lunes, 26 de diciembre de 2011

JACINTO SALDÍVAR, DE GUARDIA DE SARMIENTO A INTENDENTE


DE GUARDIA DE SARMIENTO A INTENDENTE

JACINTO SALDÍVAR EL SUCESOR DE DUFFAU

El primer Intendente de Tandil, don Pedro Duffau, dejó su cargo luego de tres períodos consecutivos de un año. El Expedicionario del Desierto había terminado el histórico mandato del pueblo de aquel Tandil y dejaba el gobierno con el sentimiento del deber cumplido.

La nueva elección, para el período 1889-90, recayó en el hasta entonces presidente del HCD don Jacinto Saldívar, colaborador fiel de Duffau, cuya vida es prácticamente desconocida entre nosotros, salvo los datos que oportunamente aportamos en la década del ’80 y que hoy ampliados con nuevos datos obtenidos gracias a Clementina Martínez (emparentada con sus descendientes), los incorporamos a este libro.

Tanto los datos de su vida, como los documentos obrantes en el AHM, nos dan cuenta de la dura vida de este patriota que hoy rescatamos para conocimiento de las nuevas generaciones, herederos de aquellos forjadores del Tandil actual.

Jacinto Saldívar nació en la provincia de San Juan el 11 de setiembre de 1845 del matrimonio de Jacinto Saldívar y María Barbosa, quienes fueron además sus primeros maestros en la escritura y lectura.

La vida militar pronto lo cautivó y con veintidós años ingresó al Batallón San Juan, siendo su jefe el Comandante Lisandro Sánchez.

A fines de 1869 solicitó la baja, atraído por nuevos horizontes, la que le fue concedida por el gobernador Manuel José Zabala. Casi simultáneamente al Teniente Carlos Godoy (luego teniente general de la Nación y glorioso militar), le fue confiada la misión de formar y conducir un grupo que integraría la escolta presidencial del entonces primer mandatario, el ilustre comprovinciano de Saldívar, Domingo Faustino Sarmiento, lo que entusiasmó de nuevo a nuestro Jacinto que se alistó en el cuerpo.

Pasó luego a revistar en el Regimiento Nº 11 de Caballería Gral. Lavalle,

marchando a Buenos Aires, en diciembre de 1869, para formar en la parada militar del 1 de enero de 1870, con la que el Presidente de la República despidió a los batallones de Guardias Nacionales del interior del país que regresaban de la Guerra con el Paraguay.

En marzo de ese año ya revistaba con el grado de Alférez del regimiento citado, el que se encontraba destacado, desde febrero, en el Fuerte Gral. Belgrano (Pillahuincó Grande, hoy partido de Cnel. Pringles) correspondiente a la Frontera Costa Sud.

Era la época en que el Emperador de las Pampas, Calfucurá, reinaba con sus huestes en la llanura pampeana, maloqueando y arreando hacienda para sus toldos.

Así fue que el 14 de junio de 1870 se abalanzó sobre Tres Arroyos saliendo el coronel Julio Campos con sus soldados a repeler la agresión y tratar de recuperar parte del botín, hacia el Fortín Libertad hacia donde se dirigió Calfucurá. En el encuentro, del que participó valientemente Saldívar, pese a contar con una caballada disminuida por las marchas y su estado, Campos y sus hombres lograron rescatar alrededor de 8000 cabezas.

Según su propio relato, que obra en su foja de servicios: “En la invasión mencionada del año 70, los indios malones nos mataron la guarnición del Fortín García y del Fortín Manantiales, salvándose únicamente un teniente Rivero que lo cautivaron los indios”.

Mientras duraron sus servicios en el Fuerte General Belgrano, estuvo de guarnición al frente de 25 Guardias Nacionales “armados con carabinas de pistón” en el Fortín Pillahuincó Chico, levantado en la inmensa soledad de la imponente pampa

Allí permaneció nuestro hombre el resto de 1870 y todo 1871, hasta que en marzo de ese año, junto al regimiento al que pertenecía, avanzó poblando el Sauce Corto, en el Fuerte General San Martín (hoy Coronel Suárez), donde permaneció hasta comienzos de 1874.

En este punto, a Saldívar le correspondió actuar contra los diversos malones que se abatieron en la frontera Sud, Costa Sud y Bahía Blanca, ocupando las márgenes del Sauce Chico, lo que permitió asegurar la zona bahiense.

De este episodio Saldívar comentaba:” Salió el Regimiento, cruzamos la sierra

y tomamos la costa del Sauce Chico abajo. Como a la una de la tarde los chasques de los indios de Pichigüinca nos trajeron el parte de que los indios malones cruzaban el Sauce Chico con un gran arreo con rumbo al norte, los alcanzamos quitándoles la hacienda que llevaban y tomándoles algunos prisioneros. En la nota de felicitación del Gral. Rivas al jefe de la frontera por este hecho, recuerdo que le decía que nosotros habíamos salvado el honor de las armas, puesto que en la Frontera Sud y Bahía Blanca las escasas fuerzas habían sido menos felices que nosotros.”

Calfucurá ya había muerto y los ataques estuvieron a cargo de su sucesor Namuncurá, afectando a la zona del Fuerte General San Martín y Pillahuincó –frontera a cargo de la jefatura del coronel Julián Murga, a la postre suegro de Pedro Duffau, el primer Intendente de Tandil- Saldívar y los soldados de su regimiento-que pelearon bravamente- participaron junto a las columnas del general Rivas del avance hacia el reducto araucano de Salinas Grandes.

Resulta interesante destacar en este punto y en referencia directa a la posterior historia política tandilense, que Duffau y Saldívar se conocieron en 1870 en Pillahuincó, bajo la jefatura del coronel Nicanor Ramos Mexía. Posteriormente Duffau fue designado ayudante del coronel Julián Murga, casándose con una de sus hijas y pidiendo la baja en 1873, residiendo en Carmen de Patagones hasta llegar al Tandil, donde se radicó para dedicarse a las actividades rurales.

En mayo de 1874, Saldívar se trasladó junto a su regimiento a Blanca Grande en la Frontera Sud. Con el grado de Ayudante Mayor Primero, se retiró del servicio activo y luego de diversas alternativas que lo ubican en distintos lugares, recaló en Tandil.

Aquí se reencontró con su compañero de armas Pedro Duffau, compartiendo los postulados del mitrismo local a través de la Unión Cívica que aquí fue el “partido” gobernantes con los primeros Intendentes.

En su vida privada se dedicó a las tareas agropecuarias en la estancia “Los Laureles”, contrayendo matrimonio el 16 de mayo de 1878 con la joven Clementina Melo,- descendiente de pioneros brasileños de la zona de Spirito Santo y también con ascendencia incaica, que llegaron al país (Córdoba) en 1590. El matrimonio tuvo tres hijos: Clementina Natividad, Leonor Nicolasa y Emilio Evangelista Saldívar Melo.

Enviudó en 1900 contrayendo nuevas nupcias con Rosario de la Cuesta, nativa de Benito Juárez, con quien también tuvo varios hijos.

Su labor en Tandil fue reconocida por los vecinos que lo eligieron como concejal primero, presidiendo el H. Concejo Deliberante durante la intendencia de Duffau y luego elegido en 1888 para suceder a su amigo al frente de la Municipalidad, cargo que asumió el 1 de enero de 1889.

Nombró Secretario Municipal al veterano César Prada, luego reemplazado por Francisco Cosentino, en tanto se desempeñaba como presidente del H. Concejo Deliberante don Francisco Almirón.

Saldívar asumía una Comuna encaminada en una serie de obras importantes, entre ellas la del empedrado que tanto le había costado lograr a Duffau y para cuyo control había designado al francés Bernardo Sabatte Laplace, un hombre que tendría una larga y prolífica labor en las futuras administraciones, siempre referidas a las obras públicas.

Ya con cuadras empedradas, se ocupó de reglamentar el tránsito en la zona (parece que nos viene de lejos esta preocupación…) y también el funcionamiento del Mercado de Abasto “La Plata”.

Ordenó asimismo el levantamiento de un plano catastral, así como determinar la existencia de terrenos municipales y proceder a su venta, con excepción del cementerio viejo ( actual Plaza Moreno ) y del cerro ubicado en la chacra de Jaime Larsen ( hoy Parque Independencia) , medidas previsoras de Saldívar que hoy posibilitan que gocemos de esos espacios verdes.

El remate de las tierras citadas estuvo a cargo de Teófilo Scott y el trámite fue aprobado luego en 1891.

El flamante Hospital fue reforzado en su atención con la designación de dos destacados médicos de nuestra historia: José Fuschini y Fernando Peré y poco después con el Dr. Camilo Fernández Gil.

Fue en su mandato en el que se inauguró el Registro Civil, el 15 de setiembre de 1889, acorde con lo dispuesto por la Ley que los creó en el territorio provincial.

Reelegido para otro período de un año, Saldívar enfrentó la difícil situación que aquejaba a la Nación con un de las peores crisis que también se sintió en Tandil. No obstante siguió la obra progresista y contrató la del empedrado con boulevard de la Av. Noreste, que construiría la firma Pini y Maderni, a razón de $ 3,90 el metro cuadrado como máximo, llevando así este adelanto a la barriada que comenzaba a delinearse como “la de la estación” con la mejora de lo que hoy es la Av. Santamarina y posteriormente continuada hasta la actual Av. Colón, tal cual puede apreciarse actualmente pese al paso de los años.

No se desentendió de las poblaciones rurales y al “Centro Agrícola María Ignacia”-origen de la localidad del mismo nombre con su estación Vela- le designó por decreto del 10 de noviembre de 1890, alcalde y teniente alcalde, cargos que recayeron en los vecinos de allí, Rafael Castaño y Ciriaco Pourtalé.

La crisis económica fue haciendo mella en la administración comunal, la que para colmo, en nuestro partido, se vio agravada con inundaciones que perjudicaron mucho la red caminera rural y el estado posterior de las mismas calles del pueblo.

El antiguo integrante de la escolta presidencial y veterano fortinero, tocaba a su fin en su mandato no presentando su candidatura para uno nuevo, por lo cual las elecciones de 1890 consagraron a un nuevo Intendente, el primero nativo de nuestro Tandil: Donato Dufau, al que nos referimos en el Cap. IV del tomo II.

Dufau asumió en diciembre de ese año y Saldívar, luego de permanecer por un tiempo en Tandil, se trasladó con su familia a La Plata donde le había sido ofrecido un cargo en la policía .Allí tuvo una carrera destacada ascendiendo hasta el grado de Comisario Inspector. Vidas paralelas, diríamos parafraseando al gran Plutarco, dado que su amigo y antecesor había tenido similar actuación…

Ya con los albores del siglo XX se retiró a la vida privada en la ciudad de las diagonales y su salud se fue resintiendo de tal manera, que habiendo sido uno de los invitados de honor para las fiestas del centenario de la ciudad, en 1923, no pudo concurrir por esa razón.

Casi a los 83 años, en febrero de 1928 falleció en La Plata, el Intendente que con orgullo dejó escrito que durante su paso por las fronteras”…nunca pedí licencia habiendo permanecido con el Regimiento “

Jacinto Saldívar dejaba así su impronta en la historia de los tandilenses, en los albores de aquellos difíciles días en que el pueblo quería ir tomando forma de ciudad.

Daniel Eduardo Pérez

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL FOLCLORE EN EL TANDIL

EL FOLCLORE EN EL TANDIL

Una breve reseña de sus comienzos

. El origen de la palabra folklore, según la opinión generalizada, puede encontrarse en la expresión inglesa acuñada por el arqueólogo de esa nacionalidad William John Thoms ( 1803-1885) quien la publicó en la revista londinense “Athenaeum” el 22 de agosto de 1846, que en forma abreviada (Folk.-lore) de “The lore of people” podría traducirse como “el saber del pueblo” ( de Folk., pueblo y lore, saber, ciencia), definiendo así conocimientos, usos y costumbres transmitidos de generación en generación, de boca en boca, generalmente en forma anónima.

A raíz de la citada publicación de Thoms, el 22 de agosto se celebra el Día Internacional del Folclore.

Fue con expresiones como la danza y el canto que comenzó a divulgarse el folclore popularmente, en especial en el interior a lo que mucho contribuyó el Festival Nacional de Cosquín, cuya primera edición data de 1961.

En el aspecto folclórico que nos ocupa, fue en la década del ‘50 cuando encontramos los comienzos de un sendero que se fue trazando en forma ininterrumpida hasta nuestros días, con momentos de apogeo y otros de cierto letargo. Ya don Lauro Viana escribía poemas gauchescos que recitaba el entonces famoso Fernando Ochoa y el eximio guitarrista don Abel Fleury interpretaba aquí sus hermosos estilos. .

En 1954 se creó la primera institución con objetivos de difundir el folclore. Nos referimos al Centro de Estudios Folklóricos Curalán, que nucleó a los vecinos interesados en la práctica y la difusión del cancionero y las danzas nativas. Allí, el recordado maestro Sante Salvador fue el que llevó adelante la iniciativa, aunque pese al esfuerzo que demandó y al entusiasmo de sus integrantes, duró poco, aunque abrió el sendero para que fuese recorrido por otros interesados. .

La huella estaba abierta y en ese quehacer, fueron los cantores los que continuaron el recorrido. Así rescatamos a Las Voces del Bosque como el primer conjunto vocal folclórico de Tandil, integrado por Sante Salvador, Juan Carlos Bertolot y Humberto Delorenzo, tarea de difusión a la que se agregaron Moncho Techeiro y el muy joven Carlos Polpadre, así como también la familia Techeiro, que encabezada por la madre, Silvia L. de Techeiro, reunía las voces y la música de sus hijos Graciela, Elvira, Moncho Mingo y Tatú, que se presentaban en aquellas “reuniones o tertulias” del incipiente y pionero folclore local.

Otro conjunto que estuvo entre los primeros fue Los Legüeros, fue un mojón más en esa etapa de los “iniciadores”, donde el joven Néstor Ausqui ya se destacaba con su guitarra.

Al año siguiente amigos del folklore y la tradición dieron origen de lo que luego sería el Museo Histórico y Tradicionalista Fuerte Independencia, , que se reunieron para dar nacimiento a la institución, el 20 de agosto de 1955, con la presidencia de don Carlos de Ferrari Bravo del que dimos cuenta en el ejemplar anterior de la revista.

El entusiasmo pronto los impulsó a llevar adelante la idea de constituir una institución de carácter tradicionalista, la que finalmente y luego de reunirse una buena cantidad de asistentes, se concretó con su creación el 20 de octubre de 1957, la Peña Tradicionalista El Cielito. Entre aquellos fundadores podemos mencionar a: Carlos de Ferrari Bravo (también primer presidente de la entidad) acompañado por varios vecinos inquietos.

Desde 1961 se implantó la enseñanza de danzas nativas, las que estuvieron a cargo del renombrado profesor Juan de los Santos Amores, que viajaba periódicamente a Tandil, hasta el año 1970, las que continuaron posteriormente bajo la dirección de Rosita A. de Barrera y Gladys M. de Franchini, prosiguiendo la Srta. Poli y luego Blanca Rango, Cristina Rivero y María Julia U. de Saracca hasta el año 1981. A partir de allí, asumió como Director de la ya entonces Escuela, Miguel Ángel Rouaux, desempeñándose actualmente como tal. Hoy la Escuela de Danzas cuenta con cientos de alumnos. Por otra parte se formó el cuerpo de baile estable que se presentó por primera vez en 1981, obteniendo la consagración con el premio en Cosquín 1982 , dando nacimiento al Ballet Mayor de la Peña que ganó prestigio nacional.

Dos años después, en 1984, organizó el 1er. Encuentro Folclórico de la Sierra, origen del hoy tradicional y difundido festival..

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En 1959, por su parte, Rodolfo Guidi, Julián Zaganías y otros, con la dirección de Inocencio Moreno, formaron la Agrupación Tradicionalista Huinca Che, que en ese año editó el periódico La Voz de Huinca Che, de vida efímera, pero que fue de las pocas que registra el periodismo en su tipo, en nuestra ciudad.

Sucesores de Las Voces del Bosque y Los Legúeros, Las Voces del Chañar, integrado en 1962 por los hermanos Juan Carlos y Antonio Hemet, Enrique Calvento y Alberto Castel, a quien luego reemplazó Alberto Maschio, conjunto que actuó con gran suceso y grabó su primer disco, con la segunda versión de la zamba Brisas Tandilenses, de don Manuel Thomas, Este conjunto tuvo vigencia hasta 1979.

Paralelamente, en la Sociedad de Fomento Unión y Progreso de Villa Italia, otra entusiasta del folclore, Betty Borja de Rivero, daba nacimiento al cuerpo de baile que se denominó El Bagual-como homenaje al conocido folklorista tucumano Néstor Fuentes, conocido en la danza como “El bagual”.

Tiempo después, la docente Mary Librante creó en 1963 el conjunto-ballet Los Chasquis de la Danza, que hizo época por lo “revolucionario” de su técnica y coreografía de carácter estilizado; Librante fue también la impulsora de los conjuntos El Trébol y Amanecer.

En algunas instituciones arraigadas, como el Club Ferrocarril Sud, se había formado la Peña Andrés Chazarreta, donde Hugo Rodríguez brindaba sus conocimientos a los integrantes del cuerpo de baile.

Por esos años, nació otro conjunto: Los Coshpas (1963-1964) integrado por Pascual Pina, Osvaldo Pereyra, Hugo Irigoyen y Juan Dalera, que con su canto alegraban las reuniones peñeras.

Por su parte en el Club Rivadavia, funcionaba la peña” Gloria, Patria y Tradición”, que bajo la atenta dirección de Amancio Díaz, tenía un cuerpo de baile y realizaba encuentros folclóricos hacia 1964, fecha en la había llegado a Tandil el misionero Julio Espíndola quien pronto se integró al movimiento folclórico con su aporte de la música litoraleña.

Juan de los Santos Amores había ido marcando rumbos, de tal suerte que en 1966, una de sus discípulas, Rosa Amutio de Barrera, logró la creación de la Escuela Municipal de Danzas, que en el comienzo fue dedicada a la enseñanza de Danzas Nativas (hoy es preferentemente Clásica).

Poco después nació otro conjunto de canto folclórico, nos referimos a Tierra Querida, que en 1967, dieron a luz Juan Carlos Quiñones, Carlos Ruffa, Juan Chávez y Ricardo Núñez y luego de retirados estos últimos, con la incorporación de Ramón Caro y Pedro Fuentes, prosiguieron su labor.

También en 1967, surgió un conjunto que hizo época: Sexteto Nuevo. Con los Almada, de Los Güirá Pitá, y junto a Carlos Polpadre del Salón Parroquial a fin de ese año. El grupo debutó en aquellos “Viernes para el Folkloreen septiembre del 68, formado por Raúl Almada, Miguel Almada, Carlos Polpadre, Bautista Oroquieta, Jorge Mereb y Pascual Pina. En lo que puede considerarse un desprendimiento de El Cielito, con Aurelio Sánchez Gavira a la cabeza-que había sido presidente de la mencionada entidad- en 1967 se produjo la creación del Centro Tradicionalista Tandil.

Por esos años también se radicó la profesora Laura Peluffo, de reconocida trayectoria nacional, que dejó una huella honda y creó la Escuela Integral de Folklore.

Una década más tarde nació Tiwanaku, integrado por Osvaldo. Pereyra, Galbassini, Vitteta e Irigoyen, de gran vigencia en los ’80, con versiones refinadas de la música andina. También por la misma época, se incorporó a la actividad folklórica local el conjunto vocal Los de Sierra Alta, integrado por Jorge Palacio, José Eleta, Cayetano Zumpano y Jorge Ütile, de grato recuerdo y fecunda labor.

La labor de Santos Amores con la colaboración de la inquieta y recordada “Mecha”Chanly , se prolongó luego en su Escuela Argentina de Folklore, así como otros enamorados de las danzas folclóricas como José Pepe Loustanau, Ricardo Casal y los hermanos Hernet, trabajaron incansablemente en su difusión, surgiendo conjuntos como Los Lanceros del Huayra, dirigido por Casal, Flor del Cardón, dirigido por Luis Rossi, Los 4 Rumbos., A Poncho y Lanza en Villa Aguirre, con A. Díaz, Los 4 de Tandil, peñas como El Palenque en el ‘80 y también Amaiké, de Ricardo Casal y Virginia Rossi del ‘ 80 a 2004, Anahí Chravú, Antonio J. Hernet, también de Casal; grupos como Añoranzas dirigido por Jorge Larroquet y El Quebracho Ballet, con Javier Casal, que ya después de 2000, mantuvieron encendida la llama.

Hubo intentos valiosos en procura de aunar esfuerzos en el campo del folclore lugareño, que lamentablemente naufragaron. Tal es el caso del que encabezó en 1973, Santiago Librante con la Federación Tandilense de Arte Nacional que duró hasta 1980, lapso en el que se organizó el Festival con certamen competitivo de danza y canto con muy buena respuesta.

Más cerca de nuestros días, el canto encontró en solistas como Carlos Mansilla y en el conjunto Alazanes, tal vez las más destacados, la continuidad de la rica historia folclórica serrana. Finalmente digamos que la creación de la carrera de Profesorado de Danzas Nativas y Folclóricas en el IPAT, en 1987, jerarquizó desde el ambiente académico, los estudios folclóricos y formó sólidamente camadas de jóvenes y adultos..

Estimado lector, esta aproximación muy sintética, necesariamente tiene omisiones a las que el espacio obliga, por lo que nos comprometemos próximamente a ahondarla más.

Daniel Eduardo Pérez