservadores tuvieron representación concejalicia nuevamente en la etapa peronista con Mario Zarini, Matías Mauhourat, Aníbal Daglio y Ernesto R. Fernández Tasende y luego en el gobierno radical de José E. Lunghi, con José María Ortiz y Julio Carreira ( de Vela)-I..Piagentini debió renunciar por su parentesco con el Intendente, que lo inhabilitaba reglamentariamente. Posteriormente fueron concejales conservadores Héctor Fernández Pérez y Gerardo Rivas, que a su renuncia fue sucedido por Julio Carreira.

Ya más recientemente, Juan Manuel Schang llegó a presidir el H. C. Deliberante en la lista del Intendente Julio J. Zanatelli, como representante conservador.

Será para otro momento el caso de analizar precisamente la figura de Julio José Zanatelli y sus reiterados triunfos en las urnas en épocas cercanas, que lo llevaron a ser , hasta el momento, el Intendente que más tiempo gobernó Tandil, batiendo el "récord" de Leeson, Santamarina y Maritorena, encabezando distintas listas de diversos partidos políticos, con una clara tendencia de mentalidad y estilo liberal-conservador, procediendo de una formación militar y habiendo sido en Tandil quien tuvo a su cargo la Municipalidad luego de la revolución de 1976. Todo un desafío futuro a encarar...

Acerca de los períodos de gobierno conservadores y aún de su accionar en la oposición, existen visiones diversas, según la postura intelectual de los autores. Emilio J. Hardoy, conspicuo dirigente del conservadorismo dejó escrito -creo que sabiamente-:" Recojamos los argentinos, de aquella época, la herencia de aciertos y errores". "Se ha dicho con razón que, más que una doctrina, encarnan (los conservadores) una forma de vida".

Una mirada simplista casi reduccionista, nos habla del gobierno de las élites terratenientes, de la oligarquía, para el caso de los conservadores; del acceso al poder de la clase media con el radicalismo y de las clases populares con el peronismo, dejando a la izquierda- o las izquierdas-como el espacio donde mejor se mueven los intelectuales, olvidando tal vez el complejo entramado-cada vez más acentuado-de la conformación política argentina. Por supuesto todo está sometido a debate, aunque la realidad pase por carriles no siempre coincidentes con las construcciones ideológicas.

Así hoy la globalización de la economía "de mercado", que ahora se le reconoce a países como Rusia y hasta China, cuyos regímenes políticos hacían poco menos que impensable que ello ocurriera, es, de alguna manera, un producto del pensamiento liberal occidental en contextos sometidos a variables no siempre lineales. Las claves para encontrar los por qué son a veces enigmáticas...

En el orden local, aún autores como Hugo Nario y Néstor Dipaola, de ideologías prácticamente opuestas a las del conservadorismo, han reconocido que "Transcurrido el tiempo contingente y apaciguadas las pasiones de su momento, Tandil ha guardado buena memoria de algunos gobiernos conservadores, a los que generalmente se asocia con obras de interés público y embellecimiento general" (Nario en "Tandil. Historia abierta") y "... los conservadores ofrecieron hombres ilustres a la hora de gobernar en esa época, se comparta o no las ideologías". (Dipaola en "La ciudad de las sierras". 4a. edición).

El pragmatismo de que hicieron gala dejó por el camino, muchas veces, ciertos principios especialmente en el campo político, por eso el balance sobre esa etapa nacional prosigue abierto a nuevas interpretaciones, sobre todo teniendo en cuenta que el futuro exige un cambio de mentalidad y de "hacer política", donde confluyan los intereses nacionales, el bien común y la transparencia republicana, que a tantos años de episodios reprochables, aún no ha logrado concretarse. Las claves para encontrar los por qué-repetimos-son a veces enigmáticas...

En memoria de:

Martín Pérez Dufaur, José A. Galotto y Honorio C. Laxalt y como prenda de amistad a otro permanente promotor de iniciativas valiosas para Tandil, el Dr. José María Ortiz.

Daniel Eduardo Pérez

jueves, 17 de junio de 2010

ORIGEN DEL RADICALISMO EN TANDIL

LOS ORÍGENES DEL RADICALISMO EN TANDIL

En 1890 la presidencia de Juárez Celman tambaleaba y el Gobernador Julio Costa trataba de sobrevivir al embate, que además tuvo en los enfrentamientos armados cívico-militares, su saldo de sangre vertida, una vez más, por dirimir cuestiones intestinas.
Tandil no fue ajeno a esto, y gracias a un curioso y casi desconocido documento escrito por José R. Benavídez, podemos hoy afirmar que desde nuestra ciudad salió un batallón de Guardias Nacionales por él comandado, convocado por Jacinto Saldivar e integrado por alrededor de 120 hombres que, al igual que en otras partes de la provincia, "... se subleva con una parte del ejército y armada en contra del pésimo gobierno del. Dr. Juárez...".
Este dato, prácticamente sin mención en la historiografía local, nos permite-luego de leer el breve pero detallado folleto-pensar que también aquí soplaban vientos bélicos, que, aunque no tuvieron expresiones de confrontación armada, habiendo llegado a La Plata, daban claras muestras de una influencia directa y no de un aislamiento de la situación general.
En este capítulo en el que haremos referencia a episodios que dieron nacimiento al radicalismo en el país y naturalmente en Tandil, debemos recordar que como consecuencia de esa revolución se produjo la renuncia del Presidente Juárez Celman y el ascenso al cargo del vicepresidente Carlos Pellegrini, quien tuvo en el Gral. Roca su principal apoyo.
Llegado el momento de tener que elegir la fórmula que sucedería a Pellegrini, el partido Unión Cívica se dividió entre quienes deseaban un acuerdo entre su máximo jefe, Bartolomé Mitre y el Gral. Julio Roca y los que se rebelaban al acuerdo - los antiacuerdistas- intransigentes,"principistas", que se separaron y formaron la Unión Cívica, que pronto tomaría el nombre de Radical. Era el año 1891 y Leandro N. Alem sería la cabeza y el caudillo que aglutinaría voluntades a quien acompañarían figuras como su sobrino Hipólito Yrigoyen, Bernardo de Irigoyen, Aristóbulo del Valle, Marcelo T. de Alvear y otros.
Al decir de Peter Snow (en Fuerzas políticas en la Argentina), "...la clase media inmigrante formó la base del primer partido político no aristocrático, la Unión Cívica Radical...".Las elecciones presidenciales para suceder a Pellegrini dieron como vencedor a Luis Sáenz Peña quien gobernó desde 1892 hasta 1895, período en el que en la Provincia pasaron varios gobernadores desde Julio Costa (1890-1893), hasta Guillermo Udaondo (1894-1898).
La situación nacional no había mejorado y la revolución radical había estallado en esos días finales del frío e invernal julio de 1893 siendo nuestra provincia el baluarte-cuando no-del movimiento.
La denominada Junta Revolucionaria se había establecido en Temperley donde sus proclamas habían congregado alrededor de 8000 hombres, tomada oportunamente por otro posterior hombre fuerte del radicalismo: Marcelo T. de Alvear y luego por Hipólito Yrigoyen, quien desde su conocida estancia "El Trigo", dirigió personalmente las operaciones en el interior bonaerense, ocupando Las Flores y luego Azul, Sierra Chica y Olavarría.
En conocimiento y con pleno acuerdo de lo ocurrido, en Tandil los radicales formaron un batallón al mando de Ramón Ballesteros, quien había sido Comisario, ex-militar y director del periódico" El Centinela". Numerosos voluntarios enfervorizados, la mayoría jóvenes, se enrolaron en las filas del entusiasta batallón radical, dispuestos a derramar su sangre, si ello fuera necesario, en pos de lo que estimaban una "causa" digna, marchando hacia la capital para defender la revolución. Apellidos luego muy conocidos y con descendencia hasta nuestros días, fueron al frente de lucha, siendo algunos de ellos, Carné, Proverbio, Lotitto, Ríos Melo, Ibos (h) (de los artistas plásticos pioneros), Farcy, Dhers, Celestino Juldain (posiblemente familiar del maestro pionero), Nigoul y otros.
Los radicales de Tandil, al igual que los de otros 90 partidos de la Provincia, habían decidido tomar la Municipalidad, que en ese momento estaba a cargo de Donato Dufau, por licencia de Almada.
En Tandil con la Revolución de 1893, resuelta aquí, según veremos, con madurez y sin un herido por medio, se consolidó la idea de dar formación a la Unión Cívica Radical, que reconocía en el hacendado Raimundo Piñero a su alma mater, acompañado por los hermanos Juan B. y Daniel de la Canal, los hermanos de origen francés Juan M. y Mariano Dhers y Francisco Sampaul, entre los más conspicuos.
En la ocasión, se integró un Comité Revolucionario Radical presidido por Piñero, con el objeto concretar la toma de la Municipalidad, a cuyo frente estaba, como quedó dicho, el
Intendente Dufau. Ese domingo 30 de julio de 1893, el infortunado Dufau recibió la noticia del Jefe de Policía que debía reunir a los efectivos de Tandil y la zona, para partir en defensa del gobierno, con lo que el pueblo quedaba absolutamente desguarnecido, recomendándole formar "piquetes" (le suena amigo lector...) para mantener la seguridad.
Reuniones varias se sucedían, ya no sólo en el Hotel de los hermanos Dhers,- el célebre de la Piedra Movediza- sino en la estancia de Piñero, aumentando el número de concurrentes con el paso del tiempo. Ellos eran hombres de la "clase media"- como dice Snow- pero también otros de cierta fortuna y algunos provenientes de un mitrismo desencantado.
Ante esta inédita situación, Dufau, en un gesto de dignidad, manifestó que no estaba dispuesto a dejar el cargo por cuanto había sido electo por el pueblo y no lo iba a resignar por el capricho de un partido, aunque el radicalismo arguyera precisamente la invalidez de aquellos comicios y los anteriores, por considerarlos fraudulentos.
La postura de Dufau fue cuestionada por los dirigentes radicales, que alegaban lo expresado en el párrafo anterior, lo que tensionó al máximo la situación. La prudente y sabia intervención del Dr. José Santamarina y la buena voluntad y entendimiento de Dufau, determinaron la renuncia del Intendente interino, lo que ayudó a evitar la posibilidad del temido enfrentamiento armado de carácter político, desconocido en la corta historia del Tandil, pero que sin embargo en otras localidades se había producido con el lamentable saldo de muertos y heridos entre vecinos.
Donato Dufau, en un gesto que honra su civilidad, se retiró a su domicilio acompañado por la Comisión oportunamente citada, dejando en manos de ésta la solución del complejo tema.
De común acuerdo, radicales revolucionarios e integrantes de la Comisión de vecinos, con la anuencia del Cura Párroco Pbro. José F. García, se reunieron en la casa parroquial, eventual "terreno neutral", con el objeto de proceder a arreglar la entrega de la Municipalidad.
A la 1,30 del lunes 31 de julio de 1893 se labraba un acta verdaderamente histórica.
Alrededor de mediodía y ante la atenta mirada de numerosos curiosos que se iban multiplicando, frente a la Municipalidad, se procedió a romper los sellos que lacraban las puertas, para tomar en forma oficial posesión de la misma.
Inmediatamente la Junta Radical, presidida por Piñero y la llamada Conciliadora por Santamarina, conferenciaron acerca de los futuros pasos a seguir.
El resultado de dichas conversaciones fue el acuerdo para que el gobierno quedase transitoriamente en manos de una "Comisión Administradora", la que se constituiría con vecinos de alguna manera poco comprometidos partidariamente y que integraron Eulalio López de Osornio, Blas Barrientos (padre del recordado periodista), Pablo Peñalva, José M. Saraví, Alberto Speroni, Juan B. Echeverría, Jorge Dahl y Pedro Barbé.
Se daba así una curiosa dualidad en el manejo de los destinos comunales: el verdadero poder político lo ejercería la Junta Revolucionaria Radical, que había tomado el Concejo y los asuntos de trámite casi burocráticos, la flamante Comisión, que poco o nada podía hacer, como se desprende del acta firmada ese día y que figura transcripta en los libros del HCD.
Pese a ello, es rescatable el gesto de aquellos hombres que gestaron el radicalismo en nuestra ciudad, que al menos compartieron como "buenos vecinos" algunas de las tareas, las que podrían haber asumido con plenos y arbitrarios poderes.
El acuerdo designó al Dr. José Santamarina como Intendente y a José Capdepont como Presidente del Concejo Deliberante, recayendo la designación de concejales en Eulalio López de Osornio, Juan B. Echeverría, José M. Saraví, Pedro Barbé, Alberto Speroni y Florencio Méndez, como titulares y Pedro Peñalva, Jorge Dahl y Blas Barrientos como suplentes.
Defensor de menores fue designado Felipe de la Canal, continuando el veterano César Prada como Secretario, en tanto Francisco Bellini (director de El Eco del Tandil) lo era del Concejo.
La "democrática" elección respondía a las urgencias revolucionarias, sin participación alguna del vecindario que seguía los sucesos muy interesado, pero casi como mero espectador de esta puja entre las cabezas visibles de los factores de poder de entonces en la ciudad.
Finalmente con el acuerdo suscripto, se llevó serenidad a los caldeados ánimos.
Pasados aquellos momentos difíciles de enfrentamientos, en el orden nacional, en 1895 el país iniciaba un periodo de relativa tranquilidad, conducido por el sucesor de Sáenz Peña, el respetado salteño José Evaristo Uriburu, quien conformaba a los líderes oficialistas Mitre y Roca.
La oposición radical pasaba por un momento de cierta frustración y anarquía, en tanto la estrella de Alem se apagaba y crecía en cambio la de su combativo y entonces brioso sobrino Hipólito Yrigoyen, de gran carisma entre los bonaerenses.
Gobernaba la provincia Guillermo Udaondo desde el año anterior, producto del acuerdo de roquistas- más bien pellegrinistas-y mitristas.
En Tandil, convocadas las elecciones correspondientes para el domingo 14 de abril de 1895, la sesión del Concejo Deliberante del 5 de mayo, consagró como Intendente a Juan Bautista de la Canal, a quien, consecuentemente, se lo considera el primer Intendente radical. Debemos recordar que al Intendente entonces lo elegía el Concejo de entre sus miembros y duraba en su mandato sólo un año.
En esa misma sesión se designó presidente del Cuerpo a Eduardo B. R. Frers y vicepresidente a Florencio Méndez.
El Tandil que le tocó gobernar a de la Canal, contaba según el censo nacional de ese año, con 7.894 habitantes en la campaña y 7.008 en la planta urbana y venía de obtener el incremento poblacional relativo más elevado del último siglo, con un 35,8 % en el quinquenio 1890-1895.
Juan B. de la Canal, que fue reelegido para el cargo por un año más, el 2 de enero de 1896, ejerció sus funciones en forma intermitente, alternando con Frers y Méndez, dado que dedicaba parte de su tiempo a la atención de sus actividades agropecuarias, las que constituían- al igual que la de otros miembros de esta poderosa familia extendida en el sudeste bonaerense-la fuente de una importante fortuna.
En honor a la verdad debemos decir que la gestión de este primer Intendente radical no fue pródiga en hechos destacables para el progreso y desarrollo de Tandil, aunque coincidieron en sus períodos algunas medidas que, como la ley que declaró ciudad a Tandil el 22 de octubre de 1896, le dieron un status deseado.
En su administración se denominó Brig. Gral. Martín Rodríguez a la "plaza frente a las ferias", que era la que aún hoy llamamos popularmente " de las carretas" o "la del tanque", proponiéndose que se levantara allí un monumento al fundador y se colocaran los cañones del Fuerte, que allí permanecieron desde el gobierno de Santamarina hasta que bien entrado el siglo XX, fueron trasladados hasta el Parque, donde hoy se encuentran. También denominó Constitución a la actual plaza Moreno, la del viejo cementerio.
Fue en su gobierno en el que empresas privadas como Clark y Cia y Compañía Internacional de Electricidad, realizaron gestiones para instalar el alumbrado eléctrico, lo que finalmente no ocurrió y que se concretaría recién en 1901 con otra firma, resultando un importante progreso urbano.
En Tandil fueron en realidad hombres de extracción económica poderosa, los principales referentes que llevaron adelante el radicalismo. Los de la Canal constituían un verdadero " imperio" poseedor de miles de hectáreas de campo repartidas en el sudeste bonaerense, contándose alguno de ellos entre los fundadores de pueblos- como en el caso de Necochea- o donantes de tierras para el ferrocarril, como en nuestro partido lo hizo Victorio, dando nombre a la localidad rural que hoy lleva ese nombre,.en oposición a lo que dice Snow sólo aparentemente, por cuanto fueron seguidores en el futuro, hombres de la clase "media" los que formarían sus cuadros.
La elecciones municipales del 29 de noviembre de 1896 dieron nuevamente el triunfo al radicalismo, lo que llevó a que el Concejo eligiera a Eduardo B. R. Frers como nuevo Intendente y al relojero Higinio Plazas como presidente del cuerpo. La labor de Frers fue digna y mereció el elogio del vecindario. En su gobierno se sancionó la ordenanza de la actual nomenclatura y numeración de las calles, el reglamento de control del Matadero, el apoyo a la creación del Asilo de Huérfanas y el impulso a la instalación de nuevas industrias lácteas.
Al finalizar su mandato, las elecciones de fines de 1898 consagraron nuevamente la lista radical, con lo que el Concejo, en su primera sesión de 1899, eligió Intendente al caudillo radical de la época Raimundo Piñero, siendo presidente del cuerpo Federico Demarchi con quien alternó el Ejecutivo en razón de sus numerosos viajes.
Sería precisamente Demarchi quien-previas elecciones- sería electo Intendente en 1900, siendo reelecto en 1901, año en que en Tandil, como en todo el país se rindiera homenaje a Bartolomé Mitre al cumplir éste sus 80 años, realizándose aquí un gran homenaje por parte de la Comisión presidida por Martín Iparraguirre.
La administración de Demarchi se caracterizó por un honesto manejo de los bienes y finanzas municipales e iniciativas que, como la del alumbrado eléctrico, tuvieron principio satisfactorio.
Finalizado su período y luego de las elecciones respectivas retornó como Intendente el jefe radical Raimundo Pîñero, en 1902, siendo secundado por Julián Dufau- hermano de Donato, el Intendente que afrontó la revolución de 1893-como presidente del Concejo.
En la nueva gestión de Piñero, Tandil cobró renovadas energías y su floreciente comercio dio nacimiento al primer banco de origen local, en 1902: el Banco Comercial del Tandil, que durante décadas fue orgullo de la ciudad y que lamentablemente cayó pesadamente en años recientes.
De ese ejercicio dice Piñero en sus memorias: " Mi atención se ha dirigido con especialidad al arreglo de los caminos para facilitar la vialidad pública...". Fue en su gestión en la que finalmente la luz eléctrica se hizo realidad.
En 1903 Piñero fue reelecto., pero las desinteligencias políticas entre la provincia y el gobierno local, ejercido en 1904 por Demarchi, electo nuevamente, terminó con la intervención policial de la Comuna y la designación de Emilio Vivot por parte del gobernador Marcelino Ugarte.
Fue en ese año en que apareció el primer diario de Tandil, "La Democracia" dirigido por José A. Cabral, de militancia radical y también en el que- enfrentados políticamente-el director del panfletario periódico "El Murciélago", de extracción radical, A. Setzes, moría a manos de otro director de un periódico, Antonio G. del Valle, en un episodio emblemático de la historia de nuestro periodismo.
El creciente prestigio e influencia de Cabral, pronto se encontraría con la oposición de hombres como Demarchi, cuya personalidad distaba de ser sumisa. Comenzaba un período de divisiones internas que se prolongarían en el tiempo y que culminarían con escisiones del partido a nivel local, como consecuencia de los diferentes enfoques y las divisiones en el orden nacional, las que prácticamente han durado hasta nuestros días.
En ese mismo año-1904- el legendario Alfredo Palacios fue electo como el primer diputado socialista de América, se formaba el Partido Conservador en la provincia y el destacado político Lisandro de la Torre daba nacimiento a la Democracia Progresista. En Tandil comenzaba un período de gobiernos conservadores.
Casi una década y media después, se producía en la historia argentina un trascendente hecho: el 2 de abril de 1916 se realizaron las primeras elecciones nacionales poniendo en vigencia la Ley Sáenz Peña- voto universal y secreto-que consagró la fórmula radical que llevó a Hipólito Yrigoyen a la presidencia, superando a la fórmula conservadora.
En la provincia, en cambio, había triunfado el conservadorismo por lo que fue intervenida por Yrigoyen, designándose a José Cantilo como interventor, quien por su parte intervino la comuna de Tandil con el comisario de policía Víctor Roberts. Se repetía, inversamente, el episodio de 1904...
Luego de esta alternativa, la Intervención radical de la provincia designó Comisionado a José A. Cabral, quien estuvo unos pocos meses al frente de la Comuna. Fue éste el primer cargo público que alcanzó este político, que luego se prolongó en una larga y fecunda trayectoria y que además fue periodista y hombre de la cultura de Tandil.
El 5 de mayo de 1918 se constituyó el nuevo Concejo Deliberante- que como novedad contaba entre los concejales electos a los primeros socialistas, Anacleto Farías y Carlos Dhers,- este último de origen radical- que designó a Esteban Maritorena como nuevo Intendente, quien tuvo como secretario a Luis Lunghi y ejerció el cargo durante cuatro años.
La citada vocación periodística de Cabral, lo llevó a fundar otro diario, en 1919, el que con el nombre de "Nueva Era" perdura hasta los días que corren, llevando en sus páginas la voz del radicalismo como expresión política y manteniendo duras polémicas con otros colegas, incluido "La Revista" periódico católico fundado y dirigido por el Pbro. Julio Chienno. Años antes - en 1908- había fundado la Biblioteca "Bernardino Rivadavia" que llegó hasta nuestros días como un bastión de la cultura.
En el orden municipal, le correspondió a Maritorena llevar adelante los trabajos finales del hermoso Palacio Municipal, que había sido comenzado en la etapa conservadora, de tal suerte que en 1920 era una realidad, aunque las arcas municipales estaban exhaustas y hubo que recurrir a una colecta pública para dotarlo del mobiliario necesario.
Fueron los años en que se aproximaba el centenario de Tandil por lo que convocó a una Comisión popular de festejos que, entre otras cosas, nos dejó el Parque Independencia con el monumento al fundador, la portada donada por la colectividad italiana y el castillo morisco donado por la española.
Maritorena fue un pionero en el estímulo del turismo hacia nuestra ciudad, así como apoyó la labor del maestro Vicente Seritti y los Salones de arte de aficionados, que habían comenzado como estímulo a las artes plásticas.
Cumplido su mandato, nuevamente el radicalismo obtuvo las preferencias del vecindario y decidió la sucesión al frente de la Comuna, en favor de Alfredo Martínez, quien había ejercido la presidencia del Concejo.
Fue en su administración en la que se concretaron los actos del Centenario, siguiendo la obra de Maritorena, y quien dotó de luz hasta la cima al Parque, así como de la escalera de piedra de acceso y quien autorizó definitivamente a la Comisión Oficial a contratar al gran escultor Arturo Dresco, para erigir el hermoso monumento a Martín Rodríguez que hoy contemplamos en la cima del Parque.
Sucedió a la administración de Martínez, Miguel Antonena que ejerció el máximo cargo de la Municipalidad entre 1924 y 1925.
Una vez más el radicalismo veía agitarse las aguas ante las posturas internas encontradas de Cabral y Antonena, que habiendo sido Inspector General de la Municipalidad había ganado adeptos asumiendo la Intendencia en medio de la nueva división que conmovió el ambiente político lugareño.
Eran los años del gobierno radical en la Nación y en la provincia, bajo las presidencias de Yrigoyen (1916-1922), Marcelo T. de Alvear (1922-1928) y nuevamente de Yrigoyen hasta su derrocamiento en la revolución del 5 de setiembre de 1930.
En el orden local, Nicasio Sánchez ganaba las elecciones que lo consagraron como Intendente entre 1926 y 1927, prosiguiendo la labor de los que le precedieron, sin que merezca destacarse en particular alguna obra o acontecimiento especial.
Los sucesos nacionales y provinciales determinaron que entre 1928 y 1930- año de la citada revolución que derrocó a Yrigoyen-el gobierno comunal fuera ejercido por comisionados, designados por los gobernadores Valentín Vergara (1926-1930) y Nereo Crovetto (1930), destacándose entre ellos a Juan C Zerillo y Beltrán Benedit.
Casi una década duró pues la segunda etapa de gobiernos radicales en Tandil, casi coincidente con su nacimiento, en los que contó con un importante apoyo electoral por parte de la población.
Habría que esperar casi treinta años para que otra expresión de origen radical, la UCRI -escisión encabezada por el Dr. Arturo Frondizi-con Juan Roser retomara el gobierno local y luego José Emilio Lunghi, comerciante y mutualista -padre del actual Intendente- desde l963 a l966, para luego recién en 1983, con el retorno de la democracia ,volver a ganar las elecciones municipales con Américo Reynoso como Intendente y donde ya la consagrada figura política del Dr. Juan Carlos Pugliese asumía por varios años la conducción de la Cámara de Diputados de la Nación, constituyéndose, con su dilatada y brillante trayectoria política, en uno de los dirigentes tandilenses que alcanzó los más altos cargos , responsabilidades y reconocimientos en el orden nacional.
La brevedad que nos impone el espacio, sólo nos permite brindarle, estimado lector, esta crónica muy apretada de los comienzos del accionar del radicalismo en nuestra ciudad, la fuerza que se alternó con conservadores y peronistas en la conducción de los destinos de nuestro Tandil.

Daniel Eduardo Pérez

domingo, 6 de junio de 2010

SILVERIO MANCO.Un escritor poco conocido,

SILVERIO MANCO
Ese gran escritor popular desconocido

Repasando nuestra historia, nos encontramos a veces con verdaderas rarezas o hallazgos que no dejan de sorprender y que es nuestra obligación-autoimpuesta-hacerlos conocer y divulgarlos.
Cuando escribimos la “Historia del Periodismo de Tandil”, en 1974, nos encontramos con una publicación llamativa no sólo por su nombre sino además por su contenido y por quiénes eran directivos y redactores. Nos referimos a Brisas Tandilenses, que hizo su fugaz aparición allá por 1920.
Un año en el que Tandil-próximo al centenario-era un lugar buscado por bohemios, “veraneantes” y en el que las majestuosas estancias y los nuevos edificios que, como el Palace Hotel (hoy la Universidad), se levantaban como símbolos de un progreso fenomenal. Con la puesta en marcha además de otras edificaciones que como la imponente Municipalidad, posteriormente el Banco Hipotecario, el Parque Independencia y la aureola de magia que rodeaba el paisaje tandilense luego de la caída de la Piedra Movediza, servía para mostrarse realmente atractivo.
Además en el campo de la cultura la existencia de numerosas escuelas primarias públicas y privadas y la flamante creación de la Escuela Normal (1910), se reproducían en el periodismo en el que José A. Cabral había puesto un mojón en 1919, con la creación de Nueva Era.
Esas curiosidades o rarezas de las que hablamos al comienzo, se vieron reflejadas por ejemplo, en esta publicación a la que hacemos referencia, que era dirigida por un carpintero, Domingo Giácomo, con evidentes inclinaciones culturales y al que acompañaban jóvenes no muy duchos en esto del periodismo poético, salvo el caso que hoy merece nuestra atención: Silverio Manco.
¿Quién era Silverio Manco? Manco nació en Buenos Aires el 13 de julio de 1888, desde muy niño las calles porteñas fueron su escuela, de tal suerte que a los doce años vendía diarios en la esquina de Corrientes y Uruguay.
Dos años más tarde escribía sus primeros versos en un café de la esquina de Corrientes y Paraná y así el pibe o Chingolo, como lo apodaban, se las rebuscaba vendiendo además los libretos que los Podestá representaban en el Teatro Apolo, por lo que le pagaban dos cobres y le dejaban ver gratis el último acto de la obra.
De acuerdo a lo que investigó Soler Cañás, su primera colaboración-versos de contrapunto- fue en un periódico de barrio llamado El Favorito, de un amigo de juventud, Tomás Bertetti, de la cual él era el secretario. Corría 1904, no había cumplido veinte años cuando con su gran melena y sus ideas que simpatizaban con el anarquismo de la época, subió a más de una tribuna para predicar por ellas.
Cuando en 1907 apareció La Pampa Argentina, la dirigió por algunos meses, conociendo allí a poetas populares y payadores, entre ellos a Felipe Fernández, que llevaba para publicar sus versos gauchescos con el seudónimo, después famoso, de Yacaré.
Por su parte Manco escribía sus versos dedicados a temas populares, a veces gauchescos, otras payadorescos y en ocasiones en lunfardo, del que fue uno de los pioneros.
Fue en 1907 en que Manco dio a conocer el primer folleto ¡Echale Bufach al catre!, al que siguieron Ayes del corazón y Flores Marchitas.
Cuatro años más tarde, en Lomas de Zamora, dirigió el periódico El Fogón Argentino, de temas camperos y al año siguiente La Pampa Florida del mismo tenor.
Con la aparición de Crítica, en 1913, el joven Silverio tuvo un canal importante para sus versos lunfardos. De aquellos años, luego de su participación en Crítica, se pierde un poco el rastro hasta que lo encontramos en Azul, dirigiendo publicaciones fugaces como El Eco de Azul, El Álbum Azuleño y El Azuleño, en las que publicó cuentos camperos y versos lunfardos.
Llegamos a 1920 y así el 10 de agosto de ese año, aparece Brisas Tandilenses, que se editaba curiosamente primero en Ayacucho y luego en Grothe, teniendo como dirección Av. España 235.
Brisas, rezaba que era una “Revista literaria, social, informativa y de actualidad”, aparecía los días 10, 20 y 30 de cada mes .Su director –el ya citado Domingo Giácomo- había nacido en Italia en 1893,llegando muy joven a Tandil y falleciendo en nuestra ciudad en 1969.
Incluido en el staff como redactor literario, Manco solía firmar con seudónimos sus obras, siendo los más utilizados en Tandil los de Flores y Boyero.
En 1921 cambió el formato para pasar al tamaño de periódico y retornar luego al original hasta 1922 en que desapareció. Manco seguía figurando como redactor literario hasta finales de 1921, luego aparentemente se retiró y se concentró en Buenos Aires.
De retorno a la Capital, alcanzó éxito como payador, de tal suerte que en un concurso organizado por Crítica entre 1921 y 1922, resultó el ganador con el seudónimo de Cacique Viejo.
Luego de ese premio, Manco entró a trabajar en el diario ¡como cronista policial!
Su frondosa producción, le permitió publicar en 1923 el libro El Arrabal Porteño, sin firmar y luego otro, Barro del suburbio, ambos de contenido profundamente comprometido con los humildes pobladores marginados.
La necesidad de escribir en cantidad hizo que la producción de Manco fuera despareja en su calidad. No obstante, con los años y su prolífica actividad, se ganó un nombre destacado en la literatura popular de nuestro país, como Francisco Rímoli, ( Dante Linyera), Augusto Martínez ( Iván Diez), el ya citado Felipe Fernández (Yacaré), y los más conocidos y difundidos ya más cerca de nuestros días, Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo, que superaron el uso casi dialectal del lunfardo y trascendieron en el campo poético con obras realmente magníficas, siendo en ambos casos muchas de ellas llevadas al tango.
Manco dirigió también la que fuera la famosa revista El Alma que Canta, en la que publicó numerosos poemas y prosa con los más diversos seudónimos, algunos de los cuales fueron: el primitivo Chingolo, Mirlo Blanco, Alma Maleva, Candelario Espumiya, Fierro Chifle, Atahualpa, Cachirulo y el ya citado de Cacique Viejo.
Como colaborador se le puede seguir el rastro en revistas como:” El Alma Argentina”, “Vida Porteña”, “La Revista Popular”, “Canta Claro”, “La Canción Moderna”, “Sherlock Holmes”, “T.V.O”., “El Suplemento”, y la más conocida “Mundo Argentino”.
En diarios, además de Crítica, ya mencionado, dejó colaboraciones en Última Hora, La Protesta y La Batalla.
Manco se autodefinió como “bohemio cantor de los humildes” y fue así ya que sus aguafuertes en verso o prosa, pintaron el Buenos Aires orillero, donde el vicio, la miseria humana y naturalmente el crimen eran –y son- habitantes comunes en ese medio.
La cantidad de folletos, pequeños libros y artículos de Manco han hecho prácticamente imposible recopilar su obra en la totalidad, sobre todo por el uso permanente de seudónimos.
Gran parte de su obra en folletos y folletines fue publicada por Alfonso Longo, de Rosario, lo que permitió que los mismos estuvieran en buena medida en los kioscos de casi todo el país.
Años después, entre 1942 y 1945, Editorial Burchieri reeditó las más exitosas, lo que permitió ver nuevamente su prosa y sus versos en circulación.
Algunas de sus letras fueron llevadas al tango con música de valiosos compositores tales como Alfredo Gobbi (padre) y Agustín Magaldi. Es el caso de El Taita, con música del primero, que mereció un comentario especial de los autores José Gobello y Eduardo Stillman, en su libro: “Letras de tangos de Villoldo a Borges” y de No quiero que digas con música de Magaldi. Asimismo dedicó letras al dúo Gardel-Razzano, en la que escribe atinados conceptos referidos a quienes pretendían imitar al famoso dúo; también compuso un tango-canción, con el título de “Campanelli”, homenaje a la hazaña de los aviadores Olivero, Duggan y Campanelli, letra a la que le puso música Margarita S. Gasquet.
Su obra abarcó diversos estilos, así una “novela íntima de la vida real” como Los perros vagabundos; folletos de carácter sociológico como Rayos de luz: otras payadorescas como Contrapunto nacional, al igual que otras de carácter gauchesco con connotaciones históricas tales como Martín Fierro y El Hijo de Martín Fierro, de múltiples ediciones; Montoneros, Camila O’Gorman, Juan Moreira, Santos Vega, La muerte de un héroe y El rastreador.
Incursionó también en la obra teatral, y así encontramos, entre otras, su versión de Juan Moreira, Castañas a la minuta, Por ir a un baile, Panete por demás y ¡Aquella noche!.
Autores varios y valiosos se han ocupado de Manco y de su obra hoy prácticamente desconocida u olvidada. Por ello queremos traer a la memoria o al conocimiento.-según sea- a este hombre que supo dejar su huella en Tandil y que padece del desconocimiento de los actuales tandilenses- aunque luego algunos, después de nuestra modesto aporte “descubran”,- como pasó también con Eandi- que existió…
Después de seis décadas de ininterrumpida actividad literaria, Manco, olvidado y enfermo, murió en Claypole, (al igual que años más tarde nuestro conocido historiador Gorraiz Beloqui), siendo sepultado en el cementerio de Adroqué el 28 de diciembre de 1964, en el Día de los Santos Inocentes.
Unos meses antes había tenido la satisfacción de recibir la visita de don Pedro Barcia, en ese momento presidente de la Academia Porteña del Lunfardo y de su Secretario don José Gobello, quienes sí tuvieron el digno gesto de llevar a Silverio un poco de reconocimiento por tanto que había dado al lunfardo.
Todos los diccionarios de autores y antologías de lunfardo, que se precian de buenas, contienen datos y alguna de las obras de Manco.
De entre todas ellas hemos elegido para ilustrarlo, estimado lector, poesías de las aparecidas en nuestra Brisas Tandilenses, de 1920.

La poesía se titula Del terruño y dice:
“De la estirpe generosa del pasado
siempre quedan los recuerdos;
por ejemplo: las domadas y las yerras
y entre criollos los encuentros.

Esos duelos a cuchillos no se olvidan
ni el chirriar de las lloronas,
ni las botas con puntera degollada
ni el galope por las lomas.

El paisano bondadoso, toda alma
de la mente no se borra,
ni los tristes y vidalas que ofrecía,
al gemir de la bordona

Y esas chinas con sus trenzas renegridas
por las cintas sujetadas,
galopando sobre pingos compadrones
lastimaban muchas almas.

Hoy el gaucho siempre vive con nosotros
como símbolo genuino
aunque algunos inconcientes lo han cubierto
con el poncho del olvido”.

De otros numerosos ejemplos que podríamos poner a su consideración, estimado lector, por razones inevitables de espacio hemos elegido la siguiente poesía que refleja su estilo:

MORTADELA
“La tengo rejunada
Y la mina también me campanea,
Es gorda ,petisa y linda.
¡Toda una mortadela!...

Al junarla tan papa
Yo pienso en su caída,
Porque hay que ver, san dié qué mueble
Y qué grela de linia.

Yo sé que a todo el mundo le da bola y eso es lo malo.
Al final v’a caer
En las manos cachusas de un garabo.
Y el coso, ni qué hablar,
la meterá en la vida cayejera,
Porque es una purreta macanuda.
¿Toda una mortadela!...

Así se pierden muchas percantinas
que rajan del suburbio
y se encaman, después, por cinco mangos
con cualquier turro”.

¿Le gustó apreciado lector?

Daniel Eduardo Pérez