domingo, 13 de octubre de 2013

EL TANDIL HACE MÁS DE SIGLO Y MEDIO



EL TANDIL  HACE MÁS DE SIGLO Y MEDIO
El testimonio del maestro Juldain

Oportunamente nos hemos ocupado en distintas oportunidades de la figura de don Francisco Juldain. Hoy difundiremos parcialmente fragmentos de una crónica de su autoría fechada el 8 de mayo de 1884, recordando el Tandil de 1854 y que resulta un testimonio valiosísimo que dio a conocer en aquel año en El Eco de Tandil, permaneciendo muy poco divulgado pese a ser una fuente de gran valor.
Juldain nació en 1834 en el pueblo de Andragón, provincia de Guipúzcoa (España), en el seno del hogar de Juan Juldain y Maria Loveñaga; emigró muy joven a nuestro país trayendo las esperanzas que las nuevas tierras prometían.
Envuelta la nación en las consecuencias de la caída de Rosas, con los indios asolando la provincia, Juldain -como Juan Fugl - no titubeó en afincarse en estas tierras de lanzas y tolderías frescas, para brindar lo mejor de su personalidad a la comunidad que lo recibía.
De sus recuerdos de la llegada a Tandil, Juldain nos dice que "sólo encontré a la división "Sol de Mayo" que bajo las órdenes del entonces joven teniente coronel Machado (hoy le llaman el viejo Coronel, trastadas de los años) acampaba en el Fuerte".
Polifacético, Juldain, además de maestro de la escuela, se desempeñó en diversas   actividades y luego de irse de Tandil, a su regreso convaleciente de sus problemas de salud, ocupó, entre otros, los cargos de Jefe del Archivo Municipal e Inspector del Mercado de Abasto
Este noble maestro vasco, falleció el 23 de septiembre de 1895, a las 23 hs. en su casa que estaba ubicada en Gral. Pinto 89 (de la antigua numeración, hoy entre Chacabuco y 14 de Julio).

Hoy nuestros lectores  podrán saborear algo de lo que de puño y letra escribió, recordando los tiempos en que –como lo hemos expresado oportunamente-Tandil sentaba las bases de su desarrollo institucional en 1854.
La imposibilidad de reproducir íntegramente la nota de Juldain-dado su extensión- hace que con una selección de los párrafos más destacados  podamos dar un panorama de aquellos lejanos días en la aldea.
Vale la pena, a manera de introducción, recordar algunos hechos que dieron a ese año, del que nos va a hablar Juldain, perfil propio.
En el caluroso verano de 1854 el Juez de Paz Darragueira viajó a Buenos Aires para reforzar sus gestiones para lograr los aportes para concretar la ansiada capilla y las escuelas, en tanto lo reemplazaba otro vecino, al que se le debe la instalación del Correo en Tandil: Publio Massini, quien debía dar cumplimiento a la integración de la primera Comisión Municipal, la que según las normas impartidas debía constar de cinco miembros, dos de ellos extranjeros.
Con casi 3000 habitantes en el partido, de los cuales sólo 600 estaban radicados en el pueblo, " sin botica, médico, escuela, iglesia, ni sacerdote..." Tandil no permanecía alejado de la nueva situación general, por la cual Urquiza intentó tratar como aliado a Calfucurá y sus lanzas, con el claro objeto de mantener una cierta tranquilidad en la zona sur de la provincia. Temerosos que la situación, delicada como un cristal, se deteriorase, los vecinos tandilenses iniciaron la tarea de juntar fondos para el mejoramiento del casi ruinoso Fuerte, a la par que el Juez de Paz elevaba la nómina propuesta para la que sería la primera Comisión Municipal, integrada por Carlos Darragueira, Publio Massini, Regino Barbosa, Antonio Ponce ( argentinos, bonaerenses); Manuel Romero y J. M. Otero (españoles) y José Suessy y José Arnold (norteamericanos), este último el primer preceptor del incipiente intento educativo sistemático, pese a sus oficios de carpintero y también panadero.
El 18 de junio el sueño de la escuela daba comienzo en el ranchito que estaba ubicado en la esquina de las actuales Gral. San Martín e Yrigoyen (donde por años estuvo la tienda" La Estrella" de los hermanos Pedro, posteriormente Mandarano y hoy una casa de comidas).
Por esa misma fecha las autoridades locales solicitaban que se nominara con el nombre de Tandil al partido, al que Rosas, después de la Revolución de los Libres del Sud, denominó Chapaleofú, iniciativa que en junio fue aprobada, mes en el que además también tuvieron fruto las gestiones de Darragueira y se comunicaba la designación de Fray Luis María Mancini como primer Párroco de la flamante erección canónica de la Parroquia del Santísimo Sacramento.
La Comisión Municipal- reestructurada por Darragueira y de la que quedaron los cinco miembros pedidos originalmente, de los cuales permanecieron de la primera sólo Massini y Romero- se interesó por el mejoramiento urbano dando el puntapié inicial o pionero para el alumbrado público, al obligar a los comercios a colocar un farol en su frente, para iluminar, aunque sea precariamente, las oscuras callejuelas pueblerinas.
Tandil, en ese 1854, sentaba las bases del futuro despegue: comisión Municipal, escuela, capilla, sacerdote, alumbrado, los trigales de Fugl, en fin, como decía Darragueira en diciembre de 1854, todo reflejaba "... la hora feliz del progreso que nos presenta...".

En ese contexto, Juldain, después de una breve introducción, comienza diciendo en su extensa crónica:

Tenía el fuerte en sus cuatro extremos, cuatro torreones iguales a ese. El interior del Fuerte lo componen varios edificios rústicos, unos de piedra  con paredes hechas al estilo  de cerco o corral y otros de paja revocada con adobe.
Bajo la seguridad de este fuerte, o más propiamente de la vigilancia y actividad del Coronel Machado, era un  Jefe querido y muy prestigioso entre los pobladores de esta avanzada  y temido de los indios , se había reunido una agrupación de laboriosos vecinos que ensancharon y fijaron el plantel de este pueblo”

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“El tal fuerte era un reducto rodeado  de una zanja de 6 metros  más o menos de profundidad por  metros de ancho--ocupaba  la extensión de tres y media cuadras y comprendía  el terreno que actualmente  (1884) ocupa la Escuela Graduada, la Iglesia, la Casa Municipal y la inmediata por  frente y el Templo Protestante, y los edificios adyacentes hasta la calle Chacabuco por el fondo.
Aún existe en el fondo de la casa  conocida como la de Mackeprang, la zanja que limitaba por aquel lado el fuerte y el montículo que servía de torreón…”

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Del aspecto urbano nos dice: “En  aquella época la mayor parte de las casas eran de adobe o de barro, la mejor, la que parecía un palacio monumental en medio de tantos ranchujos  era la casa  en que actualmente  está el hotel del señor Agresta (hoy dependencias educativas, antes Comando, casa Manochi, esquina Gral. Belgrano y Gral. Rodríguez), existían si embargo muchas casas de negocios  y un núcleo respetable de vecinos, que estaban al frente de estos negocios.
Entre estos negociantes recuerdo  a don Narciso Domínguez, que tenía su casa  donde está la mueblería del señor Crimella (actual esquina de  Frawens).--a don José Otero, en la que actualmente está la panadería del señor Rivas-, a don Regino Barbosa, donde está el señor Lejárcegui, a don Manuel S. Romero donde se celebró la exposición, a don Francisco García , frente al club, a don Juan Cruz Zabala, donde está Carnicería del Pueblo ; a don Francisco Rodríguez , en la que vive el Dr. Peré.
A estos como a otros no los he encontrado a mi regreso, han pagado su tributo a la muerte- en el abandonado Cementerio Viejo me dicen que yacen sus restos-si el inexorable transcurso del tiempo ha completado su obra…”

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“…los hermanos Don Miguel y José Alduncin que trabajaban en las quintas  de Don Pedro Irigoyen de albañil, eran aquí los únicos representantes del arte filarmónico.
La presencia de  los dos primeros con sus violines y el último con su flauta, eran indispensables para  todos nuestros jolgorios y modestas diversiones.
El que esta carta escribe era  el maestro de escuela, estableció su Escuela Municipal, la primera que se fundó en  la localidad en un rancho que aún existe dentro del corralón de la casa del señor Gardey”

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Recordando a los valientes que se batieron en el combate de San Antonio de Iraola, rememora dolido por  su olvido. “Hace veinticinco años enseñábamos todavía a la derecha de la entrada de ese Cementerio con ciertos respetos a los forasteros que nos visitaban, la fosa en que reposaban los restos  de aquellos valientes que en haras (sic) de la civilización sucumbieron a los golpes  de las inhumanas lanzas de los bárbaros que capitaneaba Yanquetruz”
“Hoy que sin embargo los campos en que ellos se sacrificaron para cumplir con su consigna, han friuctiferado (sic) en parte debido a su abnegación y holocausto, apenas encuentro alguno que conozca este modesto panteón que una humilde cruz cobijaba  y recuerde ese hecho  que debía consignarlo la historia, aunque solo fuese por el duelo que este desgraciado suceso originó en la Provincia”

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También nos comenta de vecinos relevantes en nuestra historia tandilense: “Don José Arnold  que creo murió y a  quien la suerte no le fue propicia aquí, tenía  su molino, el primero que se construyó en la localidad al par de la casa de Don Alduncin.  Aún se ven los restos del murallón de las compuertas.
Don Juan  Fugl, que según se me dice vive en la Villa del Tandil en Copenhague, tenía su Tahona y Panadería donde actualmente está la panadería del Molino Viejo. Más tarde construyó la base de lo que es ahora el Molino Viejo.
Este señor en la época que trato  creo era ya municipal. Por su iniciativa e instancia  vino aquí la laboriosa colonia danesa  que hoy por su número, su importancia y su  organización constituye  casi un pueblo dentro de la población.
Era un vecino iniciador, activo, afable y querido  por todos; recuerdo que entre los dos DELINEAMOS PARTE DE LAS CALLES CENTRALES, entre éstas me acuerdo de las de GENERAL PINTO, GRAL. RODRÍGUEZ, GRAL. BELGRANO Y CHACABUCO.
No me atreveré a decir que la delineación fue muy precisa, pero fuera de que otras  posteriores he visto más imperfectas, deben disculpársenos  los errores que hubiésemos cometido  por le medios semiprimitivos  (únicos a nuestro alcance) con que hicimos estos trabajos.
Los señores Don Ramón Santamarina, hoy rico  y poderoso hacendado y Don Juan Dufau, que murió, eran troperos; las carretas del primero que él mismo las dirigía, solían estacionarse donde  ahora está la Sucursal del Banco (hoy Tienda La  Capital)  y el Almacén Español (hoy Banco HSBC) locales que entonces, como la mayor parte de los solares, eran baldíos”.

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También nos anoticia de algunas costumbres y formas de vida de aquella época:
“Hasta el año 57 no había fondas ni casa de hospedaje; los forasteros que nos visitaban  eran generalmente alojados  en las casas de comercio  en cuyos extensos corralones  se hacían grandes asados  que se comían en comunidad.
Ya he expuesto que los recursos  y elementos culinarios  eran muy limitados; la alimentación  general se circunscribía  al mate por la mañana, a puchero y asado el mediodía, un guiso y un asado a la noche; cuando se celebraba algún acontecimiento con una comida  extraordinaria se recurría a la ciencia culinaria del  zapatero Carlos Vizcaya.
Está demás el decir  que el servicio era muy escaso  y que generalmente en las casas de comercio llenaban esta exigencia los dependientes  que entonces se consideraban como peones, panaderos, etc.
(En) el 57 fundó Don Juan Perviu (a) St.Jean  la primera fonda donde actualmente está la fonda del medio. (9 de Julio entre Gral. Pinto y Gral. Belgrano).
Don Bautista  Inciburu fundó  el mismo año la Confitería  que es hoy del señor Sampaul”  (actual Bco.  Provincia y contigua a  la fonda antes mencionada).

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En relación al transporte de esos años y algunas costumbres nos informa: “Esta comunicación se hacía por chasquis y carretas que algunas veces  tardaban 15 días  los primeros y tres o cuatro meses la segunda.
La mayor parte de los extranjeros y las señoras  que venían por aquí  por primera vez hacían el tránsito en carretas.
Pero ésta no era la regla del tránsito, porque se organizaban pequeñas caravanas   que solían  hacer el viaje con tropillas y peones a caballo.
El trayecto de ida y vuelta a la Capital duraba por este medio de 6 a 8 días, con paradas en Ranchos o Dolores, Chascomús, Cañuelas o Monte y demás pueblos que se encontraban de paso.
He expresado antes que los recursos de alimentos o fomento intelectual eran limitados; las diversiones favoritas  eran carrera de caballos los días de fiesta; éstas se corrían generalmente donde  está la fonda de Sarachu.
En ese  tiempo se corría de costilla a costilla. Y sobresalía  por su vigor y ligereza  un bayo de Navas.
Durante las noches las diversiones o pasatiempos se reducían  al juego de mus en las casas de negocios  y al de monte y billar en la casa del Chileno  que estaba situada, donde está el hotel del señor Dhers. (hoy Golden Bar) .
Entre el paisanaje hacía  las delicias la tradicional taba  que se jugaba en los puntos más céntricos de la población.
Algunas veces también se leía en la pulpería , centro de reunión , al lado del que se entregaba  a las delicias de  picarescas décimas  cantadas con entonación melosa  al son de la guitarra, la “Reforma Pacífica” (que)  redactaba  en Buenos Aires, don Nicolás Calvo y que en número de uno o dos ejemplares llegaban algunas veces  a la localidad.
Esto era el Tandil hace 30 años.
A mi regreso  lo he encontrado completamente metamorfoseado , los protagonistas de entonces los he hallado, como he dicho,  muertos, ausentes u olvidados; algunos en la opulencia  pero los más en el apático cuadro  de elementos que fueron  y que hoy solo son espectadores  indiferentes de la marcha  de la población de la que fueron fundadores.
Es el destino de los pueblos  que se forman con elementos afluentes, las masas con sus directores  cambian de papel con pasmosa rapidez por la imposición del adelanto moral y material del teatro de que son actores  y factores.

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Nos dice que ya no podía aspirar a una realidad que para él había desaparecido "porque soy viejo, y sigo como entonces pobre y maestro de escuela".
Curiosa sinonimia vigente por muchos años más, como vigente están las palabras finales de sus recuerdos al decir:

“…el surco del arado  ha extendido el dominio de su esfera  y ha convertido en ricas heredades  lo que entonces eran áridos pajonales ; de que se han desarrollado el núcleo de la población, , se han aumentado los medios y los elementos sociales bien sean en el orden social o material , en que han cambiado  las condiciones climatológicas,  el fondo de la perspectiva de nuestros valles y sus laderas  y en que
creo diseñar en vista de esta notable diferencia en el corto lapso de tiempo, de cinco a seis lustros, un gran porvenir para este pueblo, oigo la misma fatídica frase de entonces, de "atravesamos una época financiera de crisis" y yo, no obstante el adelanto material y moral que palpo y observo en el conjunto del cuadro que he tratado de describir, inclino la cabeza y ante la exigüidad de los escasos recursos materiales con que se retribuye a los maestros su trabajo, digo: aquello, el pasado, era rústico y si se quiere pobre, pero era rico en carne y no preocupaba la alimentación, o sea, el pan de cada día.
Este, el Tandil de hoy, es precioso pero más pobre, porque es más difícil la subsistencia de la vida o sea la adquisición del pan de cada día".
Esperamos, apreciado lector, que estos recuerdos de antaño hayan satisfecho su apetito intelectual, al recorrer aquellos años pioneros de nuestro Tandil, de la mano de uno de sus protagonistas.

 Daniel Eduardo Pérez


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