LA SEMANA SANTA EN EL TANDIL
HACE MEDIO SIGLO
La Semana Santa adquiere en Tandil una significación
especial desde hace varias décadas por razones de peso que le han otorgado en
el consenso nacional un atractivo especial que va aún más allá de su
significado religioso.
En este capítulo le damos, amigo lector, una semblanza de
cómo se inició esa fama que si bien hoy se expresa de manera diferente, nos remite
a los comienzos hace ya más de medio siglo.
Casi todos sabemos que
la Cristiandad celebra desde
tiempos remotos, la Semana Santa
como la Semana también denominada Mayor,
la que comienza al finalizar la Cuaresma con el Domingo de Ramos y culmina hoy con
el Domingo de Pascua.
Esta Semana adquiere en distintas partes del mundo un
significado especial y desde el Vaticano, centro y cumbre de toda la celebración, se extiende a lo
largo y a lo ancho del planeta, manifestándose de formas diversas, algunas con
características propias famosas en el mundo entero, como en España ( Sevilla
por ejemplo) o Filipinas..
En nuestro país también ello ocurre y encuentra en Tandil
dos elementos que desde hace más de medio siglo, se capitalizan como una
identidad que le permiten señalarla como únicas en el país y también en
América.
La celebración en nuestra ciudad de la Semana Santa
adquirió ribetes especiales a partir de la inauguración del Calvario en 1943 y con el Curato de
Luis J. Actis fue creciendo hasta alcanzar
una programación que abarca la religiosidad en sus distintas expresiones.
Por un lado el citado Calvario, que, por sus
características y ubicación, lo constituyen en el único del país y de América,
teniendo sólo otro similar en el mundo, y por otra parte la escenificación de
la vida de Jesús.
Esa verdadera muestra al aire libre de arte y fe, se
logró con la donación del cerro y las esculturas de los mejores artistas del
país en esa época.
Con el aporte de la Municipalidad, la Provincia y
particulares, se contrató a esos escultores argentinos –como quedó dicho, los
mejores de la época- para realizar las catorce estaciones del Vía Crucis, de
tal manera que una vez terminada la obra, la solemne inauguración se llevó a
cabo el 10 de enero de 1943, con la
presencia del Presidente de la Nación Dr. Ramón S. Castillo, el Nuncio
Apostólico y una multitud de fieles.
En 1947 se
inauguró la magnífica Capilla Santa
Gemma, la primera en América en llevar la advocación de la santita italiana
Gemma Galgani y en 1967 se incorporó
al conjunto la Gruta de Lourdes,
integrando un todo de bellísima conjunción de arte y religión.
Estas breves referencias históricas acerca del gran valor
religioso y artístico del Calvario que lo erigen en un santuario de
características propias, lo muestran como el más grande, abierto y popular de
todo el territorio nacional.
Sin embargo este
centro de atracción religiosa para los fieles cristianos de todo el país, tiene
tal singularidad que lo han convertido también en centro de atracción mundial,
cuando se incorporó, poco después, una expresión cultural que con el paso de
los años creció de tal manera que hoy por hoy adquirió perfiles tales que lo
exhiben como una expresión también única
en el mundo tanto por el escenario, como por
los textos y el número de protagonistas que intervienen: las Escenas de la Redención.
Esta representación nació en 1948 –este año cumplen sus 60 años-por iniciativa de Ricardo
Seritti, de la Dirección de Turismo de la Provincia. Primero al pie del
Calvario y como Actos Sacramentales y desde 1952 en el Salón Parroquial (luego
Teatro Estrada, hoy del Fuerte), hasta que
fue al veredón de la Municipalidad en 1959.
Con la inauguración del Anfiteatro Municipal la
escenificación se trasladó allí en 1964, con el nombre de Estampas y luego
Escenas, con libretos de Mons. Dr. Luis J. Actis y dirección de Jorge Lester y
Enrique Ferrarese, a quienes sucedió, José M. Guimet y luego, por razones ajenas a la religión y
al teatro, se dividieron, siendo ahora las Escenas originales llevadas a
distintas ciudades y en el Anfiteatro con el nombre de” Jesús el Nazareno”, se
pone en escena una nueva versión- la representación “oficial”- primero con la
dirección de Pascual Pina y ahora de G. Bayerque.
Desde esta perspectiva histórica, la Semana Santa en
Tandil fue adquiriendo relieve nacional, dado que con la incorporación en 1949 de la Solemne Procesión del Santo Entierro, se puso especial énfasis en el
Viernes Santo como jornada de fe y de esperanza, comenzando con el Vía Crucis
general en el Calvario y de allí, portando las imágenes de los principales
protagonistas de aquel Viernes de hace dos mil años, llega en una procesión de canto y oración
hasta el Templo de la Inmaculada, luego de recorrer a pie el tramo.
Históricamente presidida por el Obispo de la Diócesis
(Azul) y en los años sucesivos además con la presencia de casi todos los
gobernadores de la provincia de Buenos Aires, legisladores y también de
Presidentes y Vicepresidentes de la Nación, ésta ha marcado un hito en la
historia de la celebración de la Semana Santa en el país, cobrando una
trascendencia cada vez mayor.
Nos detendremos especialmente en esta celebración de fe
retrocediendo unas décadas, porque nació de manera diferente a la que pudieron ver o protagonizar los fieles locales
o foráneos.
Las primeras procesiones fueron diseñadas en su
estructura y organización teniendo en cuenta no sólo la liturgia sino modelos
famosos en otros lugares.
Cabe destacar que a partir de 1951 la programación total de la Semana Santa quedó a cargo de una
Comisión Oficial de la que participaban además del Intendente y el Cura Párroco
Pbro. Luis J. Actis, las “fuerzas vivas”” y
representantes de organizaciones diversas como las fuerzas de seguridad
, instituciones intermedias etc Desde hace varios años la citada Comisión dejó
de funcionar y la Iglesia es la que coordina en especial la procesión que dejó
de llamarse del Santo Entierro ..
Luego del Vía Crucis del viernes por la tarde en el
Calvario, partía la Procesión desde Av. Mons. de Andrea, proseguía por Av.
España hasta Yrigoyen y de allí hasta la Municipalidad. Todas las viviendas que
daban al recorrido estaban ornamentadas con algún símbolo de duelo en su puerta
o en sus ventanas (paños morados o violetas
con un Crucifijo, etc).
El encolumnamiento de la misma estaba estructurado
en lo que podríamos llamar secciones
claramente definidas.
Al frente iban los Caballeros de la Santa Cruz, portando
la Cruz procesional acompañados por un séquito, los seguían los llamados
Ciriales, es decir quienes portaban los cirios y luego una masa coral y banda.
Atrás, eran llevados los instrumentos de la Pasión:
primero el Caballero de la Corona de Espinas con sus acólitos y más atrás los
seglares; inmediatamente después se ubicaban los Caballeros de los Clavos de
Cristo con sus respectivos acólitos y luego las religiosas de Tandil ( casi
todas Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia); más atrás el Caballero de la
Crucifixión portando el martillo y acompañado por sus respectivos acólitos.
Venían luego las autoridades eclesiásticas y más atrás
los Caballeros de la Sábana Santa, inmediatamente seguidos por los Caballeros
del Santo Sepulcro que portaban la imagen del Cristo Yacente llevada a pulso
(no sobre los hombros como hoy) con la Guardia de Honor del Santo Sepulcro.
Acompañaban detrás, las llamadas Hijas de las Santas
Mujeres, la masa coral “a capella” y detrás, marcando el paso con sus sones a
duelo, las Matracas y los redoblantes del Ejército.
Inmediatamente después aparecían los Mujeres de Jerusalén de riguroso luto (vestido y mantillas negras) precediendo a
los Caballeros de la Virgen que portaban la imagen de La Dolorosa con su
respectiva Guardia de Honor.
Recordamos que cada Caballero se repetía año a año, casi
como una misión”vitalicia”, allí la presencia de los recordados y respetados
vecinos Dres. Eduardo Tuñón y E..Lucchesi eran ya clásicas, entre otros.
Por su parte hombres caracterizados como soldados romanos
acompañaban a quienes representaban,
simbólicamente a los elementos de la Pasión, donde no faltaban la lanza
y la esponja con vinagre………..
Por su parte las Hijas de María y alumnas y jóvenes de la
Acción Católica, de tanto en tanto, arrojaban perfume y pétalos de flores al
Cristo yacente
Completaban la secuencia las imágenes de San Juan y de
María Magdalena llevadas en oportunidades diversas primero por laicos
pertenecientes a distintas organizaciones religiosas y después-como hoy-por
alumnos y alumnas de los Colegios católicos.
Durante todo el recorrido una red de parlantes-en
realidad aquellas viejas bocinas, recordamos aquí a Américo Sinka y a Rubén
Bazoberri- alquilados por la Municipalidad llevaba la potente voz de Mons.
Actis siguiendo un libreto escrito por él con oraciones, cánticos y lecturas
alusivas.
Participaban también distintas instituciones de la
Iglesia como las Hijas de María, los alumnos de los colegios Sagrada Familia y
San José así como los jóvenes y hombres de la Acción Católica
Casi siempre la llegada de la Procesión coincidía con las
primeras penumbras de la incipiente noche por lo que los participantes
encendían las velas-cirios hasta llegar al final donde la Banda Municipal
dirigida por el recordado maestro J.Onorato interpretaba la Marcha fúnebre de
Chopin., una vez depositadas las imágenes en el veredón de la Municipalidad,
luego de lo cual Mons. Actis decía unas palabras acordes al momento e impartía
la bendición.
Cabe señalar aquí que las imágenes de todos los templos
permanecían cubiertas por una tela morada que sólo era sacada después del
Viernes Santo y las radios nacionales-Tandil todavía no tenía emisoras-ese
día pasaban solamente música clásica y religiosa.
Hoy ya no es la misma procesión, adecuada a los tiempos
pos conciliares, y luego de posturas encontradas con alguna polémica por medio,
fue modificada suprimiéndose los instrumentos de la Pasión, matracas y tambores
y los soldados romanos, entre otras cosas, y de la escasa participación-la
Procesión era seguida desde las veredas por la multitud-se pasó a una
participación más activa en la misma
Asimismo ya son
una tradición, desde hace muchos años,
las peregrinaciones desde distintas Diócesis al Calvario, así como los
Vías Crucis de la Familia, de la Juventud,
de la Tercera Edad y el de los Niños.
Reconocida como la
Semana Santa de más trascendencia internacional en el país, por todo lo
expresado en la nota, la Semana tiene a lo largo de su celebración, expresiones
artístico- culturales que adquieren rasgos casi únicos también en su
realización.
Tal es el caso del Salón Nacional de Arte Sacro y el de
los conciertos sinfónicos corales de obras religiosas que se concretan año a
año con el acompañamiento de verdaderas multitudes en su realización.
Esta conjunción de fe religiosa y de manifestaciones que
conllevan un significado trascendente en lo cultural, fundamentan
abundantemente, la legítima aspiración de los pobladores de la región, de
promover el reconocimiento de esta Semana Santa de Tandil como centro de una
celebración de ribetes nacionales, lo que queda claramente expuesto a través de
la unicidad de sus características y de la inserción de las mismas en lo más
profundo del alma popular, mística y trascendente.
En las esferas religiosas y en las laicas, está
profundamente imbricado este sentido y este clima tan especial que se vive y se
respira durante la celebración que tiene como punto central a Tandil, así lo
demuestran anualmente en la repercusión de publicaciones especializadas y de la
prensa en general, que reflejan el polo de atracción nacional que esta Semana
Santa tiene.
La universalidad de la celebración, en una palabra, tiene
en nuestro país un perfil cargado de
significado propio dentro del marco de una expresión de fe religiosa que ha
adquirido contornos de identidad
innegables, que la destacan por sobre la tendencia globalizadora que en
muchos casos va en desmedro de los caracteres propios y particulares.
El mencionado clima de espiritualidad, la hospitalidad y
solidaridad que revisten en esta Semana las vivencias de todos quienes deciden
vivirla en Tandil, sólo puede calificarse como una fuerte experiencia de amor
convocante, para vivir en la necesaria paz y armonía el resto del año, aún en los casos en que los
que llegan a nuestra ciudad no son peregrinos o fieles sino turistas a secas…
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