IDEÓLOGOS Y PRECURSORES DE LA FUNDACIÓN DE TANDIL
El Tandil estuvo poblado desde muy antiguo –como quedó expresado-por indígenas provenientes del norte patagónico, de tal suerte que puede hablarse de alrededor de 10.000 años que estas tierras conocen la pisada del hombre, que en lugares cercanos dejó huellas muy importantes, hoy yacimientos arqueológicos decisivos para conocer nuestra prehistoria.
La muy posterior llegada del hombre blanco trajo consigo, además del enfrentamiento de culturas diferentes, elementos que, como el caballo y el vacuno multiplicados en pocos años en forma extraordinaria, constituyeron nuevos motivos de codicias y consecuentemente de choques.
Ya por el siglo XVII, esta zona era recorrida por ganado salvaje abundante y tras el cual blancos e indígenas estaban permanentemente de cacería. Así se dieron las llamadas "vaquerías", que lisa y llanamente era la caza y arreo de vacunos. Precisamente a raíz de una de estas vaquerías, es que llegó hasta nosotros una de las primeras menciones del vocablo Tandil, cuando en 1707 una partida de blancos proveniente del sur cordobés que se dirigía a "los corrales de Ferreyra" en el Tandil, fue atacada y exterminada por los indios, dando motivo a un sumario que recoge la palabra que hoy nos da identidad. También en ese año, coincidentemente, un informe del viajero Silvestre Antonio de Roxas al Rey, daba cuenta de su pasaje por estas tierras, que él también conoció con ese nombre.
El asentamiento estable a que dio lugar la fundación, no fue producto ni de una decisión mágica, espontánea o caprichosa de Martín Rodríguez. Desde la época colonial hubo, además de reconocimientos militares y comerciales, informes que aconsejaron levantar un fuerte en las sierras del Tandil.
Indudablemente corresponde - a nuestro modesto criterio- al gobernador primero y Virrey después, Juan José Vértiz ser de los primeros que avizoraron la importancia de erigir en esta zona una fortaleza que frenara los ímpetus indígenas y propiciara con ello la tranquilidad de "la frontera" para permitir que las estancias y sus hacendados pudieran hacer sus pingües negocios.
Ya los padres jesuitas, entre ellos el destacado Tomás Falkner, habían hablado maravillas de estas zonas ricas en tierras feraces y bellas y el recordado padre Lozano había reforzado esta visión, recomendando poner atención en el lugar que ofrecía. Visión de futuro que le dicen...
Todo esto y las futuras y numerosas expediciones que se sucedieron fueron en el siglo XVIII, en pleno período colonial, cuando la gobernación de Buenos Aires y luego el Virreinato eran apenas una parte real del actual territorio argentino.
Desde Manuel de Pinazo y Juan Antonio Hernández, enviados por Vértiz en 1770, a Pedro Pablo Pabón, Ramón Eguía y Pedro Ruiz, en 1772; Pablo Zizur en 1783 y otros menos conocidos delegados por los virreyes, hasta Félix de Azara, distintas expediciones recorrieron la zona, relevándola y dando en general opiniones favorables al establecimiento de fuertes en estas serranías y en las del "Vulcán", actual Balcarce.
Después de 1810, debemos señalar al coronel español acriollado Pedro Andrés García, como el precursor indudable de la fundación, puesto que encargado por la Primera Junta de Gobierno Patrio de recorrer tierras en manos de los indios, elevó después de variados y detallados reconocimientos, numerosos informes que finalizaron con el del 3 de febrero de 1823, en el que puntualmente y en forma concreta estimaba que en el Tandil debía asentarse una población estable con la previa fundación de lo que ello requiriese.
Para esa época ya era Gobernador de la Provincia el Brig. Gral. Martín Rodríguez, quien en 1820, luego de un ataque a la población de Salto, decidió por error de apreciación, dar un escarmiento a la indiada, a la que él culpaba del ataque, y que según lo que le habían informado sus allegados provenía de esta zona, cosa que no había sido así por cuanto aquellos que atacaron Salto fueron indios manejados por el chileno Carrera, quien no andaba por aquí precisamente.
A raíz de ello organizó lo que se dio en llamar la primera expedición al sur del río Salado, con los objetivos ya citados, concretándose la misma sin frutos algunos, salvo el mejor reconocimiento personal del gobernador, a la postre fundador de nuestro pueblo.
No conforme con ello y teniendo en cuenta que los ataques a las estancias próximas a Buenos Aires se sucedían. se reunió con sus principales asesores militares y políticos ( que entonces eran los mismos...), entre los que se contaban los prestigiosos generales José Rondeau y Francisco Fernández de la Cruz, el parisino Ambrosio Cramer y el polaco Juan Bulewski, estos últimos veteranos napoleónicos, hacia fines de 1822, para decidir que hacían de allí en más con la idea que estaba gestándose de integrar un poderoso ejército para fundar por lo menos dos fuertes y escarmentar a la indiada de estos lares, ya por entonces totalmente araucanizada.
No sabemos bien si el ya citado último informe del coronel Pedro Andrés García, de febrero de 1823, llegó a manos de este grupo que encabezaba el Gobernador, pero lo concreto es que ese año, y luego de analizar pormenorizadamente el plan, se puso en marcha antes de la llegada del otoño, la expedición que contaba con alrededor de 2500 hombres y toda la logística necesaria para levantar dos fuertes bien pertrechados, uno de ellos en el Tandil y el otro en las serranías del Vulcán.
Pocos han reparado en la dimensión extraordinaria de este ejército, si lo comparamos, por ejemplo, con el que comandó gloriosamente el Libertador José de San Martín en la campaña de los Andes. No es el momento ni el sentido de la página- ni tendríamos espacio- pero está pendiente algún trabajo al respecto.
El 9 de marzo de 1823, las tropas cruzaban el siempre problemático río Salado, con todos los inconvenientes que ello representó y tras dos semanas de marcha, el 24 de ese mes, ya con los primeros fríos otoñales, acampaban en las proximidades del arroyo Chapaleofú. La fundación se aproximaba...
Reunida la plana mayor, se decidió que una comisión integrada por Ambrosio Cramer, José María de los Reyes (joven e inteligente ingeniero militar, secretario del Gobernador), Juan José Salses y ayudantes, relevaran las inmediaciones para traer las conclusiones finales para la toma de la decisión última.
El trabajo de esta comisión fue terminante: el lugar adecuado para levantar un fuerte era el situado en las proximidades de los faldeos serranos, entre dos arroyos que proveerían agua fresca y que corrían desde las sierras hacia la llanura. El lugar fue aprobado y los planos con leves modificaciones también, por lo que restaba poner en marcha el final de este proceso : a las 6 de la mañana del 4 de abril y al sonar de clarines y tambores de la precaria banda de Cazadores y de las pequeñas campanas de la futura capilla castrense, acompañadas por salvas de artillería, se daba comienzo a los trabajos para levantar lo que sería la fortaleza de la Independencia, cuyas murallas de piedra del lugar, la constituirían en una de las pocas similares en el territorio nacional. Doscientos sesenta hombres al mando del sargento uruguayo Juan Santiago Warcalde estaban dando a luz a Tandil...
FUSILAMIENTOS POST FUNDACIONALES
A los seis días del histórico acontecimiento, una docena de los milicianos que integraban la tropa como "voluntarios", sufridos y a veces maltratados, habían huido del campamento buscando lo que ellos creerían como mejores horizontes.
Inmediatamente el Gral. Rondeau dispuso una partida para proceder a su búsqueda, siendo apresados días después ocho de ellos, los que fueron trasladados el 14 de abril, hasta el campamento en las proximidades de donde se estaba levantando el Fuerte.
Al día siguiente y en virtud del bando oportunamente emitido por el Gobernador al partir desde el Salado, los ocho integrantes de la expedición fueron fusilados por desertores. Serían las primeras víctimas fundacionales.
LOS PRIMEROS MARTIRES
A fines de abril, Martín Rodríguez decidió emprender el camino hacia Sierra de la Ventana con el objeto de explorar la zona y verificar la posibilidad de levantar alguna fortificación. Ya los fríos y primeras heladas afectaban a hombres y animales.
La indiada había seguido de cerca los movimientos de la tropa por la zona y más allá de algún amague y reconocimiento, nada había pasado. Sin embargo el 5 de mayo una partida de indios parlamentarios, con sus respectivos lenguaraces, se aproximó a la expedición y pactó la entrega de rehenes mutuamente, para asegurar que nada pasaría hasta acordar entre ambas partes.
Pasaron tres días en la zona del actual partido de Benito Juárez, cuando ante la ausencia de los parlamentarios que no regresaron y también de los rehenes, se ordenó una operación de rastrillaje de la zona.
La cruel verdad apareció a la vista, los cuerpos lanceados de los voluntarios que confiados habían sido entregados como rehenes, yacían en las cercanías de una laguna la que a partir de aquel sangriento hecho, se llamó "La Perfidia".
Allí quedaron para siempre los jefes Mariano Miller y Juan Bulewski, los capitanes Bot y Ferrer, el porta Alvendin y el teniente Montes, dos cornetas y un lenguaraz.
Las huestes de Lincon y Pichiloncoy habían faltado a la palabra y los primeros mártires de la fundación fueron sus víctimas.
EL COMANDANTE ADOLESCENTE
A comienzos de 1824, el Brig. Gral. Martín Rodríguez encabezó la denominada Tercera Expedición al Sur del Salado, cuyo objeto era explorar y fundar un fuerte en la zona de Bahía Blanca. En su paso hacia el destino prefijado, llegó al Fuerte de la Independencia que él mismo había fundado el año anterior, encontrando aquí a su frente al Mayor Mariano García, primer oficial que comandaba el Fuerte luego de su fundación.
García se incorporó a la expedición hacia el sur y por expresa voluntad manifiesta del Gobernador y documentada, quedó como Comandante - aunque transitorio- " el Ayudante del Nº 1 de Milicias de Campaña D. Mariano Echenagucía". Hasta aquí nada llamativo, salvo que Echenagucía tenía ¡sólo 16 años! , constituyéndose en el más joven de los comandantes que tuvo la fortaleza tandilense en toda su historia.
La fracasada misión de la expedición de Martín Rodríguez, obligó al repliegue en circunstancias muy difíciles y dolorosas, tanto por el frío como por lo inútil del esfuerzo. De esa manera, el 20 de mayo de 1824, los expedicionarios estaban de regreso en el Fuerte Independencia, dejando su cargo de gran responsabilidad el joven Echenagucía en manos del Sargento Mayor Bruno Vázquez quien pasó a ser así el tercer comandante en el Tandil.
Aquel valiente siguió su carrera militar hasta alcanzar el grado de Coronel, interviniendo en diversas misiones-incluidas Caseros y Pavón- falleciendo en Buenos Aires, su ciudad natal, a los 62 años.
EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA TANDIL
El misterio acerca del significado del topónimo Tandil continúa en nuestros días. El autor de estas páginas publicó oportunamente un estudio donde se rastrearon alrededor de treinta acepciones, provenientes de diversos autores, llegando a la conclusión que Tandil es una palabra de original pronunciación mapuche, deformada por el uso castellano y que- como quedó dicho- es conocida desde muy antiguo.
Según las investigaciones realizadas hasta hoy, sólo puede afirmarse que tiene relación directa con las formaciones rocosas típicas de nuestra serranía.
En su momento rescatamos cuatro posibilidades: a) peñascos o rocas caídas, derrumbadas; b) peñasco al caer (por la Piedra Movediza); c) lugar de rocas para la reunión (corrales protectores o para rituales) y d) peñasco o roca donde pastorea el ganado.
La romántica expresión " Piedra que late", obviamente también referida a la célebre Piedra Movediza, podría también tener algún asidero lingüístico, aunque menor.
POR QUÉ SE FUNDÓ TANDIL
Luego de los antecedentes ofrecidos y conocidas las circunstancias que rodearon el contexto de la fundación, cabe preguntarse por qué se fundó finalmente Tandil.
Creemos que surge claramente que en primer término hubo una decisión política, impulsada por el Gobernador Martín Rodríguez, a instancias de razones económicas, tal como lo deja entrever en sus palabras, concretada con ingredientes de carácter militar y con la íntima convicción que la o las fundaciones beneficiarían su ansiada reelección, frustrada a manos del Gral. Las Heras.
De todas maneras queda largamente fundamentado el objetivo de levantar en estas tierras un fuerte desde la época colonial. Atribuimos pues a la mencionada decisión política la fundación que nos permite hoy disfrutar de este valle encantado.
Daniel Eduardo Pérez
lunes, 4 de abril de 2011
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Este es un libro o que
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