ZARINI
EL MAESTRO QUE
CAMBIÓ LA HISTORIA DE TANDIL
Usted, amigo lector, está leyendo un título que a primera
vista puede parecerle, casi seguramente, exagerado. Como no es así, trataremos
en este capítulo de hacerle conocer-si ya no la conoce-algunos aspectos de la
vida y obra de Osvaldo Marcelino Zarini
y los fundamentos en que se basa la afirmación que le da el título a este capítulo.
El siglo XX registra en la historia de Tandil, muchos hechos,
procesos y personajes que han quedado grabados a fuego en sus páginas por
motivos diversos.
En algunos casos porque se han destacado en actividades
varias y lo han hecho sobresaliendo en el contexto social de su época.
Existen otros que
han abierto una puerta hacia un camino que ha servido para que la vida y la
historia de nuestra sociedad de los tandilenses, cambiara sustantivamente,
dando una vuelta de página para continuar con otros capítulos que se han
forjado sobre la base de ese camino que, volando por sobre la imaginación de
pocos, sirvieron para las generaciones posteriores. Tal su trascendencia. Ese
es el caso del hombre que da nombre propio a esta pequeña nota.
Lo notable es que quien lo hizo fue un maestro y no todos
los días en nuestra historia ocurre. Es que desde los tiempos de Sarmiento,
Estrada, Juana Manso-por mencionar sólo tres de los más destacados, en el orden
nacional o Juan Fugl en nuestro pago-los maestros ocupan un lugar cada vez más
pequeño en la consideración social y aún-lo que tal vez sea una grave consecuencia-en
el mismo Estado.
Hijo único del matrimonio de Carlina Zulberti y Pablo
Zarini, Osvaldo Marcelino nació en Tandil el 24 de marzo de 1925. Su padre, formado en la estirpe italiana del
trabajo y la honestidad, se desempeñó en diversas tareas, entre ellas como
empleado del Correo-cuando estaba en la esquina de Av. España y Alem (hoy venta
de motos) y fue quien encaminó a Osvaldo
por el sendero del estudio y de la música.
«Desde chico aprendió violín con el
maestro Isaías Orbe –recuerda su viuda Lidia
Pina-, y en los carnavales de la época participaba de las comparsas con su
instrumento. Además había ganado un concurso de cantores de tango y el apodo de
«Gardelito», que lo llevó a actuar desde niño en espectáculos. Después tomó
lecciones de guitarra, instrumento con el que se acompañó, dejando el violín»
Cursó sus estudios
primarios en las escuelas Nº. 2 «Carlos
Pellegrini» y en el anexo de la Escuela
Normal, donde recibió de sus maestros elementales la fuerte vocación
sarmientina que lo marcaría para toda su vida, continuando sus estudios
secundarios en la misma Escuela Normal, de donde egresó en 1942 con el título
que más apreció en su vida: el de maestro.
Al año siguiente de terminar
en la Normal, obtuvo el título de Bachiller en el Colegio Nacional “Esteban
Echeverría” de Azul y el de Profesor de Inglés en Tandil y Buenos Aires,
fundando en la casa de su madre –Gral. San Martín 514- el Instituto General de Enseñanza Profesional «Mariano Moreno», en 1943, cuando contaba 18 años de edad.
En dicho Instituto
-que luego se trasladó a Yrigoyen 588- junto a sus colaboradores daba clases de
inglés, dactilografía, contabilidad y taquigrafía y a la postre sería el numen
de los estudios universitarios en Tandil.
En 1948 fue elegido presidente de la Federación Estudiantil de Tandil,
que reunía a estudiantes secundarios y ex alumnos con fines sociales y
culturales e ingresó como profesor de materias didácticas y Práctica de la
Enseñanza en al Escuela Normal, donde
ejerció hasta su muerte.
«Le gustaba mucho bailar
-nos acota Lidia- y precisamente nos conocimos en una tertulia bailable del Club Juventud
Unida. Aquellas tertulias que comenzaban a las 19 y terminaban a las 22. Eran
otras épocas...»
“Estuvimos dos años de novios y nos
casamos el 15 de octubre de 1949. Vivimos en Gral. Pinto 1066 y después,
alquilando, en Gral. San Martín 514 y él daba clases en la Escuela Normal y de
Comercio, también en la del Hogar de Varones y en la Universidad Popular
Argentina (UPA), además de inglés en la Base Aérea y en el Comando.
“Recuerdo que tenía activa
participación en la Federación Estudiantil de Tandil, de
la que fue presidente, y que
también llamaban Club Federativo.
“En 1950 nació Cristina y enseguida
se propuso seguir Derecho, inscribiéndose en la Facultad respectiva de la
Universidad Nacional del Litoral, para cursar libre. Las inundaciones de
noviembre de 1951, le impidieron viajar en ese momento, fue como el comienzo de
las dificultades, ya que ese año mismo murió nuestra hija Cecilia Noemí y
además la situación económica era regular»
Manteniendo el hogar
con su labor docente, Zarini cursó libre la carrera de Derecho en la
Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe) graduándose de abogado
en 1956, con todo el sacrificio que
ello significó, instalando su estudio en1957 y ejerciendo pocos años la
profesión, atrapado luego por la Universidad y la docencia.
«En aquella época no
era como ahora que se acostumbra -cuando se puede- salir con otros matrimonios,
pero teníamos amigos como Oscar Garaguso, Raúl Camino Mendiberri (sacerdote) y Raúl Ouvrard.
“Le gustaba mucho el deporte en
general, pero especialmente el fútbol. Era fanático de San Lorenzo aunque yo
era la contra, porque soy de Boca, y escuchaba siempre que podía los partidos
por radio. También le gustaba el baile y el cine. Cuando tenía oportunidad,
cantaba tangos o boleros acompañándose con la guitarra».
En 1958 fue designado asesor letrado de la Subsecretaría de Trabajo cargo
que desempeñó hasta 1963. Despertó entonces en él un interés especial por la Sociología, profundizando
estudios en esta ciencia e ingresando como docente en el recordado ISER.
También actuó en la
actividad gremial, así fue presidente de la Unión Tandilense de Educadores,
entre 1959 y 1962. En esa misma época
comenzó a bullir en su espíritu la idea de dotar a Tandil de estudios
superiores, para lo que creó, en 1960,
el Departamento de Enseñanza Superior
en el Instituto «Mariano Moreno»,
allí fue donde a partir de 1962 dio cursos regulares de materias humanísticas de
excelente nivel y con una respuesta importante de alumnos, hasta que sus
condiciones excepcionales de organizador lo impulsaron a convocar- junto a
otros recordados docentes, como veremos- al pueblo y a sus instituciones para
crear un Instituto Universitario.
En 1963
participó del XX Congreso de Sociología en Córdoba, especialmente invitado por
el destacado pensador Dr. Alfredo Poviña, allí hizo valiosos aportes en el área
de Sociología de la Educación y también conoció al Dr. Ernesto Eduardo Borga, a
la postre uno de los profesores fundadores, a partir de la amistad allí nacida.
En 1963 los frutos se fueron dando y se creó una “Comisión promotora de estudios superiores
con posible jerarquía universitaria”, estudios que a entender de los
propulsores, Tandil ya requería, aunque en el seno de su sociedad no se tenía
conciencia acabada de ello.
Conjuntamente, con el objeto de apoyar los trabajos de la
Comisión Promotora, los estudiantes formaron una comisión presidida por el
autor de este libro. Los trabajos previos avanzaron rápidamente de tal suerte
que el viernes 27 de diciembre de 1963,
una multitudinaria asamblea convocada por la Comisión Promotora de los Estudios
Superiores, dio a conocer por boca del Dr. Zarini, las conclusiones favorables,
las que luego de un debate participativo y en medio de un gran entusiasmo de la
concurrencia, llevaron a que se constituyera oficialmente la Fundación Pro Estudios Universitarios de Tandil. Era
el primer paso orgánico hacia el sueño forjado durante tantos años con tantas
ilusiones y tantas esperanzas.
El despliegue fue entonces casi febril: gestiones, cartas,
entrevistas, recorridos casa por casa, viajes, amplia difusión por la prensa,
fueron marcando el camino que llevaba a la creación de los estudios
universitarios en Tandil.
Culminando esa
actividad fervorosa, el 11 de abril de
1964 la Comisión convocó a una nueva asamblea popular en el mismo lugar de
la primera, la sala del Museo de Bellas Artes, con el objeto de dar a conocer
el resultado de la inscripción y además el de las gestiones realizadas ante
autoridades, así como los estudios y la propuesta, de crear en Tandil un Instituto Universitario, propuesta que
fue avalada y fundamentada con ardor y aprobada por aclamación entre grandes
aplausos.
Una cincuentena de alumnos regulares había apostado
esperanzada a la iniciativa, que tenía la indiferencia de muchos y la oposición
de otros, fundamentalmente por razones ideológicas que no aceptaban a la educación de gestión
privada. Lo cierto es que contra viento y marea Tandil avizoraba el comienzo de
sus estudios universitarios.
El organismo fundacional, originado en aquella Comisión
Promotora, quedó integrado con la presidencia del Dr. Osvaldo M. Zarini y los profesores Francisco Serrano, Manuel
Naveiro, Marta Hargouas, Enrique Dabós, Lisardo Cabana, Elsa Zubillaga y María
T. Suárez García de Roca.
El sábado 30 de mayo de 1964, en el Salón Blanco de la
Municipalidad, a las 18,30 se inauguró oficialmente el Instituto Universitario de Tandil con la presencia del Ministro de
Educación de la Provincia Dr. René Pérez, el Intendente de Tandil, José E.
Lunghi, el de Ayacucho, Alfredo Cordonier, el Obispo de Azul, Mons. César
Cáneva y numerosos dirigentes institucionales de Tandil y la zona.
Hablaron distintas autoridades, pero el discurso más vibrante
fue el del Presidente de la Fundación y quien regiría el Instituto, el del Dr.
Zarini, que fue finalmente el ideario fundacional. En uno de sus párrafos dijo
aquellas palabras proféticas que señalan todavía el camino: “La semilla está
plantada en buena tierra, cuidemos su germinación... Nosotros abrimos las
puertas de una modesta realización con
la esperanza que los continuadores
extenderán el surco y conformarán la
huella, ensanchándola, para que transiten por ella las futuras generaciones” (NR: la negrita es nuestra)
Las clases de la Facultad
de Ciencias del Hombre-primera facultad del Instituto inmediatamente convertido
en Universidad-dieron comienzo el 5
de junio de 1964, en la casa alquilada a los hermanos Tangorra y ubicada en
Gral. Rodríguez 1036.
Fue el comienzo tangible de una utopía concretada en realidad,
vendrían luego los días de lucha para que Tandil creyera que podía tener
estudios universitarios, lo que no fue fácil.
Las necesidades reales de la región y la cantidad de
interesados, impulsaron un paso más y muy importante al año siguiente, 1965,
cuando se creó la Facultad de Ciencias
Económicas y posteriormente la de
Ciencias Físico Matemáticas (hoy Exactas).
El crecimiento de la matrícula hizo que las instalaciones
iniciales quedaran chicas y esas necesidades edilicias prácticamente obligaron
a las autoridades del Instituto a buscar nuevos horizontes en materia de sede.
Con un esfuerzo inmenso, se juntó algo de dinero, lo que permitió que el 19 de
octubre de 1965 se firmara el boleto de compra de la propiedad de Gral. Pinto 348, que pertenecía a la
familia Griecco. Los estudios universitarios en Tandil tenían su primera sede propia, la que fue
inaugurada el 14 de mayo de 1966,
con la presencia y la palabra del Rector-fundador, Dr. Zarini y del entonces
Ministro de Economía de la Nación, Dr. Juan C. Pugliese.
Para reunir los fondos requeridos para el funcionamiento,
Zarini promovió la creación de un Consejo Económico Financiero y de una
Asociación Amigos, los que tuvieron a su cargo la siempre difícil tarea de asistir económicamente al
funcionamiento in crescendo del
Instituto, a la par que se esperaba con honda expectativa el reconocimiento
oficial, por parte de la Dirección Nacional de Altos Estudios del Ministerio de
Educación.
La noche del 30 de
abril de 1968 fue muy especial: esa noche se conoció el decreto Nº 2227, por el que la ahora Universidad
había sido reconocida provisoriamente.
Estudiantes, docentes y vecinos se volcaron espontáneamente
en actos realizados frente a la Municipalidad y en la Universidad para festejar
alborozados la noticia tan anhelada.
El crecimiento continuó y el 28 de enero de 1969 se autorizó
oficialmente el funcionamiento de la Facultad
de Veterinarias. La Universidad de Tandil tenía como Rector al fundador,
como Presidente del Consejo Económico Financiero al escribano Dr. Néstor
Caracoix y como Presidente de la Asociación Amigos al Dr. Hugo Saling.
Al año siguiente la Dirección Nacional de Altos Estudios
autorizó nuevas carreras. La inscripción aumentaba y -como ya se mencionó- los
espacios resultaban insuficientes. Nació así otra “quijotada”: comprar el majestuoso Palace Hotel para sede de la Universidad. Era como si hoy un grupo de vecinos de una
modesta institución pensara en comprar la Posada
de los Pájaros. Algo imposible. Sin embargo en enero de 1971, se firmó el boleto de compra -sin
un peso en la mano- y solamente con la promesa del gobierno provincial de
colaborar con una fuerte suma y con el subsidio que el Intendente Miguel
Usandizaga otorgó.
La compra del Palace se hizo realidad y la escritura fue finalmente
firmada el 3 de junio de 1971 y el 5
de ese mes se procedió a la inauguración oficial de la nueva sede, con la presencia
del Presidente Alejandro Lanusse, en tanto en el Aula Magna (la actual, que hoy
lleva el nombre del fundador), se desarrolló la primera Colación de Grados
Zarini siempre fue un
independiente en materia de afiliación política y así actuó en su vida pública,
con el respeto de radicales, conservadores, peronistas, socialistas, pero -como
nos dice Lidia- «tenía su idea, que era la del socialismo romántico, por la preocupación
por la gente y sus derechos, y cuando se encontraba con el suegro, que
compartía esos ideales, se trenzaban en largas charlas, entonces yo me quedaba
un poco más tranquila», nos comenta Lidia.
“Sin embargo Osvaldo era
profundamente religioso y creyente, compatibilizaba perfectamente lo político
con lo religioso»
«La Universidad fue desde entonces
mi peor enemiga, esa es la verdad, me robó a mi marido y le robó a mis hijos su
padre, porque le absorbía todo el tiempo, aunque en aras del servicio a los
demás. Primero estaba la Universidad, después lo demás, hasta tuvimos serios
problemas económicos y la casa hipotecada en algún momento. Una mujer de hoy no
sé si aceptaría aquella situación porque las mujeres de hoy son diferentes.
“Hizo todo lo que quería salvo
escribir un libro, que era su otro sueño y seguramente hubiera sido sobre
educación.»
«Los problemas de la incipiente
Universidad, no los traía a casa, pero se encerraba por dos o tres días en un
gran hermetismo, por la «bronca” que tenía por ciertas dificultades, aunque me
aclaraba que el problema no era conmigo y Rivara no dudó en que era el hombre
ideal para llevar adelante importantes proyectos para Tandil. El comodoro
Rovere le había sugerido a Rivara su nombre”, nos comenta Lidia.
«Fue muy duro porque además de la
Municipalidad tenía los problemas de la Universidad y después los del
Ministerio de Educación». (Zarini fue designado
en setiembre de 1971 Ministro, cargo que desempeñó hasta su muerte).
«Había momentos en que se pasaba
dos o tres días sin hablar por los problemas del Ministerio o de la
Universidad. Cristina estaba por recibirse de Licenciada en Ciencias de la
Educación, Richard estudiaba abogacía y Edilio estaba en el secundario».
En ese año Zarini fue
designado Intendente de Tandil por el citado Gobernador Rivara, que había
descubierto en él a un hombre de asombrosa capacidad y había quedado
deslumbrado por su oratoria y por su obra al frente de la Universidad.
Aceptó el cargo como servicio a la comunidad manteniendo el
de Rector, que más que ad honorem le
costaba a él y su familia verdaderos sacrificios. Era el comienzo de la recta
final del fundador.
Su labor en la
Municipalidad pronto adquirió resonancia provincial y al suceder Miguel Moragues
a Rivara, Zarini fue convocado por el gobernador para ocupar la cartera de
Educación. Su despedida como Intendente fue increíble; llevado en andas por los
estudiantes en el Palacio Municipal y luego acompañado en La Plata por una casi
multitud de tandilenses en la asunción. Algo sin precedentes...
La designación del Dr. Zarini como Ministro de Educación de
la Provincia-cargo que asumió el 22 de setiembre de 1971-dejó en manos de un staff integrado por los profesores
Francisco Serrano, Teresa S. de Roca y Enrique Dabós la conducción parcial de
la Universidad, dado que el Dr. Zarini viajaba semanalmente para la toma de
decisiones finales.
Las dificultades económicas comenzaron a agudizarse, pero
estas circunstancias por las que atravesaba la Universidad, no hicieron mella
en la férrea voluntad de Zarini, al que sin embargo el destino le deparaba la
muerte en un fatal accidente automovilístico ocurrido el 18 de enero de 1973, cuando se dirigía desde La Plata a Tandil para
terminar, ese fin de semana, de preparar
las carpetas con la documentación a entregar en el Ministerio para el
reconocimiento definitivo.
Nacía una nueva etapa en la vida de la Universidad -a la que
le fue impuesta el nombre de su fundador- y el mencionado staff acudió a las instituciones para lograr ayuda para la Casa de Estudios, a la par que comenzó la
búsqueda de un nuevo Rector.
Los partidos políticos y las fuerzas vivas se movilizaron
ante la gravedad de la situación económica, que junto al inesperado golpe de la muerte del Dr. Zarini, castigaban
su presente y amenazaban su futuro.
La búsqueda de nuevo Rector dio sus frutos: un joven abogado
porteño -amigo de amigos de la Universidad- aceptó el desafío de conducir los
destinos de la Institución. Era el Dr. Raúl
C. R. Cruz, quien en abril comenzó la complicada tarea de aunar voluntades
en pos del salvataje económico de la Universidad.
Se sucedieron asambleas populares, toma incluida de la sede
de la Universidad por los estudiantes, hasta que en mayo llegó el
reconocimiento definitivo.
El Dr. Cruz procuró consolidar las estructuras académicas,
administrativas y financieras, manteniendo un contacto fluido con las autoridades
políticas tanto locales como nacionales y con los vecinos de Tandil que
mostraron su generosidad, tanto desde el obrero más humilde a los empresarios.
Sin embargo los esfuerzos eran insuficientes y entonces
comenzó a bullir en la mente del Dr. Cruz la posibilidad de una solución
definitiva.
En conocimiento que en las ciudades de
Azul y Olavarría había estudios universitarios dependientes de otras unidades
académicas, (Agronomía e Ingeniería respectivamente) y en consulta con
políticos locales que ocupaban cargos importantes en el orden nacional y con su
aval, se dieron los primeros pasos hacia fines
de 1973 para la estatización de la Universidad. Con ese objeto en diciembre
se produjo una reunión convocada por el Intendente de Tandil, don Jorge Lester,
con representantes de Azul y Olavarría, para intentar la formación de una
comisión tripartita. Aprobada la idea, se integró la misma con tres representantes por ciudad, siendo los de
Tandil, el Dr. Cruz, el Dr. Jorge Zabalegui y el autor de este libro.
La Comisión Pro
Universidad Nacional del Centro, efectuó reuniones y gestiones donde los
acuerdos no fueron fáciles.
Entrevistas con políticos nacionales y provinciales signaron
el comienzo de 1974, hasta que en mayo de ese año, el borrador que el Dr. Cruz
había elaborado se convirtió en anteproyecto y finalmente en proyecto de Ley,
al que entusiastas y seguros, habían dado forma e impulsado los Senadores Dres.
Juan Carlos Pugliese y Fernando de la Rúa.
El proyecto tuvo obstáculos que superar y nuevas gestiones ante
diputados nacionales y senadores, fueron apoyadas permanentemente por el pueblo
de Tandil que el 5 de setiembre de 1974 se
movilizó masivamente y en forma simultánea, como pocas veces se vio en Tandil,
con una entrega de carpetas con más de treinta mil firmas a la diputada Silvana
Rota, de la Comisión de Educación, en apoyo del proyecto de Ley.
Finalmente y tras la iniciativa de los senadores que firmaron
el proyecto y lo impulsaron y con el apoyo decisivo del Dr. José A. Allende
(presidente provisional del Senado) y del diputado Dr. Carlos Auyero, el proyecto fue sancionado el 18 de setiembre de 1974 como ley,
promulgada por la Presidenta de la Nación María Estela M. de Perón con el Nº 20753.
Ya creada por la flamante ley la Universidad Nacional del
Centro de la Provincia de Buenos Aires, restaba el otorgamiento del
presupuesto respectivo para que comenzara a funcionar como tal, lo que ocurrió
al año siguiente, comenzando a partir del 1
de setiembre de 1975 a tener real vigencia la Ley de creación.
La visión del Dr. Cruz
permitió que se adquiriera una propiedad de alrededor de 60 ha, para
inmediatamente poner en acción la idea de levantar allí el Campus Universitario, que con idea y planos del Arq. Alberto Florit
comenzó a construirse, inaugurándose el
primer edificio en 1981. Hoy el
Campus se ha transformado en un polo de desarrollo donde la existencia de las
Facultades, laboratorios, comedor y ahora la Biblioteca Central y las viviendas
estudiantiles (ambas en construcción) conforman un complejo extraordinario.
La Universidad creció en matrícula, nivel y consideración
general y a las Facultades originales se incorporaron: en 1988, la Facultad de
Ciencias Sociales en Olavarría y la Escuela Superior de Teatro en Tandil, que
ya tenía antecedentes de actividades en cursos y talleres así como en el Teatro
Universitario dirigido por Carlos Catalano, desde finales de la década del ’70.
Hoy cuenta además con la Facultad de Arte, en Tandil (nacida
de la Escuela de Teatro), la Facultad de Derecho, en Azul y la Escuela Superior
de Ciencias de la Salud en Olavaria y una Unidad de Gestión en Quequén.
La adquisición en 2000 del ex Club
Santamarina, hoy Centro Cultural Universitario,
la creación, en el antiguo Club
Defensores de Villa Aguirre (fundado en 1951), de la Universidad Barrial en 2004 y en 2007 la compra del edificio de la
Usina en 9 de Julio al 400, destinado a la Facultad
de Arte, marcan el acelerado crecimiento por estos tiempos.
Desde el Dr. Cruz al Cr. Roberto
Tassara, se sucedieron como rectores el
Dr. Juan C. Pugliese (h), el Agr. Carlos Nicolini, el Dr. Néstor Auza y el Ing.
Marcelo Spina.
Para quienes no conocieron al Dr Zarini,
(“Coco” para los íntimos), haremos
una breve semblanza de quien a nuestro criterio cambió la historia de Tandil del
siglo XX.
Osvaldo era hombre de fácil sonrisa que
apreciaba en toda su amplitud los necesarios momentos de esparcimiento que se requieren, cualquiera sea la actividad que
se desarrolle. Amante del cine, del baile, de la tertulia de café (fue asiduo
concurrente a las reuniones de la confitería Rex), su gusto por el fútbol, que
alguna vez practicó, y por la guitarra y el canto que desde niño formaron
parte de su vida, completaban sus “entretenimientos”.
Su pensamiento siempre valoró mucho a
la juventud, en ese sentido, lo sintetizó en un reportaje al decir "... la función docente tiene como exigencia
identificarse con la juventud, no tanto en las actitudes o comportamientos
materialmente considerados, sino en la profundidad de los ideales que en la
juventud aparecen más cristalinos, positivos y con visión de futuro".
"Ser joven es tener ideales", solía decir, y en esa afirmación
puede encontrarse la razón de por qué Zarini fue siempre un joven.
De formación cristiana, aplicaba a su
hacer un sentido enmarcado en los grandes Iineamientos de la Doctrina Social
de la Iglesia, que trasuntaba no con la militancia del que lo pregona, sino con
la eficacia del que testimonia.
"Al hombre se lo conoce a través de las obras de bien
común que realiza", recordaba repetidamente, con su
característico vocabulario docente que afirmaba su posición que ello "'era un estado de vida"; así lo entendía él, como una
verdadera vocación de servicio que debía trasuntarse en todos los campos de la
acción, un compromiso de la persona en cualquier acto que cumpliese y que él
practicaba desde la función pública y desde su profesión de abogado,
incluyendo, naturalmente, la propia del aula ..
La docencia encontraba en Zarini la clarinada de una voz
segura y firme de sus convicciones, envuelta en el contenido de una oratoria perfecta,
atractiva, por momento conmovedora y siempre fluida, producto de un
pensamiento que no necesitaba del papel para expresarse y por lo que siempre
prescindió de él en cada uno de sus discursos o conferencias.
Docencia que tenía en Zarini un ejemplo
de desprendimiento y desinterés por las cosas estrictamente personales y
materiales, demostrando a través del testimonio de su vida modesta, sin
alardes, sin expresiones de vanagloria ni soberbia, el cristiano principio de
ser más y no de tener más.
Sus condiciones excepcionales de
organizador, su carácter, su vitalidad creadora le daban cierto rasgo común en
los grandes hombres con gran capacidad de absorción de trabajo: delegar poco y
tener fuerte capacidad de mando, acompañada de cautela y cierta tozudez;
condiciones que finalmente conforman y perfilan la personalidad de un ser
humano y que él supo equilibrar bien.
Su talento intelectual quedó
manifiestamente demostrado a través de la obra realizada desde las diversas
funciones que ocupó. Su tiempo no fue el de la literatura. Dejó poco escrito.
Fue más bien la acción la que compendió sus capacidades, capitalizándolas.
Escribió en numerosos periódicos
artículos sobre educación, sociología, derecho, pero fue también un periodista
nato. Muchas páginas de diarios y periódicos se llenaron con notas y
gacetillas escritas por él mismo con la nerviosa velocidad que imprimía al
teclado de la máquina, en las mismas redacciones periodísticas.
Su pensamiento sociológico fue expuesto
reiteradamente en las conferencias y en sus cátedras.
Rigurosamente científico en la
concepción de la Sociología, se alineó calurosamente junto a quienes
sostuvieron su independencia con ciencia autónoma.
Respetuoso asimismo de la autonomía de
las demás ciencias sociales, entendía que el trabajo interdisciplinario era el
que imponía el estado actual de las ciencias, para poder llegar a una
comprensión más profunda de los problemas del hombre y, consecuentemente,
proponer las soluciones más adecuadas a ellos.
Zarini afirmaba su convicción plena, que sólo la visión integradora del hombre
habría de facilitar el camino a un pensamiento que, totalizando
comprensivamente la diversidad humana, diera razones cuantitativas y
cualitativas para explicar primero, planificar luego y ejecutar después, una
realidad en la que se concretase un medio libre para una convivencia creadora.
"Este fenómeno de convivencia -afirmaba Zarini - es
materialmente una coincidencia de conductas individuales producida por
circunstancias comunes. “
Condicionaba pues el fenómeno de
convivencia, a la necesaria presencia de circunstancias comunes que se
constituyeran en el medio óptimo donde se acrisolen las conductas individuales,
para dar como resultantes nuevas formas de conducta social, no totalmente
independientes de la razón causal, sino interdependientes.
Si como Intendente Zarini ensayó la
práctica de su pensamiento, como Ministro pudo concretarlo con eficacia pese al
escaso tiempo en que estuvo como tal.
De profunda fe en el hombre y de
auténtica convicción democrática republicana, con un indudable impulso creador
y un dinamismo vertiginoso, impuso en su gestión municipal un ritmo pocas
veces observado en la ciudad.
Su deseo de elaborar las pautas de
gobierno en base a una participación organizada de los sectores del quehacer
ciudadano, lo llevaron a tomar contacto inmediato y abierto en sus propios
lugares de residencia, con las distintas comisiones existentes en el Partido de
Tandil, junto a sus colaboradores. Allí no sólo recibía las inquietudes sino
que con ellas construía el verdadero plan de trabajo que, elaborado luego por
los asesores, se transformaba en medidas de gobierno.
"El gobernante debe dar cuenta de su actividad a los
gobernados - solía repetir - por eso es un funcionario público. La publicidad de los actos de
gobierno deben llevar intrínsecamente la finalidad de transmitir lo que se
está haciendo, no para promocionarlo, sino para que se lo conozca y se lo
asimile como propio".
De una popularidad asombrosa, en sus
escasos siete meses de gobierno municipal proyectó empresas de largo aliento y
otras de concreción inmediata que beneficiaron y seguirán beneficiando a
muchas generaciones de argentinos de esta zona del sudeste bonaerense.
Ya lo hemos comentado en este capítulo,
pero vale la pena reiterarlo: Zarini era un orador excepcional que jamás leyó,
y en sus improvisaciones perfectas captaba la atención del público de una forma
carismática. Su forma de proceder y actuar no dejaba dudas acerca de su
capacidad para comprender al que tenía enfrente y tanto como con los poderosos
de la época, como con los humildes, supo ganarse su voluntad. Hemos sido
testigos de la popularidad inmensa de Zarini y creemos que con él se fue el
tandilense más carismático y visionario del siglo XX.
Creía en una necesaria transformación y
en ella daba gran importancia al ordenamiento del Estado y a la actividad
privada, convenientemente estimulada para un desarrollo útil a la comunidad,
sin cargar al Estado, ni cargarse él, de actividades que competen al hombre en
sociedad. "El problema del país no
se va a solucionar estatizando todo “-
decía, agregando:"... la
nacionalidad se manifiesta en comunidad, en fines de comunidad y esos fines
existen en nuestro país, porque en nuestro país el Estado no ha precedido a la
Nación sino que ha sido esta Nación, la base de su estructuración jurídica y
social".
Defensor del pluralismo como expresión
de las democracias maduras: "…
considero que la existencia de
partidos políticos, es vital para la democracia" -decía. Partidos
políticos que trasuntaran en su organización interna y en su trabajo
comunitario, una democracia real y actualización permanente en los procedimientos,
enmarcados en la responsabilidad honesta y de servicio.
El bien y la felicidad del prójimo,
eran pues valores fundamentales en el quehacer de Zarini, que los trasuntaba en
su ideario y los testimoniaba en la praxis.
“Los hombres, lo hemos dicho, se conocen por las obras y se
proyectan como seres trascendentes por esa obra, su pensamiento debe estar
volcado hacia el bien de la comunidad porque el hombre no sólo es el ser social
que trabaja para sí, es el ser social cuya dimensión se aprecia en la medida en
que se proyecta en el bienestar común” afirmaba,
completando su pensamiento al decir: "Nosotros
tenemos el convencimiento de que .las sociedades avanzan desde su núcleo,
tenemos el convencimiento de que es necesario luchar permanentemente desde
adentro para sacar, para elevar la
cultura del pueblo, que es el único
modo permanente de asegurarle la felicidad" .(NR: la negrita es
nuestra)
Ése fue el Zarini que condujo la
educación del primer estado argentino y la Universidad que fundó. No desdijo desde
su accionar su pensamiento, fue de una coherencia insobornable.
Conoció toda la realidad educativa de
la Provincia palmo a palmo, habló con maestros, vecinos, cooperadores,
funcionarios de cada lugar y se compenetró a fondo del panorama que le tocaba
comandar, dándole una clara proyección social.
Su labor estuvo orientada por su íntima
vocación docente que trascendía en cada uno de sus actos. No podía dejar de
enseñar aún en la función pública, sus discursos, más que tales, eran verdaderas
clases magistrales, no por lo académicos sino por la profundidad de concepto y de
pensamiento vertidos con la fluidez y coherencia del pedagogo. Era
indudablemente un hombre superior, pionero y como tal visionario.
Por eso titulamos así el capítulo,
porque fue un maestro que con su obra magna, la Universidad, cambió el destino de la historia de Tandil, fue una
bisagra decisiva. Después de la creación zariniana, ya Tandil no fue más el
mismo. Con el crecimiento de la Universidad, superando todo tipo de obstáculos, la ciudad comenzó a ver con palpable certeza
que algo, paulatinamente, había pasado y desde las miles de caras nuevas, que llegan anualmente a Tandil, provenientes
de las ciudades más variadas, hasta la demanda de servicios y el movimiento
propio del consumo de esos mismos estudiantes, que incluye hasta el crecimiento
de la construcción y la vida de la noche
de Tandil, en fin, todo cambió.
Por otra parte, la Universidad se transformó
con los años en un polo de consulta, de poder y de decisión, fundamentalmente
en aspectos científico-técnicos, sin desconocer que si se sumó como factor de
poder, fue por su propio peso específico
y el rol de sus rectores.
La inyección de más de $ 120 millones
de pesos anuales netos, aportados por el
presupuesto nacional (sueldos, subsidios, obras, becas, etc.) y por la
permanencia de varios miles de estudiantes foráneos en la ciudad, en la vida
comunitaria, le aportan a Tandil un sólido eje de crecimiento económico, al que
se agregó en las dos últimas décadas, especialmente,
el ingreso del turismo.
Esta es hoy entonces una ciudad distinta, donde diversos grupos de investigadores
trabajan silenciosamente en valiosos proyectos, donde convenios con Municipios
de la zona y con instituciones nacionales e internacionales, proyectan a la
ciudad, al igual que lo hace la Educación a Distancia en pleno auge.
Factor de poder pero también factor de
progreso intelectual, multiplicador potenciado de la vida cultural y de la
dinámica social, la Universidad es hoy un polo de desarrollo formidable, aunque
el conjunto de la sociedad, para la que trabaja, tal vez no lo visualice en su
plenitud, porque a ciencia cierta no sabemos si ella es conciente de este
aporte decisivo de cara al futuro.
En
definitiva, la Universidad le concedió a Tandil una fisonomía con nuevos perfiles, sin perder por ello los
rasgos fundamentales de su identidad.
Daniel Eduardo Pérez
Tuve el honor de tener como profesor/maestro al Dr. Osvaldo M. Zarini en 4º y 5º año del secundario, y doy fe que absolutamente todo lo que se dice en la nota es real, tengo hermosos recuerdos de su persona, serio, comprometido y eficiente en sus funciones de profesor, y alegre compañero en las reuniones sociales. Un ejemplo!
ResponderEliminarHola. Trabajo en la Escuela Especial 501 de Cañuelas, "Ministro Osvaldo Zarini". Un orgullo tener su nombre. Saludos. Jorge Aguilera
ResponderEliminarRealmente, Tandil tiene algo especial. Y Zarini tiene mucho que ver con esto, además del espíritu emprendedor tandilense. Lo digo como nativo de una ciudad vecina, que tiene familiares en Tandil.
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