sábado, 3 de noviembre de 2012

INMIGRACIÓN EN EL TANDIL




LA INMIGRACIÓN EN EL TANDIL
SÍNTESIS HISTÓRICA

La llegada de extranjeros al Tandil fue casi simultánea con la  de las fuerzas del Brig. Gral. Martín Rodríguez y la posterior erección del Fuerte Independencia, el 4 de abril de 1823, como lo denotan los primeros intentos estadísticos censales realizados aquí en 1836 y 1838. En el padrón levantado el 12 de marzo de 1838, que dio un total de 582 pobladores, 324 correspondían al pueblo, de los cuales 228 eran tropa y 96 civiles.
Además de los españoles e ingleses registrados, en ese momento las dos nacionalidades extranjeras predominantes, se verificaba la presencia de portugueses, dos norteamericanos, un alemán, un austriaco, un dinamarqués y un escocés.
Resulta curioso que tan tempranamente hubiera nacionalidades no tan comunes. Posteriormente, en 1854, fecha del primer Registro Estadístico provincial, habitaban en Tandil, 179 extranjeros sobre un total de 2899 habitantes, es decir que ya un interesante 6,2 %, estaba por estos pagos.
De ese total de extranjeros, casi la mitad eran españoles, con un 47,5 %, en tanto los franceses se ubicaban segundos con un 19,6 %, los ingleses aportaban el 13,4 % y los portugueses el 6,8 %.
La mayoría amplia de los extranjeros de esa época que señalamos, eran hombres, ya que sólo el 10 % estaba constituido por mujeres. Este fenómeno se fue revirtiendo lentamente.
Quince años después, es decir para el primer Censo Nacional, en 1869, ya el número de extranjeros alcanzaba a 767, lo que significaba un 15,7 % de la población total, lo que señala que prácticamente era más del doble del porcentaje de 1854.
Por entonces los españoles mantenían la mayoría relativa con el 31,8 %, en tanto los franceses crecían al 27,3 % y los italianos irrumpían con un crecimiento importante, alcanzando el 13,1 %, notándose también un interesante aporte uruguayo con el 6,4 %.
Continuando con el crecimiento apuntado de la inmigración, el censo de 1881, reveló que los extranjeros alcanzaban el 27,1 %, con un total de 2973 personas.
Los españoles, italianos y franceses, en ese orden, constituían las colectividades más numerosas, apareciendo por vez primera un crecimiento significativo de suizos y dinamarqueses.
La tendencia continuaba marcando un ascenso del número de inmigrantes, así en el censo de 1895, Tandil tenía 14892 habitantes, siendo los extranjeros el 33,5% del total, desagregados en italianos, españoles y franceses y luego otras nacionalidades en el orden indicado.
Ya por esa época el índice de masculinidad había descendido y las mujeres alcanzaban el 30 % de los inmigrantes.
Cabe señalar que en ese censo, otras colectividades que tenían escasos representantes crecieron, pudiéndose señalar las nacionalidades belga, montenegrina, sirio-libanesa y griega con aportes cualitativos específicos.
Finalmente en el período al que nos dedicamos en este capítulo, el censo de 1914 dio para Tandil 34061 habitantes, alcanzando el número de extranjeros la cifra más elevada hasta los días que corren (en porcentajes), dado que el 37,4 % de la población total había nacido en otros países.
Españoles e italianos acaparaban con más del 70 % las nacionalidades, lo que muestra el fuerte predominio sobre el resto, que había ido decreciendo paulatinamente..

LA PARTICIPACIÓN DEL INMIGRANTE
En el poder político.
Poco antes de ser sancionada la primera Ley de Municipalidades en 1854, y ante la solicitud del gobierno central de designar una Comisión Municipal para trabajar en apoyo de los Jueces de Paz, en la que debía haber por lo menos dos extranjeros, el Juez de Paz del Tandil propuso, entre otros a dos españoles y dos norteamericanos, tres de ellos comerciantes y el otro carpintero, aunque finalmente la Comisión aprobada sería integrada por tres argentinos, un español y un vasco francés.
Sancionada la Ley y obligado el Juez de Paz a llamar a elecciones para elegir la primera Comisión Municipal, según la nueva legislación, pese a las invasiones indígenas de Yanquetruz que se producían por esos tiempos en el Tandil, "eligió" una comisión con dos argentinos, dos españoles y dos norteamericanos, la que fue rechazada quedando la definitiva con sólo un español, aunque todo esto era poco relevante dado que en la práctica Tandil estaba  casi despoblado por las ya citadas invasiones de 1855.
A partir de allí los inmigrantes comenzaron a tener una influyente acción en el poder político local. Ejemplo de ello fueron los daneses Juan Fugl y Manuel Eigler, el gallego Ramón Santamarina  y los franceses Dhers que tuvieron intervención permanente en la decisiones municipales, llegando a formar cuerpos de defensa tipo para- militar, como en el caso posterior a los sangrientos episodios de Tata Dios en 1872.
A la permanente influencia de estos inmigrantes en las decisiones gubernamentales locales, se agregará a posteriori- con la revolución radical de 1893-la intensa participación partidaria. Los ya citados Dhers se cuentan así entre los fundadores del radicalismo en Tandil y el Comité conciliador de 1893, estaría precisamente integrado por representantes de las colectividades italiana, española, danesa y francesa.

En las actividades económicas.
En la agricultura, el danés Juan Fugl fue el precursor con la siembra sistemática del trigo, situación que se repitió con esta colectividad de la que Fugl fue pionero, en casi todo el sudeste de la provincia, como bien lo señala María Bjerg en su reciente magnífico trabajo publicado sobre los daneses.
Precursores además de la forestación, a partir de la década del '70, la agricultura que había sido tan resistida por los ganaderos- como en sus Memorias Fugl consigna- había ganado la batalla.
Con la cosecha de sus primeras fanegas, también  comenzó con la industrialización del grano y su transformación en harina, instalando el primer molino harinero, cuyos restos fueron lamentablemente demolidos por ignorancia y negligencia. El ejemplo de Fugl cundió y luego otros, especialmente franceses como Claude Brunand, siguieron el camino, que abastecería de pan totalmente hecho con trigo, harina y mano de obra local.
La industria láctea tuvo por su parte en los italianos y franceses, los pioneros seguidos luego por ingleses. Así se menciona al italiano F. Pancelli, fabricando quesos en 1854; el mismo francés Emilio Delpech en sus memorias nos dice que en 1895, luego de adquirir su primer campo en Tandil,  se convierte en el primer tambero. Ya en 1904, el inglés Reynolds, se instaló con una fábrica de quesos originando una industria que daría a Tandil la especial fama que tiene en este rubro.
Por su parte fueron italianos los primeros en iniciar, en la década del '70 la explotación de la piedra, intensificada en el '80, con la apertura de las canteras de granito que tanta trascendencia tendrían para Tandil económico de fines del siglo XIX y principio del XX. Los nombres de Penacchi, Cima, Maderni, son sólo algunos de los que trajeron oficio y a los que se agregaron luego otros muchos hombres que constituyeron los casi míticos "pueblos" de picapedreros junto a montenegrinos y otros.
Los italianos fueron pioneros de la  metalurgia, completando el cuadro de las tres grandes industrias que hasta hace algunas décadas fueron las que construyeron la base de la economía local. Los hermanos Bariffi, ocupan con justicia  un lugar destacado en este sentido.
En el comercio,  españoles y vascos fueron de los primeros pulperos junto a criollos que se acercaron al Fuerte. Más tarde las fondas de españoles y vascos, el primer hotel de Tandil, denominado " de la Piedra Movediza", de los franceses Dhers y comercios de telas y otras especialidades se multiplicaron, destacándose además, las panaderías y confiterías, la mayoría de dueños franceses, al menos las más importantes.

En las actividades socio culturales
Desplegaron una intensa actividad, siendo en muchos casos los que tomaron iniciativas perdurables,  trasladando de sus prácticas y costumbres así como sus finas artes, artesanías o  profesiones, a estos lares.
Dos sacerdotes italianos, de la orden franciscana, fray Luigi  M. Mancini y Domenico Scavini, fueron los primeros curas párrocos católicos de Tandil, siendo asimismo el templo más antiguo existente en la actualidad-levantado en 1877-el de la Iglesia Luterana danesa.
Correspondió también a los italianos ser los introductores de la práctica médica científica, con el doctor  Fuschini   y de la botica moderna con Flaminio Maderni.
El origen del mutualismo en nuestra ciudad, correspondió a las colectividades extranjeras dado que crearon la primera, que con el nombre de Sociedad Filantrópica de Caridad se fundó en 1872,  reuniendo en su seno a hombres de diversas nacionalidades, creándose más tarde las que agruparon a las nacionalidades por separado, siendo las dos primeras de Sociedad Española (1873) y la Sociedad Italiana (1877), que llegaron hasta hoy, desapareciendo en cambio la Sadi Carnot de los franceses y la sirio-libanesa. Resulta imposible dejar de citar el legado de estas sociedades con los teatros: Italiano (ex cine Super), desaparecido y el Cervantes (español) hoy en etapa de restauración como  patrimonio de los tandilenses.
Extranjeros fueron también los precursores de las artes en Tandil. Desde  Christian Mackeprang (danés) músico y pintor, hasta Francisco Gómez, Mariano Montesinos. Gabriel Roqueta y Gabriel Valor (españoles), hasta Vicente Seritti- italiano llegado a la ciudad en 1912, que sistematizó la enseñanza de las artes plásticas- la presencia de inmigrantes fue trascendente y numerosa, como también en el caso de la fotografía donde las figuras de Pietro Momini y C. Pierroni, llenaron una página de historia y de la música donde Cayetano Durazzo hizo lo propio.
La actividad en el incipiente periodismo también fue destacada a partir del primer periódico surgido en Tandil- manuscrito- en 1854 (" El Pueblo"), en el que colaboró con la dirección el español Pedro Rodríguez. Por su parte el diario más antiguo de la provincia, El Eco de Tandil, fue fundado por un español: Juan Jaca y un uruguayo: Leopoldo Carpy.
Las colectividades tuvieron sus propios medios de difusión, alcanzando algunos de ellos larga vida y prominente proyección, tal el caso de Tandils Tidende que sobrevivió veinticuatro años bajo la perseverante labor de ese ilustrado  dinamarqués  que fue Blas Grothe. Otros medios gráficos que se ocuparon de las actividades de sus comunidades, tuvieron efímera vida.
En la educación la intensa actividad desplegada por el incansable Juan Fugl para lograr la instalación de la primera escuela pública, fue decisiva correspondiéndole ser el primer preceptor- aunque por breve  lapso-al carpintero norteamericano José Arnold.
Otras colectividades tuvieron a fines del siglo XIX y principios del XX sus propias escuelas privadas, destacándose la que dirigía el francés Henri Lamy y  las de los italianos Bruni, De Vecchi, Clari y Panizza, acotando aquí que los primeros directores de los Colegios Sagrada Familia (1896) y San José (1908), también fueron extranjeros.
Como conclusión, podemos señalar que la intervención e influencia de los inmigrantes en la vida comunitaria de Tandil se produjo, como quedó sucintamente expuesto, de una manera evidente y palpable, producto de conductas que jugaron entre la armonía y el conflicto, como una bisagra, donde nunca más la historia iba a ser la misma.

Daniel Eduardo Pérez

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