PRISIONEROS BRASILEÑOS EN EL TANDIL
El Fuerte Independencia después de la gesta de Patagones
La rica historia del Fuerte Independencia desde su fundación, el 4 de abril de 1823, fue creciendo a medida que los pobladores pioneros se acercaron y se asentaron conformando la primera aldea de aquel incipiente Tandil.
Había transcurrido apenas poco más de un año de su fundación ,cuando además de complicarse la situación interna, se tensaba la cuestión de la Banda Oriental del Uruguay y la intervención que al respecto tenía el Imperio del Brasil.
Todo ello implicaba seriamente a nuestro país y en forma muy especial a las provincias de la Mesopotamia y a Buenos Aires, sobre todo a esta última que era mirada con apetencia por los brasileños, lo que hacía prever un desenlace bélico a corto plazo.
Gobernaba este territorio el Gral. Juan Gregorio de las Heras, quien había reemplazado precisamente a nuestro fundador, en 1824, y a quien le tocó en suerte tomar las acertadas medidas de ordenar el comienzo de tratativas para acercar a los indígenas del sureste bonaerense, con el objeto de asegurar la frontera interior y simultáneamente evitar que en una posible invasión brasileña, se aliasen para desgracia de los intereses argentinos.
Ya el ministro de guerra imperial, había expresado que " La expedición a la Patagonia tiene el fin de quitar a Buenos Aires el único puerto que le queda abrir por allí al comercio con los indios pampas, induciéndolos a que renueven los malones que acostumbraban efectuar en los alrededores de Buenos Aires".
En 1825, la situación se había agravado y fue entonces cuando tanto desde Buenos Aires como desde la sureña Carmen de Patagones, se ordenaron, por parte del gobierno, misiones para intentar concretar paces o treguas a los efectos antes mencionados. Desde el sur fueron comisionados para el intento los hermanos Ángel, Fernando y Calixto Oyuela, quienes desembarcaron el 11 de noviembre de ese año, en la zona que después, en 1828, sería Bahía Blanca. Luego de enviar delegados a las tolderías, alrededor de cuarenta caciques se presentaron para parlamentar. Los Oyuela llevaban instrucciones verbales del Ministro de Guerra, Balcarce, de tratar al menos de lograr tres puntos: concretar la paz con un mínimo de doce caciques, devolver las tierras del Tandil (sin tocar el Fuerte Independencia) y llevar a Buenos Aires al famoso cacique Chanil.
Tras prolongados encuentros y esperas, el 13 de diciembre los reticentes caciques aceptaron la propuesta que, en una extralimitación de los Oyuela y ante la exigencia indígena, habían comprometido el levantamiento del Fuerte tandilense. De esa manera los caciques más importantes de la zona, entre los que se encontraban el ya mencionado Chanil, Pichiloncoy, Tetrué, Trenan y otros, se comprometían a mantener en paz toda la zona sur de la provincia.
De acuerdo a lo pactado, Ángel Oyuela partió a Buenos Aires con el cacique Chanil y 17 representantes más, mientras quedaba como rehén o prenda de paz en manos indias, Calixto Oyuela.
Las Heras continuaba preocupado por lograr tratados de paz con todos porque temía- en caso de conflicto armado directo con Brasil- tener que asumir dos frentes, contra Brasil por un lado y con los indios en malón en el sur provincial por el otro, con el peligro ya relatado de que éstos se aliasen a los imperiales y en Patagones se tuvieran graves dificultades.
Paralelamente a las gestiones de los Oyuela, se enviaba a Juan Manuel de Rosas un oficio por el que se le encomendaba "---establecer paces sólidas y duraderas con los indios fronterizos...". El gobierno, luego de la aceptación de Rosas, entregó instrucciones para asegurar la línea de frontera que corría desde la costa marplatense, por la actual Balcarce y el Fuerte del Tandil, hasta llegar a Tapalqué y Mercedes.
Entre lo que Rosas podía ofrecer estaba la devolución de los prisioneros indios que serían intercambiados por cautivas blancas y ayuda o pago para aliviar las condiciones en que vivían en las tolderías.
Dando comienzo a lo solicitado, Rosas envió desde su estancia "Los Cerrillos•" a indios amigos que allí vivían para sondear la disposición de los principales caciques para reunirse, constatando con ello que había gran desconfianza y poca credibilidad, luego de las experiencias que tuvieran en el gobierno de Martín Rodríguez y además porque la línea de frontera que ahora se intentaba, no respetaba la demolición del Fuerte Independencia que, en su exceso ya señalado, los hermanos Oyuela habían comprometido.
Considerando lo delicado de la situación, Rosas envió a su lenguaraz Manuel Baldebenito para convencer a los caciques de la importancia de la palabra que don Juan Manuel- muy respetado entre la indiada- daría sobre lo que se lograra en materia de paz, pero dejando en claro que nunca el gobierno oficialmente había prometido demoler el Fuerte del Tandil, dando las razones por las cuales esto no era posible.
Aquí jugó un papel muy importante, según lo relata el propio Rosas, la india Tadea, mujer de enorme prestigio entre los pampas y que además era considerada como la heredera legítima de las tierras del Tandil. Su palabra de gran ascendiente, ayudó extraordinariamente –según parece-en la tarea conciliadora, tal como se desprende del reconocimiento explícito de Rosas, logrando finalmente el consentimiento para reunirse y tratar las paces y la demarcación de la línea de frontera en la fecha en que se conviniese.
Por su parte, la comisión que había designado el gobierno para acompañar a Rosas en este cometido, fue integrada además por el coronel de coraceros Juan Galo Lavalle y el ingeniero Felipe Senillosa, además de oficiales de relevancia, tal el caso del comandante Andrés Morel, del sargento mayor Narciso del Valle, además de su amigo el hacendado Pedro Burgos- a la postre fundador de Azul en 1832- con tropa, víveres, enseres y ganado.
Ya dispuestas todas las medidas para efectivizar la misión, cada jefe reunió a sus hombres .El primer trabajo fue relevar la laguna del Durazno luego de lo cual se abrieron las columnas para reconocer Lavalle y Senillosa, la zona próxima a la costa y la zona de Mar Chiquita y Rosas las sierras del Volcán (Balcarce). Las tareas fueron intensas y luego de recorrer palmo a palmo la zona, acordaron reunirse las columnas en la zona de Laguna de los Padres.
A partir de allí, la misión se dividió en dos columnas nuevamente, la principal al mando de Rosas y la otra de Lavalle, recorriendo la zona que media entre el Volcán (Balcarce) y Tandil detalladamente, mientras se preparaba el encuentro convenido en el Tandil, con los principales caciques con los que se había consensuado la reunión, entre ellos el ya mencionado Chanil.
Rosas, en su Memoria al gobierno central, señala que la línea se tiraría en presencia de los indios "...a cuyo efecto vendrían para el día que señalásemos y que pasarían por todos los artículos de las instrucciones de mi comisión siempre que se les garantice de la buena fe del gobierno en su cumplimiento..."
Por entonces, desde junio de 1824, era Comandante del Fuerte Independencia del Tandil, el sargento mayor Bruno Vázquez, quien fue quien recibió y dio albergue a Rosas, Lavalle y Senillosa cuando, en el último día de 1825, llegaron finalmente para cumplir con la misión final encomendada.
Rosas describiría en su Memoria su impresión del Fuerte tandilense, diciendo:"El Fuerte del Tandil está situado en un bajo dominado por las alturas que tiene a los costados SO y SE. La fortificación es bastante buena por lo respectivo a la construcción, mas su forma no es la más ventajosa, porque es de mucho perímetro por la área que encierra. La mayor parte del vecindario está situado al NO y consta de 4 pulperos y 7 familias.
"Estas familias son pertenecientes a la guarnición que consta de 100 cazadores, 22 artilleros y 30 blandengues".
En las proximidades de este lugar es que se llevó a cabo, durante la estancia por tres días de Rosas en el Tandil, la reunión para la paz y la delimitación, a lo que no se llegó tan fácilmente por lo ya relatado del mantenimiento del Fuerte y la inseguridad de los indios que el gobierno cumpliera con lo pactado.
Si embargo y según lo expresa el mismo Rosas, los indios "... hicieron alguna oposición, pero al fin cedieron y la línea se tiró y se marcó a la perfección con grandes mojones de césped...".
Los objetivos de la misión Rosas- Lavalle- Senillosa, fueron logrados, a saber: obtener un mayor y mejor conocimiento de la región sudeste de la provincia, señalar lugares aptos para erigir fortines en el futuro, demarcar una línea en presencia de los caciques, asegurar transitoriamente la paz y obtener una experiencia para futuras operaciones por parte de Rosas y Senillosa.
Luego de partir de Tandil y de efectuar reconocimientos en los arroyos de la zona, se separaron las columnas y Juan Manuel de Rosas llegó a Buenos Aires el 16 de enero de 1826.
Rosas no tuvo que regresar solucionados algunos problemas surgidos y se quedó en Buenos Aires, cuando un hecho histórico se producía: Bernardino Rivadavia asumía la Presidencia de la Nación, ante la decisión tomada por el Congreso Constituyente, que luego determinaría la redacción de la Constitución de ese año comenzando una etapa histórica muy especial en la que no estuvo ausente la guerra con el Brasil, preanunciada desde mucho antes y donde se destacaron hombres de la talla del Alte. Guillermo Brown y otros menos conocidos como el gaucho José Luis Molina- que había sido amigo y colaborador de Ramos Mexía en su estancia Miraflores- y que tuvo destacada actuación en Patagones.
Fue allí donde barcos brasileños: dos corbetas, un bergantín y una goleta con un total de 613 tripulantes al mando del capitán James Shepherd, intentaron un desembarco para tomar posesión de ese enclave fundamental, el que se frustró por la acción de nuestras naves al mando del capitán de corbeta (luego almirante) el galés Santiago Jorge Bynon y de los defensores en tierra, Martín P. Lacarra, Comandante del Fuerte de Patagones, que contaba con alrededor de 150 infantes, unos 100 vecinos, gauchos y negros y los 22 “tragas” del gaucho José Luis Molina, que habían estado a las órdenes de Rauch, los soldados y vecinos e indios improvisados combatientes ,que estuvieron al mando del valeroso subteniente mendocino ( luego Teniente Coronel) Sebastián Olivera.
Llegado el día, en el Cerro de la Caballada, se desarrolló el combate que pasó a la historia con el nombre del lugar, venciendo el 7 de marzo de 1827 las fuerzas patriotas a los invasores, lo que tendría su repercusión inesperada en el Tandil.
Al triunfo había contribuido indirectamente la paz que se había logrado en la misión al Tandil de Rosas; el Fuerte sería nuevamente protagonista, al tener que recibir prisioneros brasileños provenientes de Patagones que fueron alojados como se pudo, según veremos, bajo la comandancia del coronel Juan Ramón Estomba.
El valeroso subteniente Olivera-máximo héroe del combate- fue el encargado de recibir, luego del triunfo, a los prisioneros, escoltado por sus oficiales de milicias Fernando Alfaro, Juan José Rial, Antonio Cabrera, Benito Vázquez y el capitán de baqueanos el ya citado Molina. El coronel Felipe Pereyra y su infantería negra, por su parte, quedaron cuidando el fuerte de Carmen de Patagones (el más antiguo en el sur, fundado en 1779) protegiendo a los niños, mujeres y ancianos…
Luego del combate al que hicimos referencia, 11 oficiales y 306 soldados y marineros se constituyeron en prisioneros después de la rendición, según el parte de Martín Lacarra, aunque el uruguayo Ambrosio Mitre dice que fueron “13 oficiales y 288 soldados y marineros, incluso dos médicos”, agregando que muchos quedaron muertos por la sed y el cansancio.
Ambrosio Mitre fue participante de la acción patriota y padre de Bartolomé, a quien, dice la tradición, lo llevó al día siguiente a la capilla para ver las siete banderas capturadas y ante las cuales le hizo jurar eterno amor a la Patria.
Ángel Carranza relata que “tan desesperante era la sed de los soldados que lamían el sudor de los caballos para mitigarla”, los criollos hicieron gala de caridad y condujeron a los prisioneros hacia la barranca para que saciasen su sed…
La acción fue fundamental para lograr el éxito y posibilitar posteriormente la misión Estomba que culminaría con la fundación bahiense.
El gobierno dispuso que los prisioneros brasileños fuesen trasladados en parte al Fuerte de la Independencia y alojados allí en tanto otros habrían sido destinados a Kakel Huincul y Chascomús.
En el Tandil estaba acantonado el Regimiento 7 de Caballería de Línea a cuyo mando estaba el coronel Estomba, quien debía preparar la expedición fundadora de Bahía Blanca.
Imaginen ustedes, apreciados lectores, lo dificultoso del traslado y luego los aprietos en que se vio envuelto Estomba para poder dar alojamiento y comida a los mismos, teniendo en cuenta que ni las comodidades ni la comida sobraban.
El caserío de la época se vio sorprendido y no sin cierto revuelo ante la inimaginada llegada de los prisioneros, los que por otra parte serían-a lo largo de nuestra historia-los únicos llegados en esa calidad a estos pagos.
Gracias a la gentileza del colega Antonio Ferrer, transcribimos un documento que lo dice todo acerca de esa inusual y única situación que se planteó con la llegada de los brasileños. Dice la comunicación oficial de Estomba al Ministro de la Guerra y Marina:
Regimiento de Caballería N° 7
Llegada de los prisioneros a Tandil
Al Señor Ministro Secretario de la Guerra y Marina.
Señor Ministro:
Ayer ha llegado el propio que V.S. me mandó aquí para que pasara a Patagones y los dos soldados que lo acompañaron y hoy lo hago que vuelva de regreso [...].
Ha llegado también el Sr. Coronel Pereyra conduciendo 173 prisioneros de tropa y marina imperiales, y 7 oficiales, muy breve pasará a V.S. el Sr. Inspector Gral. las relaciones nominales de ellos; sus empleados, patria, lugar, buque y día en que fueron prisioneros para conocimiento del Supremo Gobierno. Vienen en la mayor desnudez, poco menos que en cueros. Para alimentarlos también sería preciso que V.S. se sirviera ordenarme de qué estancia podría tomar ganado de cuenta del Estado del mismo modo que me ha facilitado el Señor Comisario General el que tomo de cuenta de mi regimiento [...].
En las habitaciones que hay aquí con dificultades he podido hacer alojar la mitad de ellos, con tanta incomodidad que muchos de estos infelices tienen que dormir sentados. Me veo pues en la necesidad de hacerles un galpón fuera de la Fortaleza, y obligado para esto a tomar a los vecinos cuanto palo útil tenían aunque sea con algún perjuicio suyo, porque esta necesidad no da espera: será preciso abonárselo como se los he prometido y juzgo que el Supremo Gobierno no tendrá a mal que haya tomado este arbitrio disimulable por la urgencia que lo demanda. El Sargento Mayor de mi regimiento presentará la cuenta de lo que se gaste en esto que sin duda no será de consideración y reconocida la pasaré a V.S. para que se sirva aprobarla si lo cree de justicia y se ordene su abono.
Renuevo a V.S. Sr. Ministro los sentimientos de mi mayor estimación y respeto.
Fortaleza de la Independencia, Septiembre 24 de 1827.
R. Estomba.
(NR: la negrita es nuestra)
En la nota se puede apreciar que poco más de la mitad de los prisioneros recalaron-en el estado citado-en nuestro Fuerte. Aquí se alojaron dificultosamente, según vimos, ya bajo palabra de no fugarse ante la escasez de hombres para vigilarlos, varios se quedaron, otros fueron luego trasladados y varios-como se verá-integraron la expedición fundadora de Bahía Blanca quedando luego como soldados de nuestro ejército. No faltó incluso alguno que parece que se enamoró de una parda afincada en el pueblo con la que habría formado pareja…
Casi dos meses después el comandante interino del Fuerte daba cuenta de la llegada de un comerciante de Patagones con novedades. Dice el documento:
Regimiento de Caballería
de Línea N° 7
Notificación de prisioneros
Al Señor Ministro Secretario de la Guerra y Marina.
A la salida del Señor Coronel del Regto. ha llegado de Patagones el comerciante D. Severino Prudant, y éste trae la noticia que la flotilla imperial que bloqueaba aquel puerto, al querer tomar dos corsarios que existían allí, encalló la corbeta “Maceo” y el Bergatín “Independencia o Muerte”, de cuyos buques se han hecho algunos prisioneros.
Dios guarde a V. S.
Fortaleza de la Independencia, Noviembre 13 de 1827.
Narciso Del Valle.
Estomba estaba abocado a pensar en las órdenes que recibiría para cumplir con lo dispuesto pro el ministro de Guerra y Marina Juan Ramón Balcarce por disposición del gobernador Dorrego, quien el 7 de enero de 1828 le comunicaba a Rosas que el jefe de la misión sería Estomba y no él-como al parecer pretendía- en el sentido de partir para fundar el tantas veces intentado fuerte en Bahía Blanca (recordemos la campaña de Martín Rodríguez en 1824).
En este caso contaría con la invalorable experiencia y conocimientos de un experto como el Ing. Narciso Parcchappe jefe de la misión técnica, quien llegado al Fuerte estuvo dos días recibiendo las instrucciones de Estomba, para partir escoltado por 25 coraceros con el Teniente Coronel Andrés Morel como jefe y 30 indios con su cacique. Llegados el 21 de marzo a orillas del Sauce Grande , reconocida la zona y recibidos los materiales que traía la goleta Luisa que había salido de la boca del Salado y estaba en la bahía , se aproximaba el momento fundacional, ya que Estomba había partido el 22 de marzo al frente del Regimiento 7 de Caballería de Línea, la Compañía de Cazadores y “ los individuos de tropa prisioneros en Patagones…” según señala Félix Weimberg , en su “Manual de Historia de Bahía Blanca”., además de los indios amigos que respondían a los caciques capitanes Melinao y Collinao, llegados al Tandil en junio de 1827 bajo la protección de Estomba
Volviendo al tema de los prisioneros brasileños, digamos que la actitud de confianza de Estomba deja a las claras por un lado la buena predisposición de los prisioneros y por otra la liberación de la difícil situación provocada en el Fuerte. Suponemos que el Comandante que quedó debe haberse sentido aliviado…
El jefe de la expedición y hasta entonces Comandante de nuestro Fuerte, salió de aquí el 22 de marzo de marzo de 1828 , llegando a la zona elegida por Parchappe lo que culminaría con la fundación de Bahía Blanca, nacida como Fortaleza Protectora Argentina el.11 de abril de ese año, a cinco años y una semana de fundado Tandil..
Al partir Estomba, quedó nuevamente al frente del Fuerte, el coronel Bruno Vázquez hasta su muerte acaecida aquí al poco tiempo, en mayo de 1828. Sucedió a Vázquez en la comandancia el ya citado Teniente Coronel Felipe Pereyra, un veterano de la gesta de Patagones, quien estuvo al frente de nuestro Fuerte desde 1828 hasta su muerte en marzo de 1833, siendo el Comandante que más tiempo estuvo en ese carácter en nuestro Tandil, después de Pablo Muñoz que lo sucedió hasta la Revolución de los Libres del Sud en 1839.
Tres años antes, en diciembre de 1830, habría muerto en Tandil el famoso gaucho Molina, que después de una vida plena de aventuras- y que merecerá una nota en su momento-se habría afincado en estos pagos.
Así fue entonces como Tandil impensadamente tuvo sus prisioneros de guerra y como algunos de ellos se transformaron en casuales fundadores de un Fuerte que a la postre sería la hoy pujante ciudad sureña.
Historias del Tandil que merecen ser conocidas y que con mucho gusto tratamos de brindárselas, amigo y consecuente lector.
Daniel Eduardo Pérez
lunes, 22 de febrero de 2010
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