CUANDO EL FFCC LLEGÓ A TANDIL
La
década del ’80 del siglo XIX significó para el país una etapa de
transformaciones que con sus hombres de la política y el pensamiento,
conformaron la llamada “generación del ‘80”, donde la figura de Julio A. Roca
en la Nación y Dardo Rocha en la provincia, nos legó-entre otras cosas- la
ciudad de La Plata a la postre capital de la provincia con la federalización de
la ciudad de Buenos Aires.
No
fue ajeno al programa de gobierno el mejoramiento de los medios de transporte,
especialmente por la explotación agropecuaria, aunque la gestación de la red ferroviaria argentina comenzó antes, en 1855, al firmarse diferentes contratos
entre empresas inglesas y el Estado, con el fin de instalar ferrocarriles.. Dos
años después, en 1857, se inauguró
la primera línea férrea, que en un principio pertenecía a la Sociedad Camino
de Hierro del Ferrocarril Oeste y que contaba con el financiamiento de la
provincia, que en aquel entonces formaba un estado independiente de la
Confederación. El tramo de la vía inicialmente medía 9,8 km, y unía la estación
Del Parque, (ubicada donde actualmente está el Teatro Colón), y la
estación Floresta. Este ramal marcó el inicio del Ferrocarril Oeste, antecesor
del Ferrocarril Sarmiento.
En
agosto de 1861, Edward Lumb solicitó
la concesión de una línea desde el Mercado de Constitución hasta Chascomús,
proyecto que en la sesión del 12 de marzo de 1862, la Cámara de Diputados recibió favorablemente, autorizando la
Legislatura bonaerense al P.E., a cuyo frente estaba el Gral. Mitre, por ley
del 27 de mayo de 1862, la firma de un contrato con Lumb, el que fue
formalizado el 12 de junio de 1862, con
la obligación de extender posteriormente las vías hasta Dolores. Superados
inconvenientes varios y sobre las bases del nuevo contrato, que ordenaba la
prolongación de la línea hasta Dolores y también un ramal a Azul, las obras del
Gran Ferrocarril al Sud de Buenos Aires- Ferrocarril al Sud, antecesor del
Roca-comenzaron en 1864 y en el mismo año se alcanzó Chascomús.
Para
1870 ya existían 722 km de vías. Durante esta etapa comenzó el desarrollo, del
Ferrocarril Oeste y de los ferrocarriles Sur, Central Argentino y Andino,
antecesor del San Martín. Finalmente en 1872 se extendió la línea hasta Dolores
y comenzó el tendido de ramales secundarios hacia las localidades de Las Flores,
Tandil y Azul y de Dolores a Ayacucho
llegando a esta última en diciembre de 1880. El tren estaba más cerca…
En
Tandil, para esa fecha, vio la luz un periódico dirigido por el emblemático
Dr. Eduardo Fidanza, (destacado
médico, que era el Juez de Paz), quien lo editó con el nombre de El Ferro-Carril, con el único propósito
de bregar por la llegada de este transporte a la ciudad.
Para
la época, el 90% de los ferrocarriles se encontraban en la zona pampeana y
transportaban más de 3 millones de pasajeros y cerca de un millón de toneladas
de carga,
perteneciendo la gran mayoría a las líneas trazadas en la región citada.
Era
el momento que Fidanza entrevió para apurar gestiones y así los representantes
de la empresa inglesa, Frank Parish y C. O. Barker, presidente y secretario
respectivamente del Directorio y el Gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha, se
comprometieron a construir la prolongación de la línea desde Azul hasta Bahía
Blanca y desde Ayacucho hasta Tandil,
firmándose un contrato, el 19 de octubre de 1881 en el que se establecía que los rieles debían llegar a Tandil dentro de los tres años siguientes,
siendo éste el primer documento que se refiere a este histórico hecho para el desarrollo tandilense.
La
prolongación de la línea desde Ayacucho comenzó a mediados de 1882. En aquellos años se iba formando
el terraplén, primero a pico y pala con el consabido esfuerzo de centenares de
obreros, o el desmonte para nivelar el terreno, al mismo tiempo que se
construían las alcantarillas y estribos de puentes. Sobre la obra concluida se
tendían los rieles al tiempo que el tren de obra avanzaba para acercar
durmientes, rieles y allí donde fuera necesario, los tramos de los puentes,
señala Marcelo Arcas.
El
domingo 24 de septiembre de 1882, El Eco de Tandil informaba acerca del
ferrocarril, que: “Los trabajos de la
línea de Ayacucho continúan adelantándose con bastante rapidez. Hay concluidos
veinte kilómetros de terraplenes, y el empresario de las obras presume llegar
al pueblo en el término de tres meses; ahora se hallan cerca de la Posta del
Medio”.
Las vías fueron avanzando
hasta llegar primero a Cangallo y luego a Iraola, las estaciones previas para
llegar a Tandil.
El
mismo día un aviso publicado daba cuenta que la empresa solicitaba
trabajadores, aclarando el periódico que: “...hasta el presente trabajan más de cuatrocientos hombres, pero este
número desean elevarlo de 600 a 700, agregando que con respecto a los pequeños
disturbios o incidentes entre los trabajadores, de que se ocupó la prensa en
general, según datos suministrados por
personas de entera confianza, han desaparecido y continúan todos
satisfechos.”
Ya
en 1883, en su edición del domingo 14 de enero, El Eco de Tandil decía: “En
dos o tres meses más y el silbido de la locomotora nos anunciará entre el vapor
y el humo de sus calderas y de sus hornallas la noticia de la llegada del
mensajero obligado del siglo XIX a nuestros hermosos valles. En algunos días,
veremos concretado unos de los más vehementes deseos de los que anhelamos el
progreso de este Partido. La locomotora con sus pies de aceros y entrañas de
fuego nos sacará de nuestro aislamiento, y nos colocará en comunicación directa
con los centros ilustrados del trabajo y el saber. Pronto tendremos el poderoso
ferrocarril. Todo nos invita a creer, que la línea férrea nos traerá
oportunidades y ventajas que puedan darle desarrollo e importancia a nuestro
pueblo, un centro de la importancia como el nuestro, que pretende ser un punto
de referencia para disfrutar de un territorio privilegiado, sobre todo por las
bellezas de su de su geografía”.
El
domingo 4 de febrero, el mismo periódico informaba que” los terraplenes de la línea llegan casi hasta donde se construirá la
estación, las alcantarillas siguen también muy adelantadas y la locomotora
avanza unos veinticinco a treinta kilómetros de Ayacucho” y el jueves
22 da cuenta “que como consecuencia de algunas diferencias nacidas con
respecto al valor de las propiedades
elegidas para la Estación del Ferrocarril, la Empresa de la línea férrea se ha
presentado al Gobierno pidiendo proceda a la expropiación con arreglo a la ley
de la materia. Para el efecto ha acompañado el recibo del depósito de 150.000
pesos hecho para el pago de esta expropiación, que se lleva a cabo sobre una
fracción de la quinta que posee Don Mari Blas Dhers, en el lugar elegido. Por este terreno ubicado entre las actuales Avenidas Colón y Del Valle y las calles
Machado y 11 de Septiembre, la
empresa pagó finalmente, $ 200.000 m/c.”
El
miércoles 14 de marzo comenzó la construcción del edificio de la estación, que
es el actual, con modificaciones y ampliaciones, y cuyo constructor fue Justino Sabaría, sobre la base de los
mismos planos de la estación que ese año se erigió en Bahía Blanca.
Once
días después, una fuerte tormenta eléctrica produjo en el campamento de la
obra, levantado junto al terraplén a la altura del campo de Miguens, un
accidente con fatales consecuencias. Esa noche a las 22,30 cayó un rayo sobre una de las carpas donde
dormían trece operarios, causando una terrible conmoción tras la cual se
constató la muerte de un trabajador y heridas graves a otros tres o cuatro
atendidos el lunes en el Asilo San Juan, donde se recuperaron
satisfactoriamente.
Al
mes siguiente, el domingo 29 de abril, El
Eco de Tandil anunciaba que “debido a
estar completada la enrieladura hasta las inmediaciones del Circo de Carreras,
actual predio del hipódromo, la locomotora del tren de obra llegaría hasta allí
a las 2 o 3 de la tarde, invitando a los que quieran dar un paseo agradable y
saludar al mensajero del progreso, que se lleguen a contemplarla, lo que se
convertiría en una interesante propuesta, considerando que hasta entonces la
mayoría de los tandilenses no habían visto una locomotora en su vida y era ésta
una buena ocasión”.
El
2 de mayo el presidente del Concejo Deliberante informó, en la sesión del día,
que tenía noticias que el domingo siguiente llegaría por primera vez a Tandil
la locomotora del tren que realiza las obras de construcción de la línea y por
tal motivo sugirió agasajar a ingenieros y obreros del ferrocarril con un
asado. La moción se aprobó y el homenaje se realizó con la presencia de una
numerosa y entusiasta concurrencia. Allí el Dr. Fidanza, en un discurso muy
aplaudido, resaltó el significado para Tandil de este logro, cerrando su
alocución con un God save the progress.
Concluida
la fiesta el Dr. Fidanza dirigió un telegrama al Dr. Rocha, dando cuenta de la
llegada de la locomotora, al que el gobernador contestó con el siguiente texto:
La Plata Mayo 6.
Al Dr. D. Eduardo
Fidanza, Juez de Paz del Tandil.
Oficial:- Acabo de
recibir su telegrama que agradezco.- Me felicito que el ferrocarril haya
llegado al Tandil por cuyo progreso he tenido siempre el más vivo interés.
Salúdale atentamente.
Dardo Rocha.
Aquel
6 de mayo de 1883 llegó por primera
vez, aunque precariamente, un tren a Tandil. El servicio público debería
esperar aún tres meses para su habilitación provisoria. El invierno de 1883 fue
particularmente lluvioso en el sudeste
provincial, los caminos anegados impedían el normal tránsito de carretas y
galeras entre Tandil y Ayacucho, retrayendo el comercio y haciendo escasear, en
esta ciudad, los más elementales insumos. Por ello, ni bien llegados los
rieles, la Municipalidad se dirigió al gobierno provincial solicitando que se
permita a la empresa ferroviaria comenzar el servicio de cargas y aliviar esta
emergencia, ya que el comercio de Tandil, hacía mes o mes y medio que tenía
almacenadas sus cargas en Ayacucho, o estancadas en los pantanos del
camino-cita Arcas.
Con
la llegada del tren de obra a Tandil en el mes de mayo, se especuló con
realizar la apertura del servicio ferroviario con una gran fiesta en
coincidencia con la del 9 de julio, las obras de la estación que se habían
retrasado a consecuencia de los días lluviosos, habían cobrado nuevo impulso y
su constructor, J. Sabaría consideraba que era posible terminar para esa fecha.
Mientras tanto la Municipalidad preparaba obras complementarias a la de la
estación, El Eco de Tandil publica en
su edición del domingo 3 de junio: “La
Municipalidad en sesión de la fecha acordó sacar a licitación la construcción
de veinte y ocho (28) faroles de seis frentes para ser colocados sobre
pedestales para el alumbrado de las calles del camino a la estación del
Ferrocarril.
Las propuestas se
recibirán por secretaría hasta las tres de la tarde del día quince del
corriente, hora en que serán abiertos en presencia de los interesados.” Firmaba la
comunicación Eduardo Fidanza, con fecha 1 de junio de 1883.
En
junio la situación de aislamiento en la que vivía Tandil se agravó por efectos
de las lluvias que convertían los caminos en infranqueables lodazales. Conspiró
también, para empeorar la situación, la decisión del entonces vicegobernador de
la provincia, Adolfo Gonzáles Cháves de alambrar su campo ubicado entre Ayacucho y
Tandil, impidiendo así que las galeras y carros pudieran, haciendo un rodeo,
evitar los pantanos.
Ante
esta situación, el 16, el Juez de Paz sustituto de Tandil, Eduardo Arana, se
dirigió por telegrama al Ministro de Gobierno de la provincia, Carlos D´Amico, informándole que: “...la galera de las Mensajerías Correos de
Ayacucho á este pueblo, quedó ayer empantanada en el camino que se halla
aislado entre los alambrados del Sr. González Chávez, (sic) teniendo los pasajeros que regresar a
Ayacucho. El mal estado de ese camino hace poco menos que imposible la
comunicación de este pueblo con la Capital, hallándose por cuyo motivo el
tránsito comercial completamente paralizado hace tiempo; en su virtud el vecindario
me pide reitere la solicitud anterior para que se autorice al Ferro-Carril la
conducción de cargas. Y agrega: Al comunicar esto á V. E. espero ordenará a
quien corresponda se ponga ese camino en condiciones de viabilidad, lo que
podría conseguirse pidiendo
al Sr. González Chávez (sic) abra dos
tranqueras en su alambrado para así poder desviar los pantanos”.
En
julio la situación seguía igual y las comunicaciones con las localidades
vecinas se hacían cada vez más difíciles. Las cargas ni entraban ni salían
durante ocho días, los últimos carros
que habían llegado, tardaron diez días para recorrer las 13 leguas que separan
Ayacucho de Tandil. Ante esta situación las fuerzas vivas de Tandil enviaron el
21 de julio sendos telegramas dirigidos al gobierno de la provincia y a la
empresa del ferrocarril, con los siguientes textos:
Al
Sr. Ministro de Gobierno, Dr. D. Carlos D´Amico.
“Este pueblo se
encuentra incomunicado hace dos meses en sus relaciones comerciales con
Ayacucho debido el malísimo estado de los caminos, y en su consecuencia este
comercio viene sufriendo una situación penosísima.
En atención a que la
línea del Ferro Carril está concluida y la locomotora llega diariamente,
desearíamos que el Exmo. Gobierno obtuviese o concediese el permiso a la empresa
del Ferro Carril, para que habiliten inmediatamente la línea, aunque sólo sea
en carácter de provisorio.
Dada la justicia y
trascendencia que esta petición importa para los intereses de este Partido y
adyacentes, esperan los solicitantes que V. S. le prestará su preferente
atención y su valioso concurso”.
Al
Presidente del Directorio del Ferro-carril del Sud Sr. W. H. Moores.
“En atención a los
inmensos perjuicios que origina a este comercio la interrupción completa del
tránsito comercial entre este pueblo y Ayacucho que se viene sufriendo hace dos
o tres meses, por las aguas y el malísimo estado de los caminos, suplica este comercio a ese Directorio, quiera
habilitar aunque sea con carácter de interinidad la línea de Ayacucho a este
pueblo, con la brevedad posible.
Al efecto en este
mismo momento se dirigen los firmantes al Gobierno, elevándole la misma
súplica.
Este pueblo espera
del Sr. Presidente, que en virtud de la trascendencia y conveniencia que esta
determinación importa para los intereses de este comercio, le dispensará su
preferente atención y accederá a su pedido”.
Una
semana después-afirma Arcas- se recibió en Tandil un telegrama del gobernador Dardo Rocha en el que comunicaba a las fuerzas vivas de
Tandil, en la persona de su Juez de Paz, que ese día había firmado con toda urgencia, el decreto que autorizaba
a la empresa del Ferrocarril del Sud a librar provisoriamente al servicio público
la sección de Ayacucho a Tandil a partir del día domingo 19. Finalmente ese
19 de agosto de 1883, alrededor de
las catorce y treinta, llegaba finalmente el tren a Tandil siendo recibido con
algarabía por todo el pueblo. Si bien la fiesta oficial de inauguración que se
había previsto realizar no se llevó a cabo dado el carácter provisorio de la
apertura del servicio, la población celebró este acto embanderando sus casas,
concurriendo en masa a la Estación, donde la banda de música tocó toda la tarde
y asistiendo al baile que la misma noche se dio en los salones del club.
Las
obras fueron terminadas y el nuevo decreto autorizando la habilitación
definitiva de la línea se sancionó el 1 de septiembre. A partir de entonces
Tandil comenzó a disponer del servicio
ferroviario mientras los rieles continuarían su tendido hacia Benito Juárez,
con las estaciones intermedias de Gardey y Vela.
Para
la época, Tandil contaba con nueve mil habitantes, divididos por partes iguales
entre población urbana y rural. Tenía un edificio de “altos”, mil
seiscientas casas, unas seiscientas cuadras trazadas, censados 167 comercios,
tres hoteles, diecinueve fondas, cafés y confiterías. Cuatro médicos,
cuatro abogados, un arquitecto, dos dentistas y otros profesionales en
distintos rubros. Ese año se realizó la
primera exposición rural e industrial entre el 25 y el 28 de diciembre en Gral.
Pinto entre Gral. Rodríguez e Independencia (hoy Yrigoyen). Por otra parte la prensa nacional ya señalaba
a Tandil como un hermoso lugar de turismo, ahora también con tren disponible…
Daniel Eduardo Pérez
Principal
bibliografía consultada: Arcas, Marcelo: “La llegada del FFCC a Tandil”.
López, Mario J. y
Waddell, Jorge E. (comp): “Nueva Historia del Ferrocarril en la Argentina”, Lumiere,
Bs. As., 2007.
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