lunes, 22 de febrero de 2010

PRISIONEROS BRASILEÑOS EN EL TANDIL

PRISIONEROS BRASILEÑOS EN EL TANDIL
El Fuerte Independencia después de la gesta de Patagones

La rica historia del Fuerte Independencia desde su fundación, el 4 de abril de 1823, fue creciendo a medida que los pobladores pioneros se acercaron y se asentaron conformando la primera aldea de aquel incipiente Tandil.
Había transcurrido apenas poco más de un año de su fundación ,cuando además de complicarse la situación interna, se tensaba la cuestión de la Banda Oriental del Uruguay y la intervención que al respecto tenía el Imperio del Brasil.
Todo ello implicaba seriamente a nuestro país y en forma muy especial a las provincias de la Mesopotamia y a Buenos Aires, sobre todo a esta última que era mirada con apetencia por los brasileños, lo que hacía prever un desenlace bélico a corto plazo.
Gobernaba este territorio el Gral. Juan Gregorio de las Heras, quien había reemplazado precisamente a nuestro fundador, en 1824, y a quien le tocó en suerte tomar las acertadas medidas de ordenar el comienzo de tratativas para acercar a los indígenas del sureste bonaerense, con el objeto de asegurar la frontera interior y simultáneamente evitar que en una posible invasión brasileña, se aliasen para desgracia de los intereses argentinos.
Ya el ministro de guerra imperial, había expresado que " La expedición a la Patagonia tiene el fin de quitar a Buenos Aires el único puerto que le queda abrir por allí al comercio con los indios pampas, induciéndolos a que renueven los malones que acostumbraban efectuar en los alrededores de Buenos Aires".
En 1825, la situación se había agravado y fue entonces cuando tanto desde Buenos Aires como desde la sureña Carmen de Patagones, se ordenaron, por parte del gobierno, misiones para intentar concretar paces o treguas a los efectos antes mencionados. Desde el sur fueron comisionados para el intento los hermanos Ángel, Fernando y Calixto Oyuela, quienes desembarcaron el 11 de noviembre de ese año, en la zona que después, en 1828, sería Bahía Blanca. Luego de enviar delegados a las tolderías, alrededor de cuarenta caciques se presentaron para parlamentar. Los Oyuela llevaban instrucciones verbales del Ministro de Guerra, Balcarce, de tratar al menos de lograr tres puntos: concretar la paz con un mínimo de doce caciques, devolver las tierras del Tandil (sin tocar el Fuerte Independencia) y llevar a Buenos Aires al famoso cacique Chanil.
Tras prolongados encuentros y esperas, el 13 de diciembre los reticentes caciques aceptaron la propuesta que, en una extralimitación de los Oyuela y ante la exigencia indígena, habían comprometido el levantamiento del Fuerte tandilense. De esa manera los caciques más importantes de la zona, entre los que se encontraban el ya mencionado Chanil, Pichiloncoy, Tetrué, Trenan y otros, se comprometían a mantener en paz toda la zona sur de la provincia.
De acuerdo a lo pactado, Ángel Oyuela partió a Buenos Aires con el cacique Chanil y 17 representantes más, mientras quedaba como rehén o prenda de paz en manos indias, Calixto Oyuela.
Las Heras continuaba preocupado por lograr tratados de paz con todos porque temía- en caso de conflicto armado directo con Brasil- tener que asumir dos frentes, contra Brasil por un lado y con los indios en malón en el sur provincial por el otro, con el peligro ya relatado de que éstos se aliasen a los imperiales y en Patagones se tuvieran graves dificultades.
Paralelamente a las gestiones de los Oyuela, se enviaba a Juan Manuel de Rosas un oficio por el que se le encomendaba "---establecer paces sólidas y duraderas con los indios fronterizos...". El gobierno, luego de la aceptación de Rosas, entregó instrucciones para asegurar la línea de frontera que corría desde la costa marplatense, por la actual Balcarce y el Fuerte del Tandil, hasta llegar a Tapalqué y Mercedes.
Entre lo que Rosas podía ofrecer estaba la devolución de los prisioneros indios que serían intercambiados por cautivas blancas y ayuda o pago para aliviar las condiciones en que vivían en las tolderías.
Dando comienzo a lo solicitado, Rosas envió desde su estancia "Los Cerrillos•" a indios amigos que allí vivían para sondear la disposición de los principales caciques para reunirse, constatando con ello que había gran desconfianza y poca credibilidad, luego de las experiencias que tuvieran en el gobierno de Martín Rodríguez y además porque la línea de frontera que ahora se intentaba, no respetaba la demolición del Fuerte Independencia que, en su exceso ya señalado, los hermanos Oyuela habían comprometido.
Considerando lo delicado de la situación, Rosas envió a su lenguaraz Manuel Baldebenito para convencer a los caciques de la importancia de la palabra que don Juan Manuel- muy respetado entre la indiada- daría sobre lo que se lograra en materia de paz, pero dejando en claro que nunca el gobierno oficialmente había prometido demoler el Fuerte del Tandil, dando las razones por las cuales esto no era posible.
Aquí jugó un papel muy importante, según lo relata el propio Rosas, la india Tadea, mujer de enorme prestigio entre los pampas y que además era considerada como la heredera legítima de las tierras del Tandil. Su palabra de gran ascendiente, ayudó extraordinariamente –según parece-en la tarea conciliadora, tal como se desprende del reconocimiento explícito de Rosas, logrando finalmente el consentimiento para reunirse y tratar las paces y la demarcación de la línea de frontera en la fecha en que se conviniese.
Por su parte, la comisión que había designado el gobierno para acompañar a Rosas en este cometido, fue integrada además por el coronel de coraceros Juan Galo Lavalle y el ingeniero Felipe Senillosa, además de oficiales de relevancia, tal el caso del comandante Andrés Morel, del sargento mayor Narciso del Valle, además de su amigo el hacendado Pedro Burgos- a la postre fundador de Azul en 1832- con tropa, víveres, enseres y ganado.
Ya dispuestas todas las medidas para efectivizar la misión, cada jefe reunió a sus hombres .El primer trabajo fue relevar la laguna del Durazno luego de lo cual se abrieron las columnas para reconocer Lavalle y Senillosa, la zona próxima a la costa y la zona de Mar Chiquita y Rosas las sierras del Volcán (Balcarce). Las tareas fueron intensas y luego de recorrer palmo a palmo la zona, acordaron reunirse las columnas en la zona de Laguna de los Padres.
A partir de allí, la misión se dividió en dos columnas nuevamente, la principal al mando de Rosas y la otra de Lavalle, recorriendo la zona que media entre el Volcán (Balcarce) y Tandil detalladamente, mientras se preparaba el encuentro convenido en el Tandil, con los principales caciques con los que se había consensuado la reunión, entre ellos el ya mencionado Chanil.
Rosas, en su Memoria al gobierno central, señala que la línea se tiraría en presencia de los indios "...a cuyo efecto vendrían para el día que señalásemos y que pasarían por todos los artículos de las instrucciones de mi comisión siempre que se les garantice de la buena fe del gobierno en su cumplimiento..."
Por entonces, desde junio de 1824, era Comandante del Fuerte Independencia del Tandil, el sargento mayor Bruno Vázquez, quien fue quien recibió y dio albergue a Rosas, Lavalle y Senillosa cuando, en el último día de 1825, llegaron finalmente para cumplir con la misión final encomendada.
Rosas describiría en su Memoria su impresión del Fuerte tandilense, diciendo:"El Fuerte del Tandil está situado en un bajo dominado por las alturas que tiene a los costados SO y SE. La fortificación es bastante buena por lo respectivo a la construcción, mas su forma no es la más ventajosa, porque es de mucho perímetro por la área que encierra. La mayor parte del vecindario está situado al NO y consta de 4 pulperos y 7 familias.
"Estas familias son pertenecientes a la guarnición que consta de 100 cazadores, 22 artilleros y 30 blandengues".
En las proximidades de este lugar es que se llevó a cabo, durante la estancia por tres días de Rosas en el Tandil, la reunión para la paz y la delimitación, a lo que no se llegó tan fácilmente por lo ya relatado del mantenimiento del Fuerte y la inseguridad de los indios que el gobierno cumpliera con lo pactado.
Si embargo y según lo expresa el mismo Rosas, los indios "... hicieron alguna oposición, pero al fin cedieron y la línea se tiró y se marcó a la perfección con grandes mojones de césped...".
Los objetivos de la misión Rosas- Lavalle- Senillosa, fueron logrados, a saber: obtener un mayor y mejor conocimiento de la región sudeste de la provincia, señalar lugares aptos para erigir fortines en el futuro, demarcar una línea en presencia de los caciques, asegurar transitoriamente la paz y obtener una experiencia para futuras operaciones por parte de Rosas y Senillosa.
Luego de partir de Tandil y de efectuar reconocimientos en los arroyos de la zona, se separaron las columnas y Juan Manuel de Rosas llegó a Buenos Aires el 16 de enero de 1826.
Rosas no tuvo que regresar solucionados algunos problemas surgidos y se quedó en Buenos Aires, cuando un hecho histórico se producía: Bernardino Rivadavia asumía la Presidencia de la Nación, ante la decisión tomada por el Congreso Constituyente, que luego determinaría la redacción de la Constitución de ese año comenzando una etapa histórica muy especial en la que no estuvo ausente la guerra con el Brasil, preanunciada desde mucho antes y donde se destacaron hombres de la talla del Alte. Guillermo Brown y otros menos conocidos como el gaucho José Luis Molina- que había sido amigo y colaborador de Ramos Mexía en su estancia Miraflores- y que tuvo destacada actuación en Patagones.
Fue allí donde barcos brasileños: dos corbetas, un bergantín y una goleta con un total de 613 tripulantes al mando del capitán James Shepherd, intentaron un desembarco para tomar posesión de ese enclave fundamental, el que se frustró por la acción de nuestras naves al mando del capitán de corbeta (luego almirante) el galés Santiago Jorge Bynon y de los defensores en tierra, Martín P. Lacarra, Comandante del Fuerte de Patagones, que contaba con alrededor de 150 infantes, unos 100 vecinos, gauchos y negros y los 22 “tragas” del gaucho José Luis Molina, que habían estado a las órdenes de Rauch, los soldados y vecinos e indios improvisados combatientes ,que estuvieron al mando del valeroso subteniente mendocino ( luego Teniente Coronel) Sebastián Olivera.
Llegado el día, en el Cerro de la Caballada, se desarrolló el combate que pasó a la historia con el nombre del lugar, venciendo el 7 de marzo de 1827 las fuerzas patriotas a los invasores, lo que tendría su repercusión inesperada en el Tandil.
Al triunfo había contribuido indirectamente la paz que se había logrado en la misión al Tandil de Rosas; el Fuerte sería nuevamente protagonista, al tener que recibir prisioneros brasileños provenientes de Patagones que fueron alojados como se pudo, según veremos, bajo la comandancia del coronel Juan Ramón Estomba.
El valeroso subteniente Olivera-máximo héroe del combate- fue el encargado de recibir, luego del triunfo, a los prisioneros, escoltado por sus oficiales de milicias Fernando Alfaro, Juan José Rial, Antonio Cabrera, Benito Vázquez y el capitán de baqueanos el ya citado Molina. El coronel Felipe Pereyra y su infantería negra, por su parte, quedaron cuidando el fuerte de Carmen de Patagones (el más antiguo en el sur, fundado en 1779) protegiendo a los niños, mujeres y ancianos…
Luego del combate al que hicimos referencia, 11 oficiales y 306 soldados y marineros se constituyeron en prisioneros después de la rendición, según el parte de Martín Lacarra, aunque el uruguayo Ambrosio Mitre dice que fueron “13 oficiales y 288 soldados y marineros, incluso dos médicos”, agregando que muchos quedaron muertos por la sed y el cansancio.

Ambrosio Mitre fue participante de la acción patriota y padre de Bartolomé, a quien, dice la tradición, lo llevó al día siguiente a la capilla para ver las siete banderas capturadas y ante las cuales le hizo jurar eterno amor a la Patria.
Ángel Carranza relata que “tan desesperante era la sed de los soldados que lamían el sudor de los caballos para mitigarla”, los criollos hicieron gala de caridad y condujeron a los prisioneros hacia la barranca para que saciasen su sed…
La acción fue fundamental para lograr el éxito y posibilitar posteriormente la misión Estomba que culminaría con la fundación bahiense.
El gobierno dispuso que los prisioneros brasileños fuesen trasladados en parte al Fuerte de la Independencia y alojados allí en tanto otros habrían sido destinados a Kakel Huincul y Chascomús.
En el Tandil estaba acantonado el Regimiento 7 de Caballería de Línea a cuyo mando estaba el coronel Estomba, quien debía preparar la expedición fundadora de Bahía Blanca.
Imaginen ustedes, apreciados lectores, lo dificultoso del traslado y luego los aprietos en que se vio envuelto Estomba para poder dar alojamiento y comida a los mismos, teniendo en cuenta que ni las comodidades ni la comida sobraban.
El caserío de la época se vio sorprendido y no sin cierto revuelo ante la inimaginada llegada de los prisioneros, los que por otra parte serían-a lo largo de nuestra historia-los únicos llegados en esa calidad a estos pagos.
Gracias a la gentileza del colega Antonio Ferrer, transcribimos un documento que lo dice todo acerca de esa inusual y única situación que se planteó con la llegada de los brasileños. Dice la comunicación oficial de Estomba al Ministro de la Guerra y Marina:

Regimiento de Caballería N° 7
Llegada de los prisioneros a Tandil


Al Señor Ministro Secretario de la Guerra y Marina.
Señor Ministro:

Ayer ha llegado el propio que V.S. me mandó aquí para que pasara a Patagones y los dos soldados que lo acompañaron y hoy lo hago que vuelva de regreso [...].
Ha llegado también el Sr. Coronel Pereyra conduciendo 173 prisioneros de tropa y marina imperiales, y 7 oficiales, muy breve pasará a V.S. el Sr. Inspector Gral. las relaciones nominales de ellos; sus empleados, patria, lugar, buque y día en que fueron prisioneros para conocimiento del Supremo Gobierno. Vienen en la mayor desnudez, poco menos que en cueros. Para alimentarlos también sería preciso que V.S. se sirviera ordenarme de qué estancia podría tomar ganado de cuenta del Estado del mismo modo que me ha facilitado el Señor Comisario General el que tomo de cuenta de mi regimiento [...].
En las habitaciones que hay aquí con dificultades he podido hacer alojar la mitad de ellos, con tanta incomodidad que muchos de estos infelices tienen que dormir sentados. Me veo pues en la necesidad de hacerles un galpón fuera de la Fortaleza, y obligado para esto a tomar a los vecinos cuanto palo útil tenían aunque sea con algún perjuicio suyo, porque esta necesidad no da espera: será preciso abonárselo como se los he prometido y juzgo que el Supremo Gobierno no tendrá a mal que haya tomado este arbitrio disimulable por la urgencia que lo demanda. El Sargento Mayor de mi regimiento presentará la cuenta de lo que se gaste en esto que sin duda no será de consideración y reconocida la pasaré a V.S. para que se sirva aprobarla si lo cree de justicia y se ordene su abono.
Renuevo a V.S. Sr. Ministro los sentimientos de mi mayor estimación y respeto.

Fortaleza de la Independencia, Septiembre 24 de 1827.
R. Estomba.
(NR: la negrita es nuestra)

En la nota se puede apreciar que poco más de la mitad de los prisioneros recalaron-en el estado citado-en nuestro Fuerte. Aquí se alojaron dificultosamente, según vimos, ya bajo palabra de no fugarse ante la escasez de hombres para vigilarlos, varios se quedaron, otros fueron luego trasladados y varios-como se verá-integraron la expedición fundadora de Bahía Blanca quedando luego como soldados de nuestro ejército. No faltó incluso alguno que parece que se enamoró de una parda afincada en el pueblo con la que habría formado pareja…
Casi dos meses después el comandante interino del Fuerte daba cuenta de la llegada de un comerciante de Patagones con novedades. Dice el documento:

Regimiento de Caballería
de Línea N° 7
Notificación de prisioneros
Al Señor Ministro Secretario de la Guerra y Marina.
A la salida del Señor Coronel del Regto. ha llegado de Patagones el comerciante D. Severino Prudant, y éste trae la noticia que la flotilla imperial que bloqueaba aquel puerto, al querer tomar dos corsarios que existían allí, encalló la corbeta “Maceo” y el Bergatín “Independencia o Muerte”, de cuyos buques se han hecho algunos prisioneros.
Dios guarde a V. S.
Fortaleza de la Independencia, Noviembre 13 de 1827.
Narciso Del Valle.

Estomba estaba abocado a pensar en las órdenes que recibiría para cumplir con lo dispuesto pro el ministro de Guerra y Marina Juan Ramón Balcarce por disposición del gobernador Dorrego, quien el 7 de enero de 1828 le comunicaba a Rosas que el jefe de la misión sería Estomba y no él-como al parecer pretendía- en el sentido de partir para fundar el tantas veces intentado fuerte en Bahía Blanca (recordemos la campaña de Martín Rodríguez en 1824).
En este caso contaría con la invalorable experiencia y conocimientos de un experto como el Ing. Narciso Parcchappe jefe de la misión técnica, quien llegado al Fuerte estuvo dos días recibiendo las instrucciones de Estomba, para partir escoltado por 25 coraceros con el Teniente Coronel Andrés Morel como jefe y 30 indios con su cacique. Llegados el 21 de marzo a orillas del Sauce Grande , reconocida la zona y recibidos los materiales que traía la goleta Luisa que había salido de la boca del Salado y estaba en la bahía , se aproximaba el momento fundacional, ya que Estomba había partido el 22 de marzo al frente del Regimiento 7 de Caballería de Línea, la Compañía de Cazadores y “ los individuos de tropa prisioneros en Patagones…” según señala Félix Weimberg , en su “Manual de Historia de Bahía Blanca”., además de los indios amigos que respondían a los caciques capitanes Melinao y Collinao, llegados al Tandil en junio de 1827 bajo la protección de Estomba
Volviendo al tema de los prisioneros brasileños, digamos que la actitud de confianza de Estomba deja a las claras por un lado la buena predisposición de los prisioneros y por otra la liberación de la difícil situación provocada en el Fuerte. Suponemos que el Comandante que quedó debe haberse sentido aliviado…
El jefe de la expedición y hasta entonces Comandante de nuestro Fuerte, salió de aquí el 22 de marzo de marzo de 1828 , llegando a la zona elegida por Parchappe lo que culminaría con la fundación de Bahía Blanca, nacida como Fortaleza Protectora Argentina el.11 de abril de ese año, a cinco años y una semana de fundado Tandil..
Al partir Estomba, quedó nuevamente al frente del Fuerte, el coronel Bruno Vázquez hasta su muerte acaecida aquí al poco tiempo, en mayo de 1828. Sucedió a Vázquez en la comandancia el ya citado Teniente Coronel Felipe Pereyra, un veterano de la gesta de Patagones, quien estuvo al frente de nuestro Fuerte desde 1828 hasta su muerte en marzo de 1833, siendo el Comandante que más tiempo estuvo en ese carácter en nuestro Tandil, después de Pablo Muñoz que lo sucedió hasta la Revolución de los Libres del Sud en 1839.
Tres años antes, en diciembre de 1830, habría muerto en Tandil el famoso gaucho Molina, que después de una vida plena de aventuras- y que merecerá una nota en su momento-se habría afincado en estos pagos.
Así fue entonces como Tandil impensadamente tuvo sus prisioneros de guerra y como algunos de ellos se transformaron en casuales fundadores de un Fuerte que a la postre sería la hoy pujante ciudad sureña.
Historias del Tandil que merecen ser conocidas y que con mucho gusto tratamos de brindárselas, amigo y consecuente lector.


Daniel Eduardo Pérez

domingo, 21 de febrero de 2010

TANDIL Y EL BICENTENARIO

TANDIL Y EL BICENTENARIO

Estimado lector, usted se preguntará qué tiene que ver Tandil con el bicentenario si todavía en 1810 no estaba fundada.

Es cierto, pero Tandil, el Tandil, ya era conocido desde principio del siglo XVIII-recordemos que ya en 1707 se lo menciona en documentos-y estas hermosas tierras empezaban a ser recorridas por los blancos, aunque estaban pobladas desde hacía miles de años por los primitivos habitantes procedentes del norte patagónico.

Pero además de preexistir a la Revolución de Mayo, la relación de nuestra historia lugareña con la patriada maya es muy íntima, porque nuestro fundador fue uno de los protagonistas principalísimos de la gesta de la que conmemoraremos los primeros doscientos años.

A manera de introito, recordemos que luego de la caída de España a manos de Napoleón, las colonias españolas en América entraron en ebullición en relación con la conducta a seguir, dado que la autoridad real había cesado y, consecuentemente, los virreyes y o gobernadores en estas tierras eran cuestionadas como legítimas.

El Río de la Plata, en especial Buenos Aires, había sufrido las invasiones de los ingleses en 1806 y 1807 fracasando en el intento, merced a la reacción local. Fue un momento en que algunas personalidades criollas y también españolas, tuvieron destacada actuación que las dejó posicionadas de cara al futuro.

La mencionada invasión de Napoleón a España había puesto sobre ascuas a los criollos, que entendían que ya el virrey no representaba a ningún gobierno y que por lo tanto era llegada la hora de decidir sobre los propios destinos.

Todos, desde la escuela primaria en adelante, hemos tomado contacto con el proceso de la Revolución de Mayo, pero en pocas oportunidades con el acceso directo a las fuentes. En esta oportunidad, amigo lector de Tiempos, hemos privilegiado transcribir parcialmente algunos de ellos, para ver, además, con claridad el protagonismo de quien trece años después fundó Tandil.

Como bien señala el más destacado historiador contemporáneo argentino, Tulio Halperin Donghi, en esos tiempos “ El dominio militar de Buenos Aires está en manos de los cuerpos de la milicia criolla: una parte de los españoles tiene alianza formada con éstos; las tropas regulares no constituirán tampoco una valla eficaz contra esa hegemonía”(…) “En torno de los regimientos se mueven los esfuerzos del partido patriota; es el coronel Saavedra quien finalmente decide que ha llegado el momento de actuar …”

Es leyendo la Memoria precisamente de Cornelio Saavedra, donde podemos ver claramente cómo es de exacta esta afirmación del ilustre historiador. Dice Saavedra respecto a ese momento: “…les dije “Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder una sola hora”, la afirmación fue hecha en la reunión del 18 de mayo en la casa de Martín Rodríguez.

Luego de señalar que le propusieron reunirse en lo de Rodríguez Peña, al día siguiente, donde había “una gran reunión de americanos que clamaban porque se removiese del mando al virrey y crease un nuevo gobierno americano…”. Saavedra escribe-diecinueve años después- que se acordó interpelar al alcalde J. J. Lezica y al síndico procurador Julián de Leyva para que “con conocimiento del virrey Cisneros” se hiciese un cabildo abierto para que el pueblo reunido decidiera la suerte. Al primero lo fueron a entrevistar el mismo Saavedra y Belgrano y a Leyva lo entrevistó Castelli.

Se resolvió pedir personalmente la venia de Cisneros para que se convocara a cabildo “público y general”. “Dos individuos de la misma corporación fueron al efecto diputados…” curiosamente no los menciona, pero sabemos-como veremos más adelante-que fueron comisionados por varios de los que después integraron la Primera Junta, Castelli y Martín Rodríguez,

Al día siguiente Cisneros tomó conocimiento oficial del pedido de cabildo abierto y dice Saavedra que el virrey se presentó en el Fuerte defendiendo que si España no caía totalmente- es decir también Sevilla- en manos de Napoleón no veía por qué hacer tanto alboroto.

No, señor; - dice Saavedra-no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses: hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos (…) y continúa: “Esto mismo sostuvieron todos mis compañeros”. Ante la decisión demostrada, sostiene, el virrey dijo que entonces se haría el Cabildo.

Pero leamos lo dictado por el Brig. Gral. Martín Rodríguez, protagonista de aquellos momentos decisivos, en su Memoria interrumpida por su muerte en 1845.

Relata que estando de acuerdo en la decisión de hacer el cabildo, y luego de esperar que Saavedra-cuya relevancia militar era grande como jefe del Regimiento de Patricios-llegase de su chacra a la reunión que se estaba levando a cabo en la casa de Rodríguez, se reunieron una vez más los patriotas el 20 de mayo y enviaron un criado a la casa de Saavedra para solicitar su presencia, sin necesidad que se concretara porque en ese mismo momento llegaba don Cornelio. Allí Saavedra “…dijo que estaba pronto a cumplir lo que había prometido; pero que era preciso buscar otro local donde nos reuniésemos esa noche…”

Se acordó entonces reunirse en la casa ofrecida por Rodríguez Peña y allí se hizo la “Junta” (así la llama Rodríguez), con la presencia de: Cornelio .Saavedra, Manuel Belgrano, Francisco Antonio Ocampo, Florencio Terrada, Juan J. Viamonte, Antonio Luis Beruti, Feliciano Chiclana, Juan J. Paso, su hermano Francisco, Hipólito Vieytes , Agustín Donado y Martín Rodríguez, las tropas quedaron acuarteladasignorando todo el motivo de esta novedad, como ignoraba también el pueblo”.

“Se decidió enviar una comisión para entrevistar a Cisneros para intimarlo a cesar en el mando.

Resultó el nombramiento en el doctor Castelli y yo, y para asegurarnos mejor, pedimos que el comandante de granaderos de infantería Terrada, fuese con nosotros; pues su batallón estaba acuartelado en el Fuerte y bajo los balcones del mismo Cisneros, y como en él había muchos oficiales españoles, temíamos que al momento de la intimación, se asomase Cisneros a un balcón y llamase a los granaderos y nos hiciese amarrar”

“El comandante Terrada fue con nosotros, se puso a la cabeza de sus granaderos y nosotros subimos. Entramos a la sala de recibo y encontramos allí a Cisneros jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe, y un tal Goicochea, edecán suyo. Nos dirigimos a la mesa. Tomó la palabra Castelli y dijo:

Excelentísimo señor: tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a V.E. las cesación en el mando del virreinato”.

“El virrey y colaboradores respondieron airadamente a los patriotas, por lo que Castelli le contestó “ que no se acalorase, que la cosa no tenía remedio”

“Entonces tomé yo la palabra y le dije:

“Señor: cinco minutos es el plazo que se nos ha dado para volver con la contestación; vea V.E. lo que hace”.

Señores, nos dijo, cuánto siento los grandes males que van a venir sobre este pueblo de resultas de este paso. Bien pues, puesto que el pueblo no me quiere, y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”. Entonces-prosigue Rodríguez-nos despedimos, y al dar la vuelta nos dice: “¿Y bien señores, qué es lo que ustedes piensan respecto de mi persona y familia?”. Castelli-prosigue nuestro fundador- le contestó; “Señor: la persona de V.E. y familia están entre americanos, y esto debe tranquilizarlo”. Salimos de allí y nos dirigimos a la casa de la reunión, diciendo: Señores, la cosa es hecha: Cisneros ha cedido de plano, y dice que hagamos lo que queramos”.Nos empezamos a abrazar, a dar vivas, a tirar los sombreros por el aire”.

“En el acto salieron Beruti, Peña y Donado, con varios criados y canastas a recolectar todos los dulces y licores que hubiese en las confiterías. Se puso una gran mesa en casa de Rodríguez Peña, que duró tres días cubriéndose de continuo para que entrara todo el mundo que quisiese a refrescarse

Retomamos ahora el relato de Saavedra quien después de lo ocurrido ese día, señala que el 22 de mayo se hizo el cabildo solicitado.

Concurrieron todas las corporaciones eclesiásticas y civiles, un crecido número de vecinos y un inmenso pueblo, don Pascual Ruiz Huidobro y todos los comandantes y jefes de los cuerpos de la guarnición. Las tropas estaban fijas en sus respectivos cuarteles con el objeto de acudir donde la necesidad ordenase. La Plaza de la Victoria estaba llena de gente y se adornaban ya con la divisa en el sombrero de una cinta azul y otra blanca, con el primor que en todo aquel conjunto de pueblo, no se vio el más ligero desorden.”

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El 21 (es en realidad el 24) procedió el Cabildo, al nombramiento de vocales de que se debía componer la Junta de Gobierno de estas Provincias y las que comprendía la dilatada extensión del virreinato. El doctor don Juan Nepomuceno Sola, don José Santos Incháurregui, el doctor Juan José Castelli y yo, fuimos los electos en aquel día; y para la presidencia el mismo don Baltasar Hidalgo de Cisneros: se recibió ( se constituyó)esta Junta el mismo día 21 (24) a la tarde. “

Pero al conocerse que Cisneros presidía esa Junta comenzaron rápidamente las expresiones de descontento al igual que por la presencia en ella de los pro españoles Sola e Incháurregui, los debates fueron moneda común en las reuniones y en los cuarteles, de resultas de lo cual “ al fin del día 24 también quedó disuelta esa Junta y yo fui el que le dijo a Cisneros, que era necesario se quedase sin la presidencia, porque el pueblo así lo quería- dice Saavedra- a lo que él también se allanó sin dificultad

Finalmente el 25 de mayo quedó integrada la Junta como “ estaba resuelto en los acuerdos anteriores y recayó éste en las personas de don Miguel de Azcuénaga, don Manuel Belgrano, el doctor Juan José Castelli, el doctor don Manuel Alberti, don Juan Larrea, don Domingo Matheu y yo, que quisieron fuese el presidente de ella y comandante de las armas”

Asimismo nos informa que también juraron como secretarios los designados doctores Juan José Paso y Mariano Moreno y que por política fue preciso cubrirla con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos

Saavedra confiesa que solicitó se le excusase de presidir la Junta “ no sólo por la falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo públicamente dado la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido el particular interés de adquirir empleos y honores por aquel medio

Sin embargo pudo más la presión de los que entendían que el militar era el hombre indicado y Saavedra quedó al frente de la Junta y como Comandante de armas.

El mismo Manuel Belgrano en su “Autobiografía”, acerca de estos momentos cruciales, escribe la siguiente afirmación: “No puedo pasar en silencio las lisonjeras esperanzas que me había hecho concebir el pulso con que se manejó nuestra revolución en que es preciso, hablando verdad, hacer justicia a don Cornelio Saavedra.”

Por su parte el P. Cayetano .Bruno se remite a las memorias de Posadas para hacer notar que la renuncia de la Junta del 24 se debió a una “ especie de conmoción y gritería en el cuartel de Patricios” corroborado por los documentos de la Audiencia que manifiesta que “ la fermentación en el cuartel de Patricios, cuyos oficiales se manifestaron muy disgustados de la elección” , y no sólo eran los militares en sus cuarteles sino que –como consigna el acta capitular de ese día- “las gentes que cubrían los corredores dieron golpes por varias ocasiones a la puerta de la sala capitular; oyéndose las voces de que querían saber lo que se trataba; y uno de los señores comandantes , don Martín Rodríguez, tuvo que salir a aquietarlos”

Sin embargo la participación popular fue escasa, si se tiene en cuenta los alrededor de 27.000 habitantes urbanos de aquel Buenos Aires....El ya citado Halperin Donghi señala, casi con sutileza, que no debe connotarse a la revolución como popular por la participación directa, ya señalada, sino que “es la concreta política del poder revolucionario…” la que así puede calificarla y ello se puede ver en afirmaciones de otros historiadores que, como Guillermo Furlong S..J., difieren ideológicamente del citado Halperin, cuando afirma :”…los hombres de Mayo y sus inmediatos sucesores , más que elegidos por el pueblo, se impusieron al pueblo”. Por su parte José L. Romero afirma que : “El clamor de los criollos fue intenso y el día 25 se manifestó en una demanda enérgica del pueblo, que se había concentrado frente al Cabildo encabezados por sus inspiradores y respaldado por los cuerpos militares de nativos. Se infiere que el “clamor de los criollos, no indica si era de una multitud.

También son varios los autores que destacan la importancia en aquellos momentos de nuestro fundador, como cita el historiador J. Canter cuando dice que “el grupo de Saavedra se manifiesta como el más vigoroso y avasallador” y más adelante agrega: “El grupo más numeroso y más importante que se suma a Saavedra con la calidad del, voto del sindico, es el de Martín Rodríguez.”(…)” no cabe duda, Martín Rodríguez había logrado incluir a muchos hombres dispares”….

Por su parte, Jorge M. Ramallo en su libro “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo”, dedica un capítulo a Los que no integraron la Junta del 25”. Allí señala algunos interesantes conceptos que por reveladores transcribimos para nuestros lectores: “ Así como llama la atención la inclusión de determinados nombres en la Junta del 25 de mayo, no se explica claramente la omisión de otros que fueron actores de primera línea durante la gestación y ejecución del movimiento revolucionario .

Martín Rodríguez, Viamonte, Ocampo, los Balcarce, Chiclana del grupo de Saavedra; Rodríguez Peña, Vieytes, French, Beruti, del grupo de Castelli, fueron dejados de lado para dar lugar a Azcuénaga, Larrea, Matheu, o Moreno, que no habían participado activamente en la promoción de los últimos acontecimientos. Evidentemente hubo una transacción e integración entre los grupos, que exigió el sacrificio de varios de los principales. Estos debieron esperar el curso de los hechos o aceptar el desempeño de otros cargos de no menor importancia.”

Y así ocurrió, Martín Rodríguez, por ejemplo, fue designado en junio coronel del Ejército y así otros patriotas que no integraron la Junta, de alguna manera fueron compensados por los valiosos servicios que prestaron en las gloriosas jornadas de mayo de 1810.

Cabe señalar aquí-una vez más- que si bien algunos historiadores ,como Fermín Chávez, afirman que “la revolución aun sin caudillo, se imponía desbordando a los viejos poderes coloniales”, la mayoría de las fuentes contemporáneas a los hechos, ya expuestas, señalan claramente a Saavedra como la cabeza, al igual que patriotas posteriores como Alberdi y Vélez Sarsfield también lo reconocieron.

La Junta formada el 25 de mayo, creyó justo agradecer a los militares que actuaron en la gesta y que posibilitaron su alumbramiento y el 29 dio a conocer la “Proclama a los Cuerpos Militares de Buenos Aires”, en la que se exaltaba la actuación que dichos cuerpos habían tenido en esa semana trascendental, además, se dispuso que los batallones militares existentes se elevaran a Regimientos, a la vez que se anunciaban las previsiones para una reorganización de la Caballería y de la Artillería Volante. Estas reformas orgánicas de las fuerzas existentes constituyeron, ni más ni menos, los primeros pasos hacia la formación del Ejército Patriota que iniciaría el camino de nuestra Independencia., por todo ello, en 1951, Perón dictó el decreto que instituyó al 29 de mayo como el “Día del Ejército Argentino”.

Llegamos así al final de esta nota a la que pretendimos darle el carácter de apertura de las que podrán aparecer con motivo del Bicentenario al que Tandil está estrechamente relacionado en sus festejos, porque nada menos que su fundador fue una de las piezas claves de la Revolución de Mayo-como hemos podido apreciar a través de la documentación brevemente expuesta-resultando, a la postre, uno de los pocos próceres de la gesta maya en fundar un pueblo…y nos tocó el privilegio ser ese pueblo.

Estimado amigo lector, si desea tener los documentos completos de aquella gesta, puede consultar la magnífica “Biblioteca de Mayo”, editada en 1960 por el H. Senado de la Nación.

Daniel Eduardo Pérez