TANDIL Y EL BICENTENARIO
Estimado lector, usted se preguntará qué tiene que ver Tandil con el bicentenario si todavía en 1810 no estaba fundada.
Es cierto, pero Tandil, el Tandil, ya era conocido desde principio del siglo XVIII-recordemos que ya en 1707 se lo menciona en documentos-y estas hermosas tierras empezaban a ser recorridas por los blancos, aunque estaban pobladas desde hacía miles de años por los primitivos habitantes procedentes del norte patagónico.
Pero además de preexistir a la Revolución de Mayo, la relación de nuestra historia lugareña con la patriada maya es muy íntima, porque nuestro fundador fue uno de los protagonistas principalísimos de la gesta de la que conmemoraremos los primeros doscientos años.
A manera de introito, recordemos que luego de la caída de España a manos de Napoleón, las colonias españolas en América entraron en ebullición en relación con la conducta a seguir, dado que la autoridad real había cesado y, consecuentemente, los virreyes y o gobernadores en estas tierras eran cuestionadas como legítimas.
El Río de la Plata, en especial Buenos Aires, había sufrido las invasiones de los ingleses en 1806 y 1807 fracasando en el intento, merced a la reacción local. Fue un momento en que algunas personalidades criollas y también españolas, tuvieron destacada actuación que las dejó posicionadas de cara al futuro.
La mencionada invasión de Napoleón a España había puesto sobre ascuas a los criollos, que entendían que ya el virrey no representaba a ningún gobierno y que por lo tanto era llegada la hora de decidir sobre los propios destinos.
Todos, desde la escuela primaria en adelante, hemos tomado contacto con el proceso de la Revolución de Mayo, pero en pocas oportunidades con el acceso directo a las fuentes. En esta oportunidad, amigo lector de Tiempos, hemos privilegiado transcribir parcialmente algunos de ellos, para ver, además, con claridad el protagonismo de quien trece años después fundó Tandil.
Como bien señala el más destacado historiador contemporáneo argentino, Tulio Halperin Donghi, en esos tiempos “ El dominio militar de Buenos Aires está en manos de los cuerpos de la milicia criolla: una parte de los españoles tiene alianza formada con éstos; las tropas regulares no constituirán tampoco una valla eficaz contra esa hegemonía”(…) “En torno de los regimientos se mueven los esfuerzos del partido patriota; es el coronel Saavedra quien finalmente decide que ha llegado el momento de actuar …”
Es leyendo la Memoria precisamente de Cornelio Saavedra, donde podemos ver claramente cómo es de exacta esta afirmación del ilustre historiador. Dice Saavedra respecto a ese momento: “…les dije “Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder una sola hora”, la afirmación fue hecha en la reunión del 18 de mayo en la casa de Martín Rodríguez.
Luego de señalar que le propusieron reunirse en lo de Rodríguez Peña, al día siguiente, donde había “una gran reunión de americanos que clamaban porque se removiese del mando al virrey y crease un nuevo gobierno americano…”. Saavedra escribe-diecinueve años después- que se acordó interpelar al alcalde J. J. Lezica y al síndico procurador Julián de Leyva para que “con conocimiento del virrey Cisneros” se hiciese un cabildo abierto para que el pueblo reunido decidiera la suerte. Al primero lo fueron a entrevistar el mismo Saavedra y Belgrano y a Leyva lo entrevistó Castelli.
Se resolvió pedir personalmente la venia de Cisneros para que se convocara a cabildo “público y general”. “Dos individuos de la misma corporación fueron al efecto diputados…” curiosamente no los menciona, pero sabemos-como veremos más adelante-que fueron comisionados por varios de los que después integraron la Primera Junta, Castelli y Martín Rodríguez,
Al día siguiente Cisneros tomó conocimiento oficial del pedido de cabildo abierto y dice Saavedra que el virrey se presentó en el Fuerte defendiendo que si España no caía totalmente- es decir también Sevilla- en manos de Napoleón no veía por qué hacer tanto alboroto.
“No, señor; - dice Saavedra-no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses: hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos (…) y continúa: “Esto mismo sostuvieron todos mis compañeros”. Ante la decisión demostrada, sostiene, el virrey dijo que entonces se haría el Cabildo.
Pero leamos lo dictado por el Brig. Gral. Martín Rodríguez, protagonista de aquellos momentos decisivos, en su Memoria interrumpida por su muerte en 1845.
Relata que estando de acuerdo en la decisión de hacer el cabildo, y luego de esperar que Saavedra-cuya relevancia militar era grande como jefe del Regimiento de Patricios-llegase de su chacra a la reunión que se estaba levando a cabo en la casa de Rodríguez, se reunieron una vez más los patriotas el 20 de mayo y enviaron un criado a la casa de Saavedra para solicitar su presencia, sin necesidad que se concretara porque en ese mismo momento llegaba don Cornelio. Allí Saavedra “…dijo que estaba pronto a cumplir lo que había prometido; pero que era preciso buscar otro local donde nos reuniésemos esa noche…”
Se acordó entonces reunirse en la casa ofrecida por Rodríguez Peña y allí se hizo la “Junta” (así la llama Rodríguez), con la presencia de: Cornelio .Saavedra, Manuel Belgrano, Francisco Antonio Ocampo, Florencio Terrada, Juan J. Viamonte, Antonio Luis Beruti, Feliciano Chiclana, Juan J. Paso, su hermano Francisco, Hipólito Vieytes , Agustín Donado y Martín Rodríguez, las tropas quedaron acuarteladas “ ignorando todo el motivo de esta novedad, como ignoraba también el pueblo”.
“Se decidió enviar una comisión para entrevistar a Cisneros para intimarlo a cesar en el mando.
“Resultó el nombramiento en el doctor Castelli y yo, y para asegurarnos mejor, pedimos que el comandante de granaderos de infantería Terrada, fuese con nosotros; pues su batallón estaba acuartelado en el Fuerte y bajo los balcones del mismo Cisneros, y como en él había muchos oficiales españoles, temíamos que al momento de la intimación, se asomase Cisneros a un balcón y llamase a los granaderos y nos hiciese amarrar”
“El comandante Terrada fue con nosotros, se puso a la cabeza de sus granaderos y nosotros subimos. Entramos a la sala de recibo y encontramos allí a Cisneros jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe, y un tal Goicochea, edecán suyo. Nos dirigimos a la mesa. Tomó la palabra Castelli y dijo:
“Excelentísimo señor: tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a V.E. las cesación en el mando del virreinato”.
“El virrey y colaboradores respondieron airadamente a los patriotas, por lo que Castelli le contestó “ que no se acalorase, que la cosa no tenía remedio”
“Entonces tomé yo la palabra y le dije:
“Señor: cinco minutos es el plazo que se nos ha dado para volver con la contestación; vea V.E. lo que hace”.
“Señores, nos dijo, cuánto siento los grandes males que van a venir sobre este pueblo de resultas de este paso. Bien pues, puesto que el pueblo no me quiere, y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran”. Entonces-prosigue Rodríguez-nos despedimos, y al dar la vuelta nos dice: “¿Y bien señores, qué es lo que ustedes piensan respecto de mi persona y familia?”. Castelli-prosigue nuestro fundador- le contestó; “Señor: la persona de V.E. y familia están entre americanos, y esto debe tranquilizarlo”. Salimos de allí y nos dirigimos a la casa de la reunión, diciendo: “Señores, la cosa es hecha: Cisneros ha cedido de plano, y dice que hagamos lo que queramos”.Nos empezamos a abrazar, a dar vivas, a tirar los sombreros por el aire”.
“En el acto salieron Beruti, Peña y Donado, con varios criados y canastas a recolectar todos los dulces y licores que hubiese en las confiterías. Se puso una gran mesa en casa de Rodríguez Peña, que duró tres días cubriéndose de continuo para que entrara todo el mundo que quisiese a refrescarse”
Retomamos ahora el relato de Saavedra quien después de lo ocurrido ese día, señala que el 22 de mayo se hizo el cabildo solicitado.
“Concurrieron todas las corporaciones eclesiásticas y civiles, un crecido número de vecinos y un inmenso pueblo, don Pascual Ruiz Huidobro y todos los comandantes y jefes de los cuerpos de la guarnición. Las tropas estaban fijas en sus respectivos cuarteles con el objeto de acudir donde la necesidad ordenase. La Plaza de la Victoria estaba llena de gente y se adornaban ya con la divisa en el sombrero de una cinta azul y otra blanca, con el primor que en todo aquel conjunto de pueblo, no se vio el más ligero desorden.”
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“El 21 (es en realidad el 24) procedió el Cabildo, al nombramiento de vocales de que se debía componer la Junta de Gobierno de estas Provincias y las que comprendía la dilatada extensión del virreinato. El doctor don Juan Nepomuceno Sola, don José Santos Incháurregui, el doctor Juan José Castelli y yo, fuimos los electos en aquel día; y para la presidencia el mismo don Baltasar Hidalgo de Cisneros: se recibió ( se constituyó)esta Junta el mismo día 21 (24) a la tarde. “
Pero al conocerse que Cisneros presidía esa Junta comenzaron rápidamente las expresiones de descontento al igual que por la presencia en ella de los pro españoles Sola e Incháurregui, los debates fueron moneda común en las reuniones y en los cuarteles, de resultas de lo cual “ al fin del día 24 también quedó disuelta esa Junta y yo fui el que le dijo a Cisneros, que era necesario se quedase sin la presidencia, porque el pueblo así lo quería- dice Saavedra- a lo que él también se allanó sin dificultad”
Finalmente el 25 de mayo quedó integrada la Junta como “ estaba resuelto en los acuerdos anteriores y recayó éste en las personas de don Miguel de Azcuénaga, don Manuel Belgrano, el doctor Juan José Castelli, el doctor don Manuel Alberti, don Juan Larrea, don Domingo Matheu y yo, que quisieron fuese el presidente de ella y comandante de las armas”
Asimismo nos informa que también juraron como secretarios los designados doctores Juan José Paso y Mariano Moreno y que “por política fue preciso cubrirla con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos”
Saavedra confiesa que solicitó se le excusase de presidir la Junta “ no sólo por la falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo públicamente dado la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido el particular interés de adquirir empleos y honores por aquel medio”
Sin embargo pudo más la presión de los que entendían que el militar era el hombre indicado y Saavedra quedó al frente de la Junta y como Comandante de armas.
El mismo Manuel Belgrano en su “Autobiografía”, acerca de estos momentos cruciales, escribe la siguiente afirmación: “No puedo pasar en silencio las lisonjeras esperanzas que me había hecho concebir el pulso con que se manejó nuestra revolución en que es preciso, hablando verdad, hacer justicia a don Cornelio Saavedra.”
Por su parte el P. Cayetano .Bruno se remite a las memorias de Posadas para hacer notar que la renuncia de la Junta del 24 se debió a una “ especie de conmoción y gritería en el cuartel de Patricios” corroborado por los documentos de la Audiencia que manifiesta que “ la fermentación en el cuartel de Patricios, cuyos oficiales se manifestaron muy disgustados de la elección” , y no sólo eran los militares en sus cuarteles sino que –como consigna el acta capitular de ese día- “las gentes que cubrían los corredores dieron golpes por varias ocasiones a la puerta de la sala capitular; oyéndose las voces de que querían saber lo que se trataba; y uno de los señores comandantes , don Martín Rodríguez, tuvo que salir a aquietarlos”
Sin embargo la participación popular fue escasa, si se tiene en cuenta los alrededor de 27.000 habitantes urbanos de aquel Buenos Aires....El ya citado Halperin Donghi señala, casi con sutileza, que no debe connotarse a la revolución como popular por la participación directa, ya señalada, sino que “es la concreta política del poder revolucionario…” la que así puede calificarla y ello se puede ver en afirmaciones de otros historiadores que, como Guillermo Furlong S..J., difieren ideológicamente del citado Halperin, cuando afirma :”…los hombres de Mayo y sus inmediatos sucesores , más que elegidos por el pueblo, se impusieron al pueblo”. Por su parte José L. Romero afirma que : “El clamor de los criollos fue intenso y el día 25 se manifestó en una demanda enérgica del pueblo, que se había concentrado frente al Cabildo encabezados por sus inspiradores y respaldado por los cuerpos militares de nativos” . Se infiere que el “clamor de los criollos, no indica si era de una multitud.
También son varios los autores que destacan la importancia en aquellos momentos de nuestro fundador, como cita el historiador J. Canter cuando dice que “el grupo de Saavedra se manifiesta como el más vigoroso y avasallador” y más adelante agrega: “El grupo más numeroso y más importante que se suma a Saavedra con la calidad del, voto del sindico, es el de Martín Rodríguez.”(…)” no cabe duda, Martín Rodríguez había logrado incluir a muchos hombres dispares”….
Por su parte, Jorge M. Ramallo en su libro “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo”, dedica un capítulo a “Los que no integraron la Junta del 25”. Allí señala algunos interesantes conceptos que por reveladores transcribimos para nuestros lectores: “ Así como llama la atención la inclusión de determinados nombres en la Junta del 25 de mayo, no se explica claramente la omisión de otros que fueron actores de primera línea durante la gestación y ejecución del movimiento revolucionario .
Martín Rodríguez, Viamonte, Ocampo, los Balcarce, Chiclana del grupo de Saavedra; Rodríguez Peña, Vieytes, French, Beruti, del grupo de Castelli, fueron dejados de lado para dar lugar a Azcuénaga, Larrea, Matheu, o Moreno, que no habían participado activamente en la promoción de los últimos acontecimientos. Evidentemente hubo una transacción e integración entre los grupos, que exigió el sacrificio de varios de los principales. Estos debieron esperar el curso de los hechos o aceptar el desempeño de otros cargos de no menor importancia.”
Y así ocurrió, Martín Rodríguez, por ejemplo, fue designado en junio coronel del Ejército y así otros patriotas que no integraron la Junta, de alguna manera fueron compensados por los valiosos servicios que prestaron en las gloriosas jornadas de mayo de 1810.
Cabe señalar aquí-una vez más- que si bien algunos historiadores ,como Fermín Chávez, afirman que “la revolución aun sin caudillo, se imponía desbordando a los viejos poderes coloniales”, la mayoría de las fuentes contemporáneas a los hechos, ya expuestas, señalan claramente a Saavedra como la cabeza, al igual que patriotas posteriores como Alberdi y Vélez Sarsfield también lo reconocieron.
La Junta formada el 25 de mayo, creyó justo agradecer a los militares que actuaron en la gesta y que posibilitaron su alumbramiento y el 29 dio a conocer la “Proclama a los Cuerpos Militares de Buenos Aires”, en la que se exaltaba la actuación que dichos cuerpos habían tenido en esa semana trascendental, además, se dispuso que los batallones militares existentes se elevaran a Regimientos, a la vez que se anunciaban las previsiones para una reorganización de la Caballería y de la Artillería Volante. Estas reformas orgánicas de las fuerzas existentes constituyeron, ni más ni menos, los primeros pasos hacia la formación del Ejército Patriota que iniciaría el camino de nuestra Independencia., por todo ello, en 1951, Perón dictó el decreto que instituyó al 29 de mayo como el “Día del Ejército Argentino”.
Llegamos así al final de esta nota a la que pretendimos darle el carácter de apertura de las que podrán aparecer con motivo del Bicentenario al que Tandil está estrechamente relacionado en sus festejos, porque nada menos que su fundador fue una de las piezas claves de la Revolución de Mayo-como hemos podido apreciar a través de la documentación brevemente expuesta-resultando, a la postre, uno de los pocos próceres de la gesta maya en fundar un pueblo…y nos tocó el privilegio ser ese pueblo.
Estimado amigo lector, si desea tener los documentos completos de aquella gesta, puede consultar la magnífica “Biblioteca de Mayo”, editada en 1960 por el H. Senado de la Nación.
Daniel Eduardo Pérez
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