LOS CORSOS EN EL TANDIL
Los orígenes del carnaval se remontan a la antigua Roma
precristiana, de donde surge la palabra posiblemente relacionada a la expresión
"carnem levare" o "carnelevarium"
del latín vulgar que significa "la
carne".
En la Roma pagana, se celebraba la "saturnalia",
que eran festejos referidos al comienzo de la primavera, que también tenían sus
ceremonias y ritos en otras culturas europeas para la misma época. Eran días de
exaltación del renacer de la naturaleza, de goce y de placer, que cuando se
impuso el cristianismo y con él la Cuaresma (cuarenta días antes del Viernes
Santo, tiempo de preparación y penitencia), se trasladó a los días anteriores a
la misma, acentuando el sentido de hedonismo, del cual, teóricamente, habría
que prohibirse hasta después de Semana Santa.
De esta manera, la tradición pagana se enlazó con el
calendario cristiano, y los festejos de la primavera continuaron con el
carnaval. En la Edad Media, los carnavales romanos alcanzaron gran fama y para
el siglo XV se extendieron a Venecia, Florencia y a otras ciudades italianas,
francesas, alemanas y españolas.
Máscaras, disfraces y cierto desenfreno en el que las
jerarquías sociales de la época se dejaban de lado, caracterizaron estas
celebraciones medievales, que con la Reforma, dejaron de ser públicas, en los
lugares en que triunfó, y quedó sin embargo con continuidad en los países que
siguieron en el catolicismo.
Ya más cerca de nuestros tiempos, los festejos populares
de carnaval, en sus distintas expresiones, cobran especial relieve en algunas
ciudades de Europa. Así llegan hasta hoy
los de Venecia (Italia), Niza (Francia), los de algunas ciudades renanas y
bávaras de Alemania y -luego de estar prohibidos en la etapa franquista- los de
Cádiz y Tenerife en España.
En América, en ciertos países tomaron características e
identidad propias, y en muchos casos se produjo un sincretismo con ritos
indígenas, de antigua data.
Los de Nueva Orleans en los Estados Unidos, los de
México, Perú y Bolivia, así como los antillanos, han cobrado fama, aunque sin
duda, son los de Brasil -especialmente los de Rio de Janeiro y Bahia- los que
resultan, contemporáneamente, los más populares y famosos en el mundo por su
espectacularidad, colorido y cierto toque de erotismo.
En nuestro país, esta celebración se ha desarrollado con
sus peculiaridades, en casi todo el territorio, aunque los del noroeste y el
litoral se destacan singularmente.
La historia del carnaval en Tandil tiene sus datos
llamativos. A fines del siglo pasado, las autoridades se vieron obligadas a
reglamentar los festejos por la violencia que imperaba en los mismos. Fuertes
multas, arreglar las calles -aún sin empedrar- y la cárcel formaban parte de
las sanciones. Otras ordenanzas prohibían la imitación de uniformes militares.
Años después llegaron los corsos, las orquestas típicas y rítmicas, y los
cantantes famosos.
Cuando están ya sobre nosotros los días en que el
calendario fija la fecha del carnaval y Tandil, como ocurre en distintas
ciudades del país y del mundo, se apresta a celebrar este antiguo rito,
tratando de reverdecer viejos laureles, que nostálgicos abuelos traen a la
memoria.
En nuestra ciudad, desde la época en que era un pueblo,
los cultores del carnaval llevaron a la comunidad su alegría, aunque nunca tuvo
características que lo perfilaran con rasgos indentificatorios propios, muy
diferente a otros de origen urbano.
Revisando la antigua documentación existente en los
archivos locales, hemos encontrado verdaderas curiosidades, que hoy resultan
interesantes de conocer. Entre los antecedentes más remotos de intentos de
reglamentación de los festejos, hemos hallado una ordenanza del 19 de enero de 1883, dictada por la Corporación Municipal -todavía no
existía Concejo Deliberante ni Intendente- que entre otras cosas prohibía en el
juego "arrojar harina, polvo de
colores, huevos de todas clases, frutas naturales o imitación en cera y dar
golpes con vejigas, globos de goma, etc".
Parece que por entonces nuestros antepasados gustaban
enchastrar y aún casi agredir a sus congéneres (los tiempos no han cambiado
mucho en esas irracionalidades). La citada reglamentación permitía en cambio
arrojar románticas flores sueltas y
confites de tamaño pequeño.
Transgredir la normativa, hacía pasible a los
responsables de fuertes multas, las que se incrementaban si eran reincidentes y
eran destinadas al arreglo de las calles -aún sin empedrar- del pueblo.
Para 1887, el primer Intendente Pedro Duffau, reglamentó el juego de carnaval nuevamente, agregando
a las prohibiciones ya citadas de la ordenanza anterior, la de jugar con agua
arrojada con "baldes, jarros o
bombas", e incorporando la figura del arresto en el caso de no pagar
la multa, si se infringía la normativa.
Al año siguiente de esa reglamentación, el corso se hacía
en la calle 9 de Julio entre Mitre y
Belgrano, la que era recorrida por carruajes engalanados, comparsas con
músicos locales y las tradicionales "mascaritas" que ponían una nota
de intriga en el chismerío pueblerino.
Pero disfrazarse no era cosa de tener voluntad sino
además solicitar el permiso respectivo y respetar la prohibición de imitar uniformes militares o de órdenes religiosas y no
portar armas aunque el disfraz lo exigiese, tanto en el recorrido del corso
como en los bailes, en los que las reyertas eran habituales.
Las exigencias de la época se extendían a cánticos,
discursos y también a las danzas, las que no debían ser "indecentes",
sopena de ser multados fuertemente los
"culpables".
Años después, en 1893, el intendente José G. Almada, reglamentaba el festejo del carnaval en términos
similares, agregando que se podía arrojar "papel
cortado" (el papel picado que conocemos).
Para 1897, el jefe comunal de entonces, Eduardo Frers, repitió reglamentaciones
ya existentes para el corso que continuaba realizándose en la calle 9 de Julio.
Ya en este siglo, la costumbre de celebrar el carnaval
continuó con características similares, variando el recorrido de los corsos y
los lugares de moda para los bailes, los que congregaban gran cantidad de gente
disfrazada. Las calles 9 de Julio y Gral. Rodríguez entre Gral. Pinto y Av.
España fueron testigos de muchos carnavales; hacia la década de 50, la Av.Colón
(entonces Figueroa) fue el centro de la celebración tandilense, con recordadas
decoraciones e iluminación y la participación de algunas comparsas del barrio
de Palermo de la Capital Federal.
Los clubes adherían entusiastas con sus bailes y desde el
desaparecido Club 25 de Mayo hasta el Excursionistas, pasando por el Super, o
los tradicionales Santamarina y Ferro, ofrecían las orquestas
"típicas" (tango) y las "rítmicas" (ritmos tropicales y
jazzísticos), en algunos casos con contratados de nivel nacional que batían récords
de recaudación cuando se trataba de Alberto
Castillo o de Antonio Tormo, por
ejemplo.
Más cerca de nuestros días, el centro volvió a ser sede
de los corsos, hasta que Villa Italia, con Unión y Progreso a la cabeza, dio un
sabor distinto a la celebración, que tenía en el desplazamiento geográfico ya
un atractivo de aventura para los jóvenes de esos años, que en los "patios
criollos", en Unión o en el desaparecido Doce Estrellas, esperaban
encontrar la culminación carnavalesca con el hallazgo de una pareja
condescendiente a sus apetitos.
También la Av. Rivadavia, la Av. España, alrededor de la
Plaza Independencia, la barriada de Moreno y Arana, han sido escenarios para la
celebración carnavalesca, cada vez con menos fervor y sin aquellos atractivos
de protagonismo popular espontáneo, que caracterizaron los carnavales
tandilenses antaño, tiempos en que el estrés no hacía mella porque los
espíritus navegaban otras aguas y con otros barcos.
Tiempos de aguas perfumadas; de pomos de plomo; de papel
picado y serpentinas de colores que se arrojaban al paseante cual un piropo; de
máscaras y antifaces; silbatos y matracas; murgas y comparsas con instrumentos
de cañas, latitas de duraznos y celofán, que ensayaban todas las noches, para
alegría de los niños y curiosidad cómplice de los grandes, en carnavales que
más de un abuelo habrá revivido ante la mirada fascinada de su nieto.
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