EL PALACE HOTEL
El hotel que marcó una época
Tandil debe mucho a los Santamarina, quienes
supieron devolver generosamente en obras imperecederas, parte de lo que estas
tierras les dieron.
En estos pagos había nacido el primogénito de don Ramón,
de su matrimonio con Ángela Alduncin
Gaspui, el 15 de mayo de 1861, al que bautizaron con el nombre de su padre y
que al cabo de sus 47 años de vida, desarrolló una labor que lo llevó a ocupar
altos cargos en la política local, provincial y nacional.
Aquí encontró el amor de su vida en María Gastañaga,
de pura cepa tandilense, con quien tuvo diez hijos.
A su muerte, en 1909, su madrastra (don Ramón había
enviudado de doña Ángela) Ana Irasusta, donó -entre otras cosas- los
terrenos que conforman la gran cruz que integran el Hospital Municipal, como
centro, el templo de Santa Ana, la hoy Plazoleta Yrigoyen y las instalaciones
del Poder Judicial, la zona del ex -Centro de Salud Mental (hoy Hospital de Niños)
y la Plaza José Santamarina.
Eran tiempos en que don Antonio Santamarina, hijo de doña
Ana y de don Ramón, ejercía el cargo de Intendente de Tandil, cuando comenzaron
a proyectarse obras que, como la Plaza Independencia, el Palacio Municipal y otros edificios, en la década del ´20,
darían la fisonomía que hoy reconocemos en el corazón céntrico de Tandil.
La vida de María Gastañaga de Santamarina, por su parte,
fue dedicada a la crianza de sus hijos, a su preparación en los estudios y
también a la administración de los bienes heredados, así como a encarar
empresas que para la época fueron verdaderamente pioneras.
La Piedra Movediza, caída en 1912, con su
"muerte" no significó un detenimiento excesivamente significativo en
el turismo que Tandil atraía. La aristocracia porteña, seguía concurriendo a
sus estancias, pero faltaba un hotel de gran categoría que hospedara a quienes
quisieran habitar en la ciudad en pleno centro.
Fue así que María Gastañaga de Santamarina, adquirió los
terrenos de la esquina de Gral. Pinto y Chacabuco- que según hemos recogido de
la tradición oral, habrían pertenecido originalmente a don Ramón, quien
habilitó una carnicería, en el siglo XIX, a Cayetano Durazzo, el recordado
director de la Banda de Música que llevaba su nombre, para levantar allí un
hotel como Tandil y la zona no tenía, diríamos hoy un "5 estrellas" para la época.
Para concretar la obra, encomendó al arquitecto italiano M. Pancetta Bisighini, residente en
Buenos Aires y prestigioso profesional, el proyecto con los planos respectivos
-los que están a buen resguardo en el archivo de la Dirección de Obras de la
Universidad- y la construcción propiamente dicha al constructor José Staneck, quien había llegado de su
natal Checoslovaquia en 1909, radicándose a partir de esta obra en nuestra
ciudad y dando origen a la familia de su apellido que hoy son apreciados
vecinos.
Los profesionales de Obras de la Universidad, nos dieron
cuenta con lujos de detalles, de la nobleza de la construcción, la que sobre
una estructura de hierro y con bovedillas en los entrepisos -no se usó losa de
cemento en ningún caso, obviamente- fueron dando forma a la planta baja y a los
dos pisos originales del proyecto.
Maderas especialmente traídas de Francia y Alemania,
cristales templados y biselados para sus puertas originales de acceso que era
giratoria, hasta completar la pintura, decoración y mobiliario, íntegramente
enviados desde Inglaterra y Francia, permitieron que se llegara al final de la
obra, cuya explotación comercial estaría a cargo del renombrado Hotel "Savoy" de Buenos Aires,
por el acuerdo al que llegó doña María.
Finalmente el sábado 20 de diciembre de 1919, se
inauguraba el Palace Hotel de Tandil, con un "te concert", que fue un acontecimiento para la ciudad y en el
cual actuaron músicos como Fernando Alitta, que luego, en 1923, compusiera el Himno al Centenario de Tandil.
Sus habitaciones con baños privados, su comedor, sus
salones de fiestas y de estar, estaban lujosamente amoblados y lucían
señorialmente. Mármol de Carrara por doquier, estucos artesanales en sus
columnas, espejos franceses, loza y porcelana, vajilla y platería, completaban
este fabuloso edificio que hoy integra el patrimonio histórico de Tandil.
Pocos años después se agregó el tercer piso, que le dio
la fisonomía que hoy le conocemos. Huéspedes de la aristocracia porteña,
prominentes políticos y diplomáticos encontraban en el Palace su lugar de
descanso y entretenimiento.
A partir de 1920, fue acompañado por obras que, como el
Palacio Municipal, el Banco Hipotecario, la residencia Manochi, expresaron una
arquitectura importante, sólida, representativa de la época que vivía el país.
En las suites principales (hoy Rectorado ), se alojaron
las personalidades más destacadas de la política, la economía, la producción,
la diplomacia y las ciencias de aquellos años; desde Figueroa Alcorta -quien
gustaba recorrer la calle Chacabuco hasta el Parque Independencia- hasta el
Presidente Dr. Ramón S. Castillo, cuando vino el 10 de enero de 1943 a
inaugurar el Calvario, se fueron sucediendo las visitas ilustres.
Ya por entonces era Ramón III (hijo de María
Gastañaga de Santamarina), el
responsable que manejaba los negocios del Palace
Hotel y fue quien trabó amistad, en
Buenos Aires, con los dueños de la Confitería
"Proa", propiedad de la firma Las tres F, que integraban
el puntano José Fusta, el asturiano Miguel García Fuertes y el
francés Francisco J. Fourcade, quienes después de venderla, adquirieron
el Hotel "Mundial" y
posteriormente el Gran Hotel Provincial
de Mar del Plata.
Finalizaba la década del ‘40, cuando Ramón Santamarina
III, llegó a un acuerdo con los titulares de "Las tres F", para venderles el Palace Hotel, que por entonces explotaba en concesión J. Gramuglia.
Dado que tanto Fusta como Fourcade se domiciliaban en Buenos
Aires y García Fuertes en Lomas de Zamora, tomaron contacto en Tandil con don Aurelio
Balin (también español) que en esta ciudad estaba radicado, y como
hacendado y comerciante, dueño del Hotel "Kaiku", conocía el
medio y disponía de capital para asociarse y tomaron la decisión de adquirir el
edificio a los Santamarina y la "llave" a Gramuglia. La sociedad tomó
el nombre de Palace Hotel Tandil S. R. L., publicándose el contrato
firmado por los citados socios el 10 de
agosto de 1951, inscripto en octubre de 1953, en el Boletín Oficial del 21
de enero de 1954, con lo que la sociedad que explotaba desde la fecha indicada,
quedaba legalmente constituida.
Desde entonces el hotel siguió funcionando con la
gerencia de Fusta, que se trasladó a Tandil al igual que García Fuertes,
quedando Fourcade en Mar del Plata y
naturalmente Balin en nuestra ciudad.
En 1954, el
edificio fue provisto de calefacción central a vapor de agua -la que hasta hoy
perdura- y agua caliente, reemplazando así a las estufas de kerosén y salamandras,
las que desde su comienzo trataban de entibiar los fríos inviernos serranos.
Casamientos, egresos (las famosas cenas y bailes blancos)
de estudiantes secundarios, fiestas de "quince", congresos, Jornadas
provinciales, nacionales e internacionales, fiestas de instituciones y
sociedades comerciales, tuvieron en el Palace
el lugar donde lucir.
Cuando en 1964 el recordado maestro Dr. Osvaldo M. Zarini
fundó la Universidad de Tandil, y desde la modestia del primer
edificio ocupado, de los Hnos. Tangorra en Gral. Rodríguez 1036, pasó a la
propiedad de Gral. Pinto 348, seguramente no pensó -¿o sí?- que en la
indispensable expansión alguna vez el Palace
estaría en la mira.
Creada la Facultad de Ciencias Veterinarias en 1969, que
le dio la actual configuración en Tandil, a la Universidad que hoy conocemos,
comenzó la relación ininterrumpida entre la Casa de Altos Estudios y el viejo y
señorial hotel, puesto que allí los alumnos dirigidos por los primeros
profesores hacían sus prácticas anatómicas y quirúrgicas, aprovechando la
posibilidad que otorgaba la existencia de la cámara frigorífica.
En 1970 el Dr. Zarini comenzó a dar forma a la idea de
hacer del Palace la sede central de
la Universidad, en una "quijotada" casi impensable para la época pero
propia del fundador. Las gestiones prosperaron luego de superar innumerables
dificultades económicas y en enero de
1971 se firmó el boleto de compra-venta respectivo.
El 31 de mayo de
1971, con la intervención del escribano Miguel A. Zubiaurre, se firmó la
escritura por un valor de $ 1.270.000 (ley 18188), traslativa de dominio a la Fundación Universidad de Tandil y a la Asociación Amigos. La Provincia,
mediante su Gobernador Horacio Rivara, la Municipalidad a cargo de Miguel. A.
Usandizaga y la Comisión pro Central Automática de Teléfonos, a cuyo
frente estaba Demetrio Brutti, colaboraron sustantivamente para poder hacer
entrega de los primeros dineros hasta recibir la ayuda del Estado Nacional a
cuyo frente estaba el Gral. Alejandro A. Lanusse, que permitieron pagar el
nuevo edificio, inaugurado como sede
universitaria el 5 de junio de ese año, cuando ya el Dr. Zarini era
Intendente de la ciudad.
Fallecido el fundador a raíz de un accidente
automovilístico, el 18 de enero de 1973, siendo Ministro de Educación de la
Provincia, la Fundación impuso su
nombre a la Universidad y el 6 de
diciembre de 1973, ante el escribano Dr. Néstor Caracoix, se firmó la
escritura por la que la Fundación
Universidad de Tandil "Dr. Osvaldo M. Zarini", representada por
su presidente y secretario, el Dr. Lisardo J. Cabana y el profesor Francisco
Serrano pasaron a ser los titulares de la propiedad por cesión total de sus
partes de la Asociación Amigos,
representada por su presidente Manuel Leitao y su secretaria Hilda V. de
Capponi.
Finalmente, creada la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires,
por la Ley 20753/74, la Fundación
Universidad de Tandil "Dr. Osvaldo M.Zarini", en un gesto todavía
no valorado suficientemente, donó al
Estado Nacional la totalidad de los inmuebles de su posesión, entre ellos
el edificio del ex Palace Hotel, escriturándose la donación, por ante el
escribano Nicolás Pizzorno en 1976,
refrendando la escritura, por la Fundación, su presidente el Dr. Lisardo J.
Cabana y por el Estado Nacional el Rector -designado en julio de ese año, como
continuidad de su gestión al frente de la Universidad privada- el Dr. Raúl
Ceferino Roque Cruz.
La historia del viejo y querido hotel, representativo de
toda una época de esplendor, tocaba a su fin. Rostros juveniles y esperanzados,
recorrían sus galerías y ex habitaciones -desde entonces aulas- sin conocer, en
su inmensa mayoría, las historias de "ricos y famosos", que en sus
dependencias se habían desarrollado y donde los fantasmas de algunas fiestas,
el andar lleno de prestancia y señorío de poderosos estancieros o de recordados
políticos o simplemente de nostálgicas -y seguramente ardorosas- noches de
bodas son hoy espectadores de un nuevo tránsito hacia destinos de voluntades
puestas al servicio del intelecto..
Daniel Eduardo Pérez
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