ROSAS EN EL TANDIL
TADEA, LA ANTIGUA DUEÑA DE ESTAS TIERRAS
Había transcurrido apenas poco más de un año de la
fundación del Fuerte de la Independencia (1823), origen -como todos sabemos- de
Tandil, cuando además de complicarse la situación interna, se tensaba la
cuestión de la Banda Oriental del Uruguay y la intervención que al respecto
tenía el Imperio del Brasil.
Todo ello implicaba seriamente a nuestro país y en forma
muy especial a las provincias de la Mesopotamia y a Buenos Aires, sobre todo
esta última, que era mirada con apetencia por los brasileños, lo que hacía
prever un desenlace bélico a corto plazo.
Gobernaba este territorio el Gral. Juan Gregorio de las
Heras, quien había reemplazado precisamente a nuestro fundador, en 1824, y a
quien le tocó en suerte tomar las acertadas medidas de ordenar el comienzo de
tratativas para acercar a los indígenas del sureste bonaerense, con el objeto
de asegurar la frontera interior y simultáneamente evitar que en una posible
invasión brasileña, se aliasen para desgracia de los intereses argentinos. Es
que el ministro de guerra imperial, había expresado que " La expedición a la Patagonia tiene el fin de
quitar a Buenos Aires el único puerto
que le queda abrir por allí al comercio
con los indios pampas, induciéndolos a que renueven los malones que acostumbraban efectuar en los alrededores
de Buenos Aires".
En 1825 la situación se había agravado y fue entonces
cuando, tanto desde Buenos Aires como desde la sureña Carmen de Patagones, se
ordenaron misiones, por parte del gobierno, para que intentaran concretar paces
o treguas a los efectos antes mencionados. Desde el sur fueron comisionados
para ello los hermanos Ángel, Fernando y Calixto Oyuela, quienes desembarcaron
el 11 de noviembre de ese año, en la zona
que después, en 1828, sería Bahía Blanca. Luego de enviar delegados a
las tolderías, alrededor de cuarenta caciques se presentaron para parlamentar.
Los Oyuela llevaban instrucciones verbales del Ministro de Guerra Marcos Balcarce de tratar, al menos, el logro
de tres puntos: concretar la paz con un mínimo de doce caciques, devolver las
tierras del Tandil (sin tocar el Fuerte
Independencia) y llevar a Buenos Aires al famoso cacique Chanil.
Tras prolongados encuentros y esperas, el 13 de diciembre
los reticentes caciques aceptaron la propuesta, que en una extralimitación de
los Oyuela y ante la exigencia indígena, habían prometido el levantamiento del
Fuerte tandilense. De esa manera los caciques más importantes de la zona, entre
los que se encontraban el ya mencionado Chanil, Pichiloncoy, Tetrué, Trenan y
otros, se comprometían a mantener en paz todo el sur de la provincia.
De acuerdo a lo pactado, Ángel Oyuela partió a Buenos
Aires con el cacique Chanil y 17 representantes más, mientras quedaba como
rehén o prenda de paz en manos indias, Calixto Oyuela.
Las Heras continuaba preocupado por lograr tratados con todos porque temía- en caso de conflicto
armado directo con Brasil- tener que asumir dos frentes, contra Brasil por un
lado y con los indios en malón en el sur provincial por el otro, con el peligro
ya relatado de que éstos se aliasen a los imperiales y en Patagones se tuvieran
graves dificultades.
Paralelamente a las gestiones de los Oyuela, se enviaba a
Juan Manuel de Rosas un oficio por
el que se le encomendaba "…establecer
paces sólidas y duraderas con los indios fronterizos...". El gobierno,
luego de la aceptación de Rosas, entregó instrucciones para asegurar la línea
de frontera que corría desde la costa marplatense, por el actual Balcarce y el
Fuerte del Tandil, hasta llegar a Tapalqué y Mercedes.
Entre lo que Rosas podía ofrecer estaba la devolución de
los prisioneros indios, que serían intercambiados por cautivas blancas y ayuda
o pago, para aliviar las condiciones en que vivían en las tolderías.
Dando comienzo a lo solicitado, Rosas envió desde su
estancia "Los Cerrillos·" a
indios amigos que allí vivían para sondear la disposición de los principales
caciques para reunirse, constatando con ello que había gran desconfianza y poca
credibilidad, luego de las experiencias que tuvieran en el gobierno de Martín
Rodríguez y además porque la línea de
frontera que ahora se intentaba, no respetaba la demolición del Fuerte
Independencia que, en su exceso ya señalado, los hermanos Oyuela habían
comprometido.
Considerando lo delicado de la situación, Rosas envió a
su lenguaraz Manuel Baldebenito para convencer a los caciques de la importancia
de la palabra que Rosas- muy respetado entre la indiada- daría sobre lo que se
lograra en materia de paz, pero dejando en claro que nunca el gobierno
oficialmente había prometido demoler el Fuerte del Tandil, dando las razones
por las cuales esto no era posible.
Aquí jugó un papel muy importante, según lo relata el
propio Rosas, la india Tadea, mujer de enorme prestigio entre los pampas y que
además era considerada como la heredera legítima de las tierras del Tandil. Su
palabra de gran ascendiente, ayudó extraordinariamente en la tarea
conciliadora, tal como se desprende del reconocimiento explícito de Rosas,
logrando finalmente el consentimiento para reunirse y tratar las paces y la
demarcación de la línea de frontera en
la fecha en que se conviniese. Escasas referencias más se encuentran de esta
legendaria mujer…
Por su parte, la comisión que había designado el gobierno
para acompañar a Rosas en este cometido, fue integrada además por el coronel de
coraceros Juan Galo Lavalle y el ingeniero Felipe
Senillosa, además de oficiales de relevancia, tal el caso del comandante
Andrés Morel, del sargento mayor Narciso del Valle, además de su amigo, el
hacendado Pedro Burgos- a la postre fundador de Azul- con tropa, víveres,
enseres y ganado.
Ya dispuestas todas las medidas para efectivizar la
misión, cada jefe reunió a sus hombres y luego de distintas marchas, se
pusieron rumbo a la laguna del Durazno donde finalmente se encontraron los
principales responsables de la misma.
El primer trabajo fue relevar la citada laguna luego de
lo cual se abrieron las columnas para los reconocimientos: Lavalle y Senillosa,
la zona próxima a la costa y la zona de Mar Chiquita y Rosas, las sierras del
Volcán (Balcarce). Las tareas fueron intensas y luego de recorrer palmo a palmo
la zona, las columnas acordaron reunirse
en la zona de Laguna de los Padres, lugar en la que habían estado los
padres jesuitas, en 1740, dejando allí las ruinas de sus reducciones.
Ya reunidos, decidieron la elección del lugar adecuado
para levantar un fortín, en la zona próxima a la citada laguna, por
considerarla apta para ello, lo que finalmente no se concretó.
A partir de allí, la misión se dividió en dos columnas
nuevamente, la principal al mando de Rosas y la otra de Lavalle, recorriendo
exhaustivamente la zona entre el Volcán (Balcarce) y Tandil , mientras se
preparaba el encuentro convenido en el Tandil, con los principales caciques con
los que se había consensuado la reunión, entre ellos el ya mencionado Chanil.
Rosas, en su Memoria al gobierno central, señala que la
línea se tiraría en presencia de los
indios "...a cuyo efecto vendrían
para el día que señalásemos y que
pasarían por todos los artículos de las instrucciones de mi comisión siempre
que se les garantice de la buena fe del
gobierno en su cumplimiento..."
Por entonces era Comandante del Fuerte Independencia del Tandil, el sargento mayor Bruno Vázquez, fue quien recibió y dio
albergue a Rosas, Lavalle y Senillosa cuando, en el último día de 1825,
llegaron finalmente para cumplir con la misión
encomendada.
Rosas describiría en la Memoria su impresión del Fuerte tandilense, diciendo:"El Fuerte del Tandil está situado en
un bajo dominado por las alturas que tiene
a los costados SO y SE. La fortificación es bastante buena por lo respectivo a la construcción, mas su
forma no es la más ventajosa, porque es de mucho perímetro por la área que encierra. La mayor
parte del vecindario está situado al
NO y consta de 4 pulperos y 7 familias.
"Estas
familias son pertenecientes a la guarnición
que consta de 100 cazadores, 22 artilleros y 30 blandengues".
En las proximidades de este lugar es que se llevó a cabo,
durante la estancia por tres días de Rosas en el Tandil, la reunión para la paz
y la delimitación, a lo que no se llegó tan fácilmente por la decisión de
Rosas, ya expuesta, de mantener el
Fuerte y la inseguridad, prevaleciente entre de los indios, que el
gobierno cumpliera con lo pactado.
Si embargo y según
lo expresa el mismo Rosas, los indios "... hicieron alguna oposición, pero al fin cedieron y la línea se tiró y se
marcó a la perfección con grandes mojones
de césped...".
Los objetivos de la misión Rosas- Lavalle- Senillosa,
fueron logrados, a saber: obtener un mayor y mejor conocimiento de la región
sudeste de la provincia, señalar lugares aptos para erigir fortines en el
futuro, demarcar una línea en presencia de los caciques, asegurar
transitoriamente la paz y obtener una experiencia para futuras operaciones de Rosas y Senillosa.
Luego de partir del Tandil, la misión reconoció las
nacientes de los arroyos Chapaleofú
, Los
Huesos, Azul y Tapalqué, dividiéndose
las columnas y regresando la de Lavalle a Kakel Huincul, arribando la de Juan
Manuel de Rosas a Buenos Aires el 16 de enero de 1826, pese a que casi debe
volver sobre sus pasos porque, ya en "Los
Cerrillos", fue requerido por el gobierno ante el retorno del cacique
Chanil al Tandil dado que era quien traía el mandato del resto de los caciques
pampas y tehuelches, de aceptar lo pactado siempre y cuando se asegurase el
mantenimiento de la palabra.
Rosas no tuvo que retornar porque el tema fue delegado y
solucionado y don Juan Manuel se quedó en Buenos Aires cuando, por su parte,
Bernardino Rivadavia asumía la Presidencia de la Nación, ante la decisión
tomada por el Congreso Constituyente, que luego determinaría la redacción de la
Constitución de ese año, comenzando una etapa histórica muy especial en la que
no estuvo ausente la guerra con el Brasil, preanunciada desde mucho antes y
donde se destacaron hombres de la talla de Brown y otros menos conocidos como el gaucho José
Luis Molina- que había sido amigo de Ramos Mexía en la estancia Miraflores- y que junto a hombres del
lugar y algunos indios habían defendido ardorosamente, y con triunfo, Carmen de
Patagones, ante el intento de invasión frustrada por su valiente acción, a la que contribuyó también, de
alguna manera, la paz que se había logrado en la misión al Tandil de Rosas y en
la que el Fuerte sería nuevamente protagonista, al recibir , ya bajo la
comandancia de Ramón Estomba, a prisioneros brasileños que fueron alojados, como se pudo, en el Fuerte
Independencia, tema que desarrollamos en otro capítulo.
En éste, quisimos brindar a nuestros lectores esta
pequeña, pero a la par gran historia que pudo cambiar los destinos del actual
Tandil por obra y gracia de los tres hermanos Oyuela, que casi cometen un
desatino y del que Juan Manuel de Rosas y la intervención de la casi
desconocida india Tadea, considerada la antigua dueña de estas tierras-al decir
de Rosas-lograron salvarnos.
Tandil entonces está en deuda con ellos, especialmente
con Rosas, Lavalle y Senillosa (pese a los nombres que fueron impuestos a
alguna calle y a escuelas) y también con la benevolencia de Chanil y la postura
de Tadea la "antigua dueña de las tierras".
Daniel Eduardo Pérez
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