LA
INDUSTRIA METALÚRGICA EN EL TANDIL
SUS ORÍGENES Y
DESARROLLO
A medida que Tandil se fue poblando, fueron apareciendo
distintas necesidades entre quienes se aventuraron a radicarse por estos pagos,
por entonces alejados de los centros “civilizados”.
Entre los primeras actividades que se conocen estuvieron,
como es natural, la de los comerciantes, “vivanderos”, pulperos y los carreros
que transportaban lo necesario para aprovisionar primero a la guarnición del
Fuerte y luego al incipiente poblado.
También allí estuvieron los primeros herreros y así ya por 1880 encontramos citados a tres Miguens,-uno en Alem, otro en 9 de
Julio y el tercero en Sarmiento-que poseían herrerías. Otras eran las de F. Rivas, P. Serrat y Pellegrini, que por lo visto tenían buena
cantidad de trabajo con los carruajes, elementos rurales y naturalmente el
herrado de los caballos.
La labor agropecuaria que inició la llegada de Juan Fugl había incorporado la siembra y cosecha
del trigo y su molienda, lo que requirió
de hombres capaces de arreglar o hacer determinadas piezas de las primitivas
maquinarias (recordemos que fue el danés también quien trajo la primera
“cosechadora”).
Un hecho solitario y aún en cierta nebulosa, fue la fundición de la gran campana del Templo de la Inmaculada Concepción, la que según
los datos documentados, fue fundida en Tandil, con metales preciosos y de los
otros, donados por los vecinos, por un tal Juan
Della Cella, de indudable origen italiano, que vino de Buenos Aires. Cómo
lo hizo y con qué medios no quedó registrado claramente, lo cierto que la
campana, conocida como La Tandilera,
luce hoy en el Museo Tradicionalista Fuerte Independencia, con su leyenda:” Los tandileros me obsequiaron con oro, plata
y demás metales. Y he sido fundida en esta localidad en diciembre de 1883. Peso más de 3000 libras”.
Ese fue precisamente el año en que se concretó la Primera
Feria Exposición Rural e Industrial en el Tandil, en la manzana donde hoy
está, entre otros edificios, el Banco Nación, frente a la plaza.
Aquellos primitivos herreros dieron pie, junto al aumento
de los requerimientos, especialmente del sector rural, a emprendimientos de
mayor envergadura. Así fue que en 1912,
Gregorio Fernández instaló los Talleres El Brazo, en la calle 4 de
Abril al 1000.
El Brazo significó
para Tandil un importante avance en la atención de la reparación general de
maquinaria de la época, lo que incluía la permanente creatividad de Fernández y
luego de sus hermanos e hijos, forjadores de una fama que aún hoy perdura.
Cuchillos, herraduras, repuestos y muchos elementos más, fueron saliendo de
las distintas herrerías, pero aún no había llegado la hora de la industria que
daría a Tandil justa fama en el ámbito nacional: la fundición de hierro y luego
de otros metales y aleaciones.
Corría el año 1916
cuando llegaron a Tandil los hermanos Donato,
Francisco y José Bariffi, provenientes de Buenos Aires, adonde habían
arribado desde su natal Italia para radicarse y trabajar en el almacén de sus
parientes en Las Chilcas.
Eran años en los que Tandil comenzaba a dar forma a la Cámara Comercial e Industrial, que
finalmente se fundó en 1922 , eligiendo como primer presidente a Félix
Vilches, figurando entre los fundadores firmantes Francisco Bariffi, quien luego integró en
varios períodos la comisión directiva.
Fueron estos hermanos cuyas biografías son dignas de
conocerse, y de quienes dimos una
síntesis en 1986 en la sección “Calles del Tandil”, en Nueva Era, quienes se
instalaron en 1918 en Av. Colón
939/41, en un local cedido por José Arana, de oficio carpintero, con un taller
que con el nombre de “Talleres
Metalúrgicos Bariffi Hermanos y Cia.”, originalmente estaba dedicado a la
reparación de maquinaria agrícola y afines, hasta que con la llegada del otro
hermano José, que había estudiado en
Buenos Aires nada menos que en la escuela técnica fundada por Otto
Krausse, decidieron iniciar la tarea de fundición, primero sin obreros y con la
colaboración de amigos que aquí
hicieron: el vasco Arana, el citado dueño del lugar, hasta Pilatti, Blanco,
Espelet, Gianfarra, Perfetto, Cela, Piva, Muñoz y Modarelli. La noche del
Tandil se iluminaba con los chorros fulgurantes de las primeras fundiciones,
precursoras de una industria que sería sinónimo de la ciudad.
De allí salieron cocinas de las llamadas económicas (a leña), estufas, repuestos
a pedido y de esa manera fueron creciendo de tal suerte que el precario lugar
original quedó chico y hacia 1927,
con el apoyo económico de doña Giacomina Bellami de Esquerdo, de familia de
fortuna proveniente de la construcción (era hija del constructor Antonio
Bellami),y emparentada con productores agropecuarios, se trasladaron al predio
adonde había funcionado un viejo molino
harinero , el del francés Claude Brunand, en Gral. Rodríguez 1536, cuya viuda doña Cesarína se los vendió con facilidades,
terminando su instalación en 1929.
Allí crecieron no sin dificultades, tales como la que en 1930-el primer día del
año- provocó el devastador incendio que afectó la fábrica la que con el apoyo de los obreros, proveedores y hasta
clientes, además del Banco Comercial del Tandil, a través de la gestión de los
gerentes Ängel Speroni y Antonio Usandizaga, pudo superar.
En 1939, vecinos interesados en expandir esta tarea, en
una asamblea presidida por don José A. Cabral, concretó la iniciativa, naciendo
BIMA, de la original sociedad
anónima que el 4 de abril de 1940
quedó oficialmente constituida, con su primer Directorio integrado por Emilio
Giménez López, como presidente; Pedro Fossati como vice. 1º; Pío Proverbio como
vice. 2º; Francisco Fortunato como secretario; Donato Bariffi, Julio van Sante,
Ángel Grandinetti, Marcos Rabal y Dorilio Riva como vocales; José A. Cabral
como síndico titular y Alfredo Rozzi como suplente. Todos ellos vecinos
notables de la ciudad.
Así BIMA (Bariffi Industria Metalúrgica
Argentina), llegó a ocupar, en su
momento de esplendor, a casi 300
obreros, formándose en esos talleres hombres que luego se fueron independizando
con sus fábricas propias, sobre la base de lo aprendido en aquella verdadera escuela
de fundidores, en sus distintas especialidades (modelistas, noyeros,
mecanizadores, etc.…)
En esa etapa fue un gran paso el haber obtenido la
confianza nada menos que de Ford, para fundir las tapas de cilindros de sus
vehículos casi en exclusividad, superando incluso a empresas de otros lugares
del país, cuando desde 1943 comenzaron a proveer sus tapas, que por la guerra
eran demandadas febrilmente.
Esta actividad y la fabricación de tornos de
precisión-algunos de los cuales aún están en funcionamiento-los proyectó a
nivel nacional y con ellos a Tandil como centro especializado en la fundición
de hierro gris.
Con los años, miles de automóviles y de fábricas en todo
el país llevaban el sello de BIMA, que era decir calidad y Tandil
simultáneamente.
En ese arduo camino sufrieron otros duros golpes, entre
ellos la muerte de Donato, en 1947, y luego en poco más de una década, la
crisis económica que los sumió casi en la bancarrota llegando a la convocatoria
de acreedores hacia 1963, la que finalmente terminó con la quiebra que llevó al
remate de la fábrica pionera, en 1965.
Aún hoy pueden observarse testimonios de fundiciones
salidas de aquellos pioneros hornos, tales como las columnas del alumbrado de
la Plaza Independencia y el gran mástil del veredón municipal…
Simultáneamente con el desarrollo de los Bariffi, otras
empresas comenzaron a producir materiales de fundición haciendo, por ejemplo,
cocinas económicas, como la fábrica
de Nicolás Solimanto, en la calle
Garibaldi al 900, así como Fosabril y
González hicieron lo propio en la esquina de Sarmiento y Av. Santamarina.
Con motivo de celebrarse el Día de la Industria, la
Cámara Comercial e Industrial, publicó en 1944
un número especial de su revista en la que destaca en el aspecto metalúrgico,
la actividad de BIMA ya convertida en sociedad anónima y de El Brazo, señalando además a Blanco
Hermanos, en carpintería metálica. En los avisos de la revista puede leerse en
el caso de BIMA: “Herrería. Mecánica. Fundición”. Resulta interesante destacar
algunos de los rubros que anunciaba: repuestos agrícolas y de molinos; cocinas
a carbón y a leña; calderitas tubulares y concéntricas para calefacción;
repuestos para automóviles; máquinas industriales; electrobombas; máquinas para
fábricas de pólvora; fabricación de tapas de cilindros para blocks de
automóviles adaptables a cualquier marca, toda una variedad realmente
importante.
Precisamente en ese año, empleados de BIMA se reunieron
por vez primera el 7 de octubre, para dar concreción a la idea de conformar el Sindicato de Obreros Metalúrgicos, realizándose
luego la asamblea que eligió a Nicolás Pechia como presidente y a Ángel
Jaramillo como secretario de aquella comisión pionera que luego daría paso, con
el tiempo, a la poderosa Unión Obrera Metalúrgica, seccional
Tandil.
Resulta interesante comprobar, en la publicación de la
Cámara Comercial e Industrial de diciembre de 1945, Nº 60, en el apéndice donde resume la nómina de
establecimientos de distintos tipos, la existencia de 37 clasificados como
talleres metalúrgicos, figurando como el primero BIMA, luego José Fernández y
hermanos (El Brazo), Dalceggio, Paravich,
Paskvan y Adamoli, Nicolás Solimanto
y Blanco Hnos., entre otros.
Contemporáneo con el decaimiento de BIMA, jóvenes
emprendedores como Aurelio Santiago Selvetti, que se
desempeñaba como vendedor de los Bariffi, los españoles Germán García, que era fundidor en la misma fábrica y el modelista Fernando Monsalve, junto a Segundo Berroeta, que era un experto en
el mecanizado de piezas de hierro fundido, unidos a Francisco Erausquin, a la sazón dedicado a la industria textil y
que aportó parte de sus ahorros, fueron dando forma a sus inquietudes
relacionadas con la industria metalúrgica y en un pequeño taller de la hoy
calle Figueroa, crearon Metalúrgica
Tandil, cuya primera fundición se concretó el 15 de diciembre de 1948.
Oportunamente nuestra amiga Marta Selvetti (hija del fundador) nos relató
que su padre le comentó en una oportunidad,
que viendo frustrado a Germán García, que era fundidor en BIMA, le dijo:
“no te preocupes ya vamos a abrir una
fábrica nuestra algún día vos y yo”, todo esto en presencia de Segundo
Berroeta, en cuyo taller estaba uno desahogándose y el otro vendiendo. Poco
tiempo después, de regreso de un viaje, don Segundo le pidió que lo acompañara
al llamado Puente del Azul y
mostrándole unos terrenos, le dijo: “A
ver si usted es capaz de cumplir con lo que prometió a Germán””Y así-nos relataba Marta- mi padre empezó a darle forma y base al
proyecto de Metalúrgica Tandil, cuando ya había fallecido Donato Bariffi, junto
a quien había aprendido mucho y había estado relacionado vendiendo las cocinas económicas.
Eran terrenos que se remataban y que Berroeta compró y no
se los quiso vender sino que primero se los alquiló. Según relata el propio
Selvetti en El Eco de Tandil del 29
de noviembre de 1992 “…para el comienzo,
vendí mi auto y dediqué todos los ahorros a eso. Con Germán García,
absolutamente solos, construimos el primer galpón de 20 metros por 40. Otro
capo en esto era Fernando Monsalve,
español habilísimo, todo un artesano, que estuvo en esa etapa. Era el otro
socio”
Entre las primeras tareas emprendidas estuvo la de
fabricar los molinos de viento, para extraer agua, que Selvetti bautizó con los
nombres de Brisas y de Uncas (con los años fundaría el club de
rugby del mismo nombre. Selvetti era un admirador de la famosa obra El último de los mohicanos, de F.
Cooper, donde Uncas era protagonista
como el último dirigente de aquella tribu). Los molinos se vendieron en todo el
territorio nacional.
La producción ascendió geométricamente y de 20 equipos
mensuales fabricados a principios de 1950, se pasó a 400 en 1955 y nada menos
que a 4.000 en 1960…
Con la crisis de 1951, comenzó a fabricarse en el país
una copia del tractor Lanz (alemán) con el nombre de Pampa, hechos en IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del
Estado) que el gobierno de Perón había instalado para propiciar la industria
argentina. Allí Metalúrgica empezó a
fabricar las tapas de los motores de esos tractores y de los autos Institec. Selvetti, años más tarde, declaraba a Clarín del 29 de noviembre de 1983: “… entonces podía palparse una firme disposición general hacia la
industrialización del país, posiblemente fruto de las necesidades sufridas
durante la Segunda Guerra Mundial, momento en la que muy incipiente industria
no pudo suplir el total de los insumos importados necesarios. La decisión de
fabricar tractores y automóviles conformó una página de trascendencia para la
industria nacional. En ese momento se rompe con el tabú del cual no han salido
muchos países. Participamos en la fabricación del tractor Pampa y luego del
auto Institec suministrando las piezas más complicadas como blocks de cilindros
y tapas de cilindros, lo que nos convirtió en el país, en los primeros
fabricantes de este tipo de piezas. Fueron épocas de verdaderos pioneros donde la gente del IAME
nos introduce en tecnologías para nosotros desconocidas”.
Luego del fracaso de esa iniciativa, se instaló la Fiat y
aquí comenzó la fabricación de sus tractores, al igual que después los hizo con
unidades utilitarias y automóviles de la Kaiser, que aquí funcionó como IKA (Industria Kaiser Argentina) a las
que Metalúrgica proveyó.
La creación de las Escuelas
Técnicas emprendida por el gobierno peronista, fue un paso importante en la
formación de nuevos operarios calificados que se extendieron a lo largo del
país.
En los años posteriores y con el advenimiento del
gobierno del Dr. Frondizi, se pusieron en vigencia políticas desarrollistas a
partir de 1959, lo que facilitó las
inversiones extranjeras y así además de la Ford, llegó la General Motors, la
Peugeot y la DKW., que se sumaron a la Fiat y en el rubro de maquinarias
agrícolas, Otto Deutz.
Metalúrgica trabajaba febrilmente y el surgimiento de
otras fábricas se sumó al quehacer de esta industria que tanto representó para
la economía de Tandil.
La empresa que fue líder en el rubro, aquí y en el país,
y que significó con los años una fuente de trabajo evaluada como la más
importante en la economía local, cobraba una importancia excluyente.
La fábrica fue adquirida por la Renault y luego de llegar
a una delicada situación económica y de producción la firma francesa decidió su
cierre en 2019 lo que significó la pérdida de una emblemática industria
tandilense y la pérdida de una importante fuente de trabajo.
Cabe destacar-en otro orden- que en forma casi artesanal
ya hacía tiempo que hombres como don Carlos Allende y otros, en sus talleres La Movediza, producían afamadas hojas de
cuchillos, floretes y demás elementos para la práctica de la esgrima, que
alcanzaron fama nacional especialmente por la calidad de su temple. Esa fama se
extendió hasta los días que corren y otras fábricas de hojas de cuchillos, de
alguna manera herederas de las primeras, trabajan intensamente, pudiéndose
citar-a solo título de ejemplo-Atahualpa
y Ju-Ca.
Paralelamente otros jóvenes emprendedores como Alberto Porreca, Omar Farah y Aurelio Maturana encaraban el montaje de empresas
que luego serían modelo en su especialidad, tal el caso de Talleres Tandil, que desde 1963
ha cumplido una brillante trayectoria en el rubro.
Simultáneamente en el seno de Tandil se gestaba otra
grande y revolucionaria epopeya: la creación de la Universidad con Osvaldo
Zarini a la cabeza, que desde 1964
plantó en el valle la semilla que hoy ha dado los frutos que todos conocemos.
Resulta interesante comprobar, en el estudio realizado
por la Comisión Pro Defensa y Progreso de Tandil y publicado en 1968, que en el rubro metalúrgico,
figuraban, además de Metalúrgica Tandil,
con 2166 obreros y 17.447 toneladas fundidas anualmente, Ronicevi, Metan, Guillermo Blanco e hijos, Tandilmat, Santander,
Tandilfer, La Cuca, y otros.
En la década del ’70 Tandil era considerada como la
capital nacional de la especialidad, dado que tenía-según un estudio de la
Universidad-una fundición cada 3000
habitantes.
Tal era la magnitud del crecimiento de la industria
metalúrgica en nuestra ciudad que el 13
de noviembre de 1970, los pequeños y medianos industriales del sector se reunieron para dar nacimiento a A.P.M.I.M.T. (Asociación de la Pequeña
y Mediana Industria Metalúrgica de Tandil), en cuya acta constitutiva se
fijaron los objetivos destacándose entre ellos:”*Fomentar el desarrollo y
perfeccionamiento de la pequeña y mediana industria metalúrgica, orientando su
acción a una mayor productividad y bienestar social; *promover la capacidad profesional de los técnicos,
supervisores, empleados, y obreros de la pequeña y mediana industria
metalúrgica; *prestar su más amplio asesoramiento y asistencia a los poderes
públicos en todos los problemas relacionados con la pequeña y mediana industria
metalúrgica y representar y sostener los derechos e intereses de sus asociados
ante dichos poderes.”
Firmaron aquella acta constitutiva los empresarios: Luis O. Bernardo, Fernando Brasesco, Rodolfo
Marcovecchio, Benjamín Iglesias,
Alberto Porreca, Héctor Concetti, Héctor Uranga,
Carlos Maggiori y Carlos Ríos.
Por entonces ya eran numerosos los establecimientos metalúrgicos sumados a los ya mencionados, tales
como Talleres
Tandil, Emsa, Concetti e hijos, Uranga Hnos., Fecno Tandil, Maggiori Hnos.,
Técnica Tann, etc.
No fue casual que el crecimiento en estas áreas impulsara
al gobierno local a pensar en la instalación de un Parque Industrial. La idea fue motorizada en el gobierno municipal
del Intendente Miguel Ángel Usandizaga y
se concretó cuando se adquirieron las parcelas
a la familia Rancese en las inmediaciones de las rutas 226 y 30, para su
creación en 1970 y su concreción
jurídica con el título de propiedad municipal que tiene fecha 10 de mayo de 1971, a partir de lo cual
los distintos gobiernos municipales que se sucedieron , fueron dando forma a
las diversas obras de infraestructura que requería el PIT, de tal manera que ya en 1978, había 12 empresas radicadas en
un total de 8 ha.
Hombres que habían emprendido el camino de la metalurgia,
siguiendo los pasos pioneros de los Bariffi
y de Metalúrgica Tandil, multiplicaron prestigiosas fábricas y se
diversificaron las especialidades, en algunos casos innovadoras.
En ese sentido
cabe señalar a Fundalum S.A. creada en 1970, que se dedicó en sus comienzos a la fundición de aluminio semiautomática y a
partir de 1974 a los procesos de fundición de precisión, especialmente para
automotores y armamentos, introduciendo nuevas tecnologías y que con la
participación de investigadores de la Universidad, lograron productos de alta
complejidad, como álabes de turbinas, formando parte del grupo de Talleres Tandil, que fueron pioneros en
la microfusión.
Entre 1971 y 1979, según las guías industriales
publicadas, pueden observarse los pasos de crecimiento dados por esta
industria. Encontramos por esa época, blocks de tractores y automóviles,
bancadas, campanas para frenos, carcazas para cajas de velocidad, carpintería
metálica, carrocerías, cigüeñales, construcciones metálicas, cuchillerías,
destornilladores, fundiciones de bronce,
hierro gris y nodular, máquinas herramientas, molinos a viento, pistones de
aluminio, rastras para arados, rectificación de motores, y, más adelante,
recuperación de aluminio en lingotes y
fundición de hierro perlítico,
todo lo cual señalaba para 1979 en la industria metálica básica, una
ocupación de alrededor de casi 3000 obreros con un consumo trimestral de
energía de más de seis millones de Kw.
Ya en agosto de 1972,
la APMIMT adquirió su sede propia que
denominó Casa del Industrial Metalúrgico,
constituyéndose en ese mismo año O.S.I.M.
(Obra Social del Personal de Dirección de la Industria Metalúrgica).
En 1974 se creó CIMETAN,
la primera cooperativa de industriales metalúrgicos, con programas de
capacitación y asistencia técnica,
abasteciendo al sector de numerosos materiales y materias primas.”…nació como consecuencia de la necesidad de
dar respuesta a un mercado de desabastecimiento que día a día se acrecentaba y
que encontraba al pequeño y mediano industrial sin los medios mínimos
indispensables para hacerle frente”, nos dice la revista PYME, Nº 52 de
1976.
La mentalidad industrialista vigente había llevado a
crear el Parque de la Industria y el
Comercio, al pie del Dique, inaugurado ya en 1971, en el predio donde había funcionado el viejo molino de Fugl y
luego la curtiembre Onena.
En la publicación realizada en 1981 con el título “Azul, Olavarría, Tandil. Un sistema urbano”,
de S. Sassone, se destaca la primacía de Tandil en el rubro industrial
metalúrgico con palmaria claridad.
Este desarrollo impulsó por otra parte a la creación en
el municipio de la Dirección de
Industrias, que incluía el manejo del PIT y que hoy integra el área de la
Secretaría de Desarrollo Local.
Pasaron los años y
el final de los noventa trajo consigo una situación económica compleja
en la que la industria local se vio duramente afectada, como en el resto del
país, por el ingreso indiscriminado de
productos importados que resintió la producción nacional y Tandil no escapó a
la consecuente recesión industrial.
A renglón seguido vino la crisis política, social y
económica más dura y el país afrontó, después de los tristes episodios del 20
de diciembre de 2001, la famosa semana de los cinco Presidentes, ( De la Rúa,
Puerta, Caamaño, Rodríguez Saa –que entre los aplausos del Congreso declaró el default-y Duhalde) hasta lograr
estabilizarse parcialmente con el llamado a elecciones en las que triunfó Menem
pero sin los votos necesarios para consagrarse en primera vuelta lo que llevó-
al no presentarse a esa segunda vuelta- a la asunción de Kirchner que había
obtenido el segundo lugar en la votación, y que recientemente y con los
aplausos de los mismos que aplaudieron antes el default, saldó de un saque la deuda con el FMI…
En vías de superación la crisis económica, no así la
social, merced a la labor del ministro de Economía de Duhalde que continuó con
Kirchner, Roberto Lavagna, los parámetros económicos mostraron una recuperación
que también en Tandil se notó.
En 1994 se
había llevado a cabo un Censo Industrial por parte de la entonces denominada
Junta de Promoción Industrial, con la idea de actualizar y perfeccionar los
datos, y ocho años después se concretó el relevamiento Industrial que
realizó la Universidad y el Foro Social Tandil Siglo XXI en el 2002,
en el que puede observarse, como lo apunta la publicación, que entre
1994 y 2002, se produjo una caída del 30% de establecimientos industriales
con una pérdida de puestos de trabajo del orden del 50%.
Industrias metalúrgicas quedaron en el camino, algunas
desde hacía varios años, y otras apenas superaban las situaciones de las que
dimos cuenta en párrafos anteriores. Desde Carletti
y Adamoli a Buxton y Tandilfer, fueron muchas las que desaparecieron. Otras
se repusieron o se impusieron una reingeniería que las mantiene. Así podemos
apreciar, junto a las ya citadas empresas, algunas de punta en su especialidad
que siguieron su labor, otras industrias tales como: F. Monsalve y Cía. SRL, El Crisol SA, Raúl Palomino, Hulba,
Establecimiento Metalúrgico Egea SA, Taller El Centinela, Metalúrgica Melfi,
Metalúrgica Chamet SA, Fundición G. Martin, Allende, Tahersa Industrial y
Comercial SA, Hecam SRL, Servimet, Fundición Lucas, MAET, Apaz Hnos., Trefilados Tandil, sin contar
con las numerosas empresas de construcciones metálicas, cuchillerías, etc…
El futuro se muestra cautelosamente promisorio y
optimista, teniendo en cuenta la posibilidad de mantener los niveles del cambio
para favorecer a la exportación. Es de esperar que no se repitan los ciclos
vividos porque Tandil le debe mucho al camino emprendido por los Bariffi y
quienes dieron vida a Metalúrgica Tandil.
Es por ello que nos parece muy justo rendir homenaje al
obrero fundidor, tal como por la idea de Omar Farah (padre) y tomada por APYMET
–ahora presidida por Jorge Porro-se ha concebido, con un monumento que recordará a nuestras generaciones y a la venideras y
a quienes nos visiten, la importancia que tuvo y tiene en el desenvolvimiento
local, esta tarea digna de reconocimiento. Ya en 2003 Ibrahim Apaz había
realizado un boceto que ahora sirvió de base para la realización, que estuvo a cargo de Hugo Jarque y de Mariana
Debaz, y el moldeo y fundición en las instalaciones de Tandilmat. El monumento está ubicado en las proximidades del Dique
y se inauguró el 3 de diciembre de 2006.
Daniel Eduardo
Pérez
Septiembre 2006 (original)