jueves, 1 de abril de 2010

LAS FAMOSAS ESCENAS DE LA REDENCIÓN EN TANDIL



EL ORIGEN DE LAS ESCENAS DE LA REDENCIÓN

A partir de la inauguración del Calvario, el 10 de enero de 1943, Tandil fue desarrollando una labor en torno a este monumento artístico-religioso de características prácticamente únicas., en especial para la Semana Santa
Hoy nos referiremos, brevemente, al origen de una de ellas: las famosas Escenas de la Redención.
Este centro de atracción religiosa para los fieles cristianos de todo el país, tiene tal singularidad, que lo han convertido, también, en centro de atracción mundial, agregando, poco después, una expresión cultural que con el paso de los años creció de tal manera, que hoy por hoy se proyecta con perfiles tales, que lo exhiben como una expresión también única en el mundo tanto por el escenario, como por los textos y el número de protagonistas que intervienen.
Esta representación nació en 1948 –este año cumple sus 62 años-por iniciativa de la Dirección de Turismo provincial, que la imaginó como una “fiesta de la Semana Santa”, a la manera de la representación alemana en Oberammergau, en la Baviera..
Con el nombre de “Cuatro Estampas Sacramentales de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, nacía una obra que con el tiempo se constituiría, cambiada en sus formas, en uno de los grandes atractivos de la Semana Santa de Tandil.
Con una apoyatura logística extraordinaria, proporcionada por el ente provincial y la colaboración actoral tandilense, bajo la dirección del músico y compositor Ricardo Héctor Seritti,(1917-1986.Familiar de Vicente Seritti), a la sazón Director del Departamento de Recreación Social y Espectáculos de la Dirección de Turismo Provincial, quien convocó para el vestuario y los decorados a Juan A. Ballester Peña, especialista en temas religiosos que tuvo a su disposición nada menos que el vestuario del Teatro Colón.
Concebidas con textos de Horacio Schiavo, supervisados por el párroco local Pbro. Luis J. Actis, coreografía de Cecilia Camacho y la participación de los actores del Teatro de Arte del Instituto Universitario de Cultura Argentina de La Plata, en un total de veinticinco y el acompañamiento del famoso coro vasco Lagun Onak, con la dirección del maestro R.P Luis de Mallea.
Técnicos de la Municipalidad y la Usina colaboraron en su especialidad y alumnos y docentes de la Academia de Bellas Artes tuvieron a su cargo pelucas y maquillaje, colaborando hasta las Fuerzas Armadas, con diversos elementos de seguridad y comodidad para actores y público.
Por su parte, 193 jóvenes de la Acción Católica local, participaron como pueblo, en este espectáculo, el del nacimiento de las después famosas Estampas y posteriores Escenas, que se desarrolló en cuatro escenarios de importantes dimensiones instalados en la ladera del Calvario….
Las cuatro estampas eran :” Entrada Triunfal de Jesús en Jersusalem, el Domingo de Ramos”, reflejaba la alegría de la llegada de Cristo; la segunda, “La última cena”, ponía el acento en la Eucaristía; la tercera “La oración en el Huerto de Getsemaní” y “El beso de Judas y prisión del Redentor”, los pasos previos a la Pasión y la cuarta y última, “Juicio civil de Pilatos”, momento culminante donde se reflejaba la dolorosa condena, que daba paso a la reflexión sobre la redención y no tanto en la Resurrección, que cobró especial fuerza posteriormente..
Seritti, en aquella primera e inaugural función, redobló esfuerzos para obtener una puesta vigorosa desde lo audiovisual, reforzado por el paisaje y la luminotecnia, no tan desarrollada por la época.
Debemos destacar el impacto logrado por aquella primera representación, traducido en las opiniones de la prensa local que, sin saberlo tal vez, daban la bienvenida a un episodio luego fundamental en los actos que se programarían en décadas posteriores.
Al año siguiente se promocionó fuertemente esta puesta en escena que repitió escenario y dirección , comenzando la tradición de relacionar a Tandil con la Semana Santa y a esta representación como algo único en América, señalando la importancia que Tandil podría adquirir a la manera de la citada de Oberammergau en Alemania o la de Sevilla en España.
En esa segunda edición, a Seritti se había agregado el coreógrafo colombiano Jacinto Jaramillo y los artistas locales Ernesto Valor y Elena Seritti (hija de don Vicente y hermana de Josefina).
Ya en 1952, el espectáculo se trasladó al Salón Parroquial-luego recordado Teatro Estrada y hoy del Fuerte- con una realización integralmente local. Con el nombre de “Misterios de la Redención”, constaba de seis actos, escritos ya por el Pbro. Luis J. Actis y con la puesta a cargo del conjunto Vocacional Elevación que dirigía Enrique Ferrarese y la participación de una veintena de actores, entre los que ya estaban los recordados Luis Cicopied y Juan Marcos, con la colaboración de Jorge Lester y la actuación del Coro Vasco y su solista O.Galicia.
Las Estampas prosiguieron unos años más en el Salón Parroquial, donde el escenario natural no estaba y por lo tanto se aproximaba más a una puesta teatral de cierta rigidez y sin el entorno magnificente del Calvario, que por razones operativas-requería en ese momento un desplazamiento técnico-humano muy grande-había sido dejado de lado. Al finalizar la década del ’50, se pensó en un nuevo lugar y así el veredón del Palacio Municipal pasó a ser, a principio de la década del’60, el nuevo escenario.
Con actores, que provenían de Buenos Aires, del grupo ”Los Juglares” de Mar del Plata y el apoyo de actores locales y la participación del Coro Mixto de Tandil, con la dirección del inolvidable maestro Isaías Orbe, tanto Seritti como Schiavo retornaron a sus roles.
Al año siguiente Ferrarese y Lester volvieron a la dirección y actores tandilenses como los ya citados junto a otros como M.Nervi, J.Marzocca, Rodolfo Guidi, G. Loholaberry y muchos más, continuaron con la puesta en el veredón.
Fue durante la intendencia de José E. Lunghi, amigo personal de Lester, Ferrarese y Actis, en la que surgió la idea de llevar el escenario a la entonces “cava” existente en la ladera del Parque Independencia.
Estaba naciendo el lugar definitivo de las Estampas, al menos hasta hoy, y muy especialmente cuando ya en 1964, cobró cuerpo el Anfiteatro Municipal en ese sitio y lucía casi como hoy.
El replanteo escenográfico al principio fue laborioso, pero la capacidad de nuestros hombres en acción, lo hizo posible.
Al núcleo fundacional de Actis, Lester y Ferrarese se sumaron los conocimientos específicos de hombres como Walter Moroder (padre de Bernardo), en lo musical, Ernesto Valor, en lo artístico, D. Bertuccelli, en lo atinente a construcciones, la incansable Delia Bustos en el vestuario, Alicia “Coty” Orbe (hija de don Isaías) en la participación coral, (con las recordadas voces del la “Pequeña Cantoría del Buen Pastor”) y Carlos Scolz y sus conocimientos en luminotecnia,quienes fueron ”armando” el equipo de esta nueva etapa, fundamental, de las Estampas.
Según recogimosí en las numerosas y habituales charlas que teníamos con don Luis J (como le decíamos cariñosamente a Mons. Actis), fue en una de sus estadías en Bariloche, donde solía vacacionar junto a sus amigos, entre ellos Jorge Lester, cuando éste le dijo, casi a manera de desafío, si podía escribir diez estampas y al año siguiente transformarlas en escenas. Así fue y el padre Actis escribió el libreto en ese comienzo de la década del ’60, que durante décadas se mantuvo con pequeñas modificaciones y la incorporación de más “escenas”, pero manteniendo su espíritu, que, como él nos dijo, tenía especial fundamento en el Evangelio de San Mateo.
Las funciones se multiplicaron con el correr de los años al igual que la presencia de actores, algunos de los cuales permanecieron por mucho tiempo en sus “papeles”, tales los casos de Galasso y José L. Lanza como Jesús, los hermanos Carlos y Pascual Pina, Ana María Mereb, Cataldo Aiello, J.C.D’Ascenzi, y…tantos, tantos otros…
El cuerpo técnico, el vestuario, los efectos, la escenografía, la utilería, se fueron enriqueciendo por el constante aporte creativo que le fueron dando un carácter especialísimo a las Escenas-aunque la gente continúa llamándolas estampas- y mujeres y hombres como Delia Bustos y Juana Galván, Lalo Alonso, Bernardo Moroder, Carlos Scolz y J. Cagliolo, por sólo nombrar a algunos,- con las omisiones involuntarias que el espacio impone-se fueron constituyendo en pilares de la realización.
Al jubilarse don Enrique Ferrarese, en 1978, asumió la dirección interinamente Jorge Gener y ya en 1980, José María Guimet, Director de la Comedia Municipal, fue designado en esas funciones. Fue un cambio en la concepción de la puesta y así sumó a las voces locales, voces de actores consagrados a la grabación, tales como Alfredo Alcón, Telma Biral, Andrea del Boca y muchos más.
Las funciones y el público fueron en constante crecimiento así como el mejoramiento técnico -audiovisual. Las Escenas eran entonces organizadas desde la Dirección Municipal de Cultura, hasta que en 1991 se descentralizaron y quedaron a cargo de la Comisión de Actores y Colaboradores constituida en Fundación.
Por motivos que exceden esta nota, y ya fallecidos los creadores Actis, Lester y Ferrarese, el espectáculo tuvo vaivenes hasta que desde hace unos años la organización retornó al Municipio y en el Anfiteatro, las Escenas fueron denominadas “Jesús el Nazareno”, con otro libreto y la dirección de Pascual Pina primero y Germán Bayerque luego, hasta hoy en que aquella “aventura” del espíritu nacida en 1948, si bien tiene otro nombre , otros actores y libreto, mantiene el mismo objetivo de presentar aspectos de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, en la cada vez más difundida Semana Santa de Tandil
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En la adultez y desde adentro-como funcionario de Cultura, en su momento- vivimos con intensidad sobre todo la preparación de las Escenas de la Redención, con lo que ello implicaba desde lo religioso a lo técnico. Una etapa casi épica porque los elementos de los que se disponían, no eran los actuales.
Hoy Tandil recoge los frutos de aquella semilla sembrada con tanto amor y dedicación por aquellos hombres que como Mons. Actís, Jorge Lester y Enrique Ferrarese, dejaron un legado imborrable. Honor a ellos y a los cientos de mujeres y hombres que a lo largo de tantos años participaron con lo mejor que podrían dar en estas ya míticas representaciones.

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