sábado, 18 de septiembre de 2010
DOLORES, REFUGIO DEL ÉXODO TANDILENSE
En 1854, el Tandil parecía encaminarse con firmeza hacia un destino floreciente y de bienestar. La sensación en realidad era provocada por el entusiasmo del Juez de Paz, don Carlos Darragueira y otros vecinos que con ideas que hoy podríamos llamar progresistas, entre los que se contaba el infaltable danés Juan Fugl, promovían gestiones tendientes a lograr ese fin.
El mejoramiento del estado del “viejo” Fuerte; el nombramiento pionero de la primera Comisión Municipal anterior aún a la que obligaba la 1º Ley de municipalidades, que sugería la participación en la misma de dos extranjeros; la puesta en marcha de la primera escuela pública el 14 de junio de 1854, a la que doce niños de la aldea asistieron con el carpintero y maestro norteamericano José Arnold al frente; la recuperación del nombre “Tandil” para nominar el partido, al que Rosas le había puesto Chapaleofú; la erección canónica de la primera Parroquia y la designación del primer párroco, el RP Luis María Mancini; el intento de comenzar la tarea de alumbrado público en las calles con la obligación de colocar faroles en las puertas de comercios, eran todos logros que señalaban lo afirmado en los primeros párrafos…
Sin embargo, nubes de tormenta teñían este horizonte de progreso del Tandil de esos años. Efectivamente, poco después de comenzar 1855, Calfucurá se abatía sobre Azul el 13 de febrero: 5000 lanzas dejaban un saldo de más de 300 muertos, unas 150 familias cautivas y nada menos que un botín de 60.00 cabezas de ganado.
La llamada frontera interior se sacudía temblorosa ante los embates araucanos y el temor cundía corriendo por los polvorientas huellas, hacia los poblados cercanos a los hechos mencionados, tal como el mismísimo Jefe de la Frontera Sur, Julián Martínez le dice a Mitre en una nota “…no pasa una hora sin que reciba noticias, partes, etc., sobre entradas de indios. Estas pobres gentes están viendo en cada paja del campo un indio grandote…”.
Ante la situación de creciente peligro, el gobierno destinó la llamada “División Operaciones Sur” al mando del mismísimo Mitre (Ministro de la Guerra), a guarecer la zona cercana al Azul, pero el prócer sufrirá una dura derrota en el combate de Sierra Chica, en marzo de 1855 y simultáneamente el Tandil será “invadido” por lanzas de Yanquetruz en la zona de la restituida estancia “El Carmen”, del Gral. Eustoquio Díaz Vélez. Tal como lo describiéramos oportunamente en Tiempos, ese año tres entradas más de la indiada del cacique citado, asolaron y despoblaron el Tandil como nunca antes y después ocurriría en su historia.
Entre los rumores y la cruda realidad, la zozobra se había instalado entre los pobladores de nuestra aldea aún más acentuada al conocerse la derrota y muerte del Comandante Nicanor Otamendi en el combate de San Antonio de Iraola, en las cercanías de la actual Benito Juárez, el 14 de setiembre de 1855…
Con la primavera, finalmente el malón llegaba el 21 también hasta el poblado, donde el Juez de Paz Carlos Darragueira y unos pocos valientes se atrincheraron en el Fuerte y esperaron para, si era necesario, pelear a mano limpia y frente a frente contra los audaces hombres de Yanquetruz. Darragueira con el viejo fortinero Zabala y el norteamericano Suessy, resistiendo junto a unos cuarenta hombres más, eran los valerosos que quedaron defendiendo el lugar, que luego tuvo que ser abandonado por falta de víveres.
Dos meses después, nuevamente el poblado, ya casi desierto y con la mayoría de sus casas abandonadas, veía en sus callejuelas el desplazamiento de los hombres yanquetruzanos que venían con la pretensión de llevarse toda la hacienda “por orden de Urquiza”, según lo registra la documentación y el 8 de noviembre rodeaban el caserío tandilense donde "... había 80 vecinos armados y 11 hombres de la fuerza del Sr. Machado a cargo de un Capitán Sr. Francisco Silva, todos ocuparon las pocas casas de azotea que hay y permanecimos dispuestos a sucumbir si héramos (sic) atacados", según relata Darragueira.
Así las cosas, llegó un parlamentario indio que informó que el cacique quería hablar con el Jefe, para ello se destacó al Capitán Silva y un lenguaraz que lo acompañara, llegando el mismo Yanquetruz a la reunión, quien con el argumento ya citado y seguramente falaz, manifestó que si no se resistían, no habría ni saqueo ni agresiones.
Un par de días después, el 10 de noviembre " a la defensiva", partían Yanquetruz y sus hombres con la hacienda arreada, ante la inacción de los pobres vecinos, que no tenían ni noticias de la ayuda solicitada con el envío nocturno del valiente chasque Ramón Cáceres, hasta que próximo el mediodía, ¡por fin!, se supo que a cinco leguas del Tandil ya estaba una fuerza al mando del Cnel. Ocampo, la que después de un fugaz enfrentamiento con los indígenas, logró dispersarlos trayendo de regreso gran parte del botín.
El sofocón había pasado, pero como atestigua Fugl en sus Memorias:"...los soldados no fueron mucho mejores que los indios, pues los días que quedaron en el pueblo y alrededores, robaron y saquearon las casas abandonadas, llevándose cuanto les pareció útil.
"El pueblo nada había sufrido ni las viviendas de mi chacra".
Sin embargo los pobladores habían partido por miedo o por seguridad, algunos hacia Dolores, tierras más cercanas a sus propiedades del Tandil y otros hacia Buenos Aires, destino más lejano pero más seguro…
Familias enteras dejaron las serranías hacia los lugares mencionados, por los “caminos” que luego recorrerían las rápidas galeras en sus “carreras” (así se denominaban los itinerarios) y de las que el mismo Fugl nos dejó testimonios (ver en Tiempos “Postas y mensajerías”).
Pasado un tiempo y restablecida la tranquilidad, poco a poco los vecinos más influyentes volvieron a insistir en lograr el beneficio de las mensajerías y sus diligencias. Juan Fugl- cuando no- nos relata estos episodios de los que fue protagonista y que determinó la formación de una "empresa" local dispuesta a doblar el brazo de los porteños que las pretendían y arreglarse con los propios medios del pueblo. Aquellos hombres de nuestro pasado, ya enseñaban el camino que Tandil, en tantas oportunidades, tuvo que afrontar, empeñoso, casi testarudo, pero con una gran fe en las propias fuerzas...
A partir de entonces, Tandil tuvo servicio de correo y pasajeros y los mismos se conservaron hasta la llegada del ferrocarril en 1883 y aún algunos años más.
Lo curioso-o no tanto- fue que además de los pobladores comunes, también funcionarios “electos” habían dejado el Tandil con los rumbos ya citados, hombres que debían reemplazar a Darragueira y que no querían saber nada del asunto, como lo deja expresado Felipe José Miguens, (de los primeros pobladores, emparentado con el fundador de Ayacucho) en su renuncia a aceptar el cargo de Juez de Paz que le había sido ofrecido, documento revelador y poco conocido.
Fechada en Dolores el 7 de marzo de 1856, cuando ya la calma retornaba lentamente y el “pico” del peligro había pasado, decía Miguens textualmente en su nota:
“Al Sor. Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, Dr. Dn. Valentín Alsina.
“El infrascripto ha tenido el honor de recibir la nota de V.S. de fecha 9 de Febrero remitida por el Juez de Paz del Tandil, por la cual se digna al Superior Gobierno honrándolo nombrándolo Juez de Paz de aquel partido.
Le ha cido altamente honroso al infrascripto la confianza que en él se ha dignado depositar el Gobierno al conferirle el empleo de Juez de Paz del Tandil y si bien es cierto que los principios del subscripto han sido y serán siempre por la causa del orden y de las Leyes y que no ha omitido nunca sacrificio alguno, ya en su persona como en sus intereses en pro de sus creencias políticas y de su Patria, le es enteramente imposible llenar los deseos del Superior Gobierno, no porque haya falta de abnegación en el infrascripto, pero si por imposibilidad actual para poder entrar en funciones en el empleo que se le confiere.
“La incursión vandálica del 13 de noviembre obligó al susbscripto (como a todos los hacendados del Tandil) a abandonar sus Establecimientos, llevando las haciendas que salvaron a gran distancia de allí para ponerlas a cuvierto de nuevas invasiones, y como de entonces a aquí, lejos de sesarse aumentan los temores, en vista de las subsesivas invasiones, lejos el infrascripto como los demás de blolver (sic) a sus hogares, no creen seguros sus intereses y por lo tanto, difícil su regreso.
“Es por esto que el que firma no puede, con vastante pesar, recibir el empleo que se le confiere, pues que hallándose a cincuenta leguas del pueblo en que debe residir con sus haciendas en el primer campo vacante que encontré, y en el que no podrá permanecer mucho, se vería presisado a abandonar el cuidado de ellos (que equivale decir su fortuna) a manos estrañas que dificilmente podrán llenar el vacío que dejará.
“Cree el infrascripto que el Superior Gobierno dé por suficiente las causas que espone y se digne admitir la renuncia que respetuosamente hace del empleo que se le confiere”.
“Dios Gue. a V .E. ms. as.
Felipe José Miguens
(una rúbrica)
(Documento obrante en el Archivo General de la Nación. Sala X)
La política de entonces, parece que, casi como siempre, anteponía los intereses personales por sobre los del bien común, pese a que los mismos actores (como hemos visto escrito en el documento) digan lo contrario…
En ese año-1856- la zona quedaba tranquilizada definitivamente tras los combates de Cristiano Muerto y Sol de Mayo y posteriormente San Lorenzo, donde se destacó la acción de Machado.
En el Tandil renacía la calma y ahora sí podía darse cumplimiento a la inoportuna convocatoria electiva formulada en pleno malonaje, formalizándose el 22 de noviembre la primera Comisión Municipal acorde con la Ley de Municipalidades, que integraron Manuel Romero, Felipe J. Miguens (el “arrepentido”autor de la nota transcripta…), Narciso Domínguez y Publio Massini como titulares y Ramón Gómez y Cayetano de la Canal como suplentes.
La realidad, sin embargo, indicaba que prácticamente buena parte de los integrantes de la misma, no estaban todavía en el pueblo ya que habían formado parte del éxodo del que uno de ellos, el citado Miguens, dejó el elocuentísimo testimonio del que dimos cuenta.
Daniel Eduardo Pérez
miércoles, 25 de agosto de 2010
HÉCTOR EANDI, EL ESCRITOR TANDILENSE AMIGO DE NERUDA.
Héctor Eandi, el tandilense amigo del poeta
Hay títulos que cuando uno los escribe duda a veces de no cambiarlos por otros. No ha sido éste el caso, porque lo hemos encontrado, además de atractivo y casi enigmático, apropiado para contarle, amigo lector, aspectos poco conocidos tanto del gran poeta chileno como de otro gran escritor argentino injustamente olvidado hasta por quienes deberían tenerlo en primera fila, por haber nacido en su tierra, que no es otra que la de nuestros pagos del Tandil, aunque más exactamente hayan sido los de la localidad rural de Vela, en realidad, dicho con más propiedad, María Ignacia.
Cuando asomaba el siglo XX, esta parte del continente sudamericano, en especial Argentina, venía de superar una de las más grandes crisis económicas y sociales y mostraba una recuperación no sólo en ese campo, sino en el amplio de la cultura.
En nuestro país, en la literatura, los denominados "modernismo" y "realismo" tenían en la poesía, la dramática y la narrativa, así como en la prosa y el ensayo, destacados cultores entre los que podemos mencionar a Leopoldo Lugones, Ricardo Güiraldes, Gregorio de Laferrere, Roberto J..Payró, Florencio Sánchez, Enrique Larreta, Horacio Quiroga, Alberto Gerchunoff, Manuel Gálvez, Benito Lynch, Hugo Wast y pensadores como Alejandro Korn, José Ingenieros, Ricardo Rojas, Arturo Marasso y otros.
Por su parte, enrolados en lo que se dio en llamar poesía no modernista, se destacaban autores de la talla de Evaristo Carriego, Enrique Banchs, Baldomero Fernández Moreno, Arturo Capdevila, Alfonsina Storni, Héctor P. Blomberg, Pedro M. Obligado y Juan Burghi entre otros.
Eran los tiempos en que estallaba la Primera Guerra Mundial -1914-,asumía la presidencia Hipólito Yrigoyen-1916-, se producía la Revolución Rusa- 1917- y se producía la tristemente Semana Trágica,1919. El país estaba poblado por algo más de ocho millones de habitantes y se había producido un año antes la Reforma Universitaria y luego de mucho dolor y sangre, finalizaba la Primera Guerra.
La literatura hispanoamericana había perdido a Rubén Darío y llegaba a Buenos Aires Amado Nervo como embajador de México.
Argentina y consecuentemente Tandil, habían celebrado, con toda pompa el Centenario de la Revolución de Mayo con el brillo propio que el acontecimiento exigía, durante la presidencia de Figueroa Alcorta, siendo Intendente Emilio Vivot.
Los sucesos que precipitaron la primera gran guerra, en 1914, atrajeron aún más inmigrantes a estas tierras, escapando del horror de todo conflicto armado.
En tanto, el desarrollo local se palpaba en sus distintos niveles, con logros como el del crecimiento de la Escuela Normal, la existencia de periódicos afianzados - El Eco de Tandil, por ejemplo- y la pronta llegada de otros que, como Nueva Era, llegarían hasta nuestros días con el aporte de sus informaciones y sus ideas.
La Biblioteca Rivadavia, la educación tanto pública como privada en plena consolidación, las actividades agropecuarias y canteriles y la incipiente industria de la metalurgia, presagiaban un futuro alentador para el Tandil.
En ese marco general que someramente describimos en sus datos más relevantes, nació Héctor Ignacio Eandi el 16 de mayo de 1895 en la localidad de María Ignacia (Vela), del matrimonio argentino formado por Federico Eandi y María Artis, quienes tuvieron seis hijos más: Federico, Domingo, Dardo, Roberto, David (Nilo) y Oreste.
Luego de cursar la escuela primaria en su lugar natal, Héctor comenzó la secundaria en Tandil, estudios que abandonó.
El matrimonio Eandi tenía una fonda en la localidad rural y más tarde se dedicó a una pequeña explotación agropecuaria. A medida que los hijos fueron creciendo, tomaron caminos diversos. Así David (Nilo) terminó sus estudios secundarios y partió a Buenos Aires donde se graduó de médico. Héctor por su parte, también se fue a la Capital Federal y allí culminó la escuela secundaria recibiéndose de electrotécnico en la Escuela Industrial de la Nación.
Se casó con Juanita Birstock con la que tuvo dos hijas: Violna y Laura, que le dieron años más tarde nietos y trabajó durante tres décadas en la firma sueca SKF, en la que se ganaba el sustento.
Además de la amistad que cultivó con Neruda-motivo del capítulo - fue amigo de otros grandes de las letras, contemporáneos suyos.
Sus inquietudes literarias lo llevaron a frecuentar ambientes propicios de la época y en 1924, apareció su primer libro, en este caso de poesía, titulado "Pétalos en el estanque".
Comenzarba para Eandi una etapa donde compatibilizó su tarea de empleado de la firma citada- que lo había llevado primero a Corrientes y luego al Chaco, entre 1918 y 1921, donde conoció a fondo la realidad de aquellas regiones litoraleñas-, con su vocación literaria que le permitió ser admitido en el diario "La Nación", donde fue colaborador habitual de sus páginas literarias, casi hasta el fin de su vida.
Allende los Andes, en otro humilde hogar, en este caso chileno, comenzaba a destacarse, en la misma época, una joven figura veinteañera, que en el año en que Eandi publica su libro de poemas, él hace lo propio con "Veinte poemas de amor y una canción desesperada". Era Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, que usted, amable lector, ya descubrió que se trataba de Pablo Neruda, quien ya había publicado su primer libro juvenil con el nombre de "Crepusculario".
Neftalí Reyes había dejado su nombre y su apellido, para usar, hasta el fin de sus días, el de Pablo, para algunos autores tomado de Paul Verlaine, y el de Neruda, que conoce poco y de quien había visto algo escrito y casi como al azar lo tomó como propio, tratándose del escritor checo Jan Neruda ( ver recuadro).
Poco tiempo después, en 1926, nuestro Héctor Eandi escribe en la revista "Cartel" una nota titulada "Los veinte poemas de Pablo Neruda",.que según testimonia Margarita Aguirre- que fuera luego secretaria y biógrafa de Neruda-fue la primera escrita sobre Neruda en el extranjero.
Eandi, ya en Buenos Aires, había descubierto aquella edición de los luego archifamosas poemas, en una de la viejas librerías que por la época estaban cerca del Cabildo, por donde Eandi pasaba frecuentemente, según testimonio recogido por la autora chilena, del hermano médico de Héctor, David Nilo Eandi.
Eran tiempos en que ya Neruda había dejado su pueblo natal y Temuco-donde había conocido a la gran Gabriela Mistral- para, pese a su juventud, destacarse en Santiago con su labor en las letras.
Neruda nos relata el momento: " Por ese tiempo llegó a Temuco una señora alta, con vestidos muy largos y zapatos de taco bajo. Era la nueva directora del liceo de niñas. Venía de nuestra ciudad austral, de las nieves de Magallanes. Se llamaba Gabriela Mistral.
"Yo la miraba pasar por las calles de mi pueblo con sus ropones talares, y le tenía miedo. Pero, cuando me llevaron a visitarla, la encontré buenamoza. En su rostro tostado, en que la sangre india predominaba como en un bello cántaro araucano, sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación.
"Yo era demasiado joven para ser su amigo, y demasiado tímido y ensimismado. La ví muy pocas veces. Lo bastante para que cada vez saliera con algunos libros que me regalaba. Eran siempre novelas rusas que ella consideraba lo más extraordinario de la literatura mundial. Puedo decir que Gabriela me embarcó en esa seria y terrible visión de los novelistas rusos y que Tolstoi, Dostoyevsky, entraron en mi más profunda predilección. Siguen acompañándome"- nos relata en su póstumo " Confieso que he vivido".
Aquella primera nota escrita sobre Neruda en el extranjero- es decir fuera de Chile-fue la que inició el mágico encuentro, al llegar a Neruda la misma, tal vez enviada por el mismo Eandi al autor chileno.
Aquel encuentro devenido en amistad, pese a que todavía no se conocían personalmente, son las amistades que, como dice Margarita Aguirre " ...son más profundas en la medida en que no están rodeadas de los accidentes menudos de la vida diaria".
Muy joven, apenas con veintitrés años, Neruda fue designado cónsul ad honorem en Rangún (Birmania), desde donde le escribe a Eandi, en 1927, lo que sería la primera carta (lamentablemente la primera de Eandi a Neruda, donde le envía su comentario sobre "Veinte poemas..." se perdió).
En esa carta, el gran poeta chileno le dice a nuestro escritor: " ... Hace mucho tiempo que recibí su libro Errantes, libro que aún me acompaña como un placer preferido, a pesar de viajes y tiempo. Circunstancias miserables de cada día, y también falta de recursos internos que correspondieran al escribirle a su magnífico resultado; eso puede excusarme ante usted de de esta falta de nobleza. Leí también, en Chile, un comentario suyo a mis 20 Poemas, que sin dificultad entraba profundamente en las ansiedades de este libro, cosa para mí inolvidable". La carta continúa en tono muy amable y finaliza: "Espero de usted sus nuevos trabajos, algún libro o revista, o carta. Haga usted amigo mio atravesar sus valientes relatos por estas aguas y tierras de calor, me protegerán grandemente del aburrimiento y del abandono.
"Créame su amigo, su adepto". Pablo Neruda.
Nació así una correspondencia que, aunque con intermitencias, se mantuvo hasta 1943 y que luego de la muerte de Eandi, seguiría con unas pocas cartas más a su viuda, Juanita. .Luego de aquellas primeras epístolas, habría que esperar algunos años para que se produjese el primer encuentro personal en Buenos Aires, al que luego nos referiremos.
Era una época en la que -como señala Aguirre- " El argentino - tal vez las condiciones de su país lo determinen- es entonces mucho más político que el chileno. En realidad, Pablo está- o parece estar- solamente dedicado al ensimismamiento de su poderosa fuerza creadora. Con los años la política con la que Pablo se comprometió va a separarlos, sin mengua para el cariño, como ya lo he dicho, y lo confirman las cartas enviadas por Pablo a Juanita, después de la muerte de Héctor...".
Ya Eandi había publicado su segundo libro, del que nos habla Neruda en la carta transcripta, " Errantes", en 1926, en este caso usando la narración como forma literaria.
La correspondencia continuó mientras duró su estancia en los países asiáticos, época en la que escribió su famosa "Residencia en la tierra", hasta que en 1932 regresó a Chile y al año siguiente fue designado cónsul en Buenos Aires. Sería entonces el momento en que ambos amigos epistolares, se verían por vez primera la cara y se abrazarían.
Los pocos meses de Neruda en Buenos Aires sirvieron para que estrecharan más aún su amistad y juntos participaran de reuniones y tertulias literarias junto a otros grandes de la literatura hispanoamericana, entre ellos García Lorca, que por esos años estaba en Buenos Aires.
González Tuñón, Oliverio Girondo, Norah Lange, Ricardo Molinari, entre otros, se reunían con ellos en el bar "Pescadito" de la Boca.
La estadía de Neruda en Buenos Aires, fue corta, ya que en mayo de 1934 debió viajar a Barcelona, al ser designado cónsul de su país allí. Serían los años en que el chileno, guerra civil por medio, abrazaría con fuerza la causa política que duraría hasta su muerte: el comunismo.
Ya "Residencia en la tierra" había sido publicada, en 1933, y la correspondencia fluida entre nuestro Eandi y Neruda había sufrido intermitencias.
En su "Genio y figura de Pablo Neruda", Margarita Aguirre, su autora, nos dice sobre esta etapa-obra, que es donde se desarrolla fundamentalmente la correspondencia que nos ocupa, " Neruda no fue nunca un espíritu religioso, ni mucho menos esotérico. Residencia en la Tierra, donde el hombre tiene que arreglar sus asuntos. Quizá el pertenecer a una familia de pioneros donde el catolicismo era practicado exclusivamente por las mujeres y mirado como un adorno femenino sin mayor trascendencia, lo hizo respetar y, en cierto modo, simpatizar con todas las religiones pero sin sentirse ligado a ninguna".
Es apreciable destacar que pese a militar en veredas opuestas, ambos cultivaron más allá de la ideología, la amistad y el aprecio mutuo. Nos lo dice Margarita Aguirre claramente en la cita transcripta en párrafos anteriores.
Las cartas se espaciaron y un nuevo encuentro entre el tandilense y el chileno-el último- se produciría recién en los ‘60, según testimonia Aguirre.
Antes- en 1944- Eandi había publicado su libro más importante " Hombres capaces", unánimemente elogiado por la crítica
Para ese entonces las corrientes literarias en nuestro país se movían entre las vanguardias y los grupos que se denominaron Boedo y Florida, que entre 1920 y 1940 enrolaron, en sus distintas formas literarias, a escritores de la talla de Jorge L. Borges, Francisco L. Bernárdez, Leopoldo Marechal (poetas de Florida y afines), así como en Boedo estaban Álvaro Yunque, R. González Tuñón, y entre los poetas independientes José Pedroni y Conrado Nalé Roxlo. En la dramática se producía el desarrollo del teatro argentino con Samuel Eichelbaum, nuestro R. González Pacheco, Armando Discépolo y otros. La narrativa de la época, continuaba en el realismo con figuras como Eduardo. Acevedo Díaz, y los ya mencionados Quiroga, Gálvez y Lynch: En las filas de Florida y afines aparecían Macedonio Fernández, Eduardo Mallea, el ya citado Borges, Norah Lange y Manuel Peyrou; en tanto en el realismo y la vanguardia, lo hacían Roberto Arlt, Nicolás Olivari y en Boedo,: Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta, mientras algunos autores ubican como independientes a Arturo Cancela, Juan Carlos Dávalos y a nuestro Héctor Eandi. En la prosa en la que conviven ensayo e historia, Victoria Ocampo, el ya citado Martínez Estrada, Raúl Scalabrini Ortiz, Francisco Romero, Ángel J. Batistessa son los apellidos ilustres de nuestras letras, contemporáneos a nuestro Eandi.
En el contexto histórico, son los años en que se fundó la famosa revista "Martín Fierro", ocurrió el golpe de estado que depuso a Yrigoyen, en tanto en España triunfaba la República, y aquí, Victoria Ocampo fundaba su célebre revista " Sur"; mientras se suceden los gobiernos conservadores y estalla la Segunda Guerra, que sumerge a Europa, especialmente, en un baño de sangre.
En ese mundo, los caminos de nuestros personajes fueron tomando rumbos diferentes y en tanto Neruda adquiría fama y halagos a la par de convertirse en un fuerte militante político, Eandi en su recato y en su cuasi timidez, continuaba colaborando asiduamente en " La Nación", cultivando la amistad de escritores y ganándose el respeto de sus colegas, que oportunamente lo eligieron para integrar la SADE (Sociedad Argentina de Escritores).
Así como Neruda no olvidó nunca su patria grande ni su patria chica, también Eandi cultivó su amor por el pago que lo vio nacer, siendo frecuentes sus visitas a Tandil, especialmente para las fechas festivas de fin de año o sus vacaciones.
Aquí - nos recuerda su sobrino Dardo (ver recuadro)-gustaba charlar con sus familiares y con los pocos amigos que habían quedado de sus años de juventud.
Es cierto que en la literatura de Eandi ,Tandil no aparece “con nombre y apellido”, sin embargo pueden identificarse claramente hechos, paisajes y naturalmente personajes que, como el Germán de "Hombres capaces", no era otro que su hermano Dardo, el padre de nuestro entrevistado.
Tanto “Errantes “como “Hombres capaces” merecieron críticas elogiosas y no sólo eso, sino además figurar en importantes antologías.
Así por ejemplo, en su" Historia de la literatura argentina", Fermín Estrella Gutiérrez dice, refiriéndose a la obra de Eandi, a quien ubica entre los narradores posteriores a la generación denominada “Martín Fierro”: “... autor de “Errantes” vigorosa colección de cuentos que tienen como escenario la selva, el río y el campo argentino y “Hombres capaces”...”
Por su parte, el prestigioso Enrique Anderson Imbert en su obra “Historia de la literatura hispanoamericana”, en su tomo II, cita especialmente a Héctor Eandi en el capítulo de la narrativa argentina, diciendo que dedicados a la zona del Litoral y la Pampa se destacan los ya citados libros Errantes y Hombres capaces.
Pese a algunos achaques, Eandi prosiguió colaborando en el diario “La Nación, casi hasta pocos meses antes de su muerte, acaecida el 19 de mayo de 1965.
De la correspondencia con Neruda, podemos repetir que se interrumpió casi veinte años antes de que nuestro escritor falleciera, lo que no implicó el olvido del laureado Premio Nobel de su viejo amigo epistolar y de aquellos dos fugaces encuentros en Buenos Aires, por lo que una vez enterado de su muerte, con fecha 25 de diciembre de 1965, le escribió a su viuda Juanita, la siguiente carta:
" Juanita querida:
"No tuve tiempo de pasar a verla y pasar juntos un rato de tristeza. Digo no tuve tiempo, porque apenas nos quedamos unas horas aquí y llenas de preocupaciones.
"Sé que Ud. se vé con Margarita (Aguirre) que tanto estimó a Eandi y que me ha contado muchas cosas del amigo querido.
“ Hasta luego Juanita, y un abrazo fraternal de quien tanto la quiere".
Casi un año después, nuevamente Neruda le escribe a Juanita, he aquí el texto "Juanita, esta carta es para saludarte soy un ingrato, después de tantos años, aprovecho el viaje de Margarita (Aguirre) para enviarte este saludo amarillo y verde.
"Héctor está siempre en mi recuerdo.
" Vivo cambiando de sitio y no se cuándo nos veremos!.
"En cuanto a lo que sea, Margarita tiene mi confianza
"Un abrazo de Pablo Neruda y un Romeo y Julieta"
Neruda se refería a la posibilidad de publicar su correspondencia con Eandi y al envío de su traducción de la obra de Shakespeare.
A todo esto, Margarita Aguirre recuperó la última carta que Eandi había escrito a Neruda y que nunca fue enviada, allí nuestro escritor dice en algunos de sus párrafos "Desde muy lejos,- desde dos remotos mundos- la amistad nos ligaba ahondando sus raíces sagradas en nuestros corazones. Y qué admirable amigo fuiste Pablo!"
Y más adelante: " Tus versos me llegaban en su espléndida virginidad turbadora., palpitantes todavía de tu propio asombro ante ese surgir de un mundo tuyo que tú mismo apenas presentías"
Para finalizar: " Yo aquí, de este lado del mundo, a tantos sueños y leguas de distancia, he sido siempre un hito, un testimonio, un tótem de aquel Pablo, el de tus cartas y tus poemas de Oriente..."
El fallecimiento de Héctor Eandi mereció el homenaje de sus colegas, de tal suerte que fue velado en la" Casa del Escritor “, de la SADE y sus restos sepultados en el cementerio de la Chacarita.
Atrás quedaban sus cuentos, verdadero legado de este tandilense, mientras Neruda- que había sido premiado con el premio “Stalin” en 1953 y con el Nobel en 1971, lo que le dio a Chile el segundo en Letras- el primero había sido para la gran Gabriela Mistral- residía en Europa hasta que el gobierno de Salvador Allende lo designó embajador en París, desde donde, ya muy enfermo de cáncer, retornó a su patria para fallecer el 23 de setiembre de 1973.
Cuando ya ninguno de los dos vivía, Margarita Aguirre recuerda con gran cariño a nuestro escritor: “La imagen que tengo de Héctor Eandi es la de un hombre inteligente, afable, sensible, con un claro sentido de la honorabilidad. Flotaba en torno de él un dejo de tristeza que imperceptiblemente se hacía sentir a su alrededor. En sociedad, andaba siempre acompañado de Juanita, cuya admiración y respeto por su marido eran evidentes apenas se los veía. Formaban lo que hoy se llama una buena pareja.
“Cuando Héctor murió comencé con Juanita una amistad que todavía dura. Hace poco he conocido a las dos hijas del matrimonio, a sus maridos y a los nietos. Son de esas familias de las que van quedando pocas en las grandes ciudades. Nos reunimos en casa de Laura, donde vive Juanita, o en lo de Violna. Yo siento allí la presencia de Hector Eandi aunque no lo nombremos. Sigue presidiendo la vida familiar.”
Más adelante nos dice en las palabras preliminares del libro que recogió la correspondencia de ambos: “Más de cincuenta años después de iniciada la amistad entre Pablo Neruda y Héctor Eandi- dos hombres de letras con destinos tan disímiles- ellas servirán para algún esclarecimiento de la etapa quizá más importante de la vida de Neruda y para revalorar al excelente escritor argentino”.
Un elogio que no es gratuito y un mensaje claro, para quien quiera escucharlo, del injusto olvido de este tandilense, cuya obra fue recogida en diversas antologías de cuentos, entre las que merece destacarse la que dirigiera y seleccionara el catedrático Ángel Mazzei en “Treinta cuentos argentinos”, donde su cuento “Hombres capaces” figura junto a otros, de autores de la talla inmensa de Borges, Cortázar, Bioy Casares, Leopoldo Lugones, Ezequiel Martínez Estrada y otros.
Nos parece oportuno terminar este capítulo con la opinión de quien conoció a ambos y nos brindó una pauta clara de ellos. Dice Aguirre en el prólogo a su libro - ya citado-que contiene la correspondencia entre los dos: "...Ambos escritores son inteligentes y de fina sensibilidad. Eandi se queda voluntariamente en el tono menor mientras Neruda vuela hacia sus propias epopeyas y hace de su vida un holocausto en aras de causas grandiosas... (Neruda) Es también hombre de varios amores. Eandi cultiva uno solo y funda una familia: se compromete definitivamente con ella. Si solamente consideramos estos dos aspectos, el político y el familiar, ya es dable darse cuenta de las diferencias que los van a distanciar"
Esta distancia fue sin embargo de carácter, diríamos con amplitud, ideológica, lo que sin embargo no empañó ni lastimó el valor supremo de la amistad superadora, como queda explicitado en los párrafos anteriores y en toda la correspondencia y los testimonios de sus contemporáneos.
Los insondables caminos de la vida, como en una intersección, cruzaron al gran poeta chileno con el tandilense. Ambos amaron sus terruños por igual y por ello, pese a todo, se parecieron. En el fondo Neruda- sin saberlo-había tomado contacto con Tandil...ese Tandil que todavía le adeuda a Eandi un homenaje importante, porque el olvido es una de las formas de la ingratitud.
Tal como nos relata su sobrino Dardo (ver recuadro), nunca dejó de regresar a su terruño tandilense y mantener afectuosas relaciones con sus hermanos y sobrinos.
Los diarios locales recogieron brevemente la noticia y así puede leerse en "Nueva Era" del 20 de mayo de 1965, respecto a su obra: " Sus relatos eran de tipo campero, desfilando a través de ellos tipos y costumbres vernáculas, reflejados en una prosa firme, desnuda de artificios retóricos vanos".
En nuestra ciudad, el autor lo incluyó en el proyecto que luego fue ordenanza Nº 2435 de 1979, y que denominó con su nombre, como homenaje, al pasaje que nace en Av. Juan B Justo al 700 con rumbo NO.
Daniel Eduardo Pérez
miércoles, 21 de julio de 2010
LA PIEDRA MOVEDIZA DEL TANDIL
LA PIEDRA YACENTE
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Tandil disfrutó durante un tiempo, no demasiado largo si tenemos en cuenta su “descubrimiento”, de un fenómeno natural que le dio trascendencia internacional: la Piedra Movediza. Gigantesco peñasco de granito de 300 tn..que oscilaba elegante e imperceptiblemente al borde de un precipicio, con el solo impulso del viento o de la mano, en un equilibrio casi milagroso.
De indudable origen natural, pese a que no faltaron quienes como Alejandro Sorondo, unos años después de su caída, sugirió la posibilidad que fuera …¡un monumento megalítico hecho por vaya uno a saber qué civilización…! , y no faltó-como siempre-quien lo adjudicó a ¡seres extraños a nuestro planeta!, lo cierto es que el granito oscilante fue un “capricho” de la madre Naturaleza.
Decimos que la suya fue de una corta fama nacional e internacional, porque si tomamos en consideración las primeras exploraciones no indígenas en la zona y la fecha de fundación de nuestro Tandil (1823), hubo que esperar una décadas para que La Movediza fuera “descubierta” y entonces sí, a partir de ello, comenzar a forjar su aureola de magia traspasando fronteras y comenzando a figurar en cuanto libro se publicara.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que La Movediza “murió” septuagenaria, en el conocimiento público, es decir cuando apenas alrededor de siete décadas fulguró en el horizonte legendario estando “viva” para conocerla.
En ese sentido era “jovencita” si tenemos en cuenta que su origen debemos medirlo en miles de millones de años…
Este fenómeno fue atracción de turistas y visitantes famosos provenientes de todos lados, hasta que el 29 de febrero de 1912, a la media tarde cayó de su pedestal, dejando a Tandil huérfana de su símbolo, el que quedó, igualmente, en el “reposo del guerrero” para todos los tiempos.
Más allá de las leyendas sobre la piedra, vulgares, bellas o apasionadas alrededor de su caída se tejieron diversas hipótesis que aún hoy, a 95 años de su caída, no conforman más que eso, hipótesis sin cierre definitivo, sin corolario final.
Es que desde aquella legendaria versión de la idea de Juan Manuel de Rosas de tirar la Piedra, arrastrada por cientos de yuntas de bueyes, en adelante se tejieron otras que abarcan tanto el origen de su movimiento (el corazón de la india Mini sacrificada por amor), hasta llegar al terreno de las hipótesis más insólitas cuando del origen de su caída se trata.
Cuando se desplomó estaba en Tandil el destacado escritor Ricardo Rojas, quien fue el primero en dar la noticia al día siguiente en las páginas del diario La Nación, comenzando a correr desde ese momento la versión que había sido derribada por un atentado de canteristas disconformes, contestatarios, vengativos, versión que aún hoy tiene sostenedores en la opinión no calificada.
Otros atribuyeron el desastre a las vibraciones permanentes de los barrenos de las canteras aledañas como detonante de su "muerte" (románticamente “suicidio” para algunos), no faltando quienes afirmaron que el colocar tantas miles de botellas en su base para comprobar su movimiento al romperlas, fue desgastando el punto de apoyo en la base, hasta hacerle perder el equilibrio.
Es evidente que algún factor, no necesariamente coyuntural, hizo que efectivamente lo perdiera definitivamente, pero bien pudo ser el transcurrir de los miles de años lo que fue haciéndole perder el eje justo del delicado símil de bailarina fenomenal, hasta producir un día su derrumbe final.
¿Se venía cayendo desde hacía miles de años? , como sostenía mi recordado amigo y maestro, el Dr. Huberto Cuevas Acevedo, destacado médico pero también geógrafo;¿ Fue un atentado?, como algunos pretenden ; ¿Un accidente provocado involuntariamente? O la perseverante costumbre de empujarla por parte de todos los que subían, para tratar de observar su oscilación, hasta que entre tantos miles de empujones, en una sumatoria físico- matemática la mole cayó, como lo sugiere claramente Eduardo Holmberg, el destacado científico, ligado a Tandil y que la visitó en repetidas ocasiones. La incógnita persiste, lo que potencia su legendaria fama.
Hasta el nombre que nos denomina en los mapas, TANDIL, puede haber tenido origen en aquella maravilla natural.
Oportunamente publicamos una nota con el titulo de “En torno al significado del topónimo Tandil”, en el Nº 2 de la Revista de la Universidad (1978)donde dimos cuenta de alrededor de treinta acepciones atribuidas al significado de nuestro querido nombre propio.
Palabra de origen mapuche, deformada por los oídos y las lenguas blancas, una de sus acepciones pudo haber sido proveniente de los vocablos Thav-lil, “piedra que palpita, que late.
Piedra que late, muy poético y también romántico… pero ¿ajustado a la verdad?
Lo cierto es que aquella roca que permaneció sumergida en las aguas oceánicas que hace miles de millones de años cubrían la zona, moldeándose en ellas para salir a la luz alrededor de hace 900 millones y aquí “respirar” solitaria en la pequeña cumbre rodeada de congéneres sin sus dotes de una Maia Plitsiètskaia, aunque como partenaires admirables y admiradoras de esa privilegiada integrante o, mejor, solista del ballet granítico, sucumbió rápidamente, cayendo en el escenario y enmudeciendo a la platea, quedando yacente y partida, como cadáver momificado para la eternidad terrena y la curiosidad y el lamento inútil.
Quedaba para nosotros la magia de imaginarla allí, soberbia y agrandada por los ojos de la fantasía como un cíclope imbatible que se grabaría para siempre en los corazones, en el sentimiento y en la conceptualidad de una identidad única. No es poco…¿no le parece, amigo lector?.
Casi enseguida de su caída aparecieron quienes opinaron que había que buscar la manera de reponerla en su sitial. Proyectos varios que se fueron diluyendo en el tiempo. Recordamos siempre a don Arnaldo Rizzo quien conformó una comisión a tal fin ya hasta se puso una especie de hito señalando, o más bien, dejando señalada esta intención cuando el Dr. Zarini era Intendente en 1971 y unos hermanos Maxwell presentaron un proyecto en el que hasta movimiento le daban…pero el tiempo pasó y cada tanto el tema era puesto en agenda.
Más cerca de nuestros días el artista amigo José Rossanigo concibió el llamado “piedra dorada”, una especie de monumento en bronce que en ese lugar la pusiera nuevamente a la vista erguida, pero luego de muchos cabildeos sobre el tema, en la gestión del Intendente Miguel Lunghi, se llamó a un concurso en el que hasta la gente-muy poca-votó ante varios proyectos.
Finalmente el que resultó elegido comenzó a ponerse en práctica: una réplica en materiales sintéticos y hueca con armazón interna, que podría ubicarse en la cumbre inmóvil.
Tras varios meses de trabajos y de cuestiones varias para lograr el presupuesto para abonar a sus autores, finalmente y no sin opiniones divididas, la “piedra” fue inaugurada con bombos y platillos el 27 de julio de 2007, con la presencia de la pareja presidencial y todo el séquito imaginable……
La piedra siguió muerta, sólo que ahora la vista de algo parecido, nos dejaba mutilada la imaginación y le quitaba ese halo de misterio.
El Parque lítico La Movediza nació de esta manera, esperemos para quedarse, mientras la verdadera, la caída “mira” desde abajo a su símil, soñando seguramente aquellas épocas fabulosas en el que era una atracción mundial.
Daniel Eduardo Pérez
jueves, 8 de julio de 2010
EN NUEVO ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA
Al cumplirse hoy los 194 años de la Declaración de la Independencia de nuestro país por parte del Congreso de Tucumán, creemos que resulta propicio meditar acerca de aquella histórica decisión y los contenidos que en el presente conlleva como mensaje para todos los argentinos.
La Revolución de Mayo, de la que celebramos jubilosamente el Bicentenario, había abierto el camino para que se sumasen el resto de las ciudades-luego provincias-de lo que luego sería Argentina y así, once que hoy son las capitales provinciales, más cuatro del entonces Alto Perú aceptaron y firmaron el Acta. Sólo las del litoral y la Banda Oriental (hoy Uruguay) no lo hicieron.
Aquel martes 9 de Julio de 1816, a partir de las dos de la tarde y bajo la presidencia del representante sanjuanino don Francisco Narciso Laprida, el Congreso concluía con la redacción de la famosa Acta de la Independencia.
Era en sí misma la concreción de un acto de coraje, como lo llama Félix Luna, porque las circunstancias así lo determinaban, dado que como el mismo historiador nos explica:
“En el norte del continente, Bolívar había sido derrotado. Chile estaba nuevamente en manos de los realistas. Los españoles amenazaban Salta y Jujuy y apenas si eran contenidos por las guerrillas de Güemes. Para empeorarlo todo, Fernando VII había recuperado el trono de España y se preparaba una gran expedición cuyo destino sería el Río de la Plata. La Banda Oriental estaba virtualmente ocupada por los portugueses. Y en Europa prevalecía la Santa Alianza, contraria a las ideas republicanas. En ese momento crítico los argentinos decidimos declararnos independientes. Fue un gran compromiso, el rechazo valiente de una realidad adversa. Era empezar la primera navegación de un país independiente, sin atender las borrascas ni los riesgos. Un acto de coraje”.
Aquel documento, firmado por 29 congresales, también tuvo en las permanentes demandas del entonces Gobernador Militar de Mendoza, el Gral. Don José de San Martín, a un protagonista trascendente, dado que lo consideraba indispensable y fundamental para su plan de libertar el resto de los pueblos de la América del Sur, en medio de la ya citada adversidad internacional.
Coincidimos con el padre Rafael Braun cuando dice que “celebrar
un cumpleaños no es lo mismo que celebrar el aniversario de una institución privada o pública. Las personas viven un número limitado de años en esta tierra: nacemos, crecemos, envejecemos y morimos. Las comunidades políticas tienen un destino incierto porque son artificios culturales. Nacen, pero no siempre crecen y maduran. Tienen una duración imprevisible, y muchas veces fracasan en alcanzar el objetivo que se propusieron sus padres fundadores”
Por ello es necesario reflexionar con serenidad lo que aquel conjunto mayoritario de las provincias logró en 1816 en Tucumán, en esa asamblea común y conjunta en la que declararon su independencia iniciando el camino para diseñar su primera constitución, que se firmaría tres años más tarde.
Un historiador serio realiza una interpretación de la realidad que, al hacerla, sabe que no es la única posible, ello es lo propio de la vida académica. Cuando se recuerda un pasado compartido se lo hace tanto desde la mente como desde el corazón, pero siempre desde la verdad, que es la mejor forma de amar a nuestra Patria.
Miremos entonces al futuro y repasando el preámbulo de la Constitución Nacional, redactado años más tarde de lo que celebramos, encontraremos un conjunto de objetivos que nos ofrece una visión y una guía para nuestra conducta ciudadana: “Constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. Sin duda, principios capitales para poder afrontar en nuestra sociedad pluralista, el desafío de construir ese futuro desde la creatividad de un pensamiento libre, desde la escucha recíproca, desde el respeto y aprecio de las diferencias, y así lograr pacientemente consensos encaminados a aproximarnos al horizonte deseado.
Tenemos entonces que construir desde la amistad social. Dejando de lado la soberbia de la inteligencia, que nos hace pensar que somos omniscientes, y de la soberbia de la voluntad, que nos hace creer que somos omnipotentes. Avivemos el deseo de construir el tercer siglo de nuestra vida independiente con humildad, alegría y amor, buscando grandes objetivos para el bien común, sin bajar los brazos.
Celebramos así el proceso por el que, a partir de allí, con dudas, desavenencias y conflictos, algunas de aquellas hermanas de la colonia, fueron sumándose hasta reunirse en aquel 1816 como“Provincias Unidas de Sud América”, para dar esta vez un sí conjunto, propio y voluntario al afán de ser “una nación libre e independiente …”.
En un país cosmopolita y en medio del proceso general de globalización que vivimos, creemos que resulta necesario afrontar los desafíos presentes y futuros en un clima de unidad nacional , creado a partir de lo racional y lo espiritual, que reavive en el alma esa maravillosa emoción colectiva que se llama patriotismo.
Ese patriotismo que en 1816 logró que unitarios y federales dejaran de lado sus discrepancias tras un objetivo superior. Entre ellos había abogados, militares, comerciantes y sacerdotes. Después, continuaron siendo adversarios, y algunos hasta tuvieron finales trágicos.
Desde aquel punto de partida que fue Mayo, se prosiguió en la construcción de una nación que conllevó luchas internas y externas-recordemos por ejemplo las campañas libertadoras del Padre de la Patria-para plasmarse en la continuidad de aquella Acta definitoria de buena parte del porvenir, enmarcados en un pensamiento que compartimos: “ningún país puede ir hacia delante si no es por la fuerza del espíritu que lo alienta, si no es por la puesta en práctica de los ideales que inspiraron a estos hombres”.
Esta Argentina de hoy, este pueblo que celebra sus 194 años de vida independiente, no puede relegar ni desprenderse de ese legado, aunque padezca períodos de temor y desorientación, aunque se yerre mientras se avanza, siempre nos debe guiar la voz de la libertad, de la dignidad humana, de la responsabilidad ante nosotros mismos.
Ni azares sorpresivos, ni quebrantos accidentales, ni crisis ni temor alguno, pueden torcer su destino ni apagar su fecunda vocación de grandeza, mientras respaldados en la historia, se conserve la fe en el porvenir.
Como bien dijo el poeta Francisco Luis Bernárdez:
Ninguna fuerza de la tierra podrá torcer este designio y este rumbo.
Por algo hay cielo en la Bandera y un gesto noble y fraternal en el escudo.
¡Gracias, Señor, por esta tierra de bendición y porque somos hijos suyos!
DANIEL EDUARDO PÉREZ
Presidente
JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE TANDIL
domingo, 27 de junio de 2010
LOS CONSERVADORES EN EL TANDIL
LOS CONSERVADORES
En las primeras elecciones tandilenses, se cultivaron simpatías locales por figuras nacionales, en hombres como Juan Fugl y Ramón Santamarina, así como también oportunamente, se hizo sentir el peso de la figura del Cnel. Benito Machado-leal en todo momento al Gral. Mitre- hasta la etapa de su ocaso, posterior a la derrota de" La Verde". Recordamos que también en nuestra ciudad la existencia de "clubes" y " asociaciones" era la que concentraba, especialmente, la actividad política limitada a un determinado núcleo de vecinos, en los que no faltaban los inmigrantes que fueron cobrando relevancia con el paso de los años.
Los aires de cierto autonomismo municipal logrado en la gobernación de Casares, pronto fueron borrados por Tejedor y su Legislatura ,1878-1880, retornándose a las prácticas centralistas que distaban de un acabado conocimiento de lo que ocurría en el interior provincial.
Sería en la presidencia de Roca- cuando Dardo Rocha fue electo Gobernador y fundó La Plata como capital de la provincia- que en Tandil se agrupan las opiniones en torno a estas figuras, repercutiendo también en los medios periodísticos de entonces, como "El Eco de Tandil" ( 1882) o" La Provincia" del danés Grothe (1885).
Los dos últimos Jueces de Paz y Presidentes de la Corporación Municipal, Eduardo Fidanza y Tristán Gómez, militaban en el "rochismo" que postulaba la candidatura de Dardo Rocha para suceder en la Presidencia al Gral. Roca, cuyo bastión era el "Club Gral. Martín Rodríguez", contra el "juarismo" que propulsaba la sucesión para el cordobés Juárez Celman, hombre del "roquismo", y a quien respaldaba "El Eco".
Promulgada la Ley Orgánica Municipal, surgió la figura del Intendente como máxima autoridad política comunal, la que según lo reglamentado sería electa por el Concejo Deliberante de entre sus miembros, con un año de mandato.
El pueblo se aprestaba a participar de lo que sería la primera elección de un Intendente y las posiciones políticas de los principales referentes participaban en realidad de preferencias similares, enrolados en el "rochismo" local del Club "Brig. Gral. M. Rodríguez" que había apoyado a los Partidos Unidos en la elección de legisladores nacionales, donde Sáenz Peña, Mitre y Casares, entre otros, eran postulados.
El "Club Popular" del juarismo, derrotado, se disolvió y llegaron a la instancia electoral para dirimir el cargo de Intendente, como "cabezas visibles" Pedro Duffau y el veterano médico y luchador Eduardo Fidanza, ramas del tronco común del ideario liberal y nacionalista del mitrismo, que en este caso en lo que podríamos denominar una "interna" fueron a las primeras elecciones para Intendente, de las que salió electo Pedro Duffau.
Por su parte los vecinos Tristán Gómez y Eduardo Arana, habían sido candidatos a diputados provinciales.
El peso de las fuerzas liberales-conservadoras resultaron triunfantes en los albores de la estructura municipal similar a la que conocemos actualmente, modificada y democratizada con el advenimiento de la Ley Sáenz Peña en 1912, con el voto secreto y obligatorio y cuasi universal (recordemos que las mujeres comenzaron a votar con el advenimiento del peronismo), que permitieron el acceso al poder en su primera aplicación, de Hipólito Yrigoyen electo Presidente de la Nación en 1916.
Pedro Duffau triunfó luego en las elecciones de 1887 y 1888 (recordemos que el mandato duraba sólo un año), realizando una gestión de gobierno destacada y dotando a Tandil de sus primeras calles empedradas y de un mejoramiento notorio en sus aspectos de obras básicas, recibiendo por ello el apoyo del vecindario al ser reelecto en los períodos mencionados.
En su gobierno debió afrontar difíciles momentos en la salud pública, al declararse una epidemia de cólera primero y de viruela y difteria después, combatiendo con tenacidad las mismas con la estrecha colaboración de los médicos del Tandil de ese entonces. Conformó una Junta de Salud y en su gobierno adquirió el Asilo San Juan, fundado por la masonería local, convirtiéndolo en Hospital Municipal en 1888.
Se preocupó por la extensión del alumbrado público a kerosene, por el trazado de calles y su rectificación, así como también por el embellecimiento de la entonces Plaza Principal (hoy Plaza Independencia).
Asimismo puso especial énfasis en mejorar también la Plaza de Carretas (hoy Plaza "Brig. Gral. M. Rodríguez"), que era el lugar obligado como "terminal" de dichos vehículos; de la construcción de nuevos puentes, cuya existencia era deficitaria y de dotar de mejoras al Cementerio, la Casa Municipal y la cárcel.
En el aspecto cultural, Duffau fue el fundador de la Biblioteca Municipal " Bartolomé Mitre", la que puede considerarse como la pionera de la ciudad; otorgó un subsidio a la Banda de Música, que si bien figuraba como municipal era sostenida por la población en forma particular y dispuso el ordenamiento del Archivo, designando como Jefe del mismo al recordado maestro Francisco Juldain.
La obra pionera de Duffau atendió también aspectos de nuestro paisaje serrano- que tanto necesitamos y debemos defender- al lograr en su mandato la donación del predio de La Movediza, que había adquirido Ramón Santamarina para luego donarla al patrimonio municipal y luego sufrir la fatal caída, en 1912, hasta que recientemente fue replicada con una puesta en valor integral del paseo.
L e cupo reordenar el funcionamiento administrativo municipal, imponer el cumplimiento del Sistema Métrico Decimal en el partido y reglamentar el Mercado de Abasto.
Además en su gestión se implementó la red telefónica-1886-, la Ley de Centros Agrícolas, que dio especial importancia al de María Ignacia, en 1887 y apoyó la instalación de una de las primeras fábricas de quesos, que fue la del italiano Console Mottalini, en 1888.
Ya por entonces Tandil tenía 9927 habitantes, de los cuales más de la mitad residían en la parte urbana, según el censo de 1887.
Pero si su labor quedó en la memoria, fue por la lucha que le llevó persuadir a los vecinos de la conveniencia y el progreso que significaba el empedrado de las calles del pueblo que proponía y que tanta resistencia tenía en el vecindario, el que finalmente cedió ante la perseverancia de Duffau, que logró que se comenzaran las obras de las primeras cuarenta cuadras.
La política de Duffau tuvo cierta continuidad en su sucesor, electo en 1889, Jacinto Saldívar, quien se había desempeñado como Presidente del H. C. Deliberante, y tenía su misma filiación política.
Este sanjuanino, que en su juventud había integrado la escolta de Sarmiento, se había radicado en Tandil donde adquirió parcelas dedicándose a la producción agropecuaria en su estancia "Los Laureles".
Con el veterano y eficiente Bernardo Sabatte Laplace, continuó la obra pública del empedrado, levantando asimismo un catastro urbano y procediendo a la venta de terrenos considerados sin valor para el municipio, rescatando los del Cementerio Viejo ( hoy Plaza Moreno) y el cerro Larsen ( hoy Parque Independencia).
Fue durante su gestión, que se inauguró en nuestra ciudad el Registro Civil, el 15 de setiembre de 1889, que marcó un signo más de la etapa "laicista" del gobierno de inspiración liberal que imperaba en el país.
La crisis económica de 1890-para algunos comparable a la de 1930 y a la reciente de 2001- que afectó al país, dejó a la Comuna en difícil situación, la que pudo sortearse a duras penas, merced a la voluntad, empeño y "muñeca" de Saldívar y su equipo, que para colmo de males debió afrontar las consecuencias de una de las más graves inundaciones en el partido, hasta ese entonces, que provocaron la destrucción de importantes tramos de la red caminera- obviamente de tierra-obligando a arduas tareas de lenta reparación.
A todo ello se sumaba la inestablilidad del gobierno de Juárez Celman y el gobernador Costa y a los enfrentamientos que culminaron con vidas perdidas, una vez más, en aras de ideales políticos, hechos de los que Tandil participó. El país quedó en manos del vicepresidente Carlos Pellegrini, ante la renuncia inevitable de Juárez Celman, con el apoyo de los dos grandes electores: Mitre y Roca, como vimos en el capítulo anterior.
Al finalizar 1890, Saldívar entregó el cargo al joven Intendente electo, Donato Dufau -primer Intendente nativo de este pago-ahijado del Cnel. Machado y de clara tendencia liberal.
El flamante Intendente tuvo que afrontar la dura situación económica que repercutía en las arcas municipales, haciendo- entre otras cosas- que el mantenimiento del Hospital, se transformara financieramente insostenible, apelando a ajustes para lograr salvarlo.
La situación nacional, con la división de la Unión Cívica, veía aparecer en el horizonte político, el nacimiento de la Unión Cívica Radical, en 1891, con la figura de Alem como caudillo.
A fines de 1891 las elecciones municipales proclamaron el triunfo de la lista única, encabezada por Dufau, obteniendo 220 votos y asumiendo el 2 de enero de 1892 para un segundo mandato, secundado por José Gabriel Almada como presidente del H. C. Deliberante. Tal era de difícil la situación, que Dufau tuvo que recurrir a los presos para el mantenimiento de la limpieza de la plaza y otros lugares...
En nuestra ciudad, algunos militantes del mitrismo y del viejo autonomismo, al igual que en Buenos Aires, se fueron pasando a las filas del reciente radicalismo, comenzando a perfilarse aquí las figuras de Piñero, los hermanos Dhers y los de la Canal, entre otros, según comentamos en el capítulo precedente.
Vientos de tormenta azotaban el panorama nacional, la conducción del Presidente del Acuerdo, el sobrio Luis Sáenz Peña producto de la alianza del PAN de Roca, con la Unión Cívica de Mitre, tambaleaba.
Al finalizar aquel duro 1892, la nueva elección fue con la presentación otra vez de lista única, esta vez encabezada por José Gabriel Almada, quien asumió como Intendente en enero de 1893 y Donato Dufau como presidente del H. C. Deliberante.
La alternancia de ambos fue convalidada por los vecinos, siguiendo una línea que parecía tener continuidad, en esta etapa que podríamos definir, arbitrariamente, como la de los proto-conservadores.
Almada, nacido en Tandil y descendiente de un guerrero del Paraguay, había sido presidente del ya citado Club" Brig. Gral. M. Rodríguez", de orientación "rochista". Entre sus obras destacadas se puede señalar el empedrado de la Av. Colón hasta la Estación del FF. CC y el intento de saneamiento de las finanzas municipales, allegando recursos con la venta de terrenos municipales, entre otras cosas.
Fue en esas circunstancias que Almada solicitó licencia y asumió Dufau, justo en el momento en que en aquel frío julio de 1893, lo sorprendió la revolución radical que culminó con la asunción interina como Intendente del Dr. José Santamarina. En el país y en Tandil fue el comienzo de la etapa de predominio del radicalismo, que se inició aquí con la elección, en 1895, del primer Intendente de esa filiación, Juan Bautista de la Canal.
Pronto aparecieron periódicos opositores, tal el caso en 1899, de "El Municipio", uno de los primeros conservadores, dirigido por Dolores Gómez,-varón pese al nombre- donde comenzó su tarea el después combativo Manuel Romero.
Ya vimos en el capítulo anterior como casi una década gobernaría en este período el radicalismo la ciudad, luego de la cual asumió como Comisionado Emilio Vivot, el 27 de abril de 1904. Vivot pertenecía a una familia de origen francés, que poseía en Tandil una importante estancia y era de extracción conservadora.
En ese mismo año, Antonio G. del Valle fundó el periódico "Buenos Aires", defendiendo el autonomismo conservador-recordemos que en un enfrentamiento mató a Setzes, que dirigía una publicación radical- y dos años después Manuel Romero hizo lo propio con "La Comuna", que durante casi cuarenta años defendería tenazmente los principios conservadores, sosteniendo duras polémicas con periódicos radicales como " Nueva Era".
Se inició así un período de gobiernos conservadores, en un año en el que en la política del país se produjeron hechos destacados como la elección del primer diputado socialista en América, el recordado Alfredo Palacios, al implantarse la elección por circuitos uninominales en Buenos Aires; el comienzo de la formación del Partido Conservador de la Provincia, que a instancias de Máximo Paz, que había sido gobernador y se había retirado, quedó constituido en 1908, proclamando sus objetivos y de cuya Junta Ejecutiva, presidida por Santiago Luro, formó parte el tandilense Antonio Santamarina.
Finalizada la segunda presidencia de Roca y divididas las fuerzas conservadoras, Roca impuso en el Colegio Electoral para sucederlo, a Manuel Quintana junto al cordobés José Figueroa Alcorta, para el período 1904-1910, sin la participación radical, que nuevamente se levantó en revolución en 1905, siendo derrotados; en Tandil, como consecuencia, los dirigentes radicales Demarchi, Casetti y José A. Cabral, fueron detenidos.
En 1905, Vivot fue electo Intendente por el H. C. Deliberante, siendo reelecto en 1906.
Con Vivot se reanudó el gobierno municipal conservador, sería la segunda etapa, que durará en esta ocasión hasta la intervención de la provincia en 1916, cuando fue electo Presidente Hipólito Yrigoyen, perdiendo las elecciones en Buenos Aires a manos de los conservadores y designando a Cantilo como interventor.
Vivot decía en su "Memoria" de 1904-1905: "Las consideraciones sociales, el respeto por el hogar, por las prensa, por la familia y por la sociedad eran vilipendiadas sin escrúpulos de ningún género cuando por ese medio se creía contener la libertad de pensar y de juzgar los actos del poder omnímodo que tenían en sus manos los destinos de esta Comuna". Felizmente, sin violencias de ningún género y dando ejemplos de procedimientos completamente contrarios, he podido hacer que se produzca la evolución, en el sentido que no se rinda culto a los más bravos y a los más audaces, sino a los más capaces de respetar y hacer respetar la dignidad y el honor del individuo, de la familia y de la sociedad".
Finalizado su período, fue electo Intendente una de las más destacadas figuras del conservadorismo local, Eduardo Arana, quien asumió el 3 de enero de 1907, gobernando Tandil por dos años.
A Arana le cupo una tarea administrativa y de gestión interesante. Podemos destacar obras que si bien fueron privadas, contaron con el decidido apoyo comunal y con su impulso otorgado por la afinidad política. Tal el caso de la iniciación de la construcción del edificio del Hospital Municipal y de la Capilla Santa Ana, donadas por doña Ana Irasusta viuda de Santamarina, obras inauguradas en 1909, cuando ya Arana había dejado la gestión y había retornado Vivot; la parquización de sus adyacencias, hoy Plazas" Dr. J. Santamarina" e" H. Yrigoyen", la inauguración, en 1908, del Colegio San José, en terrenos donados por la familia Santamarina, y en el mismo año, aunque de inspiración opuesta a la gobernante, la Biblioteca "B. Rivadavia", verdadero faro cultural que hoy es orgullo de la ciudad, donde Cabral dejó su impronta.
Por su parte la industria lechera, que tenía en Tandil importantes "cremerías", vería nacer en 1907, la instalación de la fábrica de quesos de Núñez y Cía., en Iraola, que comenzaría con la fabricación del luego famoso quesito "Chubut".
A continuación del nuevo período de Vivot, retornó Arana al frente de la Municipalidad, esta vez en carácter de Comisionado, al asumir Inocencio Arias la gobernación. En ese año de 1910, Arana con el apoyo decisivo de Antonio Santamarina, diputado nacional de extraordinario peso en el partido conservador, tuvo el honor de inaugurar la Escuela Normal, creada por el Presidente Figueroa Alcorta, en un paso fundamental en el proceso educativo de Tandil.
Eduardo Arana fue quien comenzó con el embellecimiento de la Plaza Independencia, obra que retomaría y completaría en su gestión Antonio Santamarina, enriqueciéndola con los jardines y estatuaria que hoy lucen gallardos.
En octubre de 1912, siendo diputado nacional, Antonio Santamarina, asumió como Intendente, iniciando uno de los períodos más extensos y fructíferos de gobierno comunal. Eduardo Arana, por su parte, había asumido como Gobernador. Tandil contaba así con dos hombres de predicamento provincial y nacional indiscutibles para la época, lo que se vio reflejado en obras importantes.
El extenso período de Santamarina- sólo interrumpido muy brevemente por la comisionatura de Diego Lezica Alvear en 1913-llegó hasta la citada intervención de la provincia en 1916.
La obra de Santamarina, fue trascendente, contabilizándose entre otras realizaciones : la terminación de los nuevos Mataderos Municipales; pavimentación de setenta y cinco cuadras de adoquinado; construcción de cuatro puentes sobre el arroyo Tandil y uno sobre el Blanco; el comienzo de las obras del Palacio Municipal, tal vez la obra de su gestión más trascendente; terminación de las obras de embellecimiento de la Plaza Independencia, que incluyeron la colocación de las estatuas especialmente traídas por Santamarina desde Francia; arreglo general de la antigua Plaza de Carretas, "Brig. Gral. M. Rodríguez" y trazado y construcción de la Plaza "Moreno", originalmente destinada a " ejercicios físicos" y mejoramiento general del Cementerio.
En su "Memoria" al H. C. Deliberante, Santamarina destacó la prescindencia que lo impulsó a llevar adelante su labor, en cuanto a cuestiones partidarias, lamentando que radicales y socialistas "... se hayan visto privados de tener en la Municipalidad la representación a que con legítimo derecho aspiran..." al no alcanzar con sus votos el mínimo exigido por la ley.
En su gestión creó el Dispensario " Gota de leche", para la provisión gratuita de ese alimento a niños que lo necesitaran. En materia cultural se destacó el apoyo económico otorgado a la Biblioteca "Rivadavia" y las tareas de escuelas del distrito.
Con el triunfo radical en la Nación y de los conservadores en la provincia de Buenos Aires, ésta fue intervenida por el gobierno nacional, designándose interventor al Dr. J. Cantilo, como vimos en el capitulo anterior.
El 7 de julio de 1917, otra vez otro Comisario, Víctor Roberts, como había ocurrido en 1904 pero esta vez de signo radical, desplazó a Santamarina y se hizo cargo de la Municipalidad.
Se inició así un nuevo período de gobiernos comunales radicales, hasta la revolución de 1930 en que el Tte. Gral. José F. Uriburu desplazó de la presidencia al anciano H. Yrigoyen retornando así gobiernos de fuerzas conservadoras, hasta la revolución de 1943 y el advenimiento del peronismo.
Primero Agustín P..Justo- Julio A. Roca, desde 1931 hasta 1937, apoyados por conservadores, radicales antipersonalistas y socialistas y luego Roberto M. Ortiz-Ramón S. Castillo, fórmula apoyada por la que se llamó "concordancia", desde 1937 hasta 1942 en que renunció por enfermedad el Dr. Ortiz y luego el Dr. Castillo hasta la citada revolución de 1943, fueron los gobiernos elegidos en elecciones que no tuvieron la transparencia deseada y que por lo tanto fueron calificados de "fraudulentos", incluyendo a los de la Provincia, donde Manuel Fresco, instauró lo que se dio en llamar el "fraude patriótico" e impuso el recordado lema " "Dios , Patria, Hogar".
Volviendo hacia atrás, diremos que las fuerzas conservadoras se habían dividido hacia 1915, siendo inútiles esfuerzos por mantener una férrea unidad, lo que se repitió en 1922, cuando el caudillo de Avellaneda, el famoso Alberto Barceló, se enfrentó a los dirigentes R. Moreno, A. Santamarina y otros y fundó el Partido Provincial, escindiéndose del tronco conservador, escisión que duró hasta 1931, en que en la Convención del Partido Conservador de Buenos Aires, los disidentes se reincorporaron, produciéndose luego la Convención que en agosto de ese año fundaría el Partido Demócrata Nacional, con la presidencia de Robustiano Patrón Costas.
Sería en 1922, cuando en pleno gobierno radical, el caudillo Juan D. Buzón fundó " El Régimen", que duraría hasta 1925, para luego hacerse cargo de "Tribuna", en 1931, que había sido fundado en 1929 con la dirección de Juan Calvo.
Otro periódico conservador que merece destacarse es " La Verdad", de María Ignacia que había fundado en 1934 el caudillo de esa localidad, Felipe Burón, que transitaba caminos de permanentes rispideces con el ya citado Buzón.
Curiosamente, después del Intendente Nicasio Sánchez, desde agosto de 1927 en adelante, se designaron Comisionados al frente de la Comuna, casi todos de filiación conservadora, tales los casos de: Juan Zerillo, Ramón Santamarina (nieto) y Beltrán Benedit.
Producida la revolución del 6 de setiembre de 1930, el interventor de la provincia Dr. Meyer Pellegrini, designó Comisionado a Ramón Santamarina (nieto), quien poco después fue reemplazado por el "idóneo" en farmacia y periodista, verdadero caudillo conservador local Juan D. Buzón, que se desempeñó hasta la elección del nuevo Intendente Dr. Armando Alzueta, en 1932, y que estará apenas casi seis meses como tal, al renunciar por disidencias con la conducción partidaria.
La labor que realizó Buzón al frente de la Municipalidad fue realmente trascendente, en especial en lo referido a obras públicas. El mejoramiento integral del Parque Independencia; el Mercado Municipal; la reconversión del pavimento de numerosas calles; el Estadio Municipal y la autoría del proyecto que culminaría con la creación del Museo y Academia Municipal de Bellas Artes, la construcción del pabellón de niños del Hospital, marcaron algunas de las realizaciones de este hombre respetado e influyente.
Le sucedió en el cargo el médico Dr. William Leeson, quien asumió en agosto de 1932 y gobernará ininterrumpidamente hasta 1940.
El Dr. Leeson continuó la obra de sus predecesores, correspondiéndole impulsar la construcción del nuevo edificio para la Escuela Normal y apoyar decididamente la erección del Calvario así como también la construcción del edificio del Museo de Bellas Artes, cuya inauguración presidió el 8 de diciembre de 1938, obras imperecederas, en las que el pueblo de Tandil colaboró sin reticencias.
Después del Dr. Leeson, en 1941, el Presidente Ortiz intervino la Provincia por no compartir la metodología electoral acusada de fraudulenta y entonces a Leeson le sucedieron como Comisionados, el Dr. Juan C. Tuculet, Teodosio Azcoiti y Carlos Saraví, hasta que en 1942 retornó para permanecer hasta la revolución de 1943.
Las fuerzas conservadoras se vieron fragmentadas y muchos de sus partidarios se integraron en los orígenes del peronismo , no logrando conformar un partido de características nacionales, salvo esporádicos intentos encabezados por políticos liberales y algunos neo conservadores, que duraron poco tiempo, y que constituye un tema digno de ser estudiado en profundidad, en el panorama político del país.
En Tandil, los conservadores tuvieron representación concejalicia nuevamente en la etapa peronista con Mario Zarini, Matías Mauhourat, Aníbal Daglio y Ernesto R. Fernández Tasende y luego en el gobierno radical de José E. Lunghi, con José María Ortiz y Julio Carreira ( de Vela)-I..Piagentini debió renunciar por su parentesco con el Intendente, que lo inhabilitaba reglamentariamente. Posteriormente fueron concejales conservadores Héctor Fernández Pérez y Gerardo Rivas, que a su renuncia fue sucedido por Julio Carreira.
Ya más recientemente, Juan Manuel Schang llegó a presidir el H. C. Deliberante en la lista del Intendente Julio J. Zanatelli, como representante conservador.
Será para otro momento el caso de analizar precisamente la figura de Julio José Zanatelli y sus reiterados triunfos en las urnas en épocas cercanas, que lo llevaron a ser , hasta el momento, el Intendente que más tiempo gobernó Tandil, batiendo el "récord" de Leeson, Santamarina y Maritorena, encabezando distintas listas de diversos partidos políticos, con una clara tendencia de mentalidad y estilo liberal-conservador, procediendo de una formación militar y habiendo sido en Tandil quien tuvo a su cargo la Municipalidad luego de la revolución de 1976. Todo un desafío futuro a encarar...
Acerca de los períodos de gobierno conservadores y aún de su accionar en la oposición, existen visiones diversas, según la postura intelectual de los autores. Emilio J. Hardoy, conspicuo dirigente del conservadorismo dejó escrito -creo que sabiamente-:" Recojamos los argentinos, de aquella época, la herencia de aciertos y errores". "Se ha dicho con razón que, más que una doctrina, encarnan (los conservadores) una forma de vida".
Una mirada simplista casi reduccionista, nos habla del gobierno de las élites terratenientes, de la oligarquía, para el caso de los conservadores; del acceso al poder de la clase media con el radicalismo y de las clases populares con el peronismo, dejando a la izquierda- o las izquierdas-como el espacio donde mejor se mueven los intelectuales, olvidando tal vez el complejo entramado-cada vez más acentuado-de la conformación política argentina. Por supuesto todo está sometido a debate, aunque la realidad pase por carriles no siempre coincidentes con las construcciones ideológicas.
Así hoy la globalización de la economía "de mercado", que ahora se le reconoce a países como Rusia y hasta China, cuyos regímenes políticos hacían poco menos que impensable que ello ocurriera, es, de alguna manera, un producto del pensamiento liberal occidental en contextos sometidos a variables no siempre lineales. Las claves para encontrar los por qué son a veces enigmáticas...
En el orden local, aún autores como Hugo Nario y Néstor Dipaola, de ideologías prácticamente opuestas a las del conservadorismo, han reconocido que "Transcurrido el tiempo contingente y apaciguadas las pasiones de su momento, Tandil ha guardado buena memoria de algunos gobiernos conservadores, a los que generalmente se asocia con obras de interés público y embellecimiento general" (Nario en "Tandil. Historia abierta") y "... los conservadores ofrecieron hombres ilustres a la hora de gobernar en esa época, se comparta o no las ideologías". (Dipaola en "La ciudad de las sierras". 4a. edición).
El pragmatismo de que hicieron gala dejó por el camino, muchas veces, ciertos principios especialmente en el campo político, por eso el balance sobre esa etapa nacional prosigue abierto a nuevas interpretaciones, sobre todo teniendo en cuenta que el futuro exige un cambio de mentalidad y de "hacer política", donde confluyan los intereses nacionales, el bien común y la transparencia republicana, que a tantos años de episodios reprochables, aún no ha logrado concretarse. Las claves para encontrar los por qué-repetimos-son a veces enigmáticas...
En memoria de:
Martín Pérez Dufaur, José A. Galotto y Honorio C. Laxalt y como prenda de amistad a otro permanente promotor de iniciativas valiosas para Tandil, el Dr. José María Ortiz.
Daniel Eduardo Pérez
jueves, 17 de junio de 2010
ORIGEN DEL RADICALISMO EN TANDIL
En 1890 la presidencia de Juárez Celman tambaleaba y el Gobernador Julio Costa trataba de sobrevivir al embate, que además tuvo en los enfrentamientos armados cívico-militares, su saldo de sangre vertida, una vez más, por dirimir cuestiones intestinas.
Tandil no fue ajeno a esto, y gracias a un curioso y casi desconocido documento escrito por José R. Benavídez, podemos hoy afirmar que desde nuestra ciudad salió un batallón de Guardias Nacionales por él comandado, convocado por Jacinto Saldivar e integrado por alrededor de 120 hombres que, al igual que en otras partes de la provincia, "... se subleva con una parte del ejército y armada en contra del pésimo gobierno del. Dr. Juárez...".
Este dato, prácticamente sin mención en la historiografía local, nos permite-luego de leer el breve pero detallado folleto-pensar que también aquí soplaban vientos bélicos, que, aunque no tuvieron expresiones de confrontación armada, habiendo llegado a La Plata, daban claras muestras de una influencia directa y no de un aislamiento de la situación general.
En este capítulo en el que haremos referencia a episodios que dieron nacimiento al radicalismo en el país y naturalmente en Tandil, debemos recordar que como consecuencia de esa revolución se produjo la renuncia del Presidente Juárez Celman y el ascenso al cargo del vicepresidente Carlos Pellegrini, quien tuvo en el Gral. Roca su principal apoyo.
Llegado el momento de tener que elegir la fórmula que sucedería a Pellegrini, el partido Unión Cívica se dividió entre quienes deseaban un acuerdo entre su máximo jefe, Bartolomé Mitre y el Gral. Julio Roca y los que se rebelaban al acuerdo - los antiacuerdistas- intransigentes,"principistas", que se separaron y formaron la Unión Cívica, que pronto tomaría el nombre de Radical. Era el año 1891 y Leandro N. Alem sería la cabeza y el caudillo que aglutinaría voluntades a quien acompañarían figuras como su sobrino Hipólito Yrigoyen, Bernardo de Irigoyen, Aristóbulo del Valle, Marcelo T. de Alvear y otros.
Al decir de Peter Snow (en Fuerzas políticas en la Argentina), "...la clase media inmigrante formó la base del primer partido político no aristocrático, la Unión Cívica Radical...".Las elecciones presidenciales para suceder a Pellegrini dieron como vencedor a Luis Sáenz Peña quien gobernó desde 1892 hasta 1895, período en el que en la Provincia pasaron varios gobernadores desde Julio Costa (1890-1893), hasta Guillermo Udaondo (1894-1898).
La situación nacional no había mejorado y la revolución radical había estallado en esos días finales del frío e invernal julio de 1893 siendo nuestra provincia el baluarte-cuando no-del movimiento.
La denominada Junta Revolucionaria se había establecido en Temperley donde sus proclamas habían congregado alrededor de 8000 hombres, tomada oportunamente por otro posterior hombre fuerte del radicalismo: Marcelo T. de Alvear y luego por Hipólito Yrigoyen, quien desde su conocida estancia "El Trigo", dirigió personalmente las operaciones en el interior bonaerense, ocupando Las Flores y luego Azul, Sierra Chica y Olavarría.
En conocimiento y con pleno acuerdo de lo ocurrido, en Tandil los radicales formaron un batallón al mando de Ramón Ballesteros, quien había sido Comisario, ex-militar y director del periódico" El Centinela". Numerosos voluntarios enfervorizados, la mayoría jóvenes, se enrolaron en las filas del entusiasta batallón radical, dispuestos a derramar su sangre, si ello fuera necesario, en pos de lo que estimaban una "causa" digna, marchando hacia la capital para defender la revolución. Apellidos luego muy conocidos y con descendencia hasta nuestros días, fueron al frente de lucha, siendo algunos de ellos, Carné, Proverbio, Lotitto, Ríos Melo, Ibos (h) (de los artistas plásticos pioneros), Farcy, Dhers, Celestino Juldain (posiblemente familiar del maestro pionero), Nigoul y otros.
Los radicales de Tandil, al igual que los de otros 90 partidos de la Provincia, habían decidido tomar la Municipalidad, que en ese momento estaba a cargo de Donato Dufau, por licencia de Almada.
En Tandil con la Revolución de 1893, resuelta aquí, según veremos, con madurez y sin un herido por medio, se consolidó la idea de dar formación a la Unión Cívica Radical, que reconocía en el hacendado Raimundo Piñero a su alma mater, acompañado por los hermanos Juan B. y Daniel de la Canal, los hermanos de origen francés Juan M. y Mariano Dhers y Francisco Sampaul, entre los más conspicuos.
En la ocasión, se integró un Comité Revolucionario Radical presidido por Piñero, con el objeto concretar la toma de la Municipalidad, a cuyo frente estaba, como quedó dicho, el
Intendente Dufau. Ese domingo 30 de julio de 1893, el infortunado Dufau recibió la noticia del Jefe de Policía que debía reunir a los efectivos de Tandil y la zona, para partir en defensa del gobierno, con lo que el pueblo quedaba absolutamente desguarnecido, recomendándole formar "piquetes" (le suena amigo lector...) para mantener la seguridad.
Reuniones varias se sucedían, ya no sólo en el Hotel de los hermanos Dhers,- el célebre de la Piedra Movediza- sino en la estancia de Piñero, aumentando el número de concurrentes con el paso del tiempo. Ellos eran hombres de la "clase media"- como dice Snow- pero también otros de cierta fortuna y algunos provenientes de un mitrismo desencantado.
Ante esta inédita situación, Dufau, en un gesto de dignidad, manifestó que no estaba dispuesto a dejar el cargo por cuanto había sido electo por el pueblo y no lo iba a resignar por el capricho de un partido, aunque el radicalismo arguyera precisamente la invalidez de aquellos comicios y los anteriores, por considerarlos fraudulentos.
La postura de Dufau fue cuestionada por los dirigentes radicales, que alegaban lo expresado en el párrafo anterior, lo que tensionó al máximo la situación. La prudente y sabia intervención del Dr. José Santamarina y la buena voluntad y entendimiento de Dufau, determinaron la renuncia del Intendente interino, lo que ayudó a evitar la posibilidad del temido enfrentamiento armado de carácter político, desconocido en la corta historia del Tandil, pero que sin embargo en otras localidades se había producido con el lamentable saldo de muertos y heridos entre vecinos.
Donato Dufau, en un gesto que honra su civilidad, se retiró a su domicilio acompañado por la Comisión oportunamente citada, dejando en manos de ésta la solución del complejo tema.
De común acuerdo, radicales revolucionarios e integrantes de la Comisión de vecinos, con la anuencia del Cura Párroco Pbro. José F. García, se reunieron en la casa parroquial, eventual "terreno neutral", con el objeto de proceder a arreglar la entrega de la Municipalidad.
A la 1,30 del lunes 31 de julio de 1893 se labraba un acta verdaderamente histórica.
Alrededor de mediodía y ante la atenta mirada de numerosos curiosos que se iban multiplicando, frente a la Municipalidad, se procedió a romper los sellos que lacraban las puertas, para tomar en forma oficial posesión de la misma.
Inmediatamente la Junta Radical, presidida por Piñero y la llamada Conciliadora por Santamarina, conferenciaron acerca de los futuros pasos a seguir.
El resultado de dichas conversaciones fue el acuerdo para que el gobierno quedase transitoriamente en manos de una "Comisión Administradora", la que se constituiría con vecinos de alguna manera poco comprometidos partidariamente y que integraron Eulalio López de Osornio, Blas Barrientos (padre del recordado periodista), Pablo Peñalva, José M. Saraví, Alberto Speroni, Juan B. Echeverría, Jorge Dahl y Pedro Barbé.
Se daba así una curiosa dualidad en el manejo de los destinos comunales: el verdadero poder político lo ejercería la Junta Revolucionaria Radical, que había tomado el Concejo y los asuntos de trámite casi burocráticos, la flamante Comisión, que poco o nada podía hacer, como se desprende del acta firmada ese día y que figura transcripta en los libros del HCD.
Pese a ello, es rescatable el gesto de aquellos hombres que gestaron el radicalismo en nuestra ciudad, que al menos compartieron como "buenos vecinos" algunas de las tareas, las que podrían haber asumido con plenos y arbitrarios poderes.
El acuerdo designó al Dr. José Santamarina como Intendente y a José Capdepont como Presidente del Concejo Deliberante, recayendo la designación de concejales en Eulalio López de Osornio, Juan B. Echeverría, José M. Saraví, Pedro Barbé, Alberto Speroni y Florencio Méndez, como titulares y Pedro Peñalva, Jorge Dahl y Blas Barrientos como suplentes.
Defensor de menores fue designado Felipe de la Canal, continuando el veterano César Prada como Secretario, en tanto Francisco Bellini (director de El Eco del Tandil) lo era del Concejo.
La "democrática" elección respondía a las urgencias revolucionarias, sin participación alguna del vecindario que seguía los sucesos muy interesado, pero casi como mero espectador de esta puja entre las cabezas visibles de los factores de poder de entonces en la ciudad.
Finalmente con el acuerdo suscripto, se llevó serenidad a los caldeados ánimos.
Pasados aquellos momentos difíciles de enfrentamientos, en el orden nacional, en 1895 el país iniciaba un periodo de relativa tranquilidad, conducido por el sucesor de Sáenz Peña, el respetado salteño José Evaristo Uriburu, quien conformaba a los líderes oficialistas Mitre y Roca.
La oposición radical pasaba por un momento de cierta frustración y anarquía, en tanto la estrella de Alem se apagaba y crecía en cambio la de su combativo y entonces brioso sobrino Hipólito Yrigoyen, de gran carisma entre los bonaerenses.
Gobernaba la provincia Guillermo Udaondo desde el año anterior, producto del acuerdo de roquistas- más bien pellegrinistas-y mitristas.
En Tandil, convocadas las elecciones correspondientes para el domingo 14 de abril de 1895, la sesión del Concejo Deliberante del 5 de mayo, consagró como Intendente a Juan Bautista de la Canal, a quien, consecuentemente, se lo considera el primer Intendente radical. Debemos recordar que al Intendente entonces lo elegía el Concejo de entre sus miembros y duraba en su mandato sólo un año.
En esa misma sesión se designó presidente del Cuerpo a Eduardo B. R. Frers y vicepresidente a Florencio Méndez.
El Tandil que le tocó gobernar a de la Canal, contaba según el censo nacional de ese año, con 7.894 habitantes en la campaña y 7.008 en la planta urbana y venía de obtener el incremento poblacional relativo más elevado del último siglo, con un 35,8 % en el quinquenio 1890-1895.
Juan B. de la Canal, que fue reelegido para el cargo por un año más, el 2 de enero de 1896, ejerció sus funciones en forma intermitente, alternando con Frers y Méndez, dado que dedicaba parte de su tiempo a la atención de sus actividades agropecuarias, las que constituían- al igual que la de otros miembros de esta poderosa familia extendida en el sudeste bonaerense-la fuente de una importante fortuna.
En honor a la verdad debemos decir que la gestión de este primer Intendente radical no fue pródiga en hechos destacables para el progreso y desarrollo de Tandil, aunque coincidieron en sus períodos algunas medidas que, como la ley que declaró ciudad a Tandil el 22 de octubre de 1896, le dieron un status deseado.
En su administración se denominó Brig. Gral. Martín Rodríguez a la "plaza frente a las ferias", que era la que aún hoy llamamos popularmente " de las carretas" o "la del tanque", proponiéndose que se levantara allí un monumento al fundador y se colocaran los cañones del Fuerte, que allí permanecieron desde el gobierno de Santamarina hasta que bien entrado el siglo XX, fueron trasladados hasta el Parque, donde hoy se encuentran. También denominó Constitución a la actual plaza Moreno, la del viejo cementerio.
Fue en su gobierno en el que empresas privadas como Clark y Cia y Compañía Internacional de Electricidad, realizaron gestiones para instalar el alumbrado eléctrico, lo que finalmente no ocurrió y que se concretaría recién en 1901 con otra firma, resultando un importante progreso urbano.
En Tandil fueron en realidad hombres de extracción económica poderosa, los principales referentes que llevaron adelante el radicalismo. Los de la Canal constituían un verdadero " imperio" poseedor de miles de hectáreas de campo repartidas en el sudeste bonaerense, contándose alguno de ellos entre los fundadores de pueblos- como en el caso de Necochea- o donantes de tierras para el ferrocarril, como en nuestro partido lo hizo Victorio, dando nombre a la localidad rural que hoy lleva ese nombre,.en oposición a lo que dice Snow sólo aparentemente, por cuanto fueron seguidores en el futuro, hombres de la clase "media" los que formarían sus cuadros.
La elecciones municipales del 29 de noviembre de 1896 dieron nuevamente el triunfo al radicalismo, lo que llevó a que el Concejo eligiera a Eduardo B. R. Frers como nuevo Intendente y al relojero Higinio Plazas como presidente del cuerpo. La labor de Frers fue digna y mereció el elogio del vecindario. En su gobierno se sancionó la ordenanza de la actual nomenclatura y numeración de las calles, el reglamento de control del Matadero, el apoyo a la creación del Asilo de Huérfanas y el impulso a la instalación de nuevas industrias lácteas.
Al finalizar su mandato, las elecciones de fines de 1898 consagraron nuevamente la lista radical, con lo que el Concejo, en su primera sesión de 1899, eligió Intendente al caudillo radical de la época Raimundo Piñero, siendo presidente del cuerpo Federico Demarchi con quien alternó el Ejecutivo en razón de sus numerosos viajes.
Sería precisamente Demarchi quien-previas elecciones- sería electo Intendente en 1900, siendo reelecto en 1901, año en que en Tandil, como en todo el país se rindiera homenaje a Bartolomé Mitre al cumplir éste sus 80 años, realizándose aquí un gran homenaje por parte de la Comisión presidida por Martín Iparraguirre.
La administración de Demarchi se caracterizó por un honesto manejo de los bienes y finanzas municipales e iniciativas que, como la del alumbrado eléctrico, tuvieron principio satisfactorio.
Finalizado su período y luego de las elecciones respectivas retornó como Intendente el jefe radical Raimundo Pîñero, en 1902, siendo secundado por Julián Dufau- hermano de Donato, el Intendente que afrontó la revolución de 1893-como presidente del Concejo.
En la nueva gestión de Piñero, Tandil cobró renovadas energías y su floreciente comercio dio nacimiento al primer banco de origen local, en 1902: el Banco Comercial del Tandil, que durante décadas fue orgullo de la ciudad y que lamentablemente cayó pesadamente en años recientes.
De ese ejercicio dice Piñero en sus memorias: " Mi atención se ha dirigido con especialidad al arreglo de los caminos para facilitar la vialidad pública...". Fue en su gestión en la que finalmente la luz eléctrica se hizo realidad.
En 1903 Piñero fue reelecto., pero las desinteligencias políticas entre la provincia y el gobierno local, ejercido en 1904 por Demarchi, electo nuevamente, terminó con la intervención policial de la Comuna y la designación de Emilio Vivot por parte del gobernador Marcelino Ugarte.
Fue en ese año en que apareció el primer diario de Tandil, "La Democracia" dirigido por José A. Cabral, de militancia radical y también en el que- enfrentados políticamente-el director del panfletario periódico "El Murciélago", de extracción radical, A. Setzes, moría a manos de otro director de un periódico, Antonio G. del Valle, en un episodio emblemático de la historia de nuestro periodismo.
El creciente prestigio e influencia de Cabral, pronto se encontraría con la oposición de hombres como Demarchi, cuya personalidad distaba de ser sumisa. Comenzaba un período de divisiones internas que se prolongarían en el tiempo y que culminarían con escisiones del partido a nivel local, como consecuencia de los diferentes enfoques y las divisiones en el orden nacional, las que prácticamente han durado hasta nuestros días.
En ese mismo año-1904- el legendario Alfredo Palacios fue electo como el primer diputado socialista de América, se formaba el Partido Conservador en la provincia y el destacado político Lisandro de la Torre daba nacimiento a la Democracia Progresista. En Tandil comenzaba un período de gobiernos conservadores.
Casi una década y media después, se producía en la historia argentina un trascendente hecho: el 2 de abril de 1916 se realizaron las primeras elecciones nacionales poniendo en vigencia la Ley Sáenz Peña- voto universal y secreto-que consagró la fórmula radical que llevó a Hipólito Yrigoyen a la presidencia, superando a la fórmula conservadora.
En la provincia, en cambio, había triunfado el conservadorismo por lo que fue intervenida por Yrigoyen, designándose a José Cantilo como interventor, quien por su parte intervino la comuna de Tandil con el comisario de policía Víctor Roberts. Se repetía, inversamente, el episodio de 1904...
Luego de esta alternativa, la Intervención radical de la provincia designó Comisionado a José A. Cabral, quien estuvo unos pocos meses al frente de la Comuna. Fue éste el primer cargo público que alcanzó este político, que luego se prolongó en una larga y fecunda trayectoria y que además fue periodista y hombre de la cultura de Tandil.
El 5 de mayo de 1918 se constituyó el nuevo Concejo Deliberante- que como novedad contaba entre los concejales electos a los primeros socialistas, Anacleto Farías y Carlos Dhers,- este último de origen radical- que designó a Esteban Maritorena como nuevo Intendente, quien tuvo como secretario a Luis Lunghi y ejerció el cargo durante cuatro años.
La citada vocación periodística de Cabral, lo llevó a fundar otro diario, en 1919, el que con el nombre de "Nueva Era" perdura hasta los días que corren, llevando en sus páginas la voz del radicalismo como expresión política y manteniendo duras polémicas con otros colegas, incluido "La Revista" periódico católico fundado y dirigido por el Pbro. Julio Chienno. Años antes - en 1908- había fundado la Biblioteca "Bernardino Rivadavia" que llegó hasta nuestros días como un bastión de la cultura.
En el orden municipal, le correspondió a Maritorena llevar adelante los trabajos finales del hermoso Palacio Municipal, que había sido comenzado en la etapa conservadora, de tal suerte que en 1920 era una realidad, aunque las arcas municipales estaban exhaustas y hubo que recurrir a una colecta pública para dotarlo del mobiliario necesario.
Fueron los años en que se aproximaba el centenario de Tandil por lo que convocó a una Comisión popular de festejos que, entre otras cosas, nos dejó el Parque Independencia con el monumento al fundador, la portada donada por la colectividad italiana y el castillo morisco donado por la española.
Maritorena fue un pionero en el estímulo del turismo hacia nuestra ciudad, así como apoyó la labor del maestro Vicente Seritti y los Salones de arte de aficionados, que habían comenzado como estímulo a las artes plásticas.
Cumplido su mandato, nuevamente el radicalismo obtuvo las preferencias del vecindario y decidió la sucesión al frente de la Comuna, en favor de Alfredo Martínez, quien había ejercido la presidencia del Concejo.
Fue en su administración en la que se concretaron los actos del Centenario, siguiendo la obra de Maritorena, y quien dotó de luz hasta la cima al Parque, así como de la escalera de piedra de acceso y quien autorizó definitivamente a la Comisión Oficial a contratar al gran escultor Arturo Dresco, para erigir el hermoso monumento a Martín Rodríguez que hoy contemplamos en la cima del Parque.
Sucedió a la administración de Martínez, Miguel Antonena que ejerció el máximo cargo de la Municipalidad entre 1924 y 1925.
Una vez más el radicalismo veía agitarse las aguas ante las posturas internas encontradas de Cabral y Antonena, que habiendo sido Inspector General de la Municipalidad había ganado adeptos asumiendo la Intendencia en medio de la nueva división que conmovió el ambiente político lugareño.
Eran los años del gobierno radical en la Nación y en la provincia, bajo las presidencias de Yrigoyen (1916-1922), Marcelo T. de Alvear (1922-1928) y nuevamente de Yrigoyen hasta su derrocamiento en la revolución del 5 de setiembre de 1930.
En el orden local, Nicasio Sánchez ganaba las elecciones que lo consagraron como Intendente entre 1926 y 1927, prosiguiendo la labor de los que le precedieron, sin que merezca destacarse en particular alguna obra o acontecimiento especial.
Los sucesos nacionales y provinciales determinaron que entre 1928 y 1930- año de la citada revolución que derrocó a Yrigoyen-el gobierno comunal fuera ejercido por comisionados, designados por los gobernadores Valentín Vergara (1926-1930) y Nereo Crovetto (1930), destacándose entre ellos a Juan C Zerillo y Beltrán Benedit.
Casi una década duró pues la segunda etapa de gobiernos radicales en Tandil, casi coincidente con su nacimiento, en los que contó con un importante apoyo electoral por parte de la población.
Habría que esperar casi treinta años para que otra expresión de origen radical, la UCRI -escisión encabezada por el Dr. Arturo Frondizi-con Juan Roser retomara el gobierno local y luego José Emilio Lunghi, comerciante y mutualista -padre del actual Intendente- desde l963 a l966, para luego recién en 1983, con el retorno de la democracia ,volver a ganar las elecciones municipales con Américo Reynoso como Intendente y donde ya la consagrada figura política del Dr. Juan Carlos Pugliese asumía por varios años la conducción de la Cámara de Diputados de la Nación, constituyéndose, con su dilatada y brillante trayectoria política, en uno de los dirigentes tandilenses que alcanzó los más altos cargos , responsabilidades y reconocimientos en el orden nacional.
La brevedad que nos impone el espacio, sólo nos permite brindarle, estimado lector, esta crónica muy apretada de los comienzos del accionar del radicalismo en nuestra ciudad, la fuerza que se alternó con conservadores y peronistas en la conducción de los destinos de nuestro Tandil.
Daniel Eduardo Pérez